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martes, 8 de noviembre de 2011

España: los candidatos cara a cara

Rubalcaba y Rajoy junto al periodista Manuel Campo Vidal

Por Mirta Balea

España se dispone a votar un nuevo gobierno dentro de 12 días en lo que se perfila como unas elecciones anticipadas por la encrucijada en que ha colocado al país la crisis económica y la necesidad de un cambio de política acorde con las condiciones nacionales y las exigencias de los organismos financieros internacionales y de la Unión Europea (UE).

Esto sitúa también los próximos comicios como el punto de inflexión más dramático desde la llamada transición (de una dictadura a la democracia) hace más de 30 años, de la que es fruto la Constitución actual.

El debate la víspera entre el representante del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Alfredo Pérez Rubalcaba, y el del Partido Popular (PP), Mariano Rajoy, resultó una presentación en sociedad de los contendientes por el cargo de presidente, mostrando los pros y los contras de cada uno, como era de esperar.

Los diarios madrileños publicaron hoy sus particulares encuestas sobre de qué lado se inclinó la balanza de las preferencias sin abandonar sus líneas ideológicas, aunque aceptando la victoria de Rajoy en un oscilante 46 a 54%, según el medio.

La “broma” del debate, encaminado al mayor lucimiento de los oponentes, ha costado 549.520 euros. El rifirafe podría haberse evitado solo con prestar atención a los periódicos, que revelaron los entresijos de toda el tinglado, incluída la vestimenta de Rubalcaba y Rajoy.

La prensa dio a conocer los temas a tratar y hasta en muchos casos las respuestas que darían - basándose en lo expuesto por ambos en los discursos de la pre-campaña -, aportando un tono pugilístico para añadir morbo a la expectación natural del cara a cara.

Rodríguez Zapatero
En cambio, los periódicos catalanes no parecían interesados por llamar la atención sobre el debate y, por ejemplo, El Periódico lo publicó en primera plana dentro de un recuadro, a varios campos de letra de distancia de una noticia a todas luces de mayor trascendencia para sus editores: “Cataluña tiene ya dos millones de mascotas sin control".


El debate lo siguieron 12 millones de personas y los rivales salieron muy satisfechos de sus respectivas actuaciones, aunque solo Rajoy mostró interés en repetirlo antes del 20-N, algo comprensible si sabemos que la última encuesta lo sitúa 15 puntos por encima de su oponente socialista.

Las encuestas no deben tomarse a pie juntillas porque un debate en febrero del 2008 - durante la pre-campaña electoral que permitiría una nueva victoria del presidente José Luis Rodríguez Zapatero- entre el representante del PSOE, Pedro Solbes (entonces vice-presidente) y el del PP, Manuel Pizarro, terminó con una valoración favorable al socialista.

Nadie creyó entonces, como vaticinó Pizarro, que la crisis galopaba sobre España y que pronto entraría en recesión. El tiempo le dio la razón, aunque en el momento del debate no se tuvieran en cuenta sus palabras y la gente se decantara por lo que quería oir.

Zapatero había dicho durante esa pre-campaña que España estaría por delante de Alemania a la vuelta de un año y nadie lo puso en duda, aunque todo el mundo leía la prensa y sabía la situación de la economía nacional, que recibía ya varapalos de Bruselas para poner en marcha ciertas reformas.

Los sondeos habían dado también como ganador a Rajoy en 2004, en lo que se convertiría, por encima de todo pronóstico, en la primera legislatura de Zapatero, tras  dos mandatos de José María Aznar.

La explosión de trenes en la terminal madrileña de Atocha con resultado de casi 300 muertos, la manipulación que el propio Rubalcaba hizo entonces de aquellos hechos, obligando al Gobierno en un tiempo record a dar respuestas que resultaba imposible que tuviera en apenas 24 horas para concurrir a las urnas y la falta de decisión y valentía de Aznar para posponer los comicios al menos un mes hasta aclarar lo ocurrido y desenmascarar a los culpables, dieron un giro dramático a los acontecimientos.

Zapatero y Rajoy en Moncloa
La llegada a la Moncloa de Zapatero se vio en las filas del PSOE como una señal de Gracia tras la caída estrepitosa frente a Aznar del Gobierno de Felipe González, víctima de su propia corrupción.

Poco a poco, Zapatero pasó de ser el hombre del talante, el que pondría el mundo a los pies de España, a la carta marcada portadora de desastres. En principio, su Gobierno pareció ir sobre ruedas apoyado en el legado económico de Aznar y de su vice-presidente y ministro de Economía, Rodrigo Rato.

Los españoles, que confiaban en el presidente, fueron pasando durante la segunda legislatura de la incredulidad ante el desarrollo acelerado de la crisis a la inquietud y finalmente a la irritación abierta y la censura.

Zapatero pasará a partir del 20-N a ser miembro vitalicio del Consejo de Estado y cobrará el doble de los 80.000 euros anuales que percibe en la actualidad como Presidente. El hombre que muchos han calificado como el peor mandatario español de la democracia se embolsará 150.000 euros anuales solo como figurante.

Las víctimas de los políticos pueden aferrarse a veces a la frustrante justicia, la imposible venganza o el improbable olvido para superar su propio conformismo y no me refiero a los “indignados” de la Puerta del Sol, en Madrid, que han vuelto a armar la "marimorena" ante la llegada de las elecciones, incluso con consignas tan claras como no votar al PP bajo ningún concepto de la mano de líderes sindicales.

Algunos dirigentes sindicales son escuchados como un oráculo por estas multitudes. Al movimiento popular se han sumado también varios del PSOE y muchos de Izquierda Unida, ejerciendo su derecho de expresión pidiendo una revolución que acabe con los banqueros, el capitalismo, la sub-contratación, el desempleo, que se eliminen las cargas fiscales y que desaparezcan los ricos en un lenguaje escuchado ya en los siglos XIX y XX, sin que se sepa aún -o al menos a mí no me ha quedado claro hasta ahora- a favor de qué están, es decir, si hay algo que les parezca bien en el gran contrato social del que formamos parte en democracia.

Rubalcaba ha venido articulando un discurso en el que se ha distanciado de Zapatero, aunque le sirvió de vocero, de ministro del Interior y de vice-Presidente hasta julio de este año. En el debate, una de las cosas que lo desestabilizó fue la equivocación consciente de Rajoy cuando en dos ocasiones se dirigió a él como “señor Rodríguez Zapa...” y luego pidió disculpas con su sonrisa socarrona.

Rubalcaba lanzó una frase digna de un jugador de poquer, sobre todo si ha perdido ya una “mano”. Le puedo asegurar, dijo a Rajoy, aunque buscaba la atención de su desmotivado electorado, que “ante la adversidad sé reaccionar. Jamás me arrugo”.

Rajoy sacó algo de su propia cosecha y recordó con parquedad que “lo que está en juego es si queremos continuar por la misma senda o debemos cambiar de rumbo”.

Quedó claro, por la manera de dirigirse a su oponente, que el candidato socialista da por sentado que las elecciones las ganará aquél, quien por su parte y haciendo leña del árbol caído insistió una y otra vez en vincularlo a la herencia dejada por Rodríguez Zapatero hasta llegar a ponerlo nervioso y crispado.

Rubalcaba, consciente de la desventaja de los sondeos pre-electorales, intentó al menos salvar los muebles de la casa quemada y emplazó a Rahoy a que diera publicidad a su programa -que se ufanó en conocer mejor que el propio candidato del PP- sobre si recortaría el seguro del desempleo, si haría pagar a los españoles por los activos tóxicos de los bancos si privatizará la sanidad y la educación y si favorecerá a los empresarios y a los ricos en detrimento de los trabajadores.

Rajoy no ha estado dispuesto en ninguno de sus discursos de la pre-campana, ni tampoco en el debate, a dar a conocer medidas concretas sobre la forma en que su eventual gobierno solventará la crisis, aunque ha dado algunas pinceladas y aclarado que antes necesita saber el grado de ruina en que se halla la economía española porque no se fía de las cifras dadas por el actual Ejecutivo. De momento ha señalado que intentará acoplar las necesidades nacionales a los deseos de Bruselas.

El miedo a la derecha esgrimido desde siempre por el PSOE no parece haber tenido mucha repercusión en esta ocasión, por lo que Rubalcaba se ha empleado a fondo para impedir al menos que el PP obtenga la mayoría absoluta al emplazar a Rajopy a dar detalles sobre lo que será su futuro programa de Gobierno y sembrar dudas.

Los "indignados" de la Puerta del Sol
González perdió la presidencia frente a Aznar por los escándalos de corrupción del PSOE y la guerra sucia contra los terroristas de ETA, lo que resultó un fuerte batacazo, pero si el PP obtiene mayoría absoluta en esta ocasión podría ser el mayor golpe sufrido en los más de cien años de existencia de la organización y todo se lo deberán a la deficiente Administración de Zapatero, de la que en última instancia sería también responsable por inacción ante lo que se avecinaba.

El candidato del PP respondió al socialista con claridad: “yo no ayudaré a los bancos con dinero público como sí hicieron ustedes”, “yo no congelaré las pensiones, como sí han hecho ustedes”. Al buscar el renuncio de su rival, Rubalcaba dejó la impresión de estar en la oposición más que buscando alcanzar La Moncloa.
Rajoy recordó lo insostenible de la actual situación del país, como colofón de su parte en el debate y que “los trabajadores merecen un puesto de trabajo” y resulta necesario que se “imponga el sentido común, tras años en los que primero negaron la crisis, después vieron brotes verdes y al final aplicaron decretazos”.
Todo indica que el PSOE perderá el poder el próximo 20-N y con esto las prebendas, la credibilidad y la fortaleza al reincidir casi en los mismos errores que llevaron a un mal final a Felipe González, quien por cierto figura de telonero de Rubalcaba en los discursos de la pre-campaña.
Zapatero ha permitido que le acompañaran en sus dos legislaturas los más mediocres entre los dirigentes socialistas disponibles, únicamente porque lo aceptaban como líder y estaban dispuestos a hacer casi cualquier cosa por él, y puso en riesgo temas importantes del sistema constitucional salido de un consenso en la llamada transición democrática.
Ahora el PSOE tendrá que empezar de cero como cuando Felipe González, a construir la confianza que ha perdido hasta de sus propios y fieles votantes, quienes optaran por otro partido de la izquierda sin conceder el beneficio de la duda al PP porque para ellos la ideología lo es todo frente a cualquier realidad que les golpee.
El dato más aplastante de este último gobierno del PSOE son los cinco millones de parados, una cifra record de 21,52%, muy por encima del 11,1% del mismo período en 2008, cuando aún las cuentas saneadas del PP le permitieron a Zapatero ser re.-elegido. Bruselas quiere que España pague  unos 100.000 euros por tener un índice de paro tan elevado. Nadie creía hasta ahora, que la realidad resultaría insuperable, que la economía española entraría en dique seco y cerraría por reformas.

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