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jueves, 28 de febrero de 2019

Trump cree que podrían haber otros encuentros con Corea del Norte




Por Mirta Balea
La desnuclearización de la península coreana y el fin de las sanciones internacionales contra el régimen de Pyongyang fueron los temas claves de los dos días de negociaciones en Hanoi entre los presidentes de Estados Unidos y Corea del Norte. El encuentro de hoy marcó el final del breve intercambio de manera abrupta, cuando el mundo esperaba una aproximación de las partes.
Cada delegación perseguía fines propios, en la mayor parte no coincidentes, que resulta ser la tónica de este tipo de conversaciones. Cuando tiene lugar una Cumbre, de antemano se sabe que no resolverá un problema enquistado en el tiempo. 

Kim Jong Um necesita con desesperación el levantamiento de las sanciones impuestas en 2017 por la comunidad internacional como castigo a la realización pruebas y que le impiden importar petróleo y exportar bienes lucrativos. El presidente norcoreano se habría conformado incluso con un levantamiento "parcial" con tal de aliviar un poco la situación económica en la que se halla el país.
Donald Trump aseguró a los medios de prensa que Kim estaba dispuesto a desmantelar la planta nuclear de Yongbyong y que pretendía el levantamiento "total" de las sanciones a cambio y este fue el quid para la ruptura, quizás temporal, de las negociaciones. La delegación norteamericana consideró imprescindible que Corea del Norte hablara también de sus otras instalaciones nucleares y los representante del régimen de Pyongyang se mostraron sorprendidos, como si desayunaran en ese momento con lo de que existían otras plantas similares a la colocada sobre la mesa de debate. 
Un vocero norteamericano había asegurado con antelación a la celebración del encuentro en Hanoi que los norcoreanos se comprometieron con destruir "todas" sus instalaciones de plutonio y uranio a cambio de medidas "no especificadas" por parte de Estados Unidos. Washington está exigiendo a Pyongyang el cumplimiento de tal promesa, al todas luces verbal, como paso para un relajamiento de todas las sanciones.
No se está hablando de cualquier planta. La de Yongbyong  sería la mayor del país en la producción de combustible nuclear. Algunos expertos han denunciado una supuesta prueba realizada en marzo de 1986 a partir de imágenes vía satélite en las que se aprecian cráteres junto al río Kuryong, que solo podrían ser el resultado de detonaciones experimentales de altos explosivos.
Yongbyong presenta una curiosa historia. Fue clausurada en julio del 2007 por un acuerdo de desarme a cambio de ayuda y un año después  derribó su torre de refrigeración, que, sin embargo, fue levantada de nuevo a tenor de lo cual se prohibió la entrada a los inspectores  del Organismo Internacional de la Energía Atómica en 2009 para comprobar la veracidad de todo esto. Un científico nuclear denunció además que las centrifugadoras estaban activas y podrían ser usadas para producir combustible destinado a una bomba de uranio altamente enriquecido. Tras otra prueba nuclear en 2013, las instalaciones volvieron a quedar inactivas, pero habían generado producto para una bomba al año.
La línea entre armas nucleares y convencionales nunca fue muy definida, pero se ha venido difuminando en las últimas décadas. La Historia nos previene sobre esto si recordamos que el bombardero B-29, portador del arma nuclear usada contra la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945, se suponía diseñado y construido para llevar únicamente misiles convencionales. 

Al menos nueve países poseen hoy armas nucleares, utilizables tanto para lanzar ojivas nucleares como misiles convencionales. Algunas de estas con rangos rangos cada vez más largos como el recientemente desplegado por Rusia: un crucero terrestre nominado 9M729 con una tirada superior a los 500 kilómetros. La reserva mundial de este tipo de armamento se había reducido en 1986 a su máximo histórico de 64 mil, pero entre las restantes hay algunas 300 veces más poderosas que la bomba lanzada sobre Hiroshima. 

Los gobiernos de las naciones con capacidad nuclear, aun conscientes de la ambigûedad sobre su verdadero propósito y el peligro asociado, nunca han mostrado interés en reducir los riesgos porque sería lo mismo que ponerse a sí mismos un bosal. En realidad, en lo que vienen trabajando es en aumentar el potencial armamentístico y esto puede darnos la idea de la necesidad de que se reanuden las conversaciones paralizadas hoy en Hanoi. 

Trump ha dejado la puerta abierta a futuros encuentros, pero no existen garantías de que esto se pueda cumplir, sobre todo si tenemos en cuenta que en octubre del pasado año anunció su intención de retirar a Estados Unidos del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (en inglés INF)  firmado en 1987 por el entonces presidente norteamericano Ronald Reagan y el secretario general del PCUS, Mijail Gorbachov. 
El INF entró en vigor el primero de enero de 1988 y logró eliminar dos mil 600 misiles. Por primera vez se reducían las existencias en lugar de establecer límites. En principio solo comprometía a norteamericanos y soviéticos, pero la caída de la URSS abrió el camino a otros interesados en participar como Bielorrusia, Kazijistán y Ucrania. Alemania, Hungría, Repúbica Checa y Eslovaquia decidieron destruir sus misiles de rango intermedio sin que mediara acuerdo alguno.
El Tratado de 1987 supuso un hito en la seguridad de Europa, donde las dos potencias tenían desplegados sus arsenales nucleares. Hoy es el único en vigor entre los firmados por Moscú y Washington durante la Guerra Fría. 
Rusia había sido acusada de violar el acuerdo por el ex-presidente Barack Obama al conocer las pruebas de su misil de crucero terrestre, pero optó por no retirarse de lo pactado en 1987 ante el riesgo de  iniciar una carrera armamentística, que es lo que todos temen con el anuncio de Trump, que recibió una aceptación tácita por parte del Kremlin. Lo que resta es pasar de una advertencia a los hechos.



Existen una serie de posibles escenarios bélicos en este mundo de inicios del siglo XXI en que tales misiles aumentarían la posibilidad de una guerra nuclear. Los expertos no se cansan de decir que hay una delgada línea roja entre las intenciones de un adversario en cuanto a elegir la respuesta nuclear a la mínima provocación. Y aunque nuestros líderes deberían estar especialmente dotados para lidiar con una contingencia así, sabemos que no es cierto, que en la mayoría de casos son sujetos mediocres.
Saber algo más de la planta  de Yongbyong  ayudaría quizás a entender mejor la evolución de una fenómeno como la nuclearización. La Unión Soviética completó en 1965 la supervisión de la planta destinada a enriquecer uranio de bajo grado "con fines científicos" y producir "isótopos médicos". Los soviéticos estuvieron hasta 1973 proveyendo a los norcoreanos de las barras de combustible para el reactor, pero el régimen de Pyongyang las usó para que el uranio fuera altamente enriquecido.
Como podemos inferir no se puede confiar siquiera en las garantías de una supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica para prevenir que la nuclearización se salga de madre porque el acceso a cualquier instalación quedaría sujeto a la aceptación de los gobiernos concernidos y la mayoría son renuentes a permitirlo.
La preocupación de los especialistas está en que Corea del Norte  produzca isótopos como el tritio. Unos pocos gramos de este material pueden ser incorporados a una ojiva nuclear para incrementar su eficiencia, permitiendo además el diseño de un misil más pequeño y ligero. La mayoría de analistas coincide en que Pyongyang, como señaló en la cumbre de Hanoi la delegación norteamericana, tiene al menos dos instalaciones más para enriquecer uranio, aun cuando decidiera librarse de la Yongbyong..
Los misiles de doble uso no son la única manera de confundir la utilización de este tipo de armas. Existen los sistemas de comunicación vía satélite, aparatos de comando y control nucleares, que ha utilizado ya Estados Unidos en apoyo de operaciones convencionales a fin de anticipar un ataque. En un eventual conflicto con participación de la OTAN, tales satélites se utilizarían para detectar misiles balísticos de corto alcance como primer paso para derribarlos, una estrategia que, de tener éxito, podría decidir a los rusos, por ejemplo, a atacar estos sistemas de alerta temprana.  El desarrolle de armas láser terrestres con iguales propósitos, como se ha filtrado que está haciendo Rusia, ha hecho sonar las alarmas en los cuarteles de la comunidad de inteligencia internacional.
El documento "Revisión de la Postura Nuclear de Estados Unidos" publicado el año pasado nos acerca peligrosamente a la posibilidad de una guerra al amenazar "explícitamente" a cualquier país que ataque sus sistemas nucleares de control y mando sin importar si se han usado para esto las armas nucleares.
El tablero internacional muestra que los países con capacidad nuclear  no están interesados en debatir lo que podría menguar su poder de amenazar o de disuadir a un contrario. Y vemos de nuevo la importancia de la cumbre de Hanoi, segunda entre Corea del Norte y Estados Unidos. La primera tuvo lugar en Singapur en junio del 2018 y finalizó con una simple declaración de acuerdo para continuar los trabajos sobre desnuclearización de la península, pero ya entonces con pocos detalles de cómo se podría alcanzar esta aspiración mutua, que ni siquiera en este segundo encuentro ha merecido un memorando conjunto.

Desde la primera toma de contacto, el grupo de Inteligencia cercano a Trump advertían que los norcoreanos no terminaban de paralizar la producción de armas nucleares o de programas tecnológicos de misiles. Estos expertos temían, en vísperas de la cumbre de Hanoi, que el presidente norteamericano se dejara engatusar por los tweets que llegaban de todas partes a la Casa Blanca sobre cómo había manejado el asunto en Singapur, que concediera a Pyongyang la salida de las tropas norteamericanas de Corea del Sur para anotarse un nuevo éxitoLo que parece haber quedado claro después de los encuentros entre Estados Unidos y Corea del Norte es que una y otra parte tiene un concepto diferente de lo que debe ser la desnuclearización.

 El comportamiento errático de los enigmáticos líderes de Pyongyang en décadas han enmascarado una mezcla de motivos simbólicos y pragmáticos, según se puede sacar en claro de la lectura de documentos desclasificados del Archivo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Kim Jong Il y su padre Kim Il Sung amenazaron a la región de formas muy similares a las utilizadas por Kim Jong Um desde su llegada al poder. El heredero del poder, como quienes se lo legaron, ha buscado un reconocimiento internacional a sus posturas y un afianzamiento de su prestigio doméstico.
Un recuento rápido nos muestra que Corea del Norte decidió anular de manera unilateral el armisticio de 1953 - que puso fin a la guerra con Estados Unidos-, puso en estado de guerra a toda la península, cerró el complejo industrial Kaesong, gestionado por Seúl y Pyongyang, previno sobre la posibilidad de una guerra a los gobiernos con embajadas en Corea del Norte para que cerraran las sedes, anunció la reanudación de actividades en sus instalaciones nucleares y realizó ensayos con misiles de alcance medio en la costa oriental de la península entre otras bravuconadas, que hicieron a muchos llevarse las manos a la cabeza..

Los encuentros adolecen de un punto, que los futuros, si llegaran a realizarse, deben tener en cuentas y es que cualquier diplomacia encaminada a poner fin al programa nuclear del régimen de Pyongyang deber contar con Corea del Sur, Japón y China. Algunos medios diplomáticos han pensado que tal vez la apertura en Estados Unidos y Corea del Norte de sendas sedes diplomáticas o de negocios, por primera vez en la historia, podrían hacer avanzar más los esfuerzos de desnuclearización de la Península. Que duda cabe que favorecería también el levantamiento, aunque solo fuera parcial, de las sanciones y por esto resulta de momento un quimera.

miércoles, 20 de febrero de 2019

LA MOMIA DE FRANCO A DEBATE.

Es la primera vez en España que, de manera institucional, se plantea la ex-humación de la momia del dictador Francisco Franco, ubicada bajo una losa de granito de siete kilos en la Basílica de la Santa Cruz en el Valle de los Caídos, a unos 60 kilómetros de Madrid, y vaya que la iniciativa no ha traído cola.

Para empezar, el gobierno socialista de Pedro Sánchez lo decretó a mediados del pasado año sin un diálogo previo con la familia, así, de golpe y porrazo, y como era de esperar la parentela se rebeló.

El ex-vicepresidente Alfonso Guerra, miembro destacado del Partido Socialista Obrero Español, durante una entrevista para el programa Más de Uno de la cadena radial Onda Cero, puso el dedo en la llaga hace unos días al comentar que no se ha tenido en cuenta que la familia respondería ante una decisión así y ahora para complicarlo más se han movilizado los franquistas.

Guerra evocó la época de los mandatos del también socialista José Luis Rodríguez Zapareero (entre 2004 y 2011) cuando se alertó de la necesidad de tener la conformidad de la familia porque, aún cuando un monumento a la gloria del dictador resulta inadecuado en democracia, en "política hay que tener sabiduría de ajedrez".

El gobierno de Sánchez dio la orden de exhumar el cadáver el pasado 15 de febrero como último paso del proceso administrativo de sí o sí a la salida. Pero esto podría no llevarse a cabo si ocupara la presidencia un gobierno de otro color nacido de las elecciones presidenciales del próximo 28 de abril.

Todo el procedimiento está basado en la Ley de Memoria Histórica (LMH) aprobada en 2007 durante el mandato de Zapatero considerada por algunos sectores nacionales como asignatura pendiente de la nueva etapa democrática del país. Esto abrió el camino para que muchos municipios empezaran a desmontar las estatuas de Franco en diversos lugares de España y cambiaran el nombre de plazas y calles de figuras relacionadas con la dictadura.


La LMH promete ayudar a la exhumación de las víctimas y prohíbe la exaltación del alzamiento militar - que condujo a la guerra civil, a la victoria franquista y a la consecuente represión- en cualquier espacio o edificio público, lo que incluye al Valle de los Caídos. El Partido Popular  se opuso en su momento a la norma argumentando que rompía la herencia de consenso en la que se construyó la transición democrática. El Congreso la aprobó con 324 votos a favor, 137, en contra y tres abstenciones. Todos los grupos dieron su apoyo excepto el Partido Popular y el partido soberanista catalán Esquerra Republicana.


La tumba de Franco, junto a la de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la falange, ha presidido el Altar Mayor de la Basílica en los últimos 43 años. Los restos de este último fueron traídos del Escorial un día antes de inaugurar el monumento en el que están enterradas también 34 mil personas relacionadas con las dos Españas enfrentadas durante la Guerra Civil.


Franco decidió, poco tiempo después de finalizada la guerra civil en 1940, la construcción de un gran monumento para honrar la "memoria de los caídos por Dios y por España" y eligió personalmente el lugar en el valle de Cuelgamuros, sierra de Guadarrama, para erigir la Basílica en lo que comenzó a conocerse por Valle de los Caídos.

En esto se invirtieron unos 20 años. La mano de obra estuvo a cargo de 20 mil presos politicos en siete de estos años a los que se ofrecieron acortar las penas por participar, una idea del jesuita Pérez del Pulgar mediante el Patronato para la Reducción de Penas. Se redimía un día por cada dos de trabajo.

Se sabe que murieron entre 14 y 18 personas, algunas por caer de los andamios, aunque la mayoría por la silicosis. A pesar de que se les entregaban máscaras para el trabajo, los obreros decidían no usarlas por resultar engorroso trabajar con ellas. El coste de las obras, al cambio actual, estaría en los seis y medio millones de euros.


España ha pasado por una guerra civil, culmen de otras cuantas anteriores, y por 40 años de dictadura, de manera que hay un pasado con el que todos los españoles están obligados a convivir. Una memoria del agravio, teniendo en cuenta tales antecedentes, podría ser adecuada si unos y otros dejaran de declararse víctimas. Lo que tienen las guerras es que tanto un bando como el otro mata al contrario en combate o de manera alevosa y la tortura no escasea.

Lo más controvertido para esta memoria del agravio se encuentra en los años de dictadura, en los que se reprimió salvajemente a una importante parte de la población y Franco rigió a su anchas sin oposición. 

La familia Martínez Bordiú y Franco jamás autorizará ni colaborará con el gobierno en la exhumación -según el abogado de los descendientes Felipe Utrera Molina- por considerarlo un ultraje a la memoria de su abuelo. Lo que tiene de violento la iniciativa socialista es que se anunció por decreto. Los siete nietos desearían que no se perturbe la paz sepulcral de alguien a quien querían y pretenden que todo se quede como está.

El príncipe Felipe VI, actual monarca español, firmó el decreto de exhumación, pero fue el rey Juan Carlos I, su padre y predecesor, quien dispuso la última morada de Franco en el Valle de los Caídos. La muerte del dictador dio inicio a la libertad y poco importaba dónde estuviese enterrado. Todos veían entonces el pasado como algo finiquitado y la necesidad de pasar página, por decirlo de alguna manera, lo que contribuyó al posterior proceso de reconciliación nacional, que posibilitó el establecimiento de un régimen democrático. Transcurrió de esta manera durante los primeros veinte años de pos-dictadura hasta la llegada de una nueva generación.






Una comisión de expertos analizó en 2011, en la segunda legislatura de Zapatero, el destino del Valle de los Caidos,  monumento edificado por el dictador para dar cobijo a los combatientes muertos por "Dios y por España". Una vez concluidas las obras ordenó transferir también a ese sitio las tumbas de los del bando Republicano sin consultar con las familias. Este lugar es la última morada de los huesos de más de 32 mil muertos de la guerra civil, registrados como desconocidos. Debido al mal estado de los restos y de los columbarios no se les ha podido identificar. En su momento se trasladaron tumbas únicas, pero en su mayoría se trataba de cajas con huesos de varias personas.

La Comisión hizo varias recomendaciones al gobierno como sería la de reconvertir el Valle de los Caídos en un sitio para la "memoria reconciliada" dada la falta de alternativas. Para algunos resultaba el indicativo de que había algo que solucionar y que generó un conflicto inexistente hasta el momento en que no era un reclamo popular el cuestionamiento del proceso de reconciliación y ni siquiera habían empezado a funcionar las organizaciones derivadas de la LMH.

La reconciliación, como se desprende de algunos libros de historia sobre la guerra civil española, era una realidad presente unos años antes de morir Franco. Esto hace que muchos piensen que la norma de Zapatero ha creado y alimentado de manera calculada la confrontación en el seno de la sociedad civil. 

La Comisión barajó varias hipótesis de trabajo: dejar el asunto como estaba, destruir el monumento o darle una nueva connotación por lo que sus recomendaciones giraron en torno a la necesidad de reconvertir el Valle de los Caídos en un lugar de memoria de las victimas de las dos Españas, trasladar la tumba de Primo de Rivera para que no estuviera en lugar destacado y exhumar la momia de Franco. Aun entonces, algunos miembros de la Comisión creían que estas acciones servirían para separar, dividir y tensionar más a la sociedad española.

La LMH no contempla el tema del enterramiento, pero en el caso que nos ocupa queda sobrentendido que por razones de orden público no deben enaltecerse los valores del franquismo en España o a sus figuras, lo que impone sacar su momia del sitio visitado cada año por cientos de miles de personas, entre ellas turistas, pero también franquistas, nazis y ultraderechistas.

Ante la premura del gobierno de Sánchez por el traslado, la familia Martínez Bordiú y Franco dijo tener a su disposición una sepultura en propiedad en la cripta de la Catedral de Santa María de la Almudena, en el mismo centro de Madrid, y aportaron el título funerario de inhumación perpetua, dejando claro, además, que carecían de otra sepultura. Parecería normal que el dictador hubiera sido enterrado junto a su viuda Carmen Polo en los jardines del Palacio del Pardo, residencia de los reyes, pero esta fue erigida con fondos sociales y es un bien público del que los descendientes no pueden disponer.

Los herederos del dictador dejaron claro que de darse la posibilidad de re-ubicación debía llevarse a cabo con la fanfarria inherente a los honores de un jefe de Estado, con lo que estaría de acuerdo una buena parte de la sociedad española dado que Franco lo fue durante 40 años y así figura en la historia de este país. El gobierno modificó entonces la LMH para impedir que fuese enterrado en la Almudena y la vicepresidente Carmen Calvo viajó a buscar la anuencia del Vaticano.

Cuando el gobierno pasó a la última fase de los trámites legales para el traslado de la momia a otro lugar, dejó que claro que no requiere del permiso de la Iglesia para nada de esto, lo que de hecho contradice el viaje a Roma de Calvo, quien solo logró arrancar a la Sana Sede la aceptación de la exhumación del Valle de los Caídos conforme a Derecho.

La Conferencia Episcopal, el Arzobispado de Madrid y el  Vaticano nada tienen contra la exhumación al día de hoy y lo han dejado claro, pero han exhortado también al gobierno a alcanzar un acuerdo con la familia que satisfaga a todos sin herir sensibilidades. Solo el prior de la Basílica, Santiago Catera, ha puesto peros a la salida de la momia del lugar donde ha sido custodiada todo este tiempo.

Arguye que el arzobispado de Madrid carece de competencia para influir en su decisión porque el monasterio - aunque parte de la diócesis de la capital española- pertenece a la abadía benedictina francesa de San Pedro de Solesmes, cuyos religiosos dependen de la congregación, no de los obispos, y mira tú por donde consideran todo este asunto algo interno de los españoles.


Catera goza de un pedigrí ideológico que pesa mucho en su interés por negarse a la exhumación e incumplir la ley. Antes de dedicarse a la vida eclesiástica, este buen católico figuró en las listas de las falanges en las elecciones al parlamento y municipales de 1994 y hasta donde se sabe nunca ha abjurado de sus ideales. La orden benedictina, que llegó al Valle de los Caídos en 1960, y a la que él representa, puede que entienda que su función es custodiar al dictador.

El Real Decreto para exhumar el cadáver de Franco salió adelante en el Congreso con 176 votos a favor, 165 abstenciones y dos en contra. El único intento de acercamiento a la familia por parte del gobierno ha sido comunicarles que será exhumado se opongan o no porque está en un monumento del Patrimonio Nacional. Esto, sin dudas, pone en evidencia una cierta arrogancia por parte del Ejecutivo presidido por Sánchez en un asunto que hiere sensibilidades y en el que quizás podrían haber actuado de otra manera.

La iniciativa no ha encontrado solo la oposición familiar - que apelará al Supremo y este podría paralizar de forma cautelar el proceso- sino que ha generado durante ocho meses una nueva división entre la clase política y la opinión pública. El protocolo de exhumación muestra muchas carencias, la principal, pasar por alto encontrar un consenso con la familia y dar alternativas para su re-inhumación, lo que hace a muchos suponer que en la intención del Ejecutivo solo está del interés por deshacerse de la momia, al margen de otras consideraciones.