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sábado, 27 de agosto de 2011

España y la flecha del tiempo (segunda parte)




Por Mirta Balea

El auténtico azar incluye repeticiones, como las que vemos en estos tiempos en varias ciudades europeas en manifestaciones y huelgas con motivo de los tremendos ajustes de los gobiernos para recaudar dinero y sanear las cuentas y así, como en la entropía, intentar dar un orden al caos y sumar cada elemento hasta crear un macro-estado.

Estamos ante la flecha del tiempo, del pasado al futuro pasando por el eje del presente, el principio del fin, un reloj que registra lo irreversible. No resulta fácil dirigir un mega-estado de 500 millones de habitantes si hay indecisiones o se contempla al continente, que se pretende unir, como átomos dispersos.

Lo primero resultaría de convencer a los propios de que una Europa unida, política y monetariamente, es algo que vale la pena, aunque a tenor de las reacciones ciudadanas ha sido una tarea perdida a pesar de todo el dinero invertido por la UE en programas de comunicación. Cada vez son más los que quieren mantenerse en el refugio del micro-cosmo del estado nacional y ven la integración como algo que le da problemas.

A esto ha contribuido la falta de líderes verdaderos en Bruselas que ofrezcan confianza y despejen dudas sobre la viabilidad del macro-proyecto. La sensación en las sociedades -de ahí las manifestaciones y huelgas a lo largo de este año- es que los gobernantes no son los elegidos en las urnas sino los mercados y las agencias de calificación, convertidos en jueces de la democracia.

Las mini-cumbres entre Francia y Alemania para arreglar entuertos no resultan precisamente un incentivo a la imagen de conjunto. Los propios burócratas de Bruselas no se conceden a sí mismos las instituciones ni los medios para convertirse en un verdadero supra-poder.

Francia y Alemania habían roto el Pacto de Estabilidad de la UE en 2003 cuando se negaron a recortar gastos públicos ante Bruselas y ahora pretenden dar lecciones y castigar a los díscolos con el chantaje de retirar las ayudas al fondo de rescate si se incumplen los objetivos presupuestarios, forjados a golpe de mini-cumbres en el último año.

Si las fuerzas anti-sistemas son capaces de movilizar a las sociedades en el objetivo de introducir más caos en el desorden tiene que ver tan solo con dos factores. Para que una revolución triunfe debe aspirar necesariamente a la destrucción del orden existente y lograr construir un orden propio. Este es el primer aspecto del problema: introducir desorden en el caos para llegar a un orden.

El segundo factor son las dudas y suspicacias entre los 17 países de la eurozona sobre si la promesa de control con el ajuste de la Constitución para un equilibrio de las cuentas resultará efectiva para superar la crisis de la deuda soberana. Desde las filas socialistas, se la ha calificado de exprés, y aún así Gobierno y oposición han pactado a favor del eje franco-alemán.

Hay que decir en justicia que sus señorías en España se van a reunir más en los próximos 30 días de asueto oficial que en el curso parlamentario y que, tanto el Gobierno como el PP, después de darse el meñique durante más de siete años, se han decidido a marchar juntos en la aventura, en una unión inspirada más en que Alemania tiene la llave del fondo europeo de rescate y de compra de la deuda.

Mariano Rajoy
El gobierno del PP, con José María Aznar al frente, había aprobado ya en 2001 la Ley de Estabilidad Presupuestaria, colocando a España como pionera en fijar un tope al gasto público de manera oficial, mucho antes de la implosión de la crisis, y  habría sido un arma para enfocar la flecha al futuro desde el presente. Tan solo Suecia incluía entonces una normativa similar.

El PSOE al asumir la presidencia del país en 2004 comenzó su barrido sistemático de todo lo legislado por los populares, lo que no habían hecho éstos cuando asumieron el control del Estado. Así fue como se abolió la Ley de Estabilidad Presupuestaria, que de haber mantenido vigencia habría resultado beneficiosa al estallar la crisis.


Cuando Rajoy pretendió revivirla en junio del 2010, la reacción del Gobierno fue el sarcasmo, aunque a lo largo de la crisis le ha venido reclamado proyectos económicos alternativos sin pretender realmente tomarlos en cuenta.

Rubalcaba ha debido inclinar la cerviz ante la necesidad de Zapatero de poner un broche de oro a la legislatura. Ha reconocido públicamente que "un acuerdo entre el PP y el PSOE para luchar contra el déficit podía ser muy importante para la buena marcha de la economía española en estos momentos".

Las dos fuerzas políticas mayoritarias en el país han acordado fijar el global del déficit en un máximo de un 0,4% con vista a 2020. La Administración central no deberá sobrepasar un 0,26% del PIB ni las Comunidades Autónomas un 0,14%, lo que quedará establecido en la modificación del artículo 135 de la Constitución, antes constituido por dos apartados y que constará de cinco cuando se apruebe la norma.

Resulta de vital importancia lo que apunta el texto aprobado, en el que se significan los 30 años de pertenencia a la UE para introducir que "en el marco de una creciente globalización económica y financiera, la estabilidad presupuestaria adquiere un valor estructural verdadero y condiciona la capacidad de actuación del Estado, del mantenimiento y del desarrollo del Estado social, que proclama la Constitución".

De lo que se trata en términos económicos es de considerar el crecimiento nominal de la economía, incorporando al cálculo los resultados del déficit de años anteriores y las previsiones de crecimiento de los ejercicios posteriores en un presente, que es hoy, como en la flecha del tiempo. La habilidad entrópica de elegir los tiempos futuros cuando no podemos cambiar el pasado.

Resultaría tal vez más adecuado e incluso preferente, para algunos, la vía del déficit cero, pero las fuerzas políticas españolas no quieren matarlo, solo establecer un preámbulo, ya que la tésis contraria se basa en renunciar a las políticas anti-cíclicas del gasto al no admitir adeudo alguno. Esto fue un tema que en su tiempo intentó desarrollar Aznar.

Para que exista orden debe haber desorden, esto es algo que conocen bien los anti-sistemas. La entropía aplicada a la física, que no a la información, indica que la muerte térmica sobrevendría con el equilibrio universal de todas las temperaturas y presiones. Moraleja: no aspiremos a la perfección, que nos dejará como al principio de los tiempos.

Los desequilibrios de las Administraciones públicas en España sumaron el pasado año un 9,2% del déficit; la Administración central registró la mayor desviación con un 5,1%; las Comunidades autónomas estuvieron a 0,4 puntos por encima de lo previsto y su déficit resultó en un 3,39% del déficit. El Gobierno lo ha fijado para este año en un 6%, que, admitámoslo, es un salto cualitativo si llega a cumplirse.

Zapatero y Rajoy
Quienes luchan contra la decisión de poner un tope al gasto público temen que lo dispuesto quede en agua de borrajas, lo que erosionaría por contagio a la propia Constitución. Aquí podríamos aplicar lo que dice la navaja de Occam, que la solución más simple a un problema es la correcta.

El Ejecutivo español ha tenido como único fin enviar un mensaje de estabilidad a los mercados ante la eventualidad de que la prima de riesgo sufra de nuevo dentro de un estancamiento económico del que hay que salir a como dé lugar. El diputado Manuel de la Rocha, del grupo de Izquierda Socialista, del PSOE, ha manifestado su contrariedad sobre lo que ve como "constitucionalizar uno de los principios ideológicos más duros del neo-liberalismo".

Hasta el momento y según las cifras acumuladas por diversos organismos económicos y financieros internacionales, los gobiernos occidentales han intentado combatir la crisis con un aumento del  sector público en la economía mediante gastos, impuestos y regulaciones. Las economías de los 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) tienen una composición mixta, de lo que no se deriva precisamente un ideario liberal, con un peso del 70% del mercado mundial y el 80% del Producto Nacional Bruto (PNB).

Los grupos anti-crisis, que vienen actuando en todos los países de la eurozona, siguen sin aportar alternativas viables y han recuperado el discurso rancio de la izquierda de los años 60 del pasado siglo para convertirlo en referente moral contra el capitalismo salvaje. La derecha conservadora ha contribuido también cada vez que ha gobernado a poner rejas alrededor de los mercados.

Algunos expertos en economía han recordado que el período de mayor estabilidad mundial se corresponde a la verdadera hegemonía del liberalismo clásico (1870-1914), en el que había una presencia reducida del estado en la economía y se amplió el comercio, entre otros factores.

Y han recordado también la etapa de mayor inestabilidad del período entre-guerras 1919-1939 cuando, al calor de la revolución rusa, sobrevino el auge del colectivismo y del nacionalismo económico. Estos estudiosos sitúan la volatilidad cíclica a partir del acuerdo Bretton Woods, entre 1945 a 1971, en que el dólar se adoptó como moneda internacional.

Para saber de qué se habla cuando los medios de comunicación y algunos intelectuales usan el término neo-liberal habrá que empezar por definirlo. Resulta en primer lugar un concepto cuestionado por los economistas porque no define políticas sino intereses políticos y nada tiene que ver con el liberalismo clásico. En líneas generales admite la intervención del estado en la economia, promueve el fortalecimiento de las nacionales y la entrada en la globalización mediante las empresas. La economía de mercado no es lo que mueve al neo-liberal.

La llamada revolución neo-liberal, abanderada en los años 70 del pasado siglo por el presidente norteamericano Ronald Reagan y la primera ministra británica Margaret Thatcher no fue más que la respuesta a una estanflación por el excesivo intervencionismo del estado en los mercados y hay que decir que no es algo que haya retrocedido en Occidente.

Las cifras de la OCDE, vistas en su valor sustancial, indican que el gasto público y la presión fiscal resultaban mayores al principio de este siglo que lo fueron en los 70, por lo que cualquiera puede ver que el liberalismo ha tenido poco que decir en estos 40 años. Lo que ha imperado e impera es la fiscalidad elevada y los mercados regulados. Y aquí nos enfrentamos al debate a que nos retrotraen los críticos del sistema porque es la regla de oro para entender todo el asunto: domina el Estado o lo hace el mercado.

España es una prueba de que el gasto excesivo, sin control, nunca propende al Bienestar Social, sino que lo limita, aunque hay que admitir que puede alcanzarse desbrozando el marasmo como la actual crisis con el sacrificio de personas inocentes. La única solución al problema es ahorrar, una tarea que concierne a todos, sin excepción, empezando por la Administración pública.

La jefa de campaña del candidato socialista a las elecciones presidenciales, Elena Valenciano,  ha pedido a los indignados del PSOE un poco de paciencia, en tanto ha comenzado en las redes sociales el pulso al sistema con la exigencia de un referendo. Las Comunidades Autónomas con más díficit acumulado en 2010, bajo la batuta entonces de los socialistas, apoyan, ahora con las riendas del PP, la introducción del techo de gasto, pero piden flexibilidad.

Esta necesidad de flexibilizarlo todo, en especial la austeridad fiscal, se ha convertido -con la presión de los mercados, del BCE y de Alemania (principal sostén de los rescates a Grecia, Irlanda y Portugal)- en una vuelta de tuerca a la doctrina del déficit cero.


Enlazar con http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com/2011/08/espana-y-la-flecha-del-tiempo-primer.html y http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com/2011/07/espana-nuevo-gobierno-mismos-problemas.html

1 comentario:

  1. Elsoclismo dura hasta que se les acba el dinero de otros. M. Thather. Puesto por Clara B.

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