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miércoles, 26 de mayo de 2021

¿El síndrome de La Habana ataca de nuevo?

Con regularidad encontramos letreros de prohibido fumar, a los que nadie hace caso, carteles sobre las terribles consecuencias de las drogas o el sexo sin protección, y así  otros por el estilo. Nunca hallamos alguno que  advierta de la posibilidad del uso de un microondas o de ondas de radio para atacar a la mente humana. Desde 2016, algo así se cierne sobre altos funcionarios, diplomáticos, espías y personal militar de Estados Unidos.


El Nuevo Herald resucitó el fantasma hace algunos días en una información en la que afirma la posibilidad de un "aumento drástico" de estos supuestos ataques. Las investigaciones hasta el momento no llevan a parte alguna. Washington sigue sin saber de donde provienen los ataques, si es que se les pudiera llamar así, que solo afectan al personal norteamericano en diversas regiones.


Al problema en cuestión se le conoce como "síndrome de la Habana" porque los primeros casos parecían afectar al personal diplomático de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en la capital de Cuba. Este año, según el diario citado, se reportaron 130 casos en comparación con varias docenas en el anterior. 


Decenas de diplomáticos estadounidenses y sus familias en Cuba mencionaron lesiones neurológicas desconcertantes, a menudo marcadas por  zumbidos, seguidos de dolor, vértigo y desconcentración frecuente. Considerado un "ataque a la salud" por el entonces secretario de Estado Rex Tillerson se llegó a una ruptura diplomática de Estados Unidos y Cuba.


Como represalia, Trump retiró a la mayoría del personal de la embajada en la Habana y lanzó una alerta de viaje promoviendo la idea de "ataques selectivos" contra los norteamericanos y expulsó a 25 diplomáticos cubanos. Cuba rechazó todas las acusaciones.


Desde entonces se informó de lesiones similares entre diplomáticos estadounidenses en China y de diplomáticos canadienses en Cuba. La prensa norteamericana destacó la benevolencia mostrada por el presidente con los casos en China y consideró que todas estas medidas intentaban revertir la política de acercamiento a Cuba durante la era Barack Obama.


Cuba  no ha sido el único lugar en que los diplomáticos estadounidenses experimentaron tales síntomas. En 2018, Estados Unidos retiró a varios funcionarios destacados en la localidad china de Guasychou afectados por lo mismo. El Departamento de Estado ocultó desde entonces la similitud de problemas en otros consulados en China como los de Canton, Shangai y Beijing. En cambio, desde esa fecha se viene apuntando a Rusia como uno de los posibles agentes externos causantes de tales males dado su historial en la experimentación con la radiofrecuencia en humanos, que data de los años 70 a 80. Entonces, se había detectado un ataque similar en la embajada norteamericana en Moscú


Chris Miller, secretario de Defensa interino durante los últimos meses de la administración de  Trump, creó un equipo para investigar el fenómeno después de conocer a un soldado a fines del año pasado que dijo haber percibido un “chillido” y un dolor de cabeza punzante, en un país no identificado.


Un informe epidemiológico - datado en 2019 y dado a conocer en 2021 por la prensa norteamericana- de los Centros de Prevención y Control de Enfermedades (CDC) concluyó que "no se pudo fijar la naturaleza ni la causa de tales incidentes". Un diagnóstico epidemiológico debería, para ser definido como tal, ser preciso en la verificación de los síntomas y el mal consecuente. Este no ha sido el caso. 


La Academia Nacional de la Ciencias  informó en fecha temprana como 2017, aceptado por el Departamento de Estado, de la evaluación de diversas teorías por parte de 19 científicos, doctores y analistas, quienes concluyeron que la causa "mas plausible" serían los microondas y las ondas de radiofrecuencia, la histeria de masa, las enfermedades virales y el envenenamiento por pesticidas tras la fumigación realizada en Cuba contra la propagación del virus Zika. Los expertos en microondas criticaron esta conclusión porque no había "evidencias que la respaldaran".


Algunos como el neurólogos como Robert Baloh, de la UCLA, creen que la psicología de masas explicaría mucho mejor los síntomas, refiriéndose a lo que por lo común conocemos como histeria colectiva. Siguiendo la narrativa de los sucesos del 2016 en La Habana, solo había una persona que había dicho padecer mareos y dolores de cabeza, acompañados de ruidos auditivos. Una segunda, meses después, habló de síntomas similares, lo que impulsó a la embajada a preguntar al resto del personal si experimentaban también tales afecciones. Expertos en psicología de masas sugieren que la embajada preparó al grupo, consciente o inconscientemente,  para que mostraran los mismos síntomas tras los dos primeros casos y que esto podría ser lo que desencadenó "lesiones reales".


El informe de los CDC considera que las historias médicas de los diplomáticos afectados en Cuba no podían explicar los síntomas. Había incoherencia en los registros. Se dejó transcurrir mucho tiempo entre los síntomas y las pruebas médicas, lo que impide discriminar patrones en los datos. De los 95 afectados por la misteriosa enfermedad, 15 sufrieron el síndrome en dos etapas, iniciándose con ruidos seguidos de afecciones inmediatas y, semanas más tarde, lesiones neurológicas. Nueve reportaron estar mejor con el tiempo y no recayeron, otros 31 están considerados  como posibles casos, ya  sea por la carencia de síntomas neurológicos o por un punto de partida poco claro, y 49 no resultaron probables en ningún momento.


El Nuevo Herald confía en que la nueva Administración de Joe Binden de más importancia a este asunto y aclare, tras  una exhaustiva investigación, la causa y naturaleza del misterioso "síndrome de La Habana". Perece que resucitar el asunto en sus páginas hace unos días basa toda su fuerza en esta primicia.SE