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domingo, 29 de marzo de 2015

Arabia Saudita y su geopolítica regional en Yemen

Los houthis llegan ya hasta el Mar Rojo


Por Mirta Balea

Ante la Liga Árabe, el huído presidente de Yemen, Abdrabbo Mansur Hadi, exigió con palabras altisonantes que se mantenga la operación militar, encabezada por Arabia Saudita, para desalojar a los rebeldes houti.

La coalición de 10 países del Golfo y la península árabe contra las fuerzas rebeldes resulta ser, para el presidente Hadi, la única manera de regresar a su puesto, abandonado voluntariamente cuando sus opositores houti amenazaron a Aden, la más importante ciudad del país.

Con anterioridad, habían conquistado la capital, Sana'a, marchando desde su tradicional bastión en la noroccidental provincia de Sa'dah.

El rey saudí Salman Ibn Bin Abdel Aziz, durante su estancia en Sharm el Sheik, Egipto - donde tuvo lugar el día 28 la cumbre árabe-, aseguró que la operación militar Tormenta decisiva continuará hasta que Yemen se convierta en un país "estable y seguro".

Resulta difícil optar por apoyar desde afuera, dada la escasez de información, a los participantes en la Tormenta decisiva o a los rebeldes houti, aunque Estados Unidos lo ha hecho ya a favor de su aliado suní en la zona para que Hadi pueda retornar.

La ofensiva militar desatada por los rebeldes en la conquista de Aden se ha visto por Arabia Saudita como una amenaza a su seguridad. El argumento legal para intervenir se apoya en la solicitud "expresa" de Hadi tras volar a Riad en busca de refugio.

La nueva jefatura saudita - tras la muerte del rey Abdullah-, ha centrado su política en gestionar tensiones regionales con el fin de preservar la legitimidad de la monarquía de Riad y su control del mundo musulmán (en un 90 por ciento suní) por tener en su territorio los lugares sagrados de Meca y Medina.

Las acciones de la coalición han envuelto a Yemen en un caos, que amenaza a todo Oriente Medio, y ahora se pretende, como sugirió el presidente egipcio en la cumbre árabe, crear una fuerza conjunta para invadir al país por tierra. 

Si esto ocurre -como parece probable que así sea-, los rebeldes perderán la partida porque el ejército egipcio está mejor preparado y tiene una excelente organización desde siempre con la ayuda financiera y en armamentos de Estados Unidos.

Fue el ejército egipcio el que dio el golpe de estado al presidente legítimo del país Mohamed al Musri cuando este se desvió de los parámetros constitucionales para intentar implantar la sharia en el país.

Visto en proporción, en ambos casos se ha conculcado el poder de un presidente, en Egipto como en Yemen, solo que en este último caso Hadi habría sido designado a dedo por las monarquías del Golfo y los houti deseaban un acuerdo para que retuviera el poder. Fue el propio mandatario quien decidió marcharse y su gabinete renunció en pleno, el pasado día 27, cuando resultaba inminente la intervención de la coalición militar.

El apoyo norteamericano al gobierno de Hadi, según el Pentágono, se basa en contrarrestar la presencia en la zona y, en Yemen en particular, de la muy temida y poderosa Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), filial de la conocida Base.

A los houti se les considera parte de la insurgencia chiíta en la zona. Su origen se remonta a los años 90 del pasado siglo con la formación del grupo de Jóvenes Creyentes o Shabab al-Mumanim.Tras el asesinato de su líder Hussein al-Houthi, pasaron a llamarse simplemente houti en su honor. 

Las principales tribus en el norte de Yemen son hashid y bakil, seguidoras ideológicas del califato zaydi, que imperó en la zona durante mucho tiempo. Los hashid apoyaban al ex-presidente Saleh, un zaydi. De facto, fue la estructura tribal la que le proporcionó la legitimidad necesaria para mantenerse doce años en el poder cuando no era más que un dictador. 

Los houti abrazan la ideología  zaydi del islam chiíta, dominante durante siglos en Yemen, pero desbancada en los años 60 del pasado siglo por una guerra civil. Los rebeldes han dicho no estar interesados en un nuevo califato zaydi.

La primavera árabe y la salida del presidente Saleh por las protestas del 2010 le posibilitó al movimiento de los Jóvenes Creyentes asumir el control de la región noroccidental yemenita. Su mas reciente ofensiva les ha llevado a controlar Sana'a en 2014 y amenazar Aden.

La población parecía verlos como los únicos capaces de acabar con la corrupción de la élites, pero la ofensiva saudi puede haber cambiado estas emociones porque nadie quiere enfrentarse a tan poderoso enemigo.

Amenazar Adén fue la gota que colmó el vaso de la paciencia saudí. Su conquista supondría el control del canal de Suez, anexo a la península egipcia del Sinaí, en el Mar Rojo. Esa vía artificial inaugurada en 1869 aportó gran crecimiento a la zona y resulta el atajo preferido para el comercio entre Europa y el sur de Asia.

Hadi desde que asumió la presidencia por un acuerdo del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) en 2012 ha fallado en controlar una variedad de problemas, desde el movimiento separatista en el sur, la creciente amenaza de la AQPA y la lealtad a Saleh de muchos oficiales del ejército.

Los houti, previendo una intervención de Arabia Saudita y otros países árabes en la situación interna y sabiendo que los chiitas son solo un 46,9 por ciento de la población yemení, ofrecieron a Hadi compartir el poder mediante un acuerdo, pero este declaró el punto muerto en las negociaciones antes de saltar a Riad.

Los houti combaten a los diferenciados islah o suníes porque desde la reunificación en 1990 de las Repúblicas Arabe de Yemen y Democrática Popular de Yemen y a pesar de ser Saleh un zaydi, esta rama del islam perdió jerarquía y privilegios.

Con el estatuto surgido tras los levantamientos del 2011, en los que participaron para hacerse más fuertes en las esferas del gobierno sin lograrlo y el acuerdo impulsado por el CCG, los houti se sintieron marginados, sobre todo en las manos incompetentes de Hadi.

La coalición liderada por Arabia Saudita para sacar a los houti y restituir el poder de Hadi se parece mucho a un bloque suní para mantener la hegemonía en la zona frente a Irán, de ahí que el papel de este último país en el apoyo a los rebeldes yemeníes se haya inflado en cierta medida. En Yemen, estamos en presencia de una guerra civil y poco más.

La prensa afirma que los rebeldes yemeníes, como otros en Líbano e Iraq, han sido entrenados por la fuerza Qud de Irán y que este país les financia y les proporciona armamento. Las autoridades de Teherán han clamado desde el sábado, cuando se han intensificado los ataques, por un alto al fuego. Los houtis puede que no les sean tan útiles como todos quieren creer. 


La prensa en la zona apunta que Irán no solo les ha entrenado, sino que les ayuda con dinero y armas, y esto da combustible a la coalición para hablar de que no permitirán la chiízación de la zona, palabras que están en boca también de los líderes del Estado Islámico.

Un recuento de la situación publicado ayer por el The Washington Post apunta como causas del caos al movimiento secesionista en el sur, la relocalización de la AQPA desde Arabia Saudita a Yemen; el  levantamiento popular que duró once meses; la fractura dentro de las fuerzas armadas en las que hay oficiales aún leales a Saleh; la infructuosa búsqueda de acuerdos de paz entre las partes; la escalada de los ataques con drones de parte de Estados Unidos y la fracasada Conferencia Nacional para el Dialógo.

Yemen es de los países más pobres entre los árabes, a pesar de las grandes cantidades de gas natural en su subsuelo, pero forma parte de la geopolítica saudí en el área.

La política norteamericana de apoyo a la coalición saudi-dependiente muestra su clara inclinación por el bloque sunita en este caso. En Iraq y Siria, la lealtad va por otro lado. En ambos casos, Teherán apoya a los rebeldes y aunque no se diga expresamente, cualquier apoyo se decanta por los chiitas. 

Hay que tomar nota también del interés de la Administración Obama por lograr un acuerdo con Iran sobre su programa nuclear, que permitiría levantar las sanciones a Teheran. Y esto alarma a sus aliados Arabia Saudita e Israel, pero no parece importarle a Washington.

De lo que no se han ocupado es de lograr un modelo nuevo emergente de la primavera árabe, en vez de arraigar a jugadores locales y potencias regionales, interesadas en combatir aquello que no les convenga. 

El socio en Yemen ha colapsado y Estados Unidos intenta apuntalarlo aliándose con el bloque suní. En esta estrategia, ¿dónde calza el acuerdo nuclear con Irán?

Hay un vacío de poder en la región y nada apunta a que los actores, sean estados, como Arabia Saudita, o movimientos como el Estado Islámico o los houti, pretendan construir algo útil, duradero, novedoso o siquiera conveniente para los árabes como sociedad. 

consultar; http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/p/blog-page.html