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sábado, 23 de abril de 2016

EL LIDER DE PODEMOS VS EL CUARTO PODER




Por Mirta Balea

El líder de Podemos Pablo Iglesias arremetió hace unos días contra un periodista del diario El Mundo que se permitió escribir algo que lo irritó sobremanera. Lo hizo durante la presentación de un libro en la Universidad Complutense, su zona de confort.

Las cabezas concentradas en el hemiciclo mirando fijamente a Iglesias debieron experimentar la sensación de igualdad en el momento en que les devolvió la mirada para hacerles cómplices de sus palabras. Hablamos de una masa que ha existido siempre. Si la retención dura lo suficiente, la prédica logra enardecerla. En este caso se escuchaba al líder enjuiciar, con inquietante seguridad y sin venir a cuento, lo escrito por un periodista.

Iglesias se siente cómodo -claro que sí- porque en ese escenario quedan suprimidas las distancias que lo hacen replegarse a veces o encerrarse en sí mismo cuando las preguntas le conminan a desnudarse en los pasillos del Congreso o en la calle, porque hay que decir, salvo excepciones, que los medios a los que visita o concede entrevistas no le son hostiles. Por eso escogió a la Universidad Complutense para dar rienda suelta a un rencor antiguo hacia "los medios privados". Su postura política sobre esto siempre ha estado clara: hay que estatalizarlos para tenerlos bajo control. 

Las alusiones empezaron con un tono jocoso: "Tengo que evitar que Alvaro Carvajal, que tiene pinta de epistemólogo, pero es un periodista de El Mundo, me saque un titular del tipo: Pablo Iglesias, me encanta que España se masturbe con nosotros". Luego pasó a mayores al acusar a los del Cuarto Poder de "medrar con los titulares" como si algunos de los periódicos amigos de Podemos o programas televisivos y de radio no hicieran lo mismo, sin ir más lejos, su propia radio La Tuerka.

El líder de Podemos pidió perdón en ese momento y después en su twitter, siempre sin asumir responsabilidad y afirmando que había dicho "la verdad". Después de todo, los acosadores presentes en la Sala habían estallado en aplausos con el sacrificio de la víctima, que tenía dos opciones, huir o quedar atrapada. Nadie será castigado por festejar la aniquilación pública de Carvajal, es un crimen permitido, estimulado y compartido por muchos. Tengo por seguro que alguien con conciencia propia, nunca hubiera aplaudido y me complace la marcha de varios colegas solidarios.


Como parte de su jocosidad, se permitió decir que veía "por primera vez" a los periodistas con "cara de miedo", quizás por lo que pudiera revelar de "otros periodistas" al estilo de lo que había hecho con el de El Mundo. El miedo solo estaba en él en realidad, pero creyó ver en los demás lo que él mismo sentía. Pidió perdón allí mismo porque de inmediato comprendió que en la grandiosa impresión de que tenía agarrada por el cuello a su víctima, observó la acción paralela y no menos importante de que la mano de hierro de nada sirvió, pero había dado ya un paso en falso. 


Quien quiera dominar seres humanos intentará rebajarlos, privarlos enteramente de su resistencia y sus derechos hasta rendirlos a sus pies como han hecho a lo largo de la historia los políticos en regímenes totalitarios. Tendrá siempre claro en su interior lo poco que significan estas acciones, pero pretenderá -a los efectos públicos- aparecer como alguien auténtico, que solo dice la verdad y que es capaz de rectificar. No osará reconocer ante sí mismo esto último en todas sus fases, por eso la rectificación siempre es a medias, como la que podemos leer en su twitter.

La risa que provocó en los presentes las salidas de tono de Iglesias nos remiten a la esencia misma de la expresión, cuando era de alegría por la consecusión de algo, aunque en este caso tiene el añadido de estar incentivada por el desvalimiento de la caída. Entre los animales, solo la hiena produce un sonido parecido a nuestra risa.

Cuando alguien pasa de atacar a la "casta" - en un inexplicable breve tiempo- a convertirse él mismo en alguien a quien se escucha porque ha adquirirdo relevancia, cuyos votos cuentan, vemos, como ha sido el caso de Iglesias, que la noción de sobrevivir se convierte en una prerrogativa en exclusiva y se constituye en el bien más valioso. A partir del momento en que forman parte de lo que rechazan, siempre estarán alertas sobre quienes no otorgan sacralidad a su discurso, tanto él como sus acólitos, que echan la culpa a los medios. ¡Pobre Pablito!


En este festín fúnebre a lo Domiciano, escenificado en la Complutense, se observa algo de insidia. El líder no aparta al "enemigo" con dulces modales, sus armas de ataque aparecen más desarrolladas que las que pudiera utilizar como defensa, su intención es evitar que Carvajal u otro siga escribiendo de una manera poco halagadora sobre él advirtiendo que están bajo su lupa.  

La irritación de Iglesias se ha tornado en desconfianza, por eso alude a los medios que medran, sus defensas exteriores escasean y decide retirarse a su armadura interior, donde está seguro, donde todos le hacen la ola. Este es el marco de la Complutense y los asistentes a la presentación de un libro que considera muy próximo a las ideas de Podemos. Este es el escenario escogido para lanzar su advertencia a los medios.

Creo que Iglesias comienza a experimentar perturbaciones propias de quien cree que tiene poder, que tiene algo que decir, y que todos le escucharán con atención, lo cual incide en su desigual capacidad para calar las opiniones e intenciones ajenas. El poderoso, cala a los demás, pero no deja que los demás le calen a él. ¡Esta es la casta!