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viernes, 30 de abril de 2021

Las elecciones en Madrid muy importante para el sistema que deseamos darnos los españoles.

Las elecciones en un país suelen alterar el pulso de un territorio o nación debido a que los candidatos a presidente ponen mucho ahínco y vehemencia en la presentación de sus respectivos programas de gobierno. En España, hace algunos años, solo había dos contrincantes compitiendo en todos los rincones: el Partido Popular(PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).


En la España actual, los candidatos son muchos y se ha creado una suerte de batiburrillo, para algunos sano en democracia, para otros el desmadre. Al margen de las preferencias de cada uno, la actual campaña de Madrid se ha convertido en la plataforma idónea para que unos y otros se tiren los trastos a la cabeza y, sobre todo, para saber el sistema que queremos darnos. Puede que sus resultados influyan en las generales.


Pablo Iglesias anunció el 15 de marzo su candidatura por Unidas Podemos (UP), que integra a la siempre renqueante Izquierda Unida (los comunistas) y renunció con esto a la vicepresidencia. No olvidó que según la regulación de la Ley 3/2015, del 30 de marzo, podrá aspirar a una indemnización equivalente al 80% de los ingresos percibidos durante los 14 meses, que ocupó el cargo. El dinero a percibir sería de 5.316,42 euros durante 14 meses y medio. 


Fue una sorpresa mayúscula su aspiración en las elecciones porque lo hizo diciendo que "reunificaría todo lo que hay a la izquierda del PSOE". No había que ser un destacado politólogo para entender la referencia a Más Madrid, considerada siempre un desprendimiento de Podemos.


Iglesias iniciaba su salida del gobierno, que no vive su mejor momento, y retaba a uno de los fundadores de Podemos, junto a él, a formar una candidatura conjunta para enfrentar a la ascendente Isabel Díaz Ayuso, del PP. Iñigo Errejón, líder de Más Madrid, resulta que no era el candidato sino Mónica García y fue esa mujer, madre y miembro del personal sanitario de la Comunidad, quien rechazó tal posibilidad al decir que "las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que en los momentos históricos nos pidan que nos apartemos".


El último día para difundir encuestas, según permite la Ley Electoral, fue ayer, hasta la celebración de elecciones el próximo 4 de mayo. La situación no ha variado nada de lo apuntado en un principio ( antes de la entrada de Iglesias): Ayuso se impondrá, llegando incluso a doblar los resultados de 2019, si bien deberá sumar apoyos de otra formación en liza, según todos los pronósticos, Vox. El CIS (barómetro oficial, cuya inclinación a favorecer al gobierno del presidente Pedro Sánchez es bien conocida) dio con resultados preelectorales en contradicción con la mayoría de sondeos. Los rivales de Ayuso estarían cerca de una mayoría y tendrían posibilidades de formar gobierno.


El arco político frente a la candidata del PP se lo ha creído y puede que hasta muchos de sus votantes. Iglesias, desde su entrada en contienda, se ha dedicado a hablar de cuando entrará en el gobierno, dando por sentado que tal cosa ocurrirá, quizas para que su gente se lo crea, y ha dedicado mucho tiempo a hostigar a Vox, porque como UP, podría ser el partido bisagra para cualquier gobierno de un lado u otro del espectro político madrileño. La posibilidad de que CS vuelva a serlo parece lejana, aunque Edmundo Bal, su representante, no se cansa de decir que entrarán en la Asamblea y que podrían ser una alternativa a pactar con VOX. 


Como elemento adicional, vemos los atentados a dos sedes de Podemos, de autoría desconocida hasta hoy. Las redes sociales dieron ya su dictamen: fueron autoinfligidos para llamar la atención ante la realidad de que hasta Más Madrid obtiene mejores resultados en los sondeos que UP. Y hace unos días, vino también, muy a propósito para seguir llamando la atención, unas cartas amenazadoras, con bala incluida, enviadas a Iglesias, al ministro del Interior y a la directora de la Guardia Civil. En el caso del candidato de UP, se hizo saber que incluía una exigencia de dimisión. La de un candidato, mira tu por donde, que es el último en los sondeos y solo logra captar un 3% de simpatía.


Cualquier persona, sin necesidad de ser un político ni tener su experiencia, llevaría de inmediato la carta a la policía. Iglesias la hizo circular primero por twitter y la llevó mucho después a las autoridades competentes y presentó también tardíamente la denuncia. Los sindicatos de la policía han denunciado que todo esto no ha hecho más que entorpecer sus pesquisas y contaminar las pruebas. Iglesias no demoro en alzar su dedo acusador contra la ultraderecha, como engloba él a Vox y PP. Sin que hubieran empezado aún las investigaciones correspondientes, ignorándose aún el o los autores de los envíos.


El victimismo hizo presa de inmediato de su discurso, convirtiendo el tema de la amenaza en "clamor nacional". Antena Tres rescató unas declaraciones realizadas por Iglesias, hace apenas dos años, en las que habló de amenazas y del hecho de hablar de ellas. 


"Si hablas de las amenazas que recibes estás engrandeciendo al que amenaza. El que amenaza normalmente es un mierda al que no hay que darle publicidad. Y luego, el rollo este victimista de: “¡ay me han amenazado!”. Mira, ha habido gente que se ha jugado la vida y que lo ha pasado muy mal. Yo voy con escolta, algo que no le deseo a nadie que solo puedo dar las gracias a los policías que me protegen que lo hacen bien pero yo no tengo derecho a quejarme ni digamos a lloriquear", manifestaba en las susodichas declaraciones.


Sus acciones del presente nada tienen que ver con lo que pensaba entonces. Protagonizó el momento más álgido de la actual campaña madrileña al levantarse de un debate político porque la candidata de Vox, Rocío Monasterio, no quiso condenar esta amenaza y expuso con claridad que no se creía nada de lo que dijera este gobierno, refiriéndose al de Sánchez.


El periódico OK Diario, al que Iglesias desearía clausurar, publicó hace tres días que el expresidente Mariano Rajoy, en contraste con el lloriqueo de Iglesias, había exigido silencio absoluto sobre la "infinidad de amenazas que le llegaban", incluido un puñetazo de un hostil al que tampoco se le dio mucho bombo a pesar de haberse filmado por la televisión.


"Del Gobierno -dijo Monasterio- no nos creemos nada". Y tras decir esto, Iglesias se levantó muy ofendido y abandonó el debate, en tanto Gabilondo y Mónica García lo acompañaban detrás, aunque no de inmediato, sino tras hacer un paréntesis y recibir probablemente instrucciones del alto mando de sus respectivos partidos. He olvidado decir que el debate fue en la SER, una cadena amiga del gobierno central y de Iglesias en particular. 


La consecuencia de algo, que no debería haber pasado de ser una anécdota, ha sido la movilización generalizada para buscar arraigo a la postura de que la ultraderecha va a por él. Y en realidad, al día de hoy, no sabemos quien va a por él. Goebbels, el propagandista de los nazis, decía que una mentira machacada muchas veces en la mente de la población llega a convertirse en verdad.


En las redes se han preguntado muchos, en estos días, como podía exigir un representante de Podemos tal condena si en los sucesos de Vallecas, apenas unos días antes, en que Iglesias convocó a sus matones para reventar un mitin de VOX, en el que hubo heridos, nunca se dignó desaprobar esas acciones, aunque, ¿como podría? O cuando su vocero en el Congreso, Pablo Echenique, se burló de la herida en la cabeza de una diputada de VOX diciendo que con  ketchup se lograba el mismo efecto, poniendo en duda la agresión.


En su programa televisivo por Tele Cinco, la directora Ana Rosa Quintana recordaba a todos los madrileños que UP nunca ha pedido  a Bildu, un partido legal en el Congreso, organizado por exetarras, que condenara los crímenes de ETA, ni se había enfadado tanto porque no lo hiciera. En resumen, ¿puede alguien que no ha condenado nada de esto exigir a otros que lo hagan ante una agresión a su persona? Iglesias sigue lloriqueando y evitando que se produzcan más debates. En el único en que participo, con la asistencia de todos los candidatos a la presidencia de Madrid, recibió la peor puntuación de todos los participantes, dándose a Ayuso como ganadora. 


Algún medio ha publicado que conspiró con el gurú de Sánchez, Iván Redondo, para llevar adelante una estrategia de reventar los debates y de impedir, a toda costa, que gane Ayuso. Este movimiento victimista, en torno a su persona, es el resultado tangible de esa estrategia, a la que había faltado, hasta hace unos días, la posibilidad de cometer fraude con los votos el 4M. Un aperitivo ha sido el problema creado por los votos por correo.


Las solicitudes de voto por correo para estas elecciones madrileños se han elevado en un 42,8%. La polémica  de la transparencia en cuanto a esta manera de votar saltó esta misma semana cuando se denunció de votos emitidos sin explicación aparente. Correos sostiene que son "casos puntuales" sin consecuencias. La cuestión es que nunca antes, en las elecciones españolas, se habían producido tales hechos o al menos la población los desconocía. Todo parte de que al realizarse el voto se carga en la caja de la ventanilla de cobros y al no imprimirse el ticket, porque son 0 euros,"no figura en el censo ni como solicitante ni como emisor de voto por correo". Uno se pregunta ¿qué es entonces?


No tiene pinta de ser un error informático en un proceso tan esencial como es en democracia el voto por correo y para muchos esta justificación resulta muy enrevesada, así que hay dudas. Vox ha exigido a la Junta Electoral, tomando en cuenta la falta de seguridad y controles para envíos de cartas amenazadoras y que desde hace doce años no se actualizan los protocolos, la conservación de los votos por correo, que han suscitado dudas, a fin de realizar un "escrutinio general" días después del 4M.


Ayuso proclamó el adelanto electoral en Madrid a consecuencia del juego entre manos del PSOE y el vicepresidente de la Comunidad y representante de CS para plantarle una moción de censura y reeditar una fórmula utilizada también por estas dos formaciones en Murcia para eludir las urnas, no dando al votante la opción de escoger, sino escogiendo ellos por éste. Cuando Iglesias entró como su contrincante en UP, la presidenta en funciones lanzó el mensaje de que los votantes se enfrentaban al dilema de escoger entre comunismo y libertad.


En muchas ocasiones a lo largo de esta campaña, viendo todas las triquiñuelas de que son capaces los sospechosos habituales, la agresividad mostrada por Iglesias en las lindezas lanzadas contra Ayuso y Monasterio, sus gritos de ahí viene el lobo si gobierna VOX con el PP, como si la ultraizquierda, que el representa, no supusiera un peligro desde el minuto uno, pienso que la cuestión está en el poder no en la democracia. Iglesias quiere y necesita el poder para llevar adelante su programa de desmontaje de la sociedad española y la democracia no le sirve a tales fines.


Todo queda en manos de los madrileños el 4 M. Le damos el poder a UP y tendremos comunismo, seguro, o se lo otorgamos al PP, que ha gobernado bien en estos dos últimos años con Ayuso al frente. No parece muy difícil, salvo para quienes desean ver instalado a los soviets en el poder.