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martes, 25 de junio de 2019

LA TENSION SUBE EN EL GOLFO.




Restos del dron denunciado por Irán

Por Mirta Balea

España se ha resistido a verse arrastrada por Estados Unidos a un enfrentamiento con Irán. La ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, ha ordenado la salida de la fragata Méndez Núñez del grupo de combate encabezado por el portaaviones USS Abraham Lincoln en el estrecho de Ormuz, a la entrada del Golfo Pérsico.

Robles reafirmó que España es un socio "serio y fiable", pero sus Fuerzas Armadas solo están vinculadas a los acuerdos con la Unión Europea y la OTAN. La integración del barco español al grupo de combate norteamericano, en el que por cierto no participa ningún otro navío no estadounidense, se planeó hace un año con el objetivo único de mejorar la operatividad y el adiestramiento conjunto durante seis meses, hasta el 31 de octubre.

El Pentágono ha presumido en las últimas semanas de haber reforzado sus efectivos en la zona con el envío del buque USS Arlington, aprovisionado de fuerzas de desembarco, una batería de antimisiles Patriot, junto al despliegue de bombaderos B-52 en Qatar, todo esto porque Estados Unidos dijo haber detectado indicios de una "mayor disposición" de Irán a realizar operaciones "ofensivas". Puede que todo esto solo tenga un fin disuasorio.

El pasado 12 de mayo, cuatro buques petroleros: dos sauditas, uno noruego y otro emiratí sufrieron atentados en el Golfo Pérsico. Fuentes gubernamentales de Riad, Abu Dabi y Washington hablaron de sabotaje y culparon a la Guardia Revolucionaria Islámica, el brazo terrorista de las fuerzas armadas de Iran. El gobierno de este país dice que tal operación se realizó bajo una bandera falsa para culpar a Teheran. 

Para los que ponen en duda la versión iraní, está el argumento de que resultaría inviable bloquear el Estrecho porque se estaría ante la posibilidad insalvable de una guerra propiamente dicha. Resulta más eficiente y menos costoso sabotear o dañar a cargueros de petróleo. Sobre todo si el ataque tiene lugar en aguas cercanas el oleoducto Habshan-Fujairaj, construido por Abu Dabi para transportar el crudo de los siete estados miembros de los EAU. El oleoducto no solo está encaminado a proteger la exportación sino que blinda de los repuntes de las letras del seguro en caso de conflicto. 


A principios de mayo, el gobierno iraní anunció que incumpliría sus acuerdos con las grandes potencias, firmado en 2015, como respuesta a la decisión unilateral del presidente Donald Trump de retirarse del pacto y lanzó contra el país chiíta una nueva lista de sanciones estratégicas. La Unión Europea se ha desmarcado de tales acciones e insiste en intentar salvar el acuerdo, firmado durante la presidencia de Barack Obama.

El incumplimiento supone, según los términos del pacto, dejar de limitar las actividades con agua pesada y uranio enriquecido, claves para fabricar la bomba. Teheran dijo además que limitaría el uso del estrecho de Ormuz,  de 55 kilómetros de ancho, por donde pasa un 30% del comercio del crudo mundial, cerrándolo probablemente con minas navales en su parte más estrecha de 34 kilómetros, frente a Omán. Aparte de la posibilidad real de un conflicto, el riesgo geopolítico gira por lo tanto en torno al paso de Ormuz.

Siendo uno de los pasos marítimos más importantes y estratégicos del mundo, que conecta a los productores de Medio Oriente con los mercados claves en Asia, Pacífico, Europa y América del Norte, sus dos vías marítimas alcanzan apenas los 3 kilómetros.



Del miedo a que esto ocurra, surgieron nuevas sanciones y la amenaza de castigo por parte de Estados Unidos a los países que sigan comerciando con el petróleo iraní y el compromiso de vender a los sauditas armamento avanzado inteligente, en especial munición para bombas guiadas, sin tener el apoyo del Congreso. Trump argumentó que la situación era crítica y meritaba medidas urgentes.

Como no resulta fácil pasar de un proveedor a otro de la noche a la mañana, Japón, Corea del Sur, Turquía y China siguen sus negocios habituales con Irán. Solo han decidido "tirar la toalla" Grecia, Italia y Taiwan.

A este incremento de la tensión se añaden las confusas noticias sobre ataques y sabotajes a petroleros sauditas y buques comerciales cerca de los Emiratos Árabes, donde según el portal Military Estados Unidos mantiene una base. Tras la intervención militar norteamericana en Irak en el 2003 han crecido estos complejos militares en los países ribereños del Golfo Pérsico.

The Wall Street Journal dio a conocer recientemente que el rearme en la zona se ha completado con la construcción en secreto de un radar antimisiles en Qatar, crucial en el sistema de intercepción de cohetes. Israel dispone de un dispositivo similar con el mismo propósito: prever un ataque iraní.

Irán ha venido rearmándose también en el Golfo con misiles antibuque Silkworm de fabricación china y torpedos de alta velocidad rusos. Moscú ha dado su apoyo a Teheran en esta escalada de tensiones. Los iraníes tienen claro que no pueden ganar en un combate naval convencional por lo que podrían poner en marcha un táctica de colmena con centenares de lanchas ligeras, que se abalanzarían sobre sus objetivos, replegándose de inmediato y volviendo poco después a la carga.

El derribo de un dron no tripulado por la Guardia Revolucionaria Islámica parece haber sido una advertencia de que son capaces de contrarrestar cualquier agresión. En una declaración del pasado jueves, se dice que la nación "no quiere una guerra con ningún país", pero está lista para cualquier contingencia, un lenguaje que disgusto mucho a Trump, quien tuiteó: "Irán ha cometido un gran errror", tras lo cual se preparó un ataque de respuesta, que en el último momento fue cancelado.

El presidente norteamericano no puede evadir el hecho de que está atrapado entre los republicanos, que empujan a una respuesta contundente por el derribo de un avión no tripulado, y los demócratas, con la advertencia de que Estados Unidos podría perder el control de la situación y entrar en una guerra evitable.

Quizás Trump suspendió abruptamente los ataques militares previstos contra Iran en represalia por lo del dron argumentando en un tuit "no habría proporcionalidad entre causar tantas bajas y el derribo de un avión no tripulado".

De actuar contra Teheran, Estados Unidos contaría con el respaldo de Israel, Arabia Saudita y EAU, pero no hallaría muchos más apoyos entre las potencias occidentales porque el acuerdo roto unilateral por la Administración norteamericano no es del agrado de la UE y le resta adeptos para su causa, como Francia o Alemania.