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lunes, 27 de junio de 2016

EL PARTIDO POPULAR AVENTAJA EN VOTACION AL RESTO DE FUERZAS ESPAÑOLAS.





Por Mirta Balea

El Partido Popular ha sido el ganador neto de las elecciones presidenciales en España y él único que ha subido en votos y escaños. El 70 % de los más de 30 millones de electores contaba en estas segundas elecciones con más elementos de opinión sobre las fuerzas en liza de los que tenía el 20 de diciembre.

Los líderes y sus voceros hablan desde ayer del resultado, en los que PP obtuvo 14 escaños más hasta alcanzar 137 diputados; los socialistas perdieron 5 y bajaron a 85 diputados; la coalición Podemos e Izquierda Unida se ha quedado con los 71 en conjunto de diciembre pasado; y Ciudadanos ha bajado 8 hasta los 32 de ahora. El resto de formaciones minoritarias presentes en el Congreso mantuvieron el tipo. 

Las valoraciones, en las que la autocrítica ha brillado por su ausencia, apuntan a que ninguna fuerza política logra interpretar bien por donde va el voto ciudadano. A juzgar por el 70 por ciento de participación, casi igual a la registrada en diciembre, la gente quiere que se acabe de formar un gobierno con los pactos que sean necesarios.

Otro aspecto importante del voto sería que la sociedad española no quiere mayorías absolutas sino un juego democrático más intenso en el parlamento, por eso estamos en presencia de un tetrapartidismo. Y algo relevante también es que en esta nueva cita con las urnas, con apenas seis meses de diferencia, ha estado en condiciones de otorgar mayor valor a la estabilidad que a la corrupción.

Aunque algunos líderes políticos han hecho de la corrupción una bandera de batalla contra el PP, los votos en Madrid y Valencia, donde esta situación alcanzó cotas nunca vistas en el país, muestran que la sociedad ha pasado página. En ambas localidades, los resultados para el PP fueron sorprendentes, situándose el primero en votos con diferencia.

Es que los ciudadanos habían pasado factura al PP en 2015 por sus casos de corrupción en las elecciones municipales y autonómicas, en las del europarlamento y en las presidenciales de diciembre. Todo señala que culpan más a las personas corruptas que al partido como tal y han decidido este domingo aflojar las riendas para dar mayor margen al PP .

De nuevo, los agentes políticos han empezado desde ayer a trazar líneas rojas. El PSOE no quiere que el PP gobierne y para impedirlo no votará a favor de la investidura de Mariano Rajoy ni se abstendrá. Es lo que ha dicho esta mañana el portavoz Antonio Hernando, aun cuando los votos colocarían a su formación en la oposición con la mitad de escaños de que disfrutaron en 2008.

Ciudadanos, que ha rescatado el centro político nacional del limbo en que se hallaba, no acaba de poner el "huevo". Su líder, Albert Rivera, quien ondeó la bandera de la corrupción del PP y dijo que nunca apoyaría a Rajoy, ahora debe enfrentarse a una realidad con la que no contaba al bajar su puntuación frente a la subida de los populares. Desde que se conocieron los resultados, se ha venido lamentando, junto a otros de su grupo, de que la culpa la tiene la ley electoral "injusta" por la que se rigen todos los partidos. 

Con Unidos Podemos no puede contarse de momento, están aún en "shock". El resultado ha demostrado que la coalición con Izquierda Unida de nada le ha servido a Pablo Iglesias y la granada de fragmentación que resultan ser los 16 partidos que componen la formación no ha tenido ocasión siquiera de quitar la espoleta. Siguen sin creerse que la sociedad española prefiere a una fuerza como el PP antes que a ellos, sobre todo porque las encuestas le situaban como segundo en intención de voto por encima del PSOE en las semanas previas.

Izquierda Unida, a la que después del 20 de diciembre las encuestas le auguraban una subida que podría haberles dado hasta seis diputados en caso de repetirse las elecciones (como así ha sido) decidió casarse con Podemos y ahora ha desaparecido en el humo de la historia. Lo hizo a instancias de un cadáver resucitado por Iglesias, el de Julio Anguita, languideciendo entre sus libros polvorientos, y que saltó a la palestra para prestar sus buenos oficios. A IU le resultará difícil recobrar su identidad y en esta legislatura ni siquiera podrá intentarlo porque la coalición estará vigente, trayendo consigo el silencio durante cuatro años.

Rajoy pedirá formalmente un pacto de gobernabilidad al PSOE, única fuerza capaz de brindar con su apoyo la mayoría que necesitaría para la investidura. De alguna manera el anuncio hoy ha representado un paso atrás a lo que hace apenas una semana había dicho de que no iría a una investidura si no contaba con los 176 escaños necesarios para una mayoría.



Nadie le reprocha a Rajoy haber reculado en sus intenciones, pero Hernando le ha dejado claro que, en lo que respecta al PSOE, no es suficiente ganar y le ha remitido a buscar apoyos en "aquellos elementos afines ideológicamente", que de antemano todos saben que no suman.

Una cosa parece bastante evidente dentro del PSOE, si juzgamos las opiniones de algunos de sus "barones" tras las elecciones: no todos están por la labor de frenar la formación del gobierno para lo que sería suficiente una abstención negociada. Todo depende de lo que mutuamente quieran conseguir o dar.

¿Y ahora qué? es la pregunta del momento. Lo racional sería un gobierno cuanto antes y lo más amplio posible porque resulta obvio que la gente ha tenido más elementos de opinión sobre las fuerzas políticas del parlamento y ha votado a conciencia. La política sabemos que es el arte de lo posible y van a tener que hacerse a la idea de un gobierno presidido por Rajoy porque los escaños tienen un valor.

Había solo un riesgo antes de las elecciones, que podría haber cambiado todo el panorama desde el 20 de diciembre, que el PSOE desapareciera de escena, como líder de la izquierda nacional, y se instalara en su lugar Unidos Podemos. La sociedad no ha querido que sea así y ha rescatado a la socialdemocracia de toda la vida, quizá pensando que debe pasar a la oposición y abstenerse en la investidura  para que tenga tiempo, en los próximos cuatro años, de ampliar la mayoría social.

La duda que surge con los resultados de Unidos Podemos es si la formación emergente ha llegado a su techo. De ser así, la experiencia indica que el ciclo que vendrá será a la baja.

viernes, 24 de junio de 2016

REINO UNIDOS DICE BYE BYE A EUROPA



Por Mirta Balea

Reino Unido ha dado un portazo a la Unión Europea al decidir separarse del club que contribuyó a construir hace más de 40 años.

El primer ministro británico David Cameron había abierto en febrero pasado la Caja de Pandora cuando presentó en Bruselas el hecho consumado del referendo conocido como Brexit y prometió que trabajaría porque Reino Unido se quedara en la UE. Era la reacción de un político que proponía soluciones ficticias a problemas muy reales.

La excepcionalidad británica, que ha regido este largo matrimonio, se consolidó de nuevo en menos de 40 horas con un acuerdo por el que Londres consolidaba su estatuto especial. Ningún país ha acumulado tantas excepciones en Europa.

Los socios ofrecieron a Cameron, a cambio de su publicidad porque Reino Unido se mantuviera dentro de la UE, concesiones que dinamitaron los principios fundamentales por los que se ha regido hasta ahora: discriminar a los trabajadores en función de su pasaporte para intentar limitar la inmigración.

Cameron ha cargado contra Bruselas en los últimos cinco años poniendo palos en la rueda de la integración, sembrando discordia entre los líderes e instituciones en medio de la mayor crisis económica y política y de refugiados de los últimos tiempos. No veo cómo podría convencer a sus seguidores de que votaran por la permanencia, lo que me parece es que con el brexit quemó toda posibilidad de entendimiento.

El acuerdo del pasado febrero quedaría en si mismo destruido -según una cláusula- si la decisión de los británicos fuera salir , como así ha sido este jueves, y que este proceso sería automático, lo que resulta lo más aconsejable.

Cameron ha dicho esta mañana que seguirá en su puesto hasta octubre cuando otro miembro del Partido Conservador asumirá sus funciones para llevar adelante el proceso de salida que puede durar dos años. Se habla de que el nuevo ocupante de Downing Street podría ser Boris Johnson un euroescéptico visceral como más de la mitad del partido Conservador o Tori.

Las cifras reflejan que los jóvenes (73 %) votaron permanecer en la UE, lo mismo que las ciudades principales, como Londres, en donde se registró un 60 % de votos por la permanencia, un poco más se registró en Escocia, Irlanda del Norte y norte de Gales. Fueron las zonas rurales y los mayores de 65 los factores que inclinaron la balanza hasta un 52% de favorables a salir. El margen es pequeño, pero suficiente para una decisión.

Si desgranamos el voto en cuanto a valores políticos e ideológicos, vemos que el 59% de los conservadores y el 90% de los populistas, tanto de izquierda como de derecha, votaron salir de la UE. Los europeístas se pueden dividir entre demócratas liberales y laboristas con el 75 y el 69%, respectivamente.


Si algo se impone tras esta ruptura británica, aunque podría denominarse mejor inglesa, es que la salida deberá ser rápida. No parece necesario agotar los dos años preceptivos considerados en los tratados de la Unión. Otra cuestión es que el divorcio sea amistoso para que ninguna de las partes se haga daño.

La UE quedó establecida mediante Tratado en 1993 sobre tres pilares pre-existentes: Comunidad Europea del Carbón y el Acero, Comunidad Europea de Energía Atómica y Comunidad Económica Europea, a la que se le sumaron  la política exterior y la cooperación judicial y policial.

Cuando las bases que le dieron vida fueron establecidas, los países fundadores: Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos habían salido de dos guerras mundiales, que le habían debilitado económica y políticamente, y necesitaban desesperadamente la paz y la estabilidad para renovar el comercio e invertir en derechos humanos. Pero desde entonces se han registrado en el mundo muchos cambios, que han afectado a los propósitos originales del proyecto de integración.

El expresidente español Felipe González lo dijo con claridad meridiana esta mañana: Cameron incendió su casa y quiso salvar los muebles y se ha quedado sin casa y sin muebles. Pasará a la historia como el líder que, a pesar de mostrarse como un europeísta convencido, sacó a su país de la UE y apretó el botón del riesgo.

Cameron abdicó de sus responsabilidades al convocar el referendo. Hizo dejación de sus funciones políticas y traspasó a los británicos la solución de un problema que debía resolver él y nadie más que él. La democracia participativa está bien, pero no debe sustituir a la democracia representativa. Los referendos deben ser excepcionales y tasados.

Cameron ha conseguido por segunda vez, en menos de dos años, dividir al país. La primera fue con el referendo sobre la independencia de Escocia, que ganó por los pelos. Quizás pensó que el brexit tendría iguales resultados. La situación sobrevenida le pega un bofetón a la sociedad comunitaria europea y la libra esterlina se desplomó a niveles de 1985.

La Unión Europea figura en el plano mundial como un bloque económico importante y lo seguirá siendo a pesar de la salida de la segunda economía del grupo. A partir de ahora deberá proteger mucho más la libre circulación de ciudadanos, de mercancías y de servicios y sobre todo redefinir el proyecto, defenderlo, y no solo en lo económico.

El Reino Unido se las verá con un competidor fuerte en Europa, que encajará el golpe de la ruptura con mayor o menor rapidez, y por eso desde la gran isla se llama a otros estados del Club de los 27 a irse también. A algunos no parece necesario agitarlos mucho, son los casos de  Holanda, Dinamarca y Hungría. Se mire como se mire por algunos, la integración ha sido el proyecto de mayor trascendencia histórica, el mayor espacio de paz y libertad de la humanidad desde la II Guerra Mundial. 

Hay que decir que dentro de las fronteras  británicas, Escocia e Irlanda del Norte abogan por un referendo que les permita permanecer en la UE como estados independientes. Esto será en el futuro un nuevo dolor de cabeza para el partido de Cameron.

Con esto en mente, la cumbre de los 27, los próximos 28 y 29 de junio, debería abordar la necesidad de dar un nuevo impulso al proyecto de unión para que el desencanto no prime sobre los valores construidos durante estas décadas. Esta es una oportunidad de cambiar para mejor. Europa debe continuar siendo relevante en un concierto en el que se estrenan en la lucha por los mercados otras fuerzas económicas emergentes.

El denominador común de los estados que desean salir de la UE es que ven su riqueza como algo estrictamente del esfuerzo de sus países y que tienen por que compartir con otros por un bien común, al dar preferencia a sus intereses locales, en un mundo cada vez más globalizado, en el que las luces largas tienen que estar permanentemente encendidas, entran en el salón del maquillaje. Lo que se impone es no crear un problema inexistente porque luego no habrá manera de gestionar. 

El Banco Central Europeo tiene intenciones de cumplir su compromiso de vigilancia de los mercados y ha decidido suministrar liquidez adicional a sus miembros ante la situación surgida por la salida del Reino Unido. Por la misma razón, el Banco de Inglaterra ha dado un paso similar para favorecer las finanzas internas.

El sistema bancario resulta siempre el mas defenestrado en tsunamis financieros como el que vive hoy la bolsa, que ha caído con mucha velocidad, aunque los especialistas señalan que en pocos días se calmará.

Es la reacción de pánico propia del primer día, siempre brusca. Los inversores se van al dinero seguro, el bono alemán, y al dólar como moneda refugio. De ahí que repunten las primas de riesgo periféricas y el IBEX 35 como lo hizo en 1997 y 2008 caiga en un 11%. Este índice lo conforman en su mayoría bancos, como los trasatlánticos BBVA y Santander, que oscilan entre un 16  un 20% de pérdida. Contrario a lo que ocurre en la bolsa británica, en la que priman las empresas de minería y petróleo.

Hay un movimiento de sosiego de parte de los distintos líderes europeos ante este punto de inflexión en el proyecto común que, sin embargo, no acaba de calmar a los ciudadanos. Todos saben que el talón de Aquiles han sido las fuertes oleadas de inmigrantes, en su mayoría sirios, de los últimos meses. Un problema que Bruselas cometió el error de encerrarlo en las fronteras turcas, como si se tratara de aislar un virus.

Para quitarse de encima su responsabilidad jurídica y humanitaria de proteger a toda esta gente, prometió al gobierno de Ankara que si aceptaba quedárselos, Turquía, un país musulmán y que limita con Siria, entraría a formar parte del Club de los 27. Nadie siente lástima ni se preocupa por gente que no conoce y los ciudadanos, incluso los más progresistas, se sintieron aliviados momentáneamente con la medida.

El presidente español en funciones Mariano Rajoy ha sido de los primeros líderes europeos en hacer  hoy una valoración del brexit en cuanto a lo que puede afectar a su país. Ha pedido serenidad y tranquilidad argumentando que están cubiertas las necesidades financieras porque el sistema está saneado y las cuentas se han equilibrado.










martes, 21 de junio de 2016

LOS CANDIDATOS A LA PRESIDENCIA ESPAÑOLA ARAÑAN VOTOS EN LA ULTIMA SEMANA PARA LAS ELECCIONES




Por Mirta Balea

El poder, una vez adquirido, no necesita justificación para manifestarse, todo lo que requiere es legitimidad. Permanecer investido de la autoridad conferida exige el respeto a la persona y a la entidad que representa. Una vez que se pierden ambas cosas resulta imposible seguir siquiera de manera derivativa o puramente funcional.

En España conocemos el mejor ejemplo de esto: el Partido Popular (PP), atenazado por tramas de corrupción, que no solo han debilitado a la entidad en Madrid y Valencia sino que salpican al propio centro, el presidente Mariano Rajoy, que entre 2012 hasta 2016 mantuvo un gobierno de mayoría absoluta, que jamás contó con otras fuerzas para lanzar leyes o gestionar la crisis económica, y sigue en funciones.

El voto plural nacido de las elecciones del pasado 20 de diciembre no resultó sabiamente entendido por los principales líderes políticos para formar un nuevo ejecutivo y esto ha llevado al país a nuevas elecciones el próximo 26-J.

Podemos votó junto al PP contra el candidato socialista Pedro Sánchez porque los de la izquierda no querían un gobierno en el que ellos no tuvieran importantes sillones de mando como la vicepresidencia, el control de los medios y de la Inteligencia o los ministerios de Defensa, Interior y Justicia, entre otros. Ahora el discurso es otro porque los sondeos colocan a la coalición con Izquierda Unida, Unidos Podemos, en segundo lugar, por encima del PSOE.

Rajoy abusó de su mayoría y consideró e hizo sentir al resto de fuerzas parlamentarias como meros observadores de su gestión, imbuido de que sabía lo que había que hacer para sacar a España de la mayor crisis económica de su historia y que derivó - ante los recortes ordenados por Bruselas, que afectaron el consumo, los servicios sociales y sanitarios- en una crisis político-social, que trasciende el mero marco económico.

La pluralidad de votos surgida por primera vez en democracia en las elecciones de diciembre es el efecto directo de la entrada en el juego nacional de partidos o entidades políticas como Ciudadanos y Podemos y con ellos sus promesas de cambio y regeneración democrática, con programa propios y diferentes en el tratamiento de los problemas.

Se machacó mucho en eliminar los bloques, entendiéndose como PP y PSOE ( que siempre paraba los pies a la derecha) y la gente votó en consecuencia, pero ahora nos hallamos ante un escenario igual de bipolarizado, situando como novedad en los extremos al PP y Unidos Podemos.

Los discursos de los 4 candidatos a la presidencia en la campaña actual nos muestran el camino. Ningún bloque del abanico político nacional tendrá mayoría si nos guiamos por los sondeos de opinión, así que pactar se impone, como debe ser en un sistema parlamentario NO presidencialista.

Rajoy advirtió la víspera que no se presentará a la investidura si no tiene los apoyos necesarios en el Congreso, repitiendo lo de escurrir el bulto como hizo en las pasadas elecciones, como en una rabieta pre-adolescente. Como la fórmula tiene una nueva interpretación con la llegada de Unidos Podemos al segundo lugar del escalafón de favoritos, el líder de los populares llama a concentrar el voto en su partido y lanza la amenaza sobre los indecisos, una tercera parte nada desdeñable del electorado.

Unidos Podemos, que bloqueó la investidura de Pedro Sánchez en la legislatura fallida de los últimos cuatro meses, ahora sí cree que se impone un acuerdo con el PSOE y se comporta ante esto con la ansiedad propia de un matón. Emplea una fuerza extrema para colocar contra la pared a los socialistas y hacerlos inclinar la cerviz ante ellos.

Resulta divertido observar como el líder de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, cada vez que aparece en televisión, suelta el latiguillo de que "él sabe que hay muchos votantes socialistas que desearían ese acuerdo". Esto se llama crear un estado de opinión. 

A esto se suma la violencia callejera de lo piquetes de llorones y de huelguistas del último mes en diversos puntos de la geografía española dirigidos especialmente contra PP y Ciudadanos. El latiguillo y estos comportamientos son suficientes para mantener su presencia en la mente de sus votantes. El poder, como lo he visto y vivido, necesita una masa cada vez más creciente que le apoye, sería inconcebible su existencia sin esa agitación consciente y artificial de grupos cada vez mayores. Esto que ocurre le daría el nombre de manual del izquierdista reivindicado. 

Estadísticas conocidas -y poco divulgadas- de esta misma semana reflejan que el 53% de los votantes socialistas no quieren acuerdo alguno con Unidos Podemos y que el 56% de los votantes no ven a Iglesias como presidente de España. Pero él sigue en pos de una última certidumbre de destrucción del PSOE bajo ciertas circunstancias calculadas, con el objetivo último y único -muy legítimo por cierto- de conquistar el poder.


Ha faltado en esta campaña un mea culpa de Rajoy por la corrupcion injertada en su partido como mala hierba. Lo óptimo sería que pasara a la oposición y se regenerara en los próximos 4 años para ser una alternativa creíble, aun cuando gane más escaños o votos el 26j. Es lo que ha dicho Ciudadanos al pedirle que se eche a un lado. En cambio, lo encontramos parapetado tras su candidatura contra viento y marea, dando malos ejemplos de nuevo al llevar a Rita Barberá en la lista al Senado, un personaje como mínimo responsable político de la debacle del PP en Valencia, que ha salpicado y mucho a la propia sede.

Sánchez pudo decirlo más alto, pero no más claro. Rajoy debió renunciar en el mismo momento en que se publicaron los llamados papeles del ex-tesorero del PP, Bárcenas, al que el propio presidente envió un sms de apoyo cuando ya estaba en la cárcel y que le colocó bajo sospecha al declarar que había recibido más de 200 mil euros en dinero negro.

Rajoy arrastra una frustración, la de no repetir limpiamente mandato como hizo en su momento José María Aznar. No contaba con que la pinza lanzada por sus "genios de la comunicación" de aupar moderamente a Podemos para desbancar a su enemigo de siempre, el PSOE, se saldría de madre. Puede que piense que tanto va el cántaro a la fuente hasta que se rompe y en unas terceras elecciones las cosas cambien. 

Unidos Podemos ha eliminado de su discurso temas espinosos como el de Venezuela y Grecia, antes ejemplos a seguir, banderas de sus intenciones de cambio del sistema en España, o el comunismo, aunque con gran coherencia logró formar alianza con Izquierda Unida y formar la coalición Unidos Podemos para el 26j.

Sánchez ha calificado con acierto los giros habituales en el discurso de Iglesias al llamarlos sus "juguetes rotos". Podemos, con apenas tres años a lo sumo de actividad, es un haz de ramitas en las que vemos comunistas, antisistemas, nacionalistas y otras tendencias; lo que no vemos es socialdemócratas o moderados de izquierda. 

Unidos Podemos ha copado tanto y en tan poco tiempo el espacio de la socialdemocracia, correspondiente al PSOE por derecho propio, que ha empezado a venderse ahora, en las dos últimas semanas, como una fuerza socialdemócrata para captar el voto de algún que otro indeciso o -su gran esperanza- la base socialista.

Sus votantes dicen saber lo que votan. Su caladero son jóvenes entre 18 y 30 años. Puede que crean tener una comprensión de los acontecimientos y un control sobre su fluir, pero en realidad no lo tienen.

Ha habido en la historia formas homicidas de resolver los problemas, que pueden sorprender a los más jóvenes. Recordaré uno de esos extremos, la crisis del desempleo de la Gran Depresión que se resolvió con la Segunda Guerra Mundial. Hasta una fecha tan temprana como 2013, Iglesias hablaba de políticas comunistas, de la salida de España de la Unión Europea y del euro, de la OTAN, un discurso que puede retomar una vez en el poder.

Nada convendría más que el aislamiento de España a una coalición de fuerzas interesadas en controlar todas las instituciones al más puro estilo de los regímenes totalitarios. Espero que los jóvenes votantes de Unidos Podemos se hayan molestado en leer la historia porque lo de empeñarse en sostener el vaso con auténtico machismo de clase obrera resulta anacrónico. Como diría Aristóteles, lo que podemos hacer, podríamos también no hacerlo.

Iglesias aboga con claridad por la desaparición del PP, deseo difícil de conceder hasta por el hada madrina de Cenicienta, porque la derecha no desaparecerá del panorama político nacional a no ser que se implante el régimen de partido único. El PP sigue siendo el más votado, les guste o no, y son millones de personas las que se sienten representadas por esta entidad en el Congreso.


Este es el mejor momento para que el PP rectifique y se olvide de salvar el pellejo de Rajoy. Ciudadanos y PSOE lo tienen muy claro, Unidos Podemos no debería gobernar porque entraríamos en una espiral incontrolable. Rivera propuso hoy que el día después de las elecciones se sienten a dialogar los partidos constitucionalistas. Y esto es a lo que teme la formación de Iglesias porque si en ese encuentro se alcanza un acuerdo de gobernabilidad quedaran fuera del tablero de ajedrez. Este pánico inundó hoy el debate televisivo del programa Al Rojo Vivo.

Uno de los invitados al programa de la Sexta era Carolina Bescansa, de Unidos Podemos, a quien se le vio histérica al no poder convencer a Antonio Hernando, del PSOE, de que debían pactar con ellos y que "el enemigo común" es el PP. ¿Qué pasaría si Sánchez se presentara a la investidura y obtuviera los votos a favor de Ciudadanos y de la parte de diputados del PP necesaria estrictamente para hacer esto posible? El pánico es auténtico, sobre todo después de pasarse toda la campaña diciendo que solo hay dos alternativas: un gobierno del PP o uno del cambio de PSOE y Unidos Podemos, descartando cualquier otra salida. 

Algunos medios hablan de que el gobierno que salga del 26j será de corta duración legislativa porque lo haría en minoría. Eso no conviene tampoco a España, necesitada de estabilidad política para poder acabar de salir de la crisis. Entender esto es de importancia capital para el futuro del país.

sábado, 18 de junio de 2016

GRIBALTAR Y LA INDESEADA VISITA DE DAVID CAMERON



Por Mirta Balea

La visita reciente del primer ministro inglés David Cameron a Gibraltar no ha sentado bien a las autoridades españolas, aunque hay que decir que la protesta ha sido moderada y no ha trascendido el marco de una intervención televisiva breve del presidente en funciones Mariano Rajoy.

Lo que quiero decir es que los despachos de Downing Street no han temblado y ni siquiera han respondido la queja. Cameron corría al peñón para solicitar el apoyo de los "llanitos" ingleses para que Reino Unido no salga de la Unión Europea si, como todas las encuestas indican, triunfa el exit en el referendo de remain o live convocado por él para el próximo miércoles.

Ningún primer ministro británico había puesto los pies en la Roca desde 1968, cuando lo hizo Harold Wilson. Todo el programa de mítines y encuentros se vio frustrado en esta ocasión y pudo rebajar la tensión -que ciertamente no se sintió- entre Reino Unido y España con la muerte de la parlamentaria Jo Cos, asesinada por un extremista y exaltado al grito de "¡Gran Bretaña, primero!".

Ambas potencias mantienen un contencioso sobre ese territorio desde hace tres siglos en que el tratado de Utrecht del siglo XVIII decidió que formaría parte de Inglaterra dentro de la jurisdicción española. España siempre ha pensado que Gibraltar le pertenece.


Algunos desaprensivos, como sería mi caso, podrían acusar al primer ministro de ser directamente responsable de haber provocado la muerte de Cox. Cameron ha seccionado el país al menos en dos ocasiones, dando pábulo a los extremistas y separatistas. Lo primero fue el referendo sobre la salida de Escocia del Reino Unido, que ganó por los pelos, y lo segundo, el referendo actual bautizado como brexit.

Viendo las imágenes con las entrevistas a testigos del asesinato me he enterado que el extremista le pegó a Cox antes de dispararla y luego acuchillarla en plena calle. Me devanaba los sesos porque todo indica que los viandantes se separaron o huyeron del escenario dejándola a merced de su verdugo y me preguntaba a dónde ha ido a parar en nuestras sociedades, la dignidad y el decoro y, sobre todo, el valor de enfrentarse a lo que está mal.

Elementos circunstanciales aparte, el contencioso sobre Gibraltar proviene de un simple acto de piratería del almirante Rooke. Por la historia sabemos que los ingleses instituyeron y desarrollaron esta forma de "pacificar" con cañoneras a territorios que se le resistían en el siglo XIX, cuando Francia entró en decadencia e Inglaterra ocupó su lugar en la rapiña del mundo. 

Los 6 kilómetros cuadrados de superficie gibraltareña se hallan sobre un peñón calcáreo de 425 metros de altitud, desde el que se domina totalmente el Estrecho y esta es al parecer su importancia estratégica por ser una vía para el comercio por mar, más que una base militar, que dejó de tener importancia en 1984.

El nombre de Gibraltar es inglés, antes se conocía como la Roca de Taric, un general moro, que la conquistó en el 725 y la retuvo en manos musulmanas hasta 1462. En esa fecha, fue incorporada a la Corona de Castilla. A los ingleses le vio la idea de quedarse con ella cuando el lord protector y fundador de la República, Thomas Cromwell, dijo que sería de gran ventaja para el comercio inglés. 

Las tésis de Cromwell se tradujeron en la Guerra de Sucesión, que estalló cuando Luis XIV intentó que los Estados Generales reconocieron los derechos de su nieto Felipe, duque de Anjou, rey de España, al trono francés. Los reinos europeos fueron contrarios a una alianza de esta naturaleza y en 1702, ingleses, holandeses y austríacos firmaron la Gran Alianza, a la que sumó después Portugal, contra el predominio de los Borbones.

El asedio inglés a Gribraltar dio inicio a mediados de 1702, con las cañoneras inglesas enfiladas a los españoles, que terminaron por rendirse. Los "llanitos" sobrevivientes tenían dos opciones y solo dos, irse, lo que hicieron algunos a la vecina San Roque, o reconocer el predominio de los Habsburgos sobre el peñón con un juramento de lealtad a Carlos III. El territorio comprendía en ese momento la comarca costera de la bahía de Algeciras. Rooke había tomado posesión de la plaza no en nombre del archiduque Carlos, a quien debía obediencia sino a favor de su graciosa majestad inglesa la reina Ana.

En el tratado de Utrecht se reconoció la conquista de Gibraltar, con la salvedad de que el dominio inglés no se extendería a las aguas circundantes del estrecho y habría dos dependencias, la inglesa y la española.

 "El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillos de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen [...] para evitar cualquiera abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías [...] dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra. Y como la comunicación por mar con la costa de España no puede estar abierta y segura en todos los tiempos, y de aquí puede resultar que los soldados de la guarnición de Gibraltar y los vecinos de aquella ciudad se ven reducidos a grandes angustias, siendo la mente del Rey Católico sólo impedir, como queda dicho más arriba, la introducción fraudulenta de mercaderías por la vía de tierra, se ha acordado que en estos casos se pueda comprar a dinero de contado en tierra de España circunvencina la provisión y demás cosas necesarias para el uso de las tropas del presidio, de los vecinos y de las naves surtas en el puerto. "

España no cejó por esto en su empeño de recuperar Gibraltar y puso el peñon en asedio en el siglo XVIII al menos en tres ocasiones. Con la paz de Versalles de 1783 entre Francia e Inglaterra, desistió de su reivindicación a favor de recobrar Menorca, la Florida, la costa de Campeche y Honduras.

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Una epidemia de fiebre amarilla en 1815 diezmó a los ingleses en el peñón y los españoles ofrecieron su ayuda y trasladaron a los enfermos para ser curados a una zona neutral dentro de su propio territorio, construyeron barracas y hospitales para atenderlos. Londres aprovechó esto para practicar su política expansiva y en 1908 levantó una verja cogiendo esa parte para separar aun más a España de la Roca. 
.En 1938, con la guerra civil en marcha, tuvo otra ocasión que no desaprovechó y construyó en el área neutral el Aeropuerto. 

El territorio tiene en la actualidad más empresas que habitantes, monopoliza el negocio del juego, el contrabando de todo tipo de mercancías, incluido el petróleo, suministra ilegalmente crudo a naves en alta mar, blanquea dinero y es un auténtico paraíso fiscal para las élites españolas. A pesar de que España ocupó un sillón en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas durante el mandato de Rajoy dejó pasar la ocasión de replantear sus demandas sobre el Peñón.

Gibraltar no ha dejado de ser nunca una colonia, y pasó como otras por un supuesto proceso de descolonización a mediados del siglo XX. El gobierno británico contrarrestó repoblando el territorio para legitimar su supervivencia como potencia colonial en las mismas barbas del organismo internacional. En una resolución, le habían instado a iniciar conversaciones con España, sin que se hablara de independencia en ese escrito..


La promulgación de una Constitución para la colonia en 1969 decidieron al gobierno de Madrid a aplicar el tratado de Utrecht y cerrar la verja, que se reabrió en 1985 con el gobierno socialista de Felipe González.

Desde entonces, el Peñón ha pasado de ser una base militar, reduciendo los ingresos por esa vía del 60% a un 7%,  para convertirse en un antro de narcotráfico, corrupción y otras lindezas. La política exterior de otro socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, trajo el desinterés por negociar la soberanía española y dio entrada como interlocutor al gobierno de Gibraltar sobre cualquier negociación de derechos sobre la colonia inglesa.

España no ha sabido o no ha querido defender su heredado contencioso sobre el Peñón, al menos no como lo hicieron los ingleses en los años 80 del pasado siglo cuando la junta mlitar Argentina quiso quedarse con las islas Malvinas, distante de Londres unos 10 mil kilómetros. El gobierno de Margaret Thatcher, apoyado en su revindicación por Estados Unidos (que aportó Inteligencia) y los chilenos, plantó cara a los generales golpistas y hundio el buque Belgrano para hacer valer sus derechos sobre el invadido por los argentinos, que tienen también su contencioso sobre el tema.

Thatcher, llegados a este punto y a pesar de herir el corazoncito de los pacifistas progres, hundió el buque al más puro estilo de las cañoneras del siglo XIX ante lo que Londres consideró un atropellos "de sus derechos".

El gobierno español, que tan "enojado" se ha mostrado por la visita de Cameron, podría haber cerrado la verja en signo de protesta, pero no lo hizo, porque aquí juega que España, al tener un ejecutivo en funciones, tiene una marcada debilidad institucional. Quizás Rajoy evaluó que Londres protestaría porque la acción no estaría protegida por los tratados europeos de libre circulación.

El tema de Gibraltar es muy complejo, como puede verse, y nadie tiene la varita mágica, que garantice una solución en un futuro inmediato. Quien sabe si el brexit podría traerla en caso de que los ingleses opten por salir de la Unión Europea. Pero como dije antes, Cameron está en un lodazal del que no sabe cómo salir, porque de darse esta contingencia, Escocia y Gales podrían plantear realizar sendos referendos porque ellos sí "se sienten europeos".

Personalmente, creo que Cameron decidió ambos referendos porque desde el inicio el ala más halcónica de su partido conservador pide su cabeza y él intenta mantenerla donde está ahora, líder de la formación. Tanto si el brexit saca a Reino Unidos del club europeo, en lo que necesitaran por un tiempo de sus buenos oficios porque el proceso tardará al menos dos años, como si se quedan, que hará de su liderazgo papel mojado, el primer ministro no lo tiene fácil.