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jueves, 3 de agosto de 2023

Una breve opinión sobre Israel y recientes cambios

 Israel aprobó el 24 de julio pasado una muy controvertida regulación, primera de una serie, que atenta directamente contra la separación de poderes del estado. En concreto, se ha puesto en riesgo la Justicia.

La nueva ley limita los poderes de la Corte Suprema, dando prioridad al gobierno si se siente amenazado por alguna de las decisiones del alto tribunal al que acusa de estar muy politizado. Permite también a los políticos nombrar a los jueces. 

Teniendo en cuenta que el estado-nación de Israel se define judío, carece de Constitución y en lo político es una democracia parlamentaria con un sistema pluripartidista y separación de los tres poderes y respeta el sufragio universal, la situación creada ha movilizado en su contra a todo el país, negado a cambiar su sistema, cuyo signo principal ha sido la cohesión interna en 75 años de historia.

El por sexta vez primer ministro Benjamin Netanyahu, de los líderes más poderosos de los últimos 20 años, ha logrado lo inimaginable:que desde el minuto uno cientos de miles de israelíes salieran a las calles a protestar contra sus planes de reforma del poder judicial. A nadie escapa, que este movimiento viene por la alianza de Likud con el Partido Sionista Religioso, integrado por el grupo del mismo nombre y Noam, contrario a la LGTBI, y el Otsma Yehudit, cuyo lema es borrar a  los árabes del planeta lo que NO resulta muy diferente en intenciones a Hamas y Hezbola, que abogaban por arrojar a Israel al mar.

Si se quita el poder a la Corte, caerá en manos del gobierno de coalición, facultado para anular las decisiones consideradas "irrazonables". Y todo se conseguirá echando por tierra la división de poderes.

La gente se ha echado masivamente a la calle para intentar parar la acción de un gobierno manejado por líderes religiosos y que no responden al sentir de la nación. 

Las entrevistas en vivo en las calles de diferentes puntos del país apuntan a un miedo cerval si se cae en una teocracia, que no tendría nada que envidiar a Irán. La situación ha llegado a que los reservistas, piedra angular del ejército, han amenazado con no presentarse al servicio, con el consiguiente peligro para las fronteras israelíes. De momento han  habido sólo amagos, pero la amenaza está en pie. 

Con esta brutal ruptura de la cohesión nacional, que ha caracterizado desde su fundación al estado-nación judío, se pide ahora también la renuncia de Netanyahu, quien aún está pendiente de ser juzgado por sobornos y abuso de poder desde la anterior legislatura, cuando una coalición de centro izquierda lo hizo caer y se convocaron elecciones. En estas lo reeligieron en noviembre del 2022 por aliarse con los extremistas religiosos y ahora tiene que abonar el peaje. 

Uno de los partidos de la coalición, hasta ahora marginales en la política israelí, El Otsma Yehudit tiene como lema "muerte a los árabes" y una política declarada de eliminar a todos aquellos que no comulguen con su radicalismo.

Viendo lo masivo de las actuales manifestaciones contrarias al fanatismo y al extremismo de estos partidos, a los que la alianza con el Likud de Netanyahu les proporciona entre 6 a 14 escaños parlamentarios, habrá que ver quién queda con vida en el país. Las manifestaciones no cesarán si no se da un paso atrás y ahora las medidas están dentro del proceso de ratificación.