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miércoles, 16 de enero de 2013

Mali: ¿dónde estaría de no haber intervenido Francia?






Por Mirta Balea



La frase que mejor define la intervención francesa en Mali la ha pronunciado el presidente Francois Hollande: el objetivo militar en el norte [...] es destruir a los terroristas. Ha asegurado además que no saldrán del país africano hasta que la seguridad quede garantizada.



A muchos le ha parecido un grito de guerra en boca del mandatario, de natural pausado en sus expresiones, y, sin dudas, lo es, en el estricto significado del postulado. Su decisión el pasado día 10 de acudir en ayuda del gobierno de Bamako ha sido política, aunque con un trasfondo de mentalidad colonial como apuntan sus palabras de que ningún otro país habría sido capaz de intervenir.



Hollande aspira también a dejar una autoridad legítima, una vez arrasados los terroristas, y que se abra un proceso electoral para brindar estabilidad política a Mali, donde los soldados franceses han sido recibidos con flores por una parte de la población



Los integrantes de los grupos islámicos radicales Ansar al-Din, Monoteísmo y Yihad en Africa Occidental (MYAO) y Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) contolan el norte de Mali desde junio pasado, cuando arrebataron ese territorio al Movimiento Independentista Tuareg (MNLA), que se había aprovechado del golpe de estado en el país para hacerse con la región, reivindicada por ellos desde hace medio siglo.



El MNLA quiere ser clave en la guerra. Su portavoz, Musa Ag Asarid, ha dicho que "la revolución independentista ha sido secuestrada por el terrorismo" y ha tendido la mano a Francia, con condiciones, como la de que el gobierno de Bamako negocie con ellos la liberación del territorio del norte al que llaman Azawad.



En una entrevista concedida a periodistas españoles, Asarid advirtió que nunca será como antes de junio del pasado año cuando se hicieron con la zona norte. El gobierno de Mali no lo recuperará si no se sienta a negociar con el MNLA, ha señalado.



Los islamistas radicales, por su parte, han amenazado a los franceses en "Africa y en Europa" por la incursión militar. Esto ocurrió durante la contraofensiva hace dos días en el oeste, cuando tomaron la ciudad de Diabali, muy cerca de Bamako.




Si se tratara de un torneo, las partes en pugna no estarían igualadas ni combatirían en  un escenario neutral como es de rigor. Los franceses son superiores en número y armas a los radicales islámicos, pero las cosas no siempre funcionan del modo en que se esperan, dada esta nueva realidad de guerra impuesta al mundo por los terroristas.



Combatirlos en su terreno, supone que un error en el intento de acabar con la insurgencia puede traer consecuencias desastrosas para Francia y para los propios malienses. Los terroristas aspiran a la victoria total sobre el país, quieren destruir las fuerzas enemigas, ocupar los centros de poder y gozar de la ventaja de la iniciativa para imponer su voluntad. No se conforman con defender lo que ya tienen, quieren avanzar en la geografía fuera de sus propias bases.



No hay que ser militar para entender que la preponderancia de la fuerza es clave en el ataque. Los terroristas parecen haber creado un riesgo aceptable ante la disparidad y concentran a sus efectivos para hacer frente a los franceses, que recibieron hace dos días el espaldarazo de las Naciones Unidas y de la Organización del Atlántico Norte, aunque esta última no se haya querido comprometer de forma directa en el conflicto.



Los sondeos de opinión le daban a Hollande el respaldo del 63% de la población a la intervención en Mali, justo cuando el avance terrorista sobre Diabali tenía lugar y los franceses afirmaban controlar el noroeste. Al gobierno de Paris no le quedó otra que admitir que los extremistas islámicos están "fuertemente armados y bien organizados".



Al liderar en Mali la ofensiva contra la insurgencia islamista, Hollande ha asumido un importante riesgo político, que se apreciará mejor cuando pase el entusiasmo de las primeras horas y comiencen a llegar los cadáveres de los soldados muertos en combate o incluso se conozcan las bajas malienses o pueda darse un atentado en suelo francés.



Para dificultar cualquier acción de este tipo, el gobierno en Paris ha reforzado la vigilancia de sus fronteras y aumentado el nivel de alerta policial y social, aunque hay que apuntar que en la última década más del 85% de las víctimas de los yihadistas han sido musulmanes, acusados por los salafistas de apóstatas, que merecían morir.




La celebración en noviembre del 2011 en Argel de una reunión del Grupo de Trabajo del Sahel, en el marco del Foro Global de la Lucha Antiterrorista, hizo crecer la alarma sobre el fortalecimiento de las fuerzas islamistas radicales en esa zona por el paradero desconocido de armas utilizadas en la guerra de Libia. Se apunta la existencia en especial de misiles tierra-aire, que oscilan entre tres mil a diez mil unidades, junto a un abanico de armas autopropulsadas, que constituyen una amenaza real.



Sahel es la región integrada por Argelia,  Mali, Mauritania y Niger y que tiene en la ciudad argelina meridional de Tamanrasset el Comité de Estado Mayor Operativo Conjunto, objeto de un atentado de AQMI el 3 de marzo del pasado, con un saldo de 23 heridos. El activismo del islamismo radical se mantiene en Argelia, aunque se aprecie una reducción en su cadencia y su capacidad letal.



El ministro francés de Defensa ha agradecido la colaboración de Estados Unidos y Canada, que han cedido aviones, y a los socios europeos por facilitar en especial material militar, logístico y sanitario. Hay ofertas concretas de Alemania, Reino Unido, Dinamarca y Bélgica en esta dirección y la reunión de este jueves en Bruselas de la Unión Europea podría derivar en más apoyo.



Las tropas francesas esperan el despliegue de la fuerza africana formada por soldados de Togo, Niger, Nigeria, Burkina Faso, Benin, Senegal, Guinea, Ghana y Chad, en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas para este tipo de intervención unilateral, y que combatirán junto a los casi 2,500 franceses a desplegarse pronto en Mali. Hasta ahora se han movilizado 1,700 de los ejércitos de tierra, mar y aire  y hay unos 850 operativos en el país africano.



Hollande se ha preguntado ¿dónde estaría Mali de no haber tomado la decisión de intervenir? De momento su país está solo, en tanto no se constituya el contingente africano previsto, para respaldar al maltrecho ejército maliense en su lucha contra los radicales y la contención de los radicales aparece de momento algo lejana.

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domingo, 13 de enero de 2013

Venezuela: el momento de la verdad





Por Mirta Balea




El gobierno venezolano ha iniciado una represión desmedida en las últimas horas mediante los servicios de inteligencia (SEBIN) y la policia con un denominador común: la detención en sus propias casas de personas sospechosas de no simpatizar con la política del presidente Hugo Chávez.



Los detenidos, en su mayoría jóvenes, fueron golpeados y amenazados por las fuerzas públicas. Sus nombres figuran en listas suministradas a la policía por las juntas comunales, una imitación de los Comités de Defensa de la Revolución de Cuba.



La represión, más cruenta que en otras ocasiones, pretende intimidar a la oposición política, que ha convocado para el próximo día 23 una manifestación de protesta por la reciente decisión de la Asamblea Nacional de refrendar la incomparecencia del presidente al juramento de su cargo como marca la ley. Los partidos  opositores consideran que las razones parlamentarias deberían haberse sometido al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y se espera que la convocatoria marque el espíritu democrático del pueblo venezolano y su defensa de los derechos humanos.



El gobierno venezolano, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y organizaciones políticas aliadas se anticiparon a la concentración opositora el pasado día 10  para hacer una manifestación pública de apoyo a Chávez y a la decisión del parlamento de prorrogar su juramento como mandatario electo de la nación. El acto resultó multitudinario y no deja lugar a dudas del carisma y trascendencia del presidente in absentia y del que nada de sabe oficialmente desde que viajara a La Habana para ser operado por cuarta vez de un cáncer pélvico.



La Asamblea Nacional, controlada por las fuerzas "chavistas", aprobó por mayoría posponer el juramento presidencial tras haber sido reelecto en octubre pasado. Uno de los principales contrincantes, Henrique Capriles Radonsky,  estima que la decisión debió someterse al TSJ, para que se fijara una posición legal clara sobre la salida más conveniente a la situación creada de práctico desgobierno.



De acuerdo a la Constitución, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, debía asumir las funciones, pero Chávez, antes de su partida a La Habana, dejó al frente del gobierno al vice-presidente Nicolás Maduro, aún cuando no le correspondía a él tomar tal decisión. Pero algo habrá aprendido de su admirado Fidel Castro, quien durante la guerra en Angola, en la que participaban tropas cubanas, dejó a Cuba sin gobierno durante medio año y no pasó nada.



En fecha posterior, Castro informó de su decisión personal de atender prioritariamente las "estrategias" de guerra del país africano ante las cámaras de la televisión cubana como si fuera la cosa más natural del mundo. Una situación así solo puede darse en las dictaduras, donde el control es inexistente o escaso y el parlamento no pinta nada en la ecuación.



La figura de Maduro es para  Chávez la idónea  puesto que el personaje ha "madurado" bajo su ala protectora, carece de carisma, pero le parafrasea y asume sus palabras como propias, al igual que haría un clon, que carece por sí mismo de discurso. Este no es el caso de Cabello ni del ex-vicepresidente y miembro del Consejo de Estado, José Vicente Rangel. Un dato ha tener en cuenta es que ninguno de ellos supera en las encuestas un 4% de apoyo popular.



Diosdado y Rangel esperan el pistoletazo de salida supuesto tras la muerte de Chávez, que muy bien podría haber tenido lugar ya en vista de la falta de noticias sobre su estado de salud desde La Habana bloqueadas por el propio presidente Raúl Castro.



Todo augura que la euforia y la decepción serán corrientes en un canal estrecho cuando cambie la marea. Chávez no es ahora poco más que un motor quedándose sin gasolina hasta que pare y la parada se augura muy próxima. La política venezolana en la actual situación, como sucede en el baloncesto, tiene sus delitos sutiles y sus revanchas ocultas,  en una arquitectura de campaña en la que la colocación  del jugador resulta tan importante y reveladora como la velocidad.



La oposición cree que lo que está ocurriendo es un golpe de Estado encubierto, a lo que la maquinaria "chavista" respondió por boca de Maduro el pasado jueves durante la manifestación. Alertó entonces, dándole la vuelta al calcetín, de que otros partidos tengan la tentación de caer en el "golpismo" porque se podrían tomar acciones legales "contundentes". Ante la represión desatada poco después, se espera el plan de contingencia de las fuerzas armadas encargado por el Partido oficialista "para garantizar la paz ciudadana" y que podría resultar una ocupación militar del país.



Las Milicias Bolivarianas, creadas por Chávez para reprimir in situ a los disidentes de forma paramilitar, como en los buenos tiempos de las dictaduras militares del cono sur americano en los años 70 del pasado siglo, están prestas a actuar en la manifestación convocada para el día 23 de este mes por la oposición política, si la represión y amenazas no surten efecto.



La manifestación pro-Chávez contó, no solo con la participación de miles de personas, sino también con la de los presidentes de Uruguay, José Mujica, y de Bolivia, Evo Morales, junto al ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, Ricardo Patiño. Se firmó además una Declaración de Caracas por los representantes de más de 20 países latinoamericanos, entre estos, los asociados a Petrocaribe y la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA).



La Declaración sirvió de espaldarazo para Maduro al alertar que "la salud de Chávez no debe servir de pretexto para atentar contra las instituciones democráticas", como si existiera un peligro real e inminente de un golpe de Estado por parte de la oposición. Nadie mencionó que el presidente lleva sin ser visto en público desde el 8 de diciembre, ni que la Iglesia católica y las fuerzas opositoras han pedido que una comisión mixta viaje a La Habana para determinar el estado real del enfermo.



La preocupación por el futuro del país es compartida por los gobiernos de Colombia, México, Chile y Brasil. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos podría en cualquier momento pedir a la Organización de Estados Americanos (OEA) la aplicación de la Carta Democrática Interamericana por la que solo podría calificarse de democrático un Estado en el que el presidente haya accedido al poder por la vía electoral. Esto no contradiciría en lo más mínimo la reelección de Chávez sino que cuestionaría la autoridad de su heredero.



Desde el jueves pasado se ha instalado en Venezuela un nuevo período constitucional que viola claramente esta cláusula, aun cuando se aprecie una cierta intimidad erótica entre la política de Chavez y los sectores más desfavorecidos de la sociedad, que -paradójicamente- cada vez son más pobres a pesar de los 14 años de permanencia en el puesto del susocicho.



La muerte de Hugo Chávez -que, repito, podría haber tenido lugar ya, pero que resulta seguro deberá anunciarse en fecha muy próxima- será el canto de un violín solitario. Nada de guitarras de heavy metal como música de fondo, ni que se pueda oir el riff del instrumento en un acorde lejano. No hay motivos para emocionarse ante el fin.


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