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lunes, 18 de julio de 2011

España: nuevo Gobierno, mismos problemas.

El presidente Zapatero en el Congreso.


Por Mirta Balea


El presidente español José Luis Rodríguez Zapatero anunciaba cambios  ante la tribuna del Congreso, sujeto a todas las miradas. De haber sido un César, habría levantado el brazo derecho con la palma de la mano hacia afuera para asegurar con el gesto que se trataba de un augurio propicio, antes de dar a conocer ese nuevo acto de su Gobierno.


Acababa de blindar al Ejecutivo con una remodelación, mucho más importante que las ocho anteriores entre sus dos mandatos consecutivos, porque esta vez lo hacía para aguantar hasta las elecciones del 2012.


Han sido cambios mínimos, aunque imprescindibles tras la salida de su número dos: Alfredo Pérez Rubalcaba, que abandonaba los cargos de Vice-presidente, ministro del Interior y portavoz del Gobierno para dedicarse por entero a su candidatura por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).  Han sido solo tres, pero esos leves movimientos han traido consigo dos especulaciones básicas.


Unos creen que no habrá adelanto electoral, como viene pidiendo la oposición, encabezada por el Partido Popular (PP) ( la otra importante fuerza política de ámbito nacional) y están los que piensan que en otoño se romperá la baraja y el presidente anunciará su dimisión para abrir paso a las urnas.


Tras el vuelco a la derecha con el PP como el más votado en las elecciones municipales y autonómicas del 22 de mayo último, la izquierda en el poder se ha mostrado sectaria y complaciente consigo misma, sin que le hayan faltado críticas de parte de otros grupos por esa actitud displicente. Ni siquiera Zapatero ha esbozado un mea culpa ante unos resultados que han teñído de azul el mapa español. El Ejecutivo se ha limitado a cargar tintas sobre otros y se ha justificado con que la crisis es mundial, a pesar del dato avasallador de cinco millones de parados, uno de los índices más altos de la Unión Europea (UE).


Rubalcaba, en su primer discurso como candidato, ha prometido que, si gana las elecciones, se centrará en cuatro aspectos de la situación actual: creación de empleo, economía, igualdad y la reforma del sistema electoral. Todo un guiño al Movimiento 15-M, surgido poco antes de las elecciones del día 22, y que hizo vibrar al país durante varias semanas. Su travesía actual por los diferentes muncipios, convocando asambleas, se mantiene en las páginas de algún que otro periódico, pero el momento de gloria parece haber pasado.


La indignación popular ha sido legítima y de uso en una democracia. Los participantes han denunciado la forma en que algunos políticos entienden su trabajo y  la corrupción en la vida pública. Los preocupados por el estado de cosas han resultado en su mayoría jóvenes profesionales o cualificados, que desean trabajar y no pueden. El Fondo Monetario Internacional (FMI) les ha llamado con cinismo la generación perdida, en un efecto recencia, en el que ha olvidado que los jóvenes han impulsado siempre los cambios y no son una masa pasiva y sometida.


Esto no significa que todo lo que ha dicho y hecho ese Movimiento haya estado bien o acertado. Les ha faltado respetar la ley, en algunos casos, y escuchar la opinión de otros.  Lo primero que deberían haber tenido en cuenta en sus reivindicaciones económicas, honestas, pero viscerales, habría sido que ningún país puede prescindir de los mercados ni de la financiación para avanzar  en la aldea global y, nos guste o no, una parte de los impuestos debe destinarse al pago de la deuda externa para mantener un mínimo de credibilidad frente a otras naciones.


Viéndolos manifestarse, pensé que, si el máximo dirigente de Izquierda Unida, Cayo Lara, irrumpía ante las cámaras para afirmar que su agrupación coincidía en el 90% con las propuestas del Movimiento, mal le iría a España en caso de que pudiera tomar las riendas de la Administración, porque veríamos entonces una actuación irresponsable o un desmentido a sí mismo.


Pero en democracia todo puede intentarse y desde el Congreso, esta parte de la izquierda nacional, que ganó un 1.4% de votos en las pasadas elecciones locales, podría mover algunas sillas, en alianza con otras fuerzas.


Muchas de las propuestas del Movimiento 15-M habrían resultado sensatas en circunstancias ideales, que no son las del país en estos momentos. Han pedido el restablecimiento del subsidio de 426 euros para los parados y la contratación de personal sanitario adicional para acabar con las listas de espera en los hospitales, entre otras acciones. Dardos directos al corazón del gasto público y, sencillamente, inasumibles.


Dicen que los diputados en las Cortes no los representan, pero 20 millones de votos parecen desmentir su clamor. Las propias consignas, muchas expuestas por radicales y anti-sistemas en ocasiones anteriores, como la que reza el pueblo unido, jamás será vencido, son calcadas de las lanzadas por el régimen de Cuba cuando convocaba a la Plaza de la Revolución a la ciudadanía para protestar contra "el imperialismo yanqui". O la que portaba un veinteañero casi oculto por una caja de madera durante la sentada de la calle Sol, en el centro de Madrid, con las palabras de Ernesto Che Guevara en su testamento político ¡hasta la victoria siempre! más apropiadas para una guerra que para una simple protesta.


Nunca he entendido por qué algunos jóvenes dejan de mirar al futuro para contemplar con añoranza un pasado, que no vivieron y del que no tienen ni idea.


En la sección La jungla, del diario La Razón, el columnista José María Marco resumió todo lo ocurrido con el Movimiento, en especial en los últimos días de las acampadas en diversas ciudades del país, de la siguiente manera: Más que nada, quedó claro que el movimiento de la indignación es una pelea interna por el alma de la izquierda...(que) no sabe cómo gestionar la crisis con fórmulas propias, ni sabe cómo oponerse a quienes la gestionan con fórmulas no de izquierda.


Es duro que el colofón de una protesta de tal envergadura e importancia, que en principio pareció que daría nuevos bríos a la vida política y social  española, tenga que ser lo que el periodista Marco ha definido en su nota. Nadie tiene dudas que grupos de radicales anti-sistema se han movido como pez en el agua entre los indignados y estuvieron en primera fila cuando la ley fue vulnerada en Barcelona. Piquetes de manifestantes agredieron a los diputados frente al Parlamento, por lo que están siendo procesados en estos días. Otro de los grupos impidió que resultara arrestada una activista pro-etarra.


¿Quién podría negar a estas alturas de la película que Zapatero ha sido la criptonita del PSOE y de la izquierda española en general? Por esta razón resulta poco menos que desconcertante que la Ejecutiva del partido mantenga su fe en que el mismo Gobierno resolverá los problemas, algunos creados por el propio presidente y no solo en el ámbito económico.


Cartel de campaña de Rubalcaba

El más grave y reciente ha sido la entrada en las instituciones políticas del País Vasco de Bildu, una coalición de partidos en la que figuran personajes comprometidos con la organización terrorista ETA para cumplir con una promesa hecha por Zapatero al presidente del Partido Nacionalista Vasco (PNV) en busca de apoyo parlamentario. Gobiernan la Diputación de Guipúzcoa, el Ayuntamiento de San Sebastián y decenas de consistorios y aún se espera más.


El diario La Razón avanzó en su número de hoy que el Tribunal Constitucional legalizará igualmente a Sortu, otra formación pro-etarra, antes de las elecciones generales y cimentará su decisión en el propio fallo sobre Bildu, cuya victoria ha festejado ETA en su último comunicado. La Audiencia Nacional ha fallado además que no sancionará la exhibición de fotos de terroristas durante las fiestas en Bilbao. Los cientos de muertos españoles en atentados y otros crímenes de la banda han pasado a formar parte de un destino manifiesto de olvido.


ETA ha demostrado sobradamente su voluntad de mantenerse vigente, sigue adquiriendo armas y financiándose con actividades ilícitas y con la entrada de Bildu  a las instituciones dispondrá de hecho de 800 millones de euros en caso de apuro y de todo un arsenal de documentos de los archivos de los diversos municipios. ¿Alguien puede creer que esto será reversible en un futuro próximo como ha dicho el PP al anunciar que impulsará, si llega al Gobierno, la ilegalización de la coalición y la destitución de sus cargos públicos por vínculos con banda armada? Va a ser que no. El PSOE les ayudará en el cometido con el impulso, por parte de la Fiscalía, de su definitiva legalización.


La socialdemocracia ha lanzado por la borda todos sus ideales políticos en Europa para seguir en el poder, aunque en algunos casos no le haya valido de nada. Su electorado ha optado por girar a la derecha, en el peor de los casos a la extrema-derecha, o se ha refugiado en la abstención. Si no se enfrasca pronto en reformas de calado sobre su visión del mundo, para lo que no valen ya las desfasadas consignas de ¡proletarios del mundo, unios!, perderá el poco suelo que le queda.


Sin proyecto, sin programa, la izquierda europea no ha sabido asimilar los cambios registrados en el mundo en los últimos años, como ha sido la desaparición de las viejas y antagónicas relaciones de clase a favor de nuevas estructuras sociales, propiciado todo de manera importante por esa nueva tecnología que nos inunda, llamada Internet, y que no solo sirve para convocar a los indignados. La línea que separaba antes nítidamente a una ideología de otra se ha ido disolviendo con el tiempo y ahora prima en las decisiones y en los programas la economía, cuya marcha es lo que permite o no comer a la gente.


El PP ha empezado a jugar fuerte, dando pasos importantes para sanear las economías de los municipios y autonomías en las que gobierna. La herencia del PSOE, solamente en Madrid, alcanza los 842 millones de deuda de los municipios Alcorcón, Aranjuez, Collado Villalba, Getafe, Leganés, Coslada, Pinto, Torrejón de la Calzada, Humanes, Daganzo, Loeches, Mejorada del Campo, Camarma, Cercedilla, Villaconejos, Colmenarejo, Paracuellos del Jarama, Carabaña, Pozuelo del Rey,Valdeavero, Villarejo de Salvanés, Cadalso de los Vidrios, Talamanca del Jarama y Patones.


Los cito todos por si alguien tiene dudas de lo que han perdido los socialistas en la capital del reino, no digo ya en el resto de España. Los proyectos novedosos que el PP podría traerles, empero, quedarán aparcados de momento hasta que se recuperen las arcas locales, ahora en números rojos por la mala gestión de las autoridades precedentes. La derecha está dispuesta a demostrar que, dentro de la crisis, se puede controlar el gasto y mejorar económicamente. Para esto ha puesto coto a los excesos en el presupuesto, recortado el número de cargos públicos y de prebendas y ha limitado las subvenciones a los partidos, sindicatos y empresarios.


El dispendio local es uno de los problemas más acuciantes para la economía española, según han confirmado informes de la UE, el FMI y las agencias calificadoras de la deuda. Un arma con aristas que podría herir por rebote a los populares si, como ha dicho Zapatero, se llega a agotar la legislatura, porque se podría culpar a los nuevos administradores de lo que aún resta por llegar.


Comparar lo feo que está esto ahora, con lo feo que se va a poner es como hacer terrorismo financiero. El anuncio de la remodelación gubernamental tuvo lugar el mismo día en que la prima de riesgo de España tocaba máximos históricos, 300 puntos básicos, con el bono en un 6%. Medios periodísticos afines al Ejecutivo hablaban del tema económico, pero resaltaban sobre todo con cuatro y cinco páginas de reportajes y entrevistas los "profundos" cambios acometidos por el presidente, como si fueran a librar al país de todas las penurias.


Rubalcaba, el fichaje para presidente de la socialdemocracia española, ha construido siempre un discurso inteligente,  a pesar de sus deficientes dotes de orador para lo que le haría falta un poco más de voz y le sobran gestos. Tiene una amplia experiencia en labores de partido y de gobierno, primero con Felipe González y después con Zapatero, y esto se refleja en lo que dice y cómo lo dice. Ha habido una interrupción cuando los populares gobernaron durante dos períodos con José María Aznar.


La propia experiencia del candidato podría resultar  su talón de Aquiles, puesto que ha estado envuelto en las decisiones de los últimos treinta años en el país, algunas acertadas o no y otras, como mínimo, cuestionables. Un bagaje que lo acompañará en toda la campaña porque los medios afines a los populares se encargarán de ello.


Uno de los temas más preocupantes ha sido su permisiva actuación como ministro del Interior en el caso de una causa en proceso en la Audiencia Nacional, que involucra a miembros de la Policía y la Guardia Civil en un chivatazo a un grupo de etarras en el bar Faisán para que pudieran huir antes de que las fuerzas del orden vascas llegaran al local. La opinión generalizada es que la acción tuvo que ver con las negociaciones en marcha en aquellos momentos del Gobierno con ETA para una nueva tregua.


El PP, que nunca ha dejado de presionar al Gobierno por el caso Faisán, ha visto una brecha para aplicar el concepto de responsabilidad política sobre el ex-ministro del Interior tras la resolución de la Audiencia Nacional ordenando el procesamiento de tres altos cargos de la lucha anti-terrorista, entre ellos el ex-director general de la Policia  y la Guardia Civil, Victor García Hidalgo.


La petición tendría mayor peso si el líder de los populares Mariano Rajoy hubiera exigido responsabilidades iguales a Francisco Camps, re-elegido presidente de la Generalitat Valenciana el pasado 22 de mayo, sin que su jefe le impidiera presentarse a pesar del escándalo de corrupción del que se le hacía cómplice, y que, finalmente,  lo sentará en el banquillo, según se ha conocido en estos días.


Rajoy ha preferido el silencio hasta el día de hoy. aunque tendría que haberse pronunciado con la misma convicción con que lo hace contra el Ejecutivo e impedir así que la prensa utilice el tema para poner en cuestión su honestidad.


Rubalcaba ha sacado también la artillería como defensor de las listas abiertas y ha prometido cambiar la Ley Electoral, si bien él mismo es producto de un "dedazo" del presidente Zapatero, quien le colocó la corona de candidato. Otra ley, que ha dicho cambiará, es la de Educación, cuya aplicación ha colocado a España en la cola de Europa y que viene de su etapa de ministro con González.


Podría clavar las espuelas a los ricos- según ha dicho- con la resucitación de la Ley de Patrimonio, que el Gobierno de Zapatero, al que ha pertenecido hasta ahora, había suprimido. Su meta como candidato irá, sin embargo, mucho más allá de la simple retórica de la que hacen gala todos los políticos  para captar votos. Se constituirá en plenipotenciario de los socialistas para evitar que las urnas en 2012 le otorguen la mayoría absoluta a Rajoy y para ésto necesita tiempo, que tendrá si, finalmente, como ha dicho una y otra vez el jefe del Ejecutivo, no se adelantan los comicios.


Pero lo que le permitirá realizar una labor de zapa para impedir al PP llegar con el trabajo hecho a La Moncloa, podría actuar tambien en su contra porque, tanto si las elecciones tienen lugar antes de que finalice el año como si se hacen dentro de nueve meses, los errores reflejados en su historial político son imborrables. Ha formado parte del sistema de poder desde la instauración de la democracia hace  décadas y en esa travesía se ha obligado a transportar muchas maletas, algunas con secretos.

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