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domingo, 2 de febrero de 2014

CELAC o el pensamiento cautivo






Por Mirta Balea

La II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), realizada esta semana en La Habana, ha resultado para el país anfitrión un éxito político y diplomático, a pesar de la clara violación de las libertades y derechos humanos obrada ante las narices de los asistentes.

Unos 250 activistas y líderes opositores fueron confinados en sus casas para cerrarles la boca y el pasado día 28, natalicio de José Martí, prócer de la independencia, un grupo de 30 personas, que se dirigían al parque homónimo para celebrarlo, fueron detenidas por varias decenas de uniformados. 

Se desconoce el paradero hasta hoy de al menos trece de estos ciudadanos, detenidos como el resto sin armas de tipo alguno.

Todo esto tenía lugar cuando se reunían 31 - de los 33 posibles- presidentes o representantes de países miembros de la CELAC. Al regresar a sus casas, seguirán constatando por la prensa la violación de los derechos humanos y las libertades civiles del gobierno encabezado por Raúl Castro.

De la cumbre habrá que sacar una primera reflexión y es que para estas personalidades la oposición o la disidencia dentro de la isla -algunos de cuyos miembros han cosechado premios internacionales por la defensa de los derechos humanos- resulta un abseso infesto para la dictadura, a la que ellas tenían que reforzar políticamente con un silencio ominoso.

El único encontronazo de interés en un encuentro transcurrido en la más absoluta sintonía ha sidola discusión con Raul Castro del del primer ministro de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonsalvez, quien habló de "violación de los derechos humanos" porque el Tribunal Constitucional negó la nacionalidad cubana a dominicanos de origen haitiano residentes en la isla.

La presidenta Dilma Rousseff aprovechó  su estancia en La Habana para inaugurar un megapuerto en Mariel a cargo de la compañía brasileña ODEBRECHT, con un costo de mil 92 millones de dólares. Para celebrar tan augusta ocasión, fueron transportados pollos procedentes de Estados Unidos, destinados posiblemente a alimentar a los asistentes a la cumbre de la CELAC.

Amnistía Internacional llamó a los participantes en ese foro internacional a reclamar el cese de la violación de libertades civiles y políticas y derechos humanos en Cuba y el Departamento de Estado norteamericano denunció la cacería de brujas contra los disidentes, privados de su derecho a manifestarse.

A pesar de que la Comisión pro Derechos Humanos y Reconciliación Nacional de Cuba envió cartas a Brasil, Argentina, Venezuela, México, Uruguay, Paraguay, Nicaragua, República Dominicana, Haiti y Costa Rica para sostener un diálogo con sus representantes en La Habana, solo este último país lo hizo con el presidente de la referida organización, Elizardo Sanchez Santa Cruz.

Tal vez la representante  de Costa Rica tenía en mente la presidencia pro tempore de su país durante 2014, en sustitución de Cuba, y deseaba dar la impresión de que esa nación, de tradición democrática, es capaz de escuchar a todos por igual.

Los jefes de Estado de El Salvador y Panamá estuvieron ausentes. El primero por problemas de salud y el segundo en protesta por la manipulación cubana de la crisis de las armas transportadas a la isla por un buque norcoreano, retenido hasta hoy en aguas panameñas por violación de normas internacionales que obligan a declarar la carga sin mentir.

En el comunicado final, no faltó el rechazo al bloqueo, hablar de América Latina como "zona de paz", de la no injerencia de sus países en los asuntos internos del resto, incluso en lo referente a "elegir su propio sistema de gobierno", y a denunciar la pobreza y la desigualdad en el hemisferio, de lo que Cuba es un buen ejemplo de esto último.

Porque cuando se habla de desigualdad no solo hay que mirar hacia el abismo que separa a ricos y pobres en América Latina y otras regiones, sino a la interna de cada país cuando unos tienen que someterse a la voluntad de otros sin rechistar.

Cuba ha jugado un importante papel en el diálogo por la paz entre el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y la narco-guerrilla de las FARC, de ahí la mención de apoyarlo en el comunicado final.

Ban Ki-Mon, secretario general de la ONU y uno de los invitados a la Cumbre, se limitó a recordar a las autoridades cubanas que deben ratificar los convenios firmados sobre Derechos Políticos y Civiles y de Derechos Económicos, Sociales y Culurales de la asociación internacional.

Sobre lo que estaba ocurriendo en ese mismo momento, en que más de 200 personas estaban siendo abiertamente impedidas de ejercer tales derechos, el representante internacional no dijo ni mú.

Al pasar de puntillas sobre los derechos humanos y las libertades civiles y políticas, los participantes en la Cumbre de la CELAC, incluido también el invitado secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Manuel Insulza, han posibilitado a la dictadura mimetizarse entre los estados democráticos de América Latina, logrando que los hechos se justifiquen con apariencia de virtud.

Para Insulza no hay incompatibilidad entre la OEA y la CELAC, aunque el sueño de algunos miembros de esta última ha sido sustituir a la primera como única representante latinoamericana. Tampoco considera imposible que Cuba regrese al seno de la organización continental de la que fue expulsada en 1963 por razones aún vigentes.

Lo que ocurre es que Raúl Castro no tiene de momento entre sus planes este regreso al seno de la OEA, condicionado por él mismo a que Estados Unidos deje de meter "las narices" en América Latina.

Los profesionales de la política dirán que son acercamientos y reconocimientos pragmáticos de las partes para dar espacio a la dictadura a realizar un cambio hacia la democracia, un paso que Raúl Castro ha descartado más de una vez por considerar que el actual sistema en la isla lo es. 

Los representantes de tantos pueblos han colocado la carreta delante de los bueyes, olvidando de paso que un régimen como el cubano nunca abrirá las puertas a un sistema en el que la gente pueda elegir libremente entre varias opciones políticas, los ciudadanos puedan protestar y la prensa esté en condiciones de hacer su trabajo compatible con la libre expresión de las ideas.

Lo que no olvidaron los asistentes al foro de La Habana fue hacer un minuto de silencio por el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, quien puso en marcha en 2011 la CELAC, y mencionar su "trayectoria humanitaria" (que ya no democrática) en el documento final. Hubo incluso problemas para pactar esta simple frase.




Países como Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina, integrados a otra iniciativa de Chávez, el grupo ALBA, se han etiquetado por la prensa como socialismo del siglo XXI.

Ser socialistas del siglo XXI, en el trono de jefe de estado o de gobierno, significa hacer leyes para mantenerse en el poder, aprovechando una mayoría parlamentaria, normas que amordacen a la prensa para que no haya voces en contra de todo lo que están legislando, y dar caza sin tregua a la oposición, encarcelar a sus miembros o en algunos casos hasta matarlos "accidentalmente".

A estos personajes les ha ocurrido como a Fidel Castro, que en principio habló de paz y justicia social y en cuanto el medio no respondió como quería cambió de registro y comenzó a exigir a la sociedad que se adaptara a él.

Resulta indudable que el aislamiento de Cuba ha comenzado a desvanecerse. Un ejemplo es haber escogido el último día de sesiones de la cumbre en La Habana para lanzar desde Europa la información oficial de que será revisada la Posición Común de la Unión Europea sobre Cuba.

Esta noticia, nacida de las conclusiones de un grupo de expertos, que se sabía de antemano lo que dirían, y que con toda seguridad se hará firme el próximo 10 de febrero durante la reunión de los ministros del Exterior de la UE, se demoró a propósito hasta ver cómo transcurría la cumbre de la CELAC.

Cuando escucho noticias como esta, en la que los expertos sientan las bases de una resolución, que será aprobada sí o sí, después de muchos conciliábulos, me gustaría vivir en la época de Eneas y acompañar a este en su descenso a los infiernos solo para ver muy de cerca su audiencia con Minos.

Cuba carece de acuerdos económicos con la UE, pero está incluida en el régimen general del sistema de aranceles comunitario destinado a prestar ayuda al desarrollo de los países pobres.

De aprobarse el nuevo marco de relaciones, a pesar de que no existen indicios de un movimiento del régimen hacia la instauración de la democacia como se venía pidiendo desde 1996, podría darse un acuerdo de asociación para permitir inversiones de empresas de países miembros del Club de los 28, que, como México, luchan por no dejar que Brasil les coja la delantera.

Venezuela, un socio económico preferente, ha dejado de serlo porque el gobierno de Caracas está en situación precaria y la oposición interna se ha movilizado contra el heredero de Chávez, Nicolás Maduro. Aun así sigue siendo su principal socio comercial.

Cito a México porque fue su presidente Ernesto Zedillo quien cuestionó, en la I Cumbre de 1999, el respeto a las libertades y a los derechos humanos de Cuba, lo que congeló unas relaciones que se desarrollaron hasta entonces durante décadas sin cortapisas.

El actual jefe de estado mejicano Enrique Pena Prieto inició el último día de la cumbre una visita oficial de cuatro horas para recomponer esas relaciones. Antes había tenido un importante gesto de acercamiento al condonar en noviembre pasado la deuda cubana con el país de los aztecas en el 70%.

El pasado no puede ganarse, es indemne, ni siquiera se le puede aplicar la pena capital o la perpetua -me dijo en cierta ocasión un amigo-, pero tampoco se puede viajar dentro de sus recuerdos como si fuese solo el eco de héroes y tumbas.

Cuando se estudia la Revolución Francesa en la Cuba de los hermanos Castro nos encontramos conque la declaración que surgió de ese tremendo acontecimiento histórico sobre los Derechos del Hombre y del Ciudadano resulta "encomiable", en tanto que el Terror desatado después fue debido a que "aquellos buenos revolucionarios" se vieron abocados por las circunstancias a olvidarse de las libertades.

Los progresistas suelen confundir la educación con la propaganda. Y es así que vemos en la enseñanza cubana sobre la Revolución Francesa y otros hitos históricos el atisbo del proyecto de la propia dictadura cubana en el cual se unen depuración social e ideológica.

Algunos de los mesiánicos líderes latinoamericanos, que han impulsado con mucha eficacia -también hay que decirlo- la imagen de Raúl Castro como alguien favorable al diálogo y al cambio, sienten verdadera fobia por la oposición y disensión en sus propios países y desearían disponer ellos también de la capacidad de realizar un cierre similar al que con éxito practica la dictadura a la que tanto admiran.

Esa es la razón de que en su discurso inaugural, el menor de los hermanos Castro, se atribuyera el derecho a hablar de los llamados centros de poder que "no se resignan a haber perdido el control de la [...]región, ni renunciarán a los intentos de cambiar el curso de la historia [...]para recuperar la influencia perdida y beneficiarse de sus recursos".

Al poner esta etiqueta, ha podido eludir referirse al monólogo permanente del régimen con sus ciudadanos y que la hostilidad y la tensión han constituído las bases del sistema impuesto a la isla para sobrevivir como feudo particular de los Castro.

Con la entrada de Fidel Castro y "sus barbudos" en La Habana, en enero de 1959, murió el debate democrático en Cuba. Desde entonces lo único que ha conseguido el país ha sido ser más pobre y aumentar sus necesidades básicas, e impulsar el simbolismo de una revolución fracasada, obstinada en aferrarse a lo que sea para no morir del todo, esperando los balones de oxígeno que le llueven de muchos sitios.

Ese simbolismo de una revolución que prometió mucho y nada cumplió ha resultado ser la carga que ha puesto en entredicho los valores de un Estado independiente y democrático como bien común soñado por los cubanos tras librarse de una tiranía.

Cuba no requiere ahora de la ayuda de Rusia para sobrevivir - aunque en su momento se alió con la extinta Unión Soviética con un sentido oportunista del riesgo- porque tiene a la CELAC y a la UE, entre otros, dispuestos a tirarle la toalla para que no la noqueen.

La organización que acaba de celebrar en La Habana su segunda cumbre representa a más de 390 millones de personas, en un territorio con las mayores reservas naturales del planeta y con un Producto Interno Bruto de mas de seis billones de dólares y alberga en su interior a Brasil, una de las potencias emergentes bajo las siglas BRIC.

Si se reflexiona someramente sobre lo que parece un fracaso intelectual de la CELAC al abstenerse de defender a las víctimas del pensamiento único y de la represión del sistema unipartidista cubano, uno cae en la cuenta de que los líderes latinoamericanos, y hasta incluso-aunque no sea aún oficial- la UE, han repetido ante el mundo el gesto de Poncio Pilatos y se han lavado las manos. 

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