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viernes, 24 de enero de 2014

Cuba: los puntos sobre las íes.





Por Mirta Balea

Cuba se asemeja a una casa envejecida y fea, con el olor a moho y humedad de los inmuebles deshabitados. Algunos de sus pobladores siguen sin notarlo y, desde luego, en cuanto a los de afuera, allende las costas, el hedor no resulta lo suficientemente repugnante como para darles la medida de hasta donde llega la podredumbre.

Un viajero - al llegar hoy a la mayor isla de las Antillas - sentiría la peste del salón estacionario que les da la bienvenida, aún cuando el mayordomo, encargado del cuidado de la casa, hable y hable sin parar de las bondades del sistema.

Cuba sigue siendo después de más de medio siglo de comunismo un país con una política exterior, un gobierno, un ejército y una policía sometidos a las decisiones de un único Partido, el Comunista, ante el cual responde el Parlamento, constituido en caja de resonancia del poder establecido.

El sistema se aplica con dedicación a dar pábulo a la rabia y alimentar todo lo que los seres humanos tenemos de malo y de débiles: la mezquindad para delatar como enemigos a los que nos superan en inteligencia, la cobardía para callarnos cuando se ponen en práctica ideas descabelladas o se reprime a la población, el oportunismo para mantenernos a flote, el cinismo ante las conquistas de otros pueblos y la indiferencia hacia el futuro.

El escritor uruguayo Mario Benedetti habló una vez de un grafitti encontrado en una calle de Quito: "Cuando teníamos las respuestas nos cambiaron las preguntas".Y esto es lo que parece ocurrir con esa revisión "desnortada" de la Posición Común de la Unión Europea (UE) hacia Cuba acordada a mediados de enero de este año.

Esta Posición, alcanzada en 1996 a iniciativa de España, gobernada entonces por José María Aznar, del Partido Popular, condicionaba las relaciones con la Isla al respeto a los derechos humanos y a que se dieran pasos hacia la democracia.

El canciller holandés Frans Timmermans aportó las razones por las que los 28 se decantaron por la revisión, con los votos no tan a favor de Polonia y República Checa. Dijo que había llegado el momento en que la UE "actualizara" sus relaciones con Cuba "sobre la base de todos los hechos que están teniendo lugar".

Su colega español,  José María García-Margallo, se ha apresurado a aclarar que todo queda supeditado al respeto a los derechos humanos por el régimen. 

¿Qué sentido puede tener entonces una revisión, con un informe de expertos sobre la situación cubana para ser analizado por los ministros de Relaciones Exteriores de los 28 el próximo 10 de febrero lo que dará carta blanca a una visita a Cuba de la representante de la Política Exterior de la UE, Catherine Ashton?

La clase política cubana integrada por buenos idealistas dogmáticos ha dejado de creer en el comunismo universal tras la caída del Muro de Berlín y ha empezado a hacer carrera en una connivencia ideológia con ciertos países de América Latina.

Estos países, entre los que figuran Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Argentina, entre otros, se han encargado de aupar a Raúl Castro en el Hemisferio como el paradigma del reformista, dispuesto a dialogar y a hacer concesiones por el bien de Cuba.

Los europeos se lo han creído. Piensan que realmente al dictador le causa ahora repugnancia la ciénaga moral del comunismo derribado en Europa del Este, pero el hedor de la isla sigue siendo el mismo de los que ya no están.

Puede que Bruselas haya sopesado la ampliación de sus lazos con América Latina y el Caribe en la primera cumbre conjunta en Rio de Janeiro en 1999, o que desde el año 2000 Cuba es miembro de la Asociación de Naciones de Africa, Caribe y Pacífico y que ha suscrito también acuerdos comerciales con al menos 15 países de la UE.

Habrá valorado que son el segundo socio comercial de Cuba, después de Venezuela; el segundo exportador, después de Venezuela, y el segundo importador, tras China y Canadá. La Isla se beneficia además del Sistema Generalizado de Preferencias de Bruselas en este intercambio comercial con países pobres.

El régimen de los Castro nunca ha tenido claros los conceptos de dignidad humana, libertad y verdad. Los hermanos son los dueños del país desde hace más de 50 años, y, aún así, Timmermans y otros creen que ha llegado el momento en que la dictadura respire a pleno pulmón aire fresco y limpio después del rompimiento del 2003.

En aquella ocasión, 75 opositores fueron a dar con sus huesos a las cárceles cubanas, en el "progrom" más extenso, rápido, y general de que se tiene noticias y la UE se vio forzada a romper con Cuba porque debió pensar que tener una brújula moral estropeada resultaba mejor que no tenerla.  

La planeada revisión de la Posición Común no puede tomarse como una concesión circunstancial. Hay implícita una desligitimación de la lucha de los opositores cubanos al dar por sentado que los intentos de Raúl Castro de presentar una fachada nueva resultan tan relevantes que pueden solapar la evidente parálisis funcional del sistema de poder.

¿Qué proyecto o plan de reformas profundo y encaminado a instaurar la democracia ha podido presentar el régimen a la UE para que se haya pensado siquiera en revisar la Posición Común?

La prensa europea aprecia la atmósfera de provocaciones de la policía secreta del régimen, las mentiras y calumnias contra miembros de la oposición interna o en el exilio, las escuchas ilegales y los constantes atentados contra la dignidad humana de que son objeto aquellos que piensan diferente.

No hay que dejar de mencionar los procesos judiciales manipulados como flagrante prostitución de la jurisprudencia. La prensa advierte también que el régimen solo accederá a un diálogo con la oposición si tuviera la certeza de su rendición.

La disidencia interna ha sobrevivido durante años a las represalias de las autoridades, al exilio de muchos de sus miembros, a la penetración de sus filas, a las divisiones propias de ideas diferentes en un mismo conglomerado social y aún así ha mantenido sus estructuras, los presos políticos no se han rendido y hay cubanos - que se cuentan por millones- que no están dispuestos tampoco a pensar que la libertad no estará al final del trayecto.


En este acuerdo de revisar la Posición Común, se minimizan los objetivos puntuales de las sucesivas fases de la lucha civil y la capacidad de la oposición de alcanzar compromisos tácticos. Si enfrente se tiene a un poder aupado diplomática y políticamente, la confrontación dejará a un lado la política.

Una dictadura, cualesquiera que sean las ideas que la dominen y la califican como lo hagan, no es la respuesta a una aspiración democrática y jamás ayudará a su alcance.

La prueba definitiva es que los gobernantes de La Habana han hecho de la fuerza bruta y las armas su razón de ser contra quienes buscan el cambio y luchan para lograrlo. Esto no ha cambiado por mucho que Bruselas quiera ponerse otras gafas.

El movimiento democrático fracasará si no hace lo posible por pararle los pies al régimen cubano y privará a la oposición luchadora de toda esperanza. Con los Castro en el poder, Cuba nunca regresará al curso principal de la historia, ni reconstruirá su identidad nacional, ni recuperará la dignidad humana.

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