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viernes, 14 de febrero de 2014

Italia: Renzi le da la patada a Letta

Primer  ministro italiano Enrico Letta






Por Mirta Balea

Hay que reconocerle genialidad y desenfado al nuevo líder del Partido Democrático (PD) y alcalde de Florencia, Matteo Renzi, a la hora de hacerle la cama al primer ministro Enrico Letta para desbancarlo de su puesto.

Ambos forman parte de la misma cofradía política. Renzi fue elegido para encabezarla el pasado diciembre, tras la salida de Pierluigi Bersani, y hace apenas 48 horas aceptó el órdago de Letta, quien lo emplazó a "si quería su puesto, que lo pidiera".

El delfín del partido identificado con el centro-izquierda, aunque a veces se escore a la derecha, logró que la cúpula de su organización votase la salida del hasta hoy primer ministro con 136 votos a favor, 16 en contra y 2 abstenciones.

A mí me han venido a la cabeza historias escuchadas hace algunos años sobre los llamados "jóvenes turcos" de la Democracia Cristiana (DC) - que gobernó Italia durante décadas- y desapareció en la última década del XX.

Así llamaba la jerga política de entonces a los jóvenes radicales, que como intenta Renzi, colonizaron todos los cargos en los gobiernos locales y nacional, los entes públicos y las compañías nacionalizadas tras la Segunda Guerra Mundial.

Estos chicos juraron hacerse con el Estado en nombre de sí mismos y de la DC. O al menos es lo que me contaron  periodistas italianos, alguno afiliado al Partido Comunista (PCI), el más poderoso de Europa Occidental a finales de la Gran Guerra.

Voy a recordar que en el nacimiento de la República italiana, la DC representaba los valores de la familia, la propiedad privada y la paz social y contaba con el apoyo del Vaticano y, en 1947, con el del PCI.

Ese mismo año, la DC logró excluir los partidos de la izquierda de la coalición nacional de gobierno surgida tras la contienda. En 1948, se hizo con el poder, que conservó durante décadas, a excepción de 1984, cuando por poco tiempo lo ocupó el PCI.

Renzi, soberbio, brillante, con un cierto aire de gamberro, empezó a serruchar el piso a Letta desde el mismo momento en que se hizo cargo del PD, emplazándolo varias veces a mover ficha en el gobierno y a decir a los italianos qué futuro debían esperar.

El líder del PD será pronto el tercer primer ministro en poco más de dos años que no pasa por las urnas.

El primero fue Mario Monti, un compromiso pactado en 2011 con la Unión Europea (UE) por el presidente italiano Giorgio Napolitano con el fin de sacar a Silvio Berlusconi, que sí había sido votado por una mayoría de la población, se negaba a las reformas exigidas por Bruselas y cargaba con un rosario de cargos por corrupción de todo tipo.

Letta fue también una fórmula de compromiso alcanzada por Napolitano en febrero del 2013 cuando el PD carecía de mayoría suficiente para gobernar y tuvo que aceptar una coalición con Berlusconi y su partido Forza Italia, evitando así un bloqueo institucional. 

Letta, como Monti, contaba con el beneplácito de Bruselas, a pesar de que en un año de gobierno apenas se ha movido en sus declarados propósitos de consolidar la salida de la crisis o para que fuera aprobada una reforma de la ley electoral con el fin de convertir el parlamento bicameral en una Asamblea única de Regiones.

Renzi es otra cosa. La Union Europea (UE) teme lo que se plantea como inestabilidad política porque éste, como Berlusconi, es muy italiano, dispuesto a anteponer los intereses nacionales a los comunitarios.




Italia presenta una deuda que representa el 130% del Producto Interno Bruto (PIB) y una cifra de paro de un 13%, aún por encima de lo aceptable para los organismos financieros internacionales.

Renzi expresó que llevaría a Italia a una "nueva fase", a un "programa radical" de reformas, y esto puso a temblar al vicepresidente de la Comisión Europea, Olli Rehn, quien le recordó a distancia el cumplimiento de las reformas pactadas por Monti.

El club de los 28 no quiere volver a pasar por los altibajos de hace unos años con la crisis - a la que dan por superada-, cuando el euro estuvo muchas veces en "capilla ardiente". Los mercados, sin embargo, han reaccionado bien ante el cambio en Italia o al menos eso dicen las encuestas de hoy.

Las elecciones para el parlamento europeo están a la vuelta de la esquina -recordaron fuentes comunitarias- e Italia deberá asumir en julio próximo la presidencia rotatoria de la UE, de ahí la preocupación de que, una vez más, el país resulte ingobernable.

Durante décadas, muchos italianos prefirieron seguir el principio, lanzado por un periodista de derechas en el decenio de 1970, de "tápate la nariz y vota DC".

Renzi, aunque ha repetido mucho que en su posición de secretario del PD apoyaría a Letta y ha afirmado que jamás llegaría al poder sin el voto popular, con maniobras propias de la época oscurantista democristiana, ni se erigiría sobre cadáveres políticos de su partido, se ha dejado cautivar por la ambrosía del poder.

Hace siete años publicó un libro sobre su experiencia como jefe de Florencia, antesala de su llegada a la alcaldía en 2009, titulado "Entre De Gasperi (fundador de la DC) y U2". Renzi militó por un tiempo en el Partido Popular, heredero de la tradicional democracia cristiana.


Como alcalde de Florencia logró que, por primera vez en Italia, se aprobara un plan estructural para reactivar áreas infrautilizadas, peatonalizó la céntrica plaza del Duomo, para preservarla del tráfico y la contaminación, antes de intentar alcanzar la jefatura de la PD, por primera vez, en 2013, cayendo ante Bersani.

La mayoría de los medios de prensa considera que representa una corriente de cambio en Italia y de renovación de su clase política.

Otros, antes que él, merecieron iguales calificaciones y al final cayeron en la corrupción y terminaron por desaparecer o lo están haciendo, como Berlusconi, que aún no acaba de darse por vencido.

No todos los países, sin embargo, pueden presumir de haber creado y mantenido organizaciones tan singulares como la Mafia y esto hace única a Italia, por si otros aspectos de su pasado no fueran suficientes.

Renzi ha demostrado estar dispuesto a pactar con el diablo. A espaldas de Letta, acordó con Berlusconi pasar la reforma electoral en el parlamento y sus acciones de los últimos días dejan claro que sorteará los cadáveres políticos si sus ambiciones lo demandan.

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