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miércoles, 25 de julio de 2012

Siria: El régimen saca todos sus arsenales







Por Mirta Balea





Los órganos vitales de Siria, Damasco y Alepo, están colapsados por las fuerzas rebeldes, lo que no implica una victoria inminente porque aún persiste la superioridad armamentista del régimen y queda por andar un largo trecho hasta el fin de la guerra. Lo novedoso en el escenario de los enfrentamientos de las fuerzas regulares sirias y el Ejercito Sirio de Liberación (ESL) (rebeldes) desde hace 16 meses son las amenazas recientes del gobierno de Bashir el-Assad sobre la posibilidad de sacar sus armas químicas y biológicas "si hay injerencia extranjera".





El ejército israelí se halla en estado de alerta por si llegase el momento de un ataque de esta naturaleza, cuya respuesta tendría que manejarse con ponderación y tacto, buscando para repelerlo aquellos lugares en que puedan estar almacenadas esas armas, pues un error podría traer sobre Oriente Próximo una contaminación inimaginable.





La amenaza estuvo a cargo del portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores sirio, Jihad al-Maqdisi, al asegurar que sea cual sea la evolución del conflicto serían utilizadas en caso de presencia de fuerzas extranjeras en el territorio. Pero con los rebeldes pegados a las espaldas del régimen en las cercanías de Damasco desde hace varios días, realizando incursiones constantes sobre la capital, y otras fuerzas rebeldes haciendo lo mismo en la ciudad financiera por excelencia, Alepo, parece poco probable considerar que se abstendría de utilizarlas como control de daños.





Durante mucho tiempo, el clan el-Assad, que posee armas químicas y biológicas desde 1971, había negado su existencia, así que resulta doblemente peligroso suponer que se ha lanzado sin dobles intenciones la amenaza de utilizar sus gases mostaza, sarin y  nervioso VX - este último con posibilidades de ser impulsado por misiles- en momentos de una intensificación de los combates a favor como nunca de los rebeldes.





El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha dejado claro que su país impedirá a todo coste que los terroristas de Hizbolá, en el vecino Líbano, se hagan con las armas no convencionales del régimen sirio en caso de que este caiga.





Siria sirve desde hace mucho tiempo a su aliado Iran para trasladar armas por su territorio hasta Líbano y entregarlas a Hizbolá, cuyo poder es igual al de un Estado dentro de otro Estado, como ha hecho también con otro grupo terrorista, Hamas, en la franja de Gaza, gobernada al margen de la Autoridad Nacional Palestina.





El periódico The New York Times desveló el pasado día 19 un plan de funcionarios de seguridad de Israel y Estados Unidos para atacar arsenales sirios y así reducir su capacidad de agresión, que se detuvo en el último momento para no dar pábulo a una reacción de Damasco ante la violación de su soberanía. A ninguno de ellos le cabe duda de que si El Assad cae, sus arsenales irían a parar a manos de Hizbolá y por ende a las de otros grupos terroristas de Oriente Medio.





Tel Aviv ha culpado a Irán y a Hezbolá del atentado contra turistas israelíes perpetrado la pasada semana en Burga, Bulgaria, con resultado de siete muertos, obra de un argelino con pasaporte sueco, con credenciales estadounidenses falsas y de cuya entrada en el país no se dejó constancia. Las autoridades búlgaras han abierto una investigación oficial, pero los israelíes afirman haberles alertado sobre la posibilidad de ataques de este tipo en ese país.





Iran ha atentado antes contra intereses judíos en Tailandia, India, Kenia y Chipre y muchos en Tel Aviv recuerdan como si hubiese sido ayer la voladura en 1994 de la Asociación Mutual Israelita de Buenos Aires con 85 muertos y 300 heridos.






El Ejército combate en Damasco




Hay muchos rumores de que El-Assad ha trasladado a Rusia unos 6.000 millones de euros y que su familia podría estar en Moscú. Otra de las especulaciones es que si lleva adelante sus planes de atrincherarse en Latakia, donde son fuertes del alauíes, ala del chiísmo a la que pertenece el clan, la guerra podría prolongarse indefinidamente. Internamente, nadie cree que el presidente abandone la lucha y se le considera dispuesto a morir.





El-Assad no está seguro en Damasco y lo sabe y ha movilizado tropas en diveras partes del país, excepto en los Alto del Golán, para dividir los frentes de combate. Fuentes bien informadas consideran que de no lograrse una salida "honorable" al presidente sirio, Rusia y China, sus aliados en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, podrían potenciar una estado alauí en la costa.





La pasada semana vetaron por tercera vez una resolución con nuevas sanciones para el régimen como castigo por la ferocidad con que masacra a la población y en la que se aludía de nuevo a la entrega del poder sin más. Cifras de la propia ONU y de organizaciones humanitarias sobre el terreno apuntan que son 15.000 los muertos, pero el Grupo Internacional de Acción de Siria, creado por la organización mundial, postula que resulta una cantidad imposible de verificar.





El presidente sirio no ha encajado aún el reciente atentado suicida de un guardaespaldas en el que perdieron la vida el ministro de Defensa, sus numeros dos y un cuñado de El Assad, y dejó malheridos a los jefes de Interior y Seguridad. Ha sido un golpe importante contra los estamentos militares, que sostienen al régimen, y que ha traído nuevas fugas de altos cargos a Turquía. Los desertores de alto nivel suman 20.





Los golpes de este tipo se han sucedido uno tras otro. En mayo pasado, fueron envenenados con mercurio varios jefes de seguridad por un camarero de un restorán cercano a sus oficinas, sin muertos, pero los afectados debieron ingresar en el hospital durante varios días. Poco después, se informó de la deserción del general Manif Thassi, comandante de una unidad de la Guardia Republicana, amigo del presidente y de su padre, Hafez, predecesor en el cargo.





Unas 110.000 personas se han visto obligadas a desplazarse a países vecinos, en especial ´Turquía, aparte del millón y medio estimado que lo han hecho internamente desde que comenzó el conflicto. La Unión Europea aprobó el pasado 20 de junio una nueva ayuda  de 20 millones de euros para asistencia médica, abrigo, alimentación y agua potable.





El problema con la oposición, sobre todo la armada del ESL es que en muchos casos  actúa por propia iniciativa, al margen del centro de mando ubicado en Turquía. Las ejecuciones sumarias por ambos bandos en la contienda  continúan de forma despiadada como lo demuestran las fosas vistas por observadores internacionales y de derechos humanos, quienes, a pesar de que la ONU prolongó su estancia en Siria, se han ido retirando del terreno.





Está también la interrogante para Occidente de lo que podría sobrevenir con la salida de El-Assad del poder, aunque hoy sea la única viable en el horizonte para que cesen las masacres. La muerte del Ministro de Defensa y el resto se la atribuyó una organización islamista, armada por los Hermanos Musulmanes de Oriente Medio y muy vinculada a Al Qaeda, cuyas células proliferan en territorio sirio. Los grupos se han creado a partir de infiltraciones desde el vecino Irak.





Al Qaeda ha robustecido su presencias tras la salida de las tropas de Estados Unidos de Irak en diciembre del 2011. Una oleada de atentados suicidas con su sello han costado la vida a 107 personas y heridas a más de 200 en 18 ciudades. El denominado Estado Islámico de Iraq, una rama de la organización terrorista, ha asumido la autoría. La violencia no se dirige ya al ocupante sino a sus propios hermanos árabes. En ese país, disponen de transporte, armas y logística, que utilizan para su infiltración en Siria.





Resulta paradójico que un régimen como el sirio sufra las consecuencias de una oleada terrorista, en este caso de tendencia suní, interesada en mermar el poder del Irán chií en la zona, donde cobró fuerza tras su alianza con el régimen de El-Assad. Desde hace meses disponen de un grupo llamado Jabhat al Nusra, mientras el jefe de Al Qaeda, Ayman al-Zawahari, no deja de llamar a los yihadista de Oriente Medio a luchar contra codo con codo con los rebeldes para derrocar al presidente sirio.





Todos los movimientos diplomáticos y de conciliación regresan a la casilla de salida cada vez que el Consejo de Seguridad de la ONU carece del empuje necesario para poner de acuerdo a las potencias occidentales, Rusia y China a fin de parir una resolución para poner fin al conflicto. El escaso capital político de que ha hecho gala el enviado especial a Damasco, Kofi Anan, obligado como un saltimbanqui a ir de un lado a otro, hecha leña al fuego de las teorías conspirativas a la que son tan adictos los árabes.





A las pocas horas de amenazar con utilizar armas químicas y biológicas, El-Assad ordenó trasladarlas a puestos fronterizos, lo que provocó un comunicado de su aliado ruso en el sentido de que Moscú asume que respetará los compromisos internacionales, en especial el "protocolo de 1968", que prohibe el uso de estas instrumentos de guerra. Pero este protocolo fue superado por la Convención de Paris de 1993 a la que Siria no se suscribió.





El Assad sigue disponiendo de alianzas con los alauíes, con la minoría cristiana, temerosa de la instauración en el país de una teocracia islamista, y de sectores suníes ricos de Damasco y Aleppo. La Casa Blanca ha dicho que solo "un plan de transición política evitará al pueblo sirio una guerra civil sectaria, sangrante y larga" y para intentar acercar posiciones con los rusos, el presidente Barack Obama sostuvo una conversación telefónica con su colega Vladimir Putin, que quedó como el resto de esfuerzos en agua de borrajas.





Rusia y la Liga Arabe se han sacado de la manga la posibilidad de un pacto de salida de El Assad y sus allegados parecido al que protegió de la justicia al jefe del régimen de Yemen, Ali Abdalá Saleh, ahora en el exilio, junto a 80 familiares y acólitos. Las monarquías árabes en el Consejo de Cooperación del Golfo fueron las artífices de aquel pacto antes de que las revueltas se encaminaran a una guerra civil, que no es el caso de Siria.





Ante lo que se vislumbra como una guerra civil "larga y sangrienta", el secretario general de la Liga Arabe, Nabil el-Arabi, vocifera que "no hay tiempo para reformas políticas, tiene que transferir ya el poder" y hay que decir que el organismo le ha brindado al clan El-Assad el pasado 22 de julio una salida segura para todos, rehusada por el presidente una vez más. La ceguera en política de un oftalmólogo devenido en jefe de estado hereditario es notable.

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