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jueves, 12 de julio de 2012

Codice Calixtino o un nuevo robo de arte




Por Mirta Balea



Desde la desaparición del manuscrito conocido como Códice Calixtino de la catedral gallega de Compostela, en julio del pasado año, una docena de agentes de la policía se han venido dedicando en cuerpo y alma al caso con un cúmulo de larguísimos interrogatorios a más de 70 personas y cientos de horas de grabaciones y registros. Las autoridades sabían quien era el autor del robo, un electricista despedido, pero necesitaban echarle el guante no solo a él sino a la obra y así ocurrió la pasada semana.




Erik el belga, uno de los más prolíficos ladrones de arte del siglo XX, ha dicho en más de una ocasiòn que las piezas de arte se sustraen por dinero y por encargo previo. El electricista resentido que se hizo con el Códice, que había estado guardado sin grandes medidas de seguridad externas en una cámara blindada del Archivo de la Catedral, parece haberlo hecho porque guardaba rencor al dean, que le despidio como parte de los recortes a los que se ha visto expuesta esta iglesia.




Hay varios datos turbios en la historia en la que parecen haber participado también la mujer del ladrón, su hijo y la novia de éste. Lo primero que llamó la atención desde el primer momento fue la facilidad con la que el caco entró y salió con el libro. Un dato es que disponía de las llaves para abrir todas las puertas de la basílica y tras el despido a nadie se le ocurrió recuperarlas. Un dato, como mínimo, curioso.




Otro asunto que brinda margen de especulación es que fue encontrado en un trastero, dentro de una caja de cartón, envuelto en bolsas para la basura, lo que parece sugerir algún tipo de intento de protegerlo, aunque desde luego deficientemente. Si partimos del hecho de que el electricista quería vengarse del dean por el despido ¿por qué no se deshizo del libro, sin mas?. Es decir, si me pongo en su lugar, yo habría quemado el objeto para que no quedara prueba alguna del delito, si es que de verdad lo único que me moviera fuera el resentimiento o un odio desmedido a la vista de la importancia del objeto en cuestión.




Encontrado dentro de una caja de carton
El ladrón había puesto precio al libro, el que, según su versión, equivaldría a lo que le debían por servicios prestados: 40.000 euros. La última vez que resultaría tasado se estimaba su valor en 6 millones de euros. ¿Podría ser el caso que este hombre hubiera quedado con alguien en robarlo y este alguien, ante toda la polvareda levantada, desistiera de comprarlo?





 Siempre pensamos que tras un robo de estas características se encuentra la tan emotiva y célebre frase de por amor al arte, aunque el fin lucrativo, siempre prevaleciente, nos despierte de las imágenes forjadas alrededor del ladron de guante blanco. Los expertos en robos de arte afirman que nadie se lleva una obra de envergadura si no tiene ya un comprador, porque después ¿qué haces con ésta? Recordemos el más importante de la historia, la Mona Lisa, el 22 de agosto de 1911, detectado por casualidad cuando un artista del pincel venía a realizar su propia versión del cuadro y vio que faltaba, dando parte a las autoridades del Museo del Louvre, en Paris.




El autor del robo de la obra más conocida de Leonardo Da Vinci carecía de plan, se abstuvo de amenzas previas, y así desapareció sin más con el cuadro, como ocurrió con el Códice Calixtino, una similitud sospechosa, porque hasta hoy nadie sabe exactamente qué movió a Vincenzo Peruggia, carpintero italiano - quien había trabajado en el museo y lo conocía- a sustraer la famosa pintura renacentista e intentar venderla dos años después en Trento. Este robo se enfrentó a la protesta pública por la falta de medidas de seguridad, el director del museo dimitió de inmediato y todo se convirtió en un asunto de Estado.




Como parece ser el caso también del Códice, que fue devuelto a la Catedral, en un acto solemne, por el propio presidente del gobierno Mariano Rajoy. El manuscrito  conocido como Jacobus, es el ejemplar más antiguo y completo de la obra denominada Liber Sancti Iacobi, de la que existen unas 200 copias repartidas por toda Europa: en Barcelona, procedente del monasterio de Ripoll;  Madrid y Salamanca, en España, y en Lisboa, Londres, Pistoia (Italia) y El Vaticano.




Da Vinci: virgen de la rueca o de los husos
De sus cinco tomos, el más conocido y traducido es el último, ya que supone una guía para el peregrino del Camino de Santiago (llamadao Jacobo) en Francia, con vías para llegar hasta la catedral de Compostela, con la ruta, sus pueblos y ciudades, su gente y costumbres, los santuarios que deben visitarse y cómo debe tratarse al peregrino.




El Consejo de Patrimonio Histórico ha informado que, cada año, tienen lugar entre 200 y 250 robos de objetos del Patrimonio Artístico Nacional en España. La Policía Nacional y Local o el Grupo de Patrimonio Histórico de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil investigan estos delitos, pero han precisado que solo logran recuperar un 15% de las piezas robadas.





Del total de sustracciones, un 30% tiene lugar en iglesias o sitios sagrados y la mayoría se perpetra en domicilios o colecciones particulares, en lo que, según los expertos, resulta una práctica habitual, muy difundida.




Erik el Belga fue acusado en 1981 de robar el cuadro Encuentro de Cristo con los discípulos de Emaús,  pintado por El Greco. La pintura se hallaba custodiada por el Museo Balaguer, en Cataluña. Resultó recuperada en 1987, después de haber dormido durante 18 meses en un sótano de una comisaría británica.





Lejos del romanticismo que aporta la imagen de alguien robando una obra de arte por el solo placer de hacerlo, para contemplar en silencio a solas la belleza tantas veces vista en el museo y que ahora-por obra de su habilidad particular- es toda suya, tenemos lo que la policía ha definido ya como puro interés material. Y con esto no hay por qué considerar que el criminal no conoce el arte, porque se necesitan conocimientos para saber exactamente qué robar.





Algunas de las obras más buscadas por la policía a nivel internacional están firmadas por los más prestigiosos pintores: Picasso, Matisse, Rembrant, Velázquez, Van Gogh, Cézanne o Sorolla. El robo tal vez más espectacular tuvo lugar en el Museo Gardner de Bostón, de donde fueron sustraidas obras de Rembrant, Manet y Degas, incluyendo el rarísimo El concierto, de Vermeer. Se ha calculado el botín en 300 millones de dólares, una valoración que, según los investigadores, siempre es difícil de hacer por la fluctuación del mercado oficial y negro.




El Grito, de E. Munch
El Grito, de E. Munch, ha sido robado y recuperado dos veces, en tanto´la obra de Da Vinci  ha debido enfrentar, aparte del robo de la Mona Lisa, el de la Virgen de los Husos o de la Rueca. Fue robada en 2004 a sus propietarios y recuperada poco después en el despacho de una importante firma de abogados de Escocia, cuando varios de sus miembros resultaron detenidos.





El Códice Calixtino recuperado en  Milladoiro, localidad de La Coruña, a pocos kilómetros de Santiago, propició el registro de la vivienda del caco y sus compinches, encontrándose un millón 200 mil euros en efectivo y otros objetos desaparecidos de la basílica compostelana, entre otros, libros religioso como un Libro de las Horas, usado para los rezos, y 8 facsímiles del propio libro.





El ladrón llevaba robando a la Catedral desde hacía 20 años, tanto dinero depositado en el "cepillo" pasado durante las misas hasta las obras mencionadas. La policía había centrado su atención en este sujeto y su entorno tras desechar las sospechas de un coleccionista excéntrico o de un robo por encargo. Uno no puede más que preguntarse ¿por qué demoraron todo un año en atraparlo?





El caco del Códice no guarda similitud con Arsene Goedertier, quien, en su lecho de muerte, confesó haber robado el Políptico de cordero místico, de los hermanos Jan y Hubert van Eyck, obra suprema de la pintura flamenca, custodiada por el museo de la Catedral de Gante. El robo perpetrado en 1934 se centró únicamente en uno de los paneles de menor tamaño en la esquina inferior izquierda de la obra mayor los jueces justos y se pidió un millón de francos belgas de la época. Las autoridades no accedieron a la demanda y así hasta hoy se desconoce el paradero de la pintura. Pero la fama es golosa, y el autor del delito quiso pasar a la posteridad con una confesión in extremis. 





Ni lo uno ni lo otro ocurrirá con el ladrón del Códice Calixitino  por haber confesado sus mezquinas motivaciones, podía haberse inventado algo más sofisticado. Quizás.

Enlazar con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2011/07/tras-las-huellas-del-codice-calixtino.html

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