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domingo, 2 de octubre de 2016

LAS DOCE HORAS QUE CONVULSIONARON AL PSOE.






Por Mirta Balea

Hoy la paz ha vuelto de momento a las filas de la socialdemocracia española, la prensa mantendrá viva la noticia del año esta semana hasta la realización de la reunión del Comité Federal el próximo fin de semana para decidir la posición ante la gobernabilidad del país.

Pedro Sanchez hizo pública la víspera su dimisión como secretario general del PSOE ante los medios, después de 12 desgarradoras horas de luchas entre sus críticos y sus sostenedores. Había perdido ante el CF su proposición de realizar primarias para elegir un nuevo líder y, después, un Congreso urgente en un plazo de menos de dos meses. Este se hará, porque es lo que dice el reglamento, pero con sosiego.

En su comparecencia, dio muestras de su arte para lavarse las manos con gracia y honor, para dejar caer con sutileza que ha sido condenado, pero que esto no mengua para nada su honor como persona y como socialista. Por eso aprovechó para alabar a los medios y decir también que será "leal", ahora en su papel de soldado raso, a la gestora nombrada por el CF para ocuparse del día a día del partido y convocar el Congreso.

Durante la conferencia de prensa de este viernes, explicó que su propuesta iba encaminada a dirimir dos cuestiones: el liderazgo y la investidura. "Yo no quería votar a Mariano Rajoy...quería formar un gobierno alternativo...como dije, si no prosperaba mi propuesta no podría administrar una decisión que no compartía. Desgraciadamente no ha salido vencedora mi propuesta y dimito". ´Dejó claro para la posteridad y por si se presenta de nuevo a primarias, que quienes votaron en su contra lo hicieron para facilitar el gobierno de Rajoy. ¿Cómo no?, recordó que está orgulloso de "militar en el PSOE". Como el otro bando, amigo.

La mitad más uno de la Ejecutiva Federal que renunció el pasado miércoles, no lo hizo para que haya nuevas elecciones, que darían con seguridad la mayoría absoluta al Partido Popular o la rozaría, ni para ser subalternos de la derecha, tampoco para aprobar con un voto a favor un gobierno de Rajoy, ni conformar un gobierno de coalición con PP y Ciudadanos.

Si se ha llegado al punto de dar un paso traumático ha sido para privar a Sánchez de autoridad e impedir que siga gestionando por su cuenta y riesgo la política nacional del PSOE. En todo caso, el reproche sería por qué no se hizo esto en diciembre último, cuando de 110 diputado se quedaron en 89 o en junio de este año, que bajaron hasta 84. Costará más a la socialdemocracia recuperarse de esta fractura, que tuvo una escenificación planeada, controlada y dirigida por elementos en muchos casos ajenos a la formación roja.

Querer hacer ver que el PP ha recibido el mayor rédito de la situación que ha presenciado toda la ciudadanía ayer en el Comité Federal, es querer tapar el sol con un dedo. Este partido necesita tener de su parte para un gobierno fuerte o al menos para gobernar por sí mismo a la segunda mayor fuerza política del país, ni a Podemos ni a Ciudadanos. Esto a quien beneficia netamente es a Unidos Podemos y si alguien tiene dudas, repasemos lo acontecido.

UPodemos ha sido el único partido en el arco político nacional que ha entrado de frente en el debate como si se tratara de un votante o un militante más del PSOE, en un esfuerzo, no siempre solapado, de barrer para su casa. Ha movilizado a las redes sociales, que es su fuerte, en el proceso de captación, disfrazandose de elemento preocupado por la "izquierda española" y acuñando que la dimisión de Sánchez es un "triunfo de la derecha".

Esto de la derecha lo había insinuado Sánchez antes de su conferencia de prensa cuando dividió al PSOE, en una entrevista radial, en bandos: los suyos, que son el NO a Rajoy y por lo tanto los más puros baluartes del socialismo, y los abstencionistas para dejar gobernar al PP.

Unidos Podemos no solo tomó partido mediático, sino que lo hizo físicamente, instalando a su gente frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz desde muy temprano en la mañana de ayer hasta casi las tres de la tarde con pancartas a favor de Sánchez y sobre todo con el NO a Rajoy. Algunas hablaban de castas, un lenguaje propio de Podemos. Así llegaron a agrupar entre militantes suyos y del PSOE, posiblemente los menos porque la Ejecutiva había llamado a la calma el día anterior, y de Izquierda Unida, a unas 100 a 200 personas en las horas señaladas.

Izquierda Unida, que pasó como formación política con una historia en democracia a la irrelevancia más absoluta al resultar fagocitada en noviembre del pasado año por Podemos, alcanzó su mayor sentido del ridículo al publicar en su cuenta oficial de twiter una llamada a los insatisfechos con el PSOE a pasar a engrosar sus filas. Como si la socialdemocracia hubiera nacido del comunismo y no al revés. La diferencia la marcó hace cien años Rosa de Luxemburgo: "La libertad es el derecho a disentir".

El tiempo se ha encargado de reducir el esfuerzo evangelizador de Podemos en estos dos años, sobre todo en aquellos sitios, como se ha visto este domingo en Galicia, donde ha gobernado por un tiempo y la gente no le ha vuelto a votar. Esto es algo parecido a lo de convertir el marxismo en un régimen político de Estado y ver después su desplome total en Europa del Este en el pasado siglo. El resultado más allá de toda duda razonable es que los países del antes llamado campo soviético no quieren oír hablar de la izquierda ni en broma.

Lo que ha pasado con Sánchez es que en el momento de la verdad ha preferido socializar su decisión y convocar primarias y Congreso con una premura injustificada para tener un aval pero sin dar tiempo a sus eventuales rivales a preparar una candidatura en forma, dejándole a él invicto. Los militantes, es importante recordarlo, solo representan un 3% del electorado y cuando fue elegido por las bases, con el apoyo de diversas federaciones socialistas, sobre todo las de Andalucía y Extremadura (hoy entre sus mayores críticos) se hizo para frenar a Podemos, que es el mayor enemigo del PSOE.

Durante el gobierno de José Luis Rodriguez Zapatero en 2008 (que logró por cierto más de 8 millones de votos, en tanto Sanchez algo más de 5), el suelo de Podemos era de un 7%, hoy se haya en un 20%. Sanchez ha engañado a la militancia y a la votantes con la posibilidad de un gobierno alternativo que no es más que una quimera y a esto había que ponerle coto.

Podemos y Ciudadanos le han dicho que no formarían parte juntos de una coalición con el PSOE por que son el agua y el aceite. De manera que solo quedarían para alcanzar la quimera los independentistas catalanes y vascos, que quieren separarse de España. El Comité Federal se había reiterado en julio pasado en su línea de no pactar con estos elementos e incluso ni siquiera con Unidos Podemos si mantenía la posición de apoyar el referendo en Cataluña.

Si algo han tenido claro desde un principio los críticos de Sánchez es que ha llevado adelante en el último año y medio, al margen del resultado electoral, una política personal y unilateral, quitando gente allí donde quería poner a los suyos, aplicando el rodillo a dirigentes votados como él por las bases y rompiendo amarras con los líderes provinciales y autonómicos, incluso con los que gobiernan en sus localidades y le dan votos, y con dirigentes históricos con experiencia en la gubernatura.

El ex-presidente español y ex-secretario general del PSOE, Felipe González, rompió la baraja al declarar hace unos días que Sánchez había hablado con él de la posibilidad de abstenerse en la segunda vuelta de investidura de Rajoy a principios de septiembre, habida cuenta que este disponía ya de 170 escaños de los 176 necesarios para gobernar. Ahora hemos sabido que no solo dijo esto a González sino que también a otros muchos mandos del PSOE e incluso lo dejó caer como posibilidad en una conferencia del Circulo de Economía.

Quienes se han dedicado a hincharle el ego en los últimos meses apoyándose en que ha sido el único secretario general elegido en primarias, como si el resto de sus críticos no tuviese legitimidad, le persuadieron de abandonar lo de la abstención y él se dejó mimar, al punto de que a pesar de la renuncia de la mitad más uno de la Ejecutiva Federal se agarró con uñas de gato al sillón de la secretaría general.

Llamar a votar a la militancia es lo correcto y, también, convocar un Congreso, lo que ya no parece tan idóneo es hacerlo con prisas para evitar la posibilidad de preparar otras candidaturas o hacer, lo que ocurrió ayer en el Comité Federal, que los adláteres de Sanchez instalaran in extremis, ante el inminente fracaso de la propuesta, una urna ad hoc oculta detrás de una tarima blanca para facilitar el voto a sus partidarios, sin mediar censo ni control de quien votaba.

A esto se opusieron sus críticos, que, como se ha hecho siempre en el Comité Federal, abogaban por una votación a mano alzada, no encubierta, por lo que recogieron en pocos minutos unas 130 firmas, que resultaría la mayoría suficiente para una moción de censura. Como no es igual que te echen a patadas a que renuncies, Sánchez optó por lo menos trágico cuando perdió con 133 votos en contra de su propuesta y 107 a favor.

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