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jueves, 20 de octubre de 2016

La ONU advierte de una próxima convulsión en la crisis.

Lagarde - FMI

Por Mirta Balea

Naciones Unidas alerta sobre un tercer episodio sísmico en la crisis económica y financiera mundial, que traerá históricos incumplimientos de la deuda. La advertencia está contenida en detalle en la declaración final de su Conferencia sobre Comercio y Desarrollo.

Algunos economistas creen que esto tendrá como colofón un nuevo acuerdo mundial, al estilo de Bretton Woods, que finalizará con esas políticas. La crisis empezó a finales del 2007 con las hipotecas en Estados Unidos y se extendió a los mercados de deuda de Europa. Ahora está en camino de provocar el derrumbamiento de las economías emergentes. 


El mundo se ha vuelto muy pequeño gracias a las redes sociales y al desarrollo tecnológico y esto hace que economías emergentes, con ingresos medios, como Tailandia, Malasia o China hayan pasado por alto la fase de desarrollo de la infraestructura y los sistemas financieros necesarios, en un afán por convertirse a velocidad de crucero en estados especulativos, al modo occidental.

Durante esta crisis, se han monetizado los certificados de depósito, lo que ha puesto fin a los ahorros y los préstamos. Esta práctica llevó a más de mil banqueros a la cárcel. Las leyes se cambiaron para que todo lo ocurrido dejara de ser ilegal y esto generó el caldo de cultivo de las hipotecas basuras y el episodio en el que entraremos con celeridad.

Con la deuda y el apalancamiento, se ha pretendido aplicar el modelo de economías consolidadas a estructuras aún tambaleantes. Eso se debe a lo barato que resulta acceder a los créditos, que los bancos han rebajado hasta el cero por ciento. 


Dejando de lado las economías occidentales, las emergentes, según la declaración de la Conferencia de la ONU, presenten 25 mil millones de dólares en deuda corporativa. Gran parte de este dinero se ha empleado en sectores cíclicos, basados en la renta y con importancia estratégica limitada a la hora de la recuperación económica.

La recomendación de los economistas se basa justamente en hacer todo lo contrario de lo que los gobiernos han venido haciendo hasta ahora. La relación de países en desarrollo con la deuda y la renta impagadas es elevadísima y esto acarrea un sisma tremendo, que muchos países lo sufren en forma de desindustrialización prematura.


Lo que sugiere la conferencia es una supresión de la globalización y del neoliberalismo, que los gobiernos no desean acometer. La Unión Europea ha hecho su declaración de principios de continuar las políticas probadamente obsoletas.

Las emergentes se han convertido en gigantes que cuando estalle de nuevo la crisis quedarán reducidas a cenizas. Vivimos una era en que la ingeniería financiera, unida a las políticas de los bancos centrales, y de bancos "cleptócratas" -como se les ha calificado- ha acabado con los jubileos de la deuda.


La ONU culpa a la supremacía de los accionistas y a las finanzas del mercado liberal de la rigurosa austeridad fiscal, que ha privado a la economía mundial de la demanda necesaria. Esta es la razón tras la propuesta de desterrar la ideología neoliberal y lanzar un nuevo pacto con fuertes inversiones en sectores estratégicos. Esto supone abogar por el retorno del estado del desarrollo con una potente política industrial, apoyada en estrictos controles sobre los flujos de capital.


En países como los latinoamericanos, encontramos que los gráficos sobre inversión y beneficios muestran una línea muy alta en beneficios y otra muy baja en inversiones. En los años 80 del pasado siglo, las inversiones representaban un porcentaje de la economía en consonancia con la productividad mayor que los beneficios. Ahora lo único que se hace con la economía es saquearla adoptando el modelo de capital privado.



La Conferencia insiste en que si los legisladores no logran mitigar las consecuencias negativas de las descontroladas fuerzas del mercado internacional una vuelta al proteccionismo podría desencadenar una espiral descendente que resultaría perjudicial para todo el mundo.  


Esto es lo que viene ocurriendo en Reino Unido desde el brexit. El gobierno dice que quiere abrirse al mundo para hacer negocios con todos, pero pone fin a su relación con la UE, su mayor socio comercial. La práctica ha reflejado un cierre de fronteras al comercio y a la inmigración, por lo tanto al crecimiento.

La mentalidad empresarial mediocre de momento es recomprar las acciones y extraer los beneficios, no los reinvierten en capacidad productiva, empleo o crecimiento auto-sostenible, como han hecho notar los economistas de la ONU.

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