Datos personales

martes, 25 de octubre de 2016

España emprende la via de tener gobierno




Por Mirta Balea

Los dos posibles partidos en condiciones de gobernar el país (PSOE Y PP) han optado por dejar gobernar al que tenía más votos y estaba en mejores condiciones de hacerlo. Así que Mariano Rajoy repetirá mandato a fines de este mes.

Esta era una tesitura planteada desde las elecciones de diciembre pasado, pero se ha perdido el tiempo durante casi un año, se han realizado nuevas elecciones en junio con el mismo resultado y ha habido que cargarse al secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, para volver al punto de partida.

Ahora entramos en la dicotomía de la investidura de Rajoy y de que hay que comenzar a hacer política en el Congreso, porque el resultado de las votaciones ha ladeado la balanza para que esto no caiga en exclusividad sobre los hombros del gobierno de turno.

El PP estará obligado a disponer de una maquinaria nueva para forjar acuerdos con sus rivales, después de cuatro años de mayoría absoluta, y al propio tiempo colocará a sus opositores a definirse ante determinadas políticas o darle leña a un gobierno frágil en minoría, converjan o no sus política con el interés por mejorar España. Con esto quiero decir, que habrá formaciones políticas a las que nada les valdrá.

Ciudadanos ha revalidado su pacto con el PP organizado en 153 medidas, que son muchas medidas, y se espera que las partes cumplan lo firmado. Al PP no le quedará otra que llevarlas adelante y evitar en lo posible incluir más, porque serían ya demasiadas, e intentar defenderse de los embates de la oposición, que no le dará respiro.

El PSOE, después de un Comité Federal, en el que Sánchez anunció su dimisión y se nombró una gestora hasta el próximo Congreso, parece haber reasumido el sentido de estado y abandonado el sectarismo, cuando la sombra de nuevas elecciones, las terceras en un año, planeaba sobre el país.

Un nuevo debate este domingo del máximo órgano de dirección socialista entre Congresos, ha dado la impresión de haber sido más sincero y menos cruel, con un propósito, abandonar las medias verdades y no ocultar lo que piensa cada uno sobre lo que debe ser el nervio del partido, cuyo pedigree no es virgen de máculas. Valga decir que no son diferentes a las que ensombrecen a otros partidos nacionales y europeos.

Porque aunque el líder de Podemos, Pablo Iglesias, se empeñe en decir que el PP es el partido más corrupto de España debidos a los variados, que vienen rodando desde hace 9 años, pero son juzgados ahora, la afirmación no es del todo válida ni en el caso europeo, ni en el nacional. El escándalo de los ERES de Andalucía, por el que han sido condenados a cárcel dos presidentes socialistas de esa autonomía, resulta en calidad y cuantía mucho más grave en relación a los casos del PP como la Gurtel, las tarjetas Black y la Púnica.

También es de destacar la corrupción de Convergencia de Cataluña, durante décadas dirigida por Jordi Pujol, que fue presidente autonómico, y ahora se enfrenta a la justicia por una corrupción de unos 7 mil millones de euros, aunque está siendo tratado con menos severidad que los citados antes. El muy "venerable", como se le solía llamar, se las ha apañado para no ir, ni tampoco sus hijos, a siquiera una cárcel preventiva.

Ha resurgido en el partido socialista, con 135 años de existencia, el recuerdo de preservar su tradición socialdemócrata, como si hubieran descubierto el agua tibia, y su larga práctica en la gobernanza del país. Ambos aspectos se habían venido perdiendo desde 2008, con los liderazgos de José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Sánchez.  

Todo indica que la estrategia se centró solo en el avance de Podemos, que irrumpió en escena presentándose como partido de izquierda, con el claro propósito de desbancar al PSOE, en medio de la mayor crisis económico-financiera mundial, que afectó fuertemente a España por la inercia del gobierno de Zapatero en tomar medidas a tiempo, dejando todo el trabajo a su relevo, Rajoy. En la medida en que la crisis ha ido cediendo, la fuerza de esta novedosa agrupación ha perdido fuelle.

Podemos dispone hoy de 71 escaños en el parlamento, pero ha perdido un millón de votos en menos de seis meses, el período que media entre las elecciones de diciembre y las de junio, y todo esto a pesar de haber fagocitado a Izquierda Unida en las últimas. El fracaso socialista en votos, que viene de mucho antes que diciembre, no puede estar relacionado totalmente con la contingencia de la entrada de Podemos.

Hay que valorar otros elementos como la dirección de Sánchez, que habiendo sido elegido para contener a la nueva formación, surgida por la crisis, comenzó a pactar con ella precisamente en muchas autonomías y municipios para impedir al PP gobernar (siendo la lista más votada) confundiendo al enemigo a vencer.

Iglesias se abroga por esto el derecho de intervenir en la política a seguir por el PSOE en la investidura de Rajoy, amenazando con quitarle el apoyo en las localidades de marras. Se permite también, siendo una minoría dentro del pluripartidismo parlamentario, cuestionar que pueda gobernar la lista más votada, con diferencia respecto al resto. Y no solo esto, sino que en una pataleta de niño de guardería al que deja su papá, convoca, mediante sus adláteres, una manifestación para rodear el Congreso el día de la investidura.

Si a alguien se lo pasan por delante y no lo percibe, rodear el Congreso muestra el talante "democrático" de Izquierda Unida-Podemos, que a partir de ahora jaleará cualquier decisión del órgano sobre el que descansa la soberanía nacional, tal y como hacen ahora en Venezuela los "chavistas" al entrar a puñetazos hace unos días en la Asamblea Nacional como forma de apoyo al presidente Nicolás Maduro en sus intentos de retrasar las elecciones municipales y prohibir el revocatorio en su contra.

Se dice que será pacífica, pero nadie se caerá del guindo si hay reyerta como ha ocurrido tantas otras veces en que Podemos ha convocado a sus seguidores para reventar un acto. Sin ir más lejos, la pasada semana en la Universidad Autónoma de Madrid, cuando se impidió que diera una conferencia el ex-secretario socialista y ex-presidente de gobierno, Felipe González. 

Hay que decir que Sánchez sigue sin enterarse de que le han echado. Tiene, desde luego, un grave problema de ubicación, que viene arrastrando desde el propio momento de su elección, al desconocer lo que todos sabemos, por qué le eligieron, y después con sus intentos de perpetuarse en la secretaria general a pesar de sendos resultados electorales, que dan pena, tras los cuales debía haber dimitido.

Siendo el primero en decir que el PSOE necesita una "única voz", cuando el Comité Federal decide permitir gobernar al PP, amenaza con llevarlo a los tribunales, amparado no sé en qué fundamentos, y envía twitters hablando de que el PSOE se ha perdido y hay que recuperarlo. Desde luego, como política para plantear una nueva candidatura a la secretaria general, no parece la mejor iniciativa.

Sus seguidores parece que se han decantado por otro candidato, Josep Borrel, que ya había ganado unas primarias frente a Joaquín Almunia, propuesto por González, con todo el poder que éste último tenía y tiene en el partido.

Sánchez, cuyo liderazgo estuvo siempre en tela de juicio, sufrió el batacazo final precisamente de la mano de González y a partir de ahí, el Diluvio. Esto le ha llevado una y otra vez a cometer errores en sus twitters. Iglesias no puede ver ni en pintura a González y le culpa de todo. De esta forma, ha apoyado la manifestación en la universidad en la que se le impidió hablar, convocada por los simpatizantes de Podemos.

¿Y de que todo se preguntarán ustedes estoy escribiendo? Pues del acuerdo que a la chita callando el secretario general estaba fraguando con Podemos y ciertos partidos vascos y catalanes para coronarse presidente del gobierno, lo que se empeñó en llamar alternativa del cambio, aunque la aritmética no daba. Hay que recordar que el Comité Federal había prohibido a Sánchez, expresamente, negociar un pacto con la organización de Iglesias y los independentistas.

Resultaba demasiado para él desaprovechar por segunda vez la ocasión de intentarlo. Creyó tener al alcance de la mano el sillón cuando en marzo presentó su investidura y PP y Podemos se la chafaron con sus votos en contra. Claro que la formación de Iglesias contaba entonces con tener mejores resultados en las urnas de los obtenidos en junio y no le importaba ir a otras elecciones.

Rajoy ha anunciado su deseo de llegar a acuerdos puntuales con el PSOE, sobre leyes tan cuestionadas como la reforma laboral y la ley de educación, lo que es tanto como decir que se ha rendido por fin a la evidencia de que el panorama político nacional ha cambiado sustancialmente.

El Comité Federal decidió por mayoría que los diputados debían abstenerse en segunda votación, y el presidente de la gestora Javier Fernández, no sin cierta pedagogía, intentó convencer a la mayoría de que esto no significa un apoyo al gobierno de Rajoy, sino sencillamente permitirle gobernar con el parlamento enfrente. Eso supone que - con el fin de dejar testimonio del desacuerdo con las políticas del PP- los socialistas votaran NO en la primera sesión, para abstenerse en la segunda.

Hay unos 20 diputados díscolos que a la hora de la verdad han anunciado que votarán NO. No se sabe si entre ellos estará Sánchez, que conserva su escaño, porque no se le ha visto ni en los centros espiritistas. Si siguiera la tónica del NO, que el mismo acuñó, esto podría generar problemas si es nuevamente elegido por las bases socialistas.

El PSOE ahora mismo enfrenta una difícil situación con un mandato temporal y no parece muy sensato romper demasiados puentes en una época de transición. Las represalias a los díscolos podrían tener en cuenta esto, lo que supondría restar importancia al sentimiento de unidad en favor del pluralismo y utilizar el NO para jugar a dos bandas durante la legislatura. Hubo un tiempo en que este partido creyó que su poder sería incontestable, como fue en México el caso del PRI.

En el 93, cuando entró José María Aznar como presidente de gobierno por el PP, los socialistas cayeron en la cuenta de que los mandatos, salvo en una dictadura, no son eternos. Y es que desde esa fecha los modelos ideológicos han entrado en crisis y han permitido el surgimiento de otras organizaciones, que pretenden rivalizar con los partidos tradicionales. 

Los que mandan en el Comité Federal podrían optar, no obstante, por avisar a los díscolos con que si no acatan la disciplina de voto deberán irse con la música a otra parte. Esto afectaría sobre todo a los socialistas catalanes o PSC, a los que, según la última intención de voto de un organismo oficial de la Generalitat de Cataluña, se les deja a la altura del betún. Una situación nada novedosa porque en los últimos cuatro a cinco años vienen perdiendo votos hasta quedarse ahora mismo con solo 7 diputados.

No puede decirse que un programa nacional del PSOE haya contribuido a ponérselo más fácil, así que la postura del PSC, de cara a la galería, ha parecido siempre algo tambaleante, nada firme, según sea el tema a tratar en el parlamento catalán.

Tras la decisión de abstenerse, el PSOE construye un relato como garante de la estabilidad, ajeno al del PP, que le podría proporcionar tiempo para recomponerse y cuando sea apropiado derribar a su eterno rival en las urnas. Tampoco hay que olvidar, porque es endémico en la política como fenómeno social, que la partitocracia siempre se defiende. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario