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domingo, 3 de julio de 2016

DIGESTION ELECTORAL




Por Mirta Balea

La campaña electoral por la presidencia ha acabado hace una semana y el lenguaje de mítin habrá que aparcarlo en algún momento porque solo con votos no se resuelven los problemas. Estamos ante el dilema de Hamlet: to be or not to be. Traducción al español ¿tendremos o no gobierno?

Porque el que ahora se presente como el intolerante de turno le va a caer la del pulpo con la sociedad española, sobre todo si eso pudiera suponer una repetición de elecciones, por tercera vez en seis meses. Esto nos dejaría, valga decirlo, como un país esperpéntico a escala planetaria.

Hasta el socialista Ximo Puig, presidente de la Generalidad Valenciana y que debe su cargo a 8 de los 13 diputados locales de Podemos y a la confluencia Compromis, no es tan obstruso como para no considerar legítima una abstención del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a las puertas de una investidura de Mariano Rajoy, líder del Partido Popular (PP).

El presidente de la Junta de Extremadura, Emiliano García Page, quien gobierna también con la ayuda de Podemos, tampoco descarta la abstención como fórmula para permitir la investidura del candidato del partido más votado el 26 de junio y el único que ha crecido en escaños (14) hasta los 137.

García Page y la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, han puesto de relieve que los votos, con los que perdieron 5 diputados y se han quedado en 85, les sitúa en la oposición como fuerza política. Todo descansa ahora en lo que se decida en la reunión del Comité Federal del PSOE el próximo 9 de julio.

Se vislumbran cuchillos desenvainados a propósito de la batalla por el sillón de Pedro Sánchez como Secretario General. Las quinielas están abiertas sobre su permanencia o cese. Cualquiera que sea la fórmula, los socialistas no pueden perder de vista que España necesita un PSOE fuerte y crítico en la oposición y con la madurez necesaria para dar un paso crucial a fin de impedir nuevas elecciones.

En contraposición a la legislatura fallida, Rajoy pretende imprimir en esta ocasión la mayor rapidez a los acuerdos de investidura, al contrario de cuando abdicó ante el rey tras los comicios del pasado 20 de diciembre. 

Mucho tiene que ver Bruselas con estas prisas, ya que necesita contar con que el nuevo presidente de España respalde todo lo que se acuerde en la Unión Europea, que ahora mismo atraviesa uno de los peores momentos de su historia con el abandono del Reino Unido.

Bruselas nos ha visto el plumero en los últimos meses y durante la más reciente campaña electoral. Lo que ha brindado a España es un tiempo de descuento para resolver su peliagudo problema interno de formar gobierno. Quizás es consciente también de que, a pesar de la carta de Rajoy a Jean-Claude Juncker, presidente de la UE, en la que prometía nuevos recortes, esto no tendrá lugar.

Cortar el gasto, como desea la UE para cumplir con el déficit, resultaría muy complicado en la actual correlación de fuerzas interna, aún están triplicadas las funciones en la administración pública y lo de crear 2 millones de puestos de trabajo durante la legislatura choca contra la estadística formal de que lo único conseguido con la reforma laboral ha sido un empleo precario, aunque se hable de reducción del paro, y la desaparición de la clase media.

Otro aspecto importante es la premura por aprobar los Presupuestos Generales del Estado para el nuevo ciclo, que requieren de mayoría. Rajoy ha anunciado por esto llevar las discusiones en un marco de "discreción", lo que se interpreta como que no serán transparentes, y se ha cuidado mucho de no trazar líneas rojas.

Tal vez parezca que ha cambiado de medicación en este lance, ya que con anterioridad declinó la posibilidad de formar gobierno, cuando también obtuvo más escaños, y con la flema que le caracteriza deberá tratar temas que resultan vertebrales y no solo los presupuestos.

Está en discusión una reforma de la ley electoral, de la ley laboral, el nuevo hachazo a las arcas de la Seguridad Social y el Fondo de Pensiones, el déficit público disparado y que medio país, incluidos feudos del PP, se ha alzado en armas contra la ley de educación aprobada cuando tenía mayoría y sin buscar consenso.

En este panorama, produce profunda desazón que una fuerza emergente como Podemos, ahora en coalición con los comunistas de Izquierda Unida, intente convencer a la sociedad que la pérdida de más de un millón de votos en las recientes elecciones se haya producido por una campaña sucia de sus adversarios. Lo que su líder Pablo Iglesias categoriza como "el voto del miedo".

La pregunta, en todo caso, sería a qué tiene miedo la sociedad española que no vota eufóricamente por la formación morada y sus confluencias. En más de 20 capitales de provincias, el PP ganó un 40% de votos y esto ha resultado ser la tendencia nacional.

El PP se queja también y mucho de cómo los medios han estado todo el tiempo sacando los trapos sucios de la corrupción, que ha llevado al embargo de las sedes de Valencia y Madrid, en las que por cierto alcanzó cotas sorprendentes, por encima del resto de opositores.

A la formación Unidos Podemos se le ocurrió lanzar en un panfleto una serie de preguntas a sus bases y lo que mas se echa de menos es que no se incluyera el rechazo a Iglesias. Nadie cree que la conclusión sobre las respuestas lleve a una real auto-crítica sobre lo que ellos ven como una debacle y que no es más que haber quedado por debajo de las expectativas anunciadas.

Esperemos que a Unidos Podemos no se le ocurra la brillante idea de pretender hacer un gobierno "alternativo" o "a la sombra" como algunos de sus fans me han advertido. Por las redes circulan ya gritos de "pucherazo", la resistencia más evidente y tremenda a enfrentar una auténtica definición de lo ocurrido que puedan mostrar sin rubor a la masa. 

Lo que les ha ocurrido les aparta del sueño de llegar expeditamente  a la Moncloa con solo dos años de activismo político y social. Pero los encuestadores, a quienes deberían reclamarle daños y perjuicios, divulgaron a bombo y platillo  que la formación morada podría ganarle incluso al PP. Puede que estuvieran más interesados en crear impresiones que en mantenerlas.

Muchos programas de radio y televisión -dependientes del gobierno y de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría- concedieron amplios espacios a los líderes de Unidos Podemos en detrimento de PSOE y Ciudadanos. 

El PSOE no puede ponerse de lado como si la gobernabilidad de España no fuera con ellos porque son la segunda fuerza política. Algunos analistas creen que podrían dejar libertad de votos a sus diputados el día de la investidura, prescindiendo de la disciplina de partido, teniendo en cuenta que cada escaño representa a determinada circunscripción.

Rajoy ha realizado ya la primera ronda exploratoria con Coalición Canaria a cuyo representante verá esta misma semana. El afán es llegar al 19 de julio -día en que se constituirán las Cortes- con acuerdos para la investidura. Si hay voluntad en PSOE y Ciudadanos, el PP nombraría una comisión negociadora, lo que sería deseable dada las maneras suavemente rancias de su candidato. Mejor que otros pacten en su lugar.

Aunque la decisión sea coral, Rajoy nombrará a sus más allegados y de confianza, proporcionándoles alguna munición con medidas reformadores que satisfagan a PSOE y a Ciudadanos como balsa de salvación para todos. 

Otras referencias en: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2016/07/por-mirta-balea-la-campana-electoral.html

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