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lunes, 27 de junio de 2016

EL PARTIDO POPULAR AVENTAJA EN VOTACION AL RESTO DE FUERZAS ESPAÑOLAS.





Por Mirta Balea

El Partido Popular ha sido el ganador neto de las elecciones presidenciales en España y él único que ha subido en votos y escaños. El 70 % de los más de 30 millones de electores contaba en estas segundas elecciones con más elementos de opinión sobre las fuerzas en liza de los que tenía el 20 de diciembre.

Los líderes y sus voceros hablan desde ayer del resultado, en los que PP obtuvo 14 escaños más hasta alcanzar 137 diputados; los socialistas perdieron 5 y bajaron a 85 diputados; la coalición Podemos e Izquierda Unida se ha quedado con los 71 en conjunto de diciembre pasado; y Ciudadanos ha bajado 8 hasta los 32 de ahora. El resto de formaciones minoritarias presentes en el Congreso mantuvieron el tipo. 

Las valoraciones, en las que la autocrítica ha brillado por su ausencia, apuntan a que ninguna fuerza política logra interpretar bien por donde va el voto ciudadano. A juzgar por el 70 por ciento de participación, casi igual a la registrada en diciembre, la gente quiere que se acabe de formar un gobierno con los pactos que sean necesarios.

Otro aspecto importante del voto sería que la sociedad española no quiere mayorías absolutas sino un juego democrático más intenso en el parlamento, por eso estamos en presencia de un tetrapartidismo. Y algo relevante también es que en esta nueva cita con las urnas, con apenas seis meses de diferencia, ha estado en condiciones de otorgar mayor valor a la estabilidad que a la corrupción.

Aunque algunos líderes políticos han hecho de la corrupción una bandera de batalla contra el PP, los votos en Madrid y Valencia, donde esta situación alcanzó cotas nunca vistas en el país, muestran que la sociedad ha pasado página. En ambas localidades, los resultados para el PP fueron sorprendentes, situándose el primero en votos con diferencia.

Es que los ciudadanos habían pasado factura al PP en 2015 por sus casos de corrupción en las elecciones municipales y autonómicas, en las del europarlamento y en las presidenciales de diciembre. Todo señala que culpan más a las personas corruptas que al partido como tal y han decidido este domingo aflojar las riendas para dar mayor margen al PP .

De nuevo, los agentes políticos han empezado desde ayer a trazar líneas rojas. El PSOE no quiere que el PP gobierne y para impedirlo no votará a favor de la investidura de Mariano Rajoy ni se abstendrá. Es lo que ha dicho esta mañana el portavoz Antonio Hernando, aun cuando los votos colocarían a su formación en la oposición con la mitad de escaños de que disfrutaron en 2008.

Ciudadanos, que ha rescatado el centro político nacional del limbo en que se hallaba, no acaba de poner el "huevo". Su líder, Albert Rivera, quien ondeó la bandera de la corrupción del PP y dijo que nunca apoyaría a Rajoy, ahora debe enfrentarse a una realidad con la que no contaba al bajar su puntuación frente a la subida de los populares. Desde que se conocieron los resultados, se ha venido lamentando, junto a otros de su grupo, de que la culpa la tiene la ley electoral "injusta" por la que se rigen todos los partidos. 

Con Unidos Podemos no puede contarse de momento, están aún en "shock". El resultado ha demostrado que la coalición con Izquierda Unida de nada le ha servido a Pablo Iglesias y la granada de fragmentación que resultan ser los 16 partidos que componen la formación no ha tenido ocasión siquiera de quitar la espoleta. Siguen sin creerse que la sociedad española prefiere a una fuerza como el PP antes que a ellos, sobre todo porque las encuestas le situaban como segundo en intención de voto por encima del PSOE en las semanas previas.

Izquierda Unida, a la que después del 20 de diciembre las encuestas le auguraban una subida que podría haberles dado hasta seis diputados en caso de repetirse las elecciones (como así ha sido) decidió casarse con Podemos y ahora ha desaparecido en el humo de la historia. Lo hizo a instancias de un cadáver resucitado por Iglesias, el de Julio Anguita, languideciendo entre sus libros polvorientos, y que saltó a la palestra para prestar sus buenos oficios. A IU le resultará difícil recobrar su identidad y en esta legislatura ni siquiera podrá intentarlo porque la coalición estará vigente, trayendo consigo el silencio durante cuatro años.

Rajoy pedirá formalmente un pacto de gobernabilidad al PSOE, única fuerza capaz de brindar con su apoyo la mayoría que necesitaría para la investidura. De alguna manera el anuncio hoy ha representado un paso atrás a lo que hace apenas una semana había dicho de que no iría a una investidura si no contaba con los 176 escaños necesarios para una mayoría.



Nadie le reprocha a Rajoy haber reculado en sus intenciones, pero Hernando le ha dejado claro que, en lo que respecta al PSOE, no es suficiente ganar y le ha remitido a buscar apoyos en "aquellos elementos afines ideológicamente", que de antemano todos saben que no suman.

Una cosa parece bastante evidente dentro del PSOE, si juzgamos las opiniones de algunos de sus "barones" tras las elecciones: no todos están por la labor de frenar la formación del gobierno para lo que sería suficiente una abstención negociada. Todo depende de lo que mutuamente quieran conseguir o dar.

¿Y ahora qué? es la pregunta del momento. Lo racional sería un gobierno cuanto antes y lo más amplio posible porque resulta obvio que la gente ha tenido más elementos de opinión sobre las fuerzas políticas del parlamento y ha votado a conciencia. La política sabemos que es el arte de lo posible y van a tener que hacerse a la idea de un gobierno presidido por Rajoy porque los escaños tienen un valor.

Había solo un riesgo antes de las elecciones, que podría haber cambiado todo el panorama desde el 20 de diciembre, que el PSOE desapareciera de escena, como líder de la izquierda nacional, y se instalara en su lugar Unidos Podemos. La sociedad no ha querido que sea así y ha rescatado a la socialdemocracia de toda la vida, quizá pensando que debe pasar a la oposición y abstenerse en la investidura  para que tenga tiempo, en los próximos cuatro años, de ampliar la mayoría social.

La duda que surge con los resultados de Unidos Podemos es si la formación emergente ha llegado a su techo. De ser así, la experiencia indica que el ciclo que vendrá será a la baja.

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