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jueves, 14 de julio de 2016

LOS PASOS PERDIDOS DE RAJOY


Por Mirta Balea

Nadie habla de investidura, todos, de gobierno. Incluso el líder socialista, Pedro Sanchez, dice que ambos asuntos son lo mismo. Los medios lanzan el lazo a la posibilidad de que al ser minoritario el gobierno -si es que llega a investirse Mariano Rajoy- dará para una afeitada. ¿De verdad esto es un debate serio pensando en el bien de los españoles?

Lo primero que parece necesario aclarar es que los encuentros -que no negociaciones- realizados por Rajoy esta semana con los principales líderes de la oposición traen como equipaje que el Partido Popular (PP), en tanto tuvo mayoría absoluta para gobernar, rompió todos los puentes de entendimiento con el resto de fuerzas políticas.

No se puede dar marcha atrás a esa legislatura, pero Rajoy tampoco puede comportarse como si tuviera de nuevo mayoría absoluta ni darse escofina en el ombligo porque tenga ahora 14 escaños más que en diciembre pasado. Su obligación, dado el daño provocado en el orgullo de los diversos partidos nacionales por el ninguneo a que los sometió el PP, es bajar al ruedo y lidiar.

El presidente en funciones ha dicho que está dispuesto a pactar lo que sea. Esto va desde el techo de gasto -lo más importante ahora mismo, porque la aprobación de los presupuestos está al doblar de la esquina- como hablar de los recortes en la sanidad pública, la educación y otros aspectos sociales y la demoledora reforma laboral ideada en Bruselas y que él aceptó sin chistar.

Por cinco veces, durante la legislatura mayoritaria del PP, presentamos cuentas por encima del déficit aprobado en las normas comunitarias y la misma cantidad de veces los dejaron pasar. En esta última ocasión, se ha hecho lo mismo y Bruselas nos va a multar con seis mil millones de euros. El gobierno en funciones ha enviado ya sus planes de recuperación para evitar la multa.

Por la mala gestión del PP, tendremos todos que pagar. Como estamos en negociaciones para una repesca de Rajoy, la solución ha sido cobrar por anticipado el Impuesto de Propiedad para cubrir el hueco. Lo que no corrige el problema porque el déficit está en la Seguridad social, lo que pone en riesgo a 9 millones de pensionistas y jubilados españoles. Han emitido deuda pública para solventar el problema, pero cada año el agujero se agranda.

Ciudadanos ha estado dispuesto a relajar las posiciones que mantuvo durante la campaña electoral en la que su líder Albert Rivera se cansó de proclamar que no habría apoyos si continuaba Rajoy. El cambio obedece al pragmatismo, porque si pierdes 8 diputados en las últimas elecciones y el PP sube 14, algo habrá que hacer con esos datos.

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que perdió diputados, cinco, bajando de 90 a 85 escaños, carece de intención de llegar a puntos de encuentro con su rival de toda la vida. Ha rechazado de forma tajante la propuesta de Ciudadanos de una coalición de partidos constitucionalistas con el PP, a pesar de que en Europa hay al menos 14 gobiernos en coalición y algunos de ellos entre fuerzas de la derecha y la izquierda.

El resultado electoral del 26 de junio distribuyó el voto de manera que fuera complicado formalizar un gobierno, como había ocurrido ya en las elecciones del 20 de diciembre. Si nos atenemos a la subida en escaños del PP y que el ascenso se registró como una tendencia nacional, habrá que concluir que la vida NO pasa factura a quienes no se comprometen. Rajoy abdicó de formar entonces gobierno por carecer, como ocurre ahora, de apoyos suficientes.

La izquierda, bajo la batuta del PSOE, podría haber tenido desde marzo pasado un gobierno en Moncloa, con el apoyo de Ciudadanos, si Podemos hubiese votado a favor de Sánchez, que desbloqueó la situación creada por el PP al presentarse a la investidura. Los grupos integrados en la formación presidida por Pablo Iglesias veían mejor la convocatoria de nuevas elecciones porque valoraron que esto les daría mejores resultados. Fue lo contrario. Perdieron un 36% de sus votantes en toda España.

Como ha dicho Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, la tesitura está en escoger entre lo malo, lo menos malo. Un razonamiento pragmático porque el otro sería abocarnos a unas terceras, cuartas o quintas elecciones hasta que el PP se hiciera con la mayoría absoluta de nuevo, que no es precisamente lo que desea la mayoría social, que ha votado dos veces lo mismo en los últimos siete meses.

Para poner en marcha la legislatura, los de Ciudadanos han anunciado que en la primera votación lo harán en contra y en la segunda se abstendrán, quizás por el temor de que cuanto más tiempo se añeje esta situación, ocurrirá como cuando llegamos a viejos, que los discos de la columna se secan y los huesos pierden lubricación, dando paso a constantes dolores lumbares.

Todos los líderes quieren ser responsables o eso dicen. Los de Ciudadanos y el PSOE van más allá, desean ser también constructivos y realistas. Pero esto tiene que tener una implicación práctica, la que hasta el día de hoy solo ha tenido Ciudadanos.


Unidos Podemos tienta al PSOE con una alianza que solo dará en número de escaños si se suman los independentistas y nacionalistas catalanes y vascos. Así que Sanchez tendrá que definir si quiere ser parte del problema o la solución, porque eso de decir NO a la investidura de Rajoy y proclamar que no quiere nuevas elecciones parece como mínimo una burla al sentido común.

NO resulta real una alternativa de gobierno, se arme como se arme, es tan solo una ensoñación de Unidos Podemos, que no se resigna a que la gente no le vote entusiásticamente. Hay solo dos maneras de romper el nudo: abstenciones técnicas de Ciudadanos y PSOE o Ciudadanos hace alianza con el PP para justificar que el PSOE haga la vista gorda y unos siete u ocho de sus parlamentarios se abstengan en la segunda votación. A lo que están abocados los líderes políticos es a activar el reloj y dejar de perder el tiempo con las discusiones que vienen teniendo desde el 20 de diciembre.

La clave sería llevar el nivel de encuentros o de negociación al grado de discreción, porque si Rajoy, que ha dado el 2 de agosto como fecha para su primer intento de investidura, no alcanza los apoyos suficientes puede que el rey no le encargue formar gobierno. Tampoco lo hará con el PSOE, que falló al intentarlo en marzo último.

Al día de hoy (complemento circunstancial de tiempo), expresión repetida muchas veces ayer por Sánchez para decir que votarán NO a la investidura, tenemos aún una situación de bloqueo, idéntica a la de la reciente legislatura fallida nacida de las elecciones de diciembre. Todo se resume a que si Ciudadanos no forma parte de los escaños del PP, elevándolos a 169, el PSOE no tendrá pretexto para que se abstengan algunos de sus diputados y aún así mantener el liderazgo de la izquierda, por el que hace cola Unidos Podemos.


La solución de elevar el número a 169 y luego abstenerse unos pocos está muy bien vista por algunos barones socialistas, pero no deja de ser una conveniencia partidista, no de estado ni de gobierno, que valora un partido que en las once legislaturas de la democracia en España ha gobernado en la mayoría.

El diario El País publicó recientemente una encuesta en la que afirmaba que el 74% de los votantes socialistas estarían por la abstención para facilitar la investidura y la formación de un gobierno.

En el universo español, hay dos formas de visualizar la situación: tenemos por un lado los que quieren nuevas elecciones, los del latiguillo de que hay que cumplir con los votantes y los de quienes hartos de tanto mamoneo desean que se acabe de instalar un gobierno porque son muchas las cosas urgentes a tratar en una nueva legislatura.

De la ecuación hay que eliminar a Ciudadanos, que ha dicho ya cómo votará la investidura, y a Unidos Podemos, que nunca dará el sí aunque caigan railes de punta. Rajoy ha dicho que si no pasa en la segunda oportunidad de investidura abrirá un período de reflexión, que, a saber, que quiere decir con eso.

Todo esto sería tal y como lo he contado si el rey le confiere la posibilidad de formar gobierno al PP. Pero dadas las turbulencias en el patio podría pasar directamente a convocar nuevas elecciones. Sería un hecho inédito en España, pero también lo es la fragmentación parlamentaria de la que disfrutamos hoy y el talante nada negociador de las fuerzas políticas representadas en las Cortes.

referencia: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2016/07/por-mirta-balea-las-campanas.html

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