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lunes, 30 de septiembre de 2013

Grecia: los pronazis no pueden formar parte de la democracia

El pueblo griego contra Aurora Dorada




Por Mirta Balea


El proceso iniciado hoy en Atenas contra miembros de Amanecer Dorado (AD) podría convertirse en el primer paso para la eliminación de un partido ultraderechista pro-nazi, que tiene en su haber al menos 10 asesinatos, según la Fiscalía del Estado, blanqueo de dinero, otros delitos fiscales y trata de personas.


La Fiscalía ha pensado también en restar a la organización las ayudas que recibe de las arcas públicas habida cuenta de su currículo criminal.


El líder de AD, Nikolaos Mijaloliakos, resultó apresado también en la redada hace dos días para cumplir con 38 órdenes de arresto de la Fiscalía, que han puesto entre rejas hasta el momento a una treintena de militantes ultraderechistas y pro-nazis.


Mijaloliakos, ex-paracaidista del ejército griego, se ha declarado, como el resto de los miembros de AD, nacionalista y racista. Sus discursos xenófobos durante la precampaña electoral de 2012 mostraban su lado más oscuro, por si alguien tenía dudas. 


Los fundadores de AD en 1980 se veían a sí mismos como los herederos de Hitler y Mussolini. En su mayoría habían formado parte de los cuerpos militares creados en la posguerra por el gobierno intervencionista británico para impedir el ascenso del comunismo en el país y simpatizaban con el derrocado régimen de Los Coroneles.



El movimiento -aupado por el desempleo y la pobreza agravados por la crisis económica mundial- se hizo en las elecciones de junio de 2012 con 18 de 300 escaños parlamentarios. Haberles permitido entrar en la contienda electoral parece ahora un craso error teniendo en cuenta que ya entonces se les investigaba por participar en actos violentos.




Sobre todo su retórica anti-emigración, que inundó la campaña electoral, resultó cautivadora para jóvenes, muchos de los cuales no son nazis aunque le votaran, pero se hallan desesperados ante la carencia de futuro por el desastre económico en el que navega el país y tienen necesidad de culpar a los inmigrantes de su mala suerte.




El ministro de Orden Público lanzó un haz de esperanza a la comunidad internacional y en especial a la Unión Europea sobre el equilibrio y normalidad del gobierno de Atenas. Dijo que en Grecia no hay lugar para las organizaciones criminales, aun cuando tengan la apariencia de partido político.



El líder de AD


 
El pasado día 18 un miembro de AD, Yorgos Rupakias, asesinó a puñaladas al rapero antifascista Pavlos Fissas tras una discusión en el suburbio ateniense de Keratsimi.


Este hecho nos sitúa en la realidad de que cualquiera de los miembros de la organización -en su mayoría en edades entre 18 y 35 años- tiene ya un currículo de episodios de violencia antirracista y xenófoba, llevados a cabo con impunidad en muchas ciudades donde la policía mira hacia otro lado.


Los griegos se volvieron contra el asesinato de Fissas y marcharon el pasado miércoles hacia las oficinas de AD. La ola de ira envolvió a Atenas contra un partido conocido desde siempre por su filiación nazi y que hasta ahora había sido inmune a las acusaciones de brutalidad y de violencia.



Lo cierto es que Grecia ha conocido pocos momentos de ejercicio real de la democracia desde finales de la II Guerra Mundial porque según los acuerdos de Yalta entre las potencias del eje, Gran Bretaña y Estados Unidos tendrían como zona de influencia a al país heleno y la Unión Soviética la tendría en Bulgaria y Rumania en la zona de los Balcanes.


Fue el momento del reparto realizado poco antes de finalizar el conflicto y que muchos ingenuos creen aún que es una leyenda.


El Ejercito de Liberación Popular Griego (ELAS), que trajo en jaque a los alemanes durante toda la guerra, tuvo no solo que enfrentar a los nazis, sino también a los colaboradores ultraderechistas, primero de las Bandas Z, lideradas por el soldado chipriota Georgius Grivas, apoyado por el servicio secreto británico.


El primer ministro Winston Churchill temía que los comunistas, o la izquierda en general, pudiera apropiarse del gobierno de posguerra y que la Unión Soviética captara a Grecia como uno más de sus estados satélites.


En esta lucha por impedir al ELAS llegar al poder, siendo la mayor guerrilla griega, con gran arraigo popular y que plantó cara a los nazis, a fines de 1944 los británicos formaron un nuevo ejército bajo el acrónimo de LOK, un grupo de asalto a las órdenes del Mariscal de Campo Alexander Papagos, para combatirla. 

 
Los gobiernos de derecha que se sucedieron tras las primeras elecciones de 1947, en la que la izquierda -cometiendo un error estratégico- no quiso participar porque los británicos seguían como fuerza intrusiva en el país, resultaron en la práctica, como esperaba Churchill, un instrumento en la posguerra de las fuerzas que lideraron la guerra. Ninguno de los países involucrados tenía en mente perder los territorios de influencia repartidos en Yalta.
 
 
El gobierno de la Unión de Centro (UC), de Georgius Papandreu, que limpiamente ganó las elecciones en 1963, duró solo cuatro años, antes de que la CIA orquestara un golpe de estado, coordinado por su jefe de estación en Atenas, Jack Maury, junto al Rey, el ejército y los servicios secretos griegos.
 
 
Con esto se evitó una nueva victoria de la UC en 1967 y se dio paso a la dictadura más despiadada conocida como de Los Coroneles. Para entonces, el partido era bicéfalo, con el hijo de Papandreu, Andreas, quien después constituyó el PSOK, caído a consecuencia de la actual crisis.
 
 
Manifestación de AD en 2010
 
 
Los griegos se despertaron con el Ejército controlándolo todo y al coronel Georgios Papadopoulus, jefe de la Junta, declarando que habían tomado el poder para proteger la democracia, la libertad y la felicidad. Once artículos de la Constitución resultaron suspendidos y la gente podía ser arrestada en el acto sin garantías y llevada ante tribunales militares.
 
 
Se prohibieron las manifestaciones y las huelgas y se congelaron las cuentas bancarias. La Junta de los Coroneles consolidó su poder con un régimen de encarcelación y tortura como no se había visto en Europa desde la II Guerra Mundial.
 
 
Comunistas, socialistas, artistas, académicos, periodistas, estudiantes, mujeres con actividad política y sacerdotes, incluidos amigos y familiares de todos ellos, fueron torturados de la manera más vil. 
 
Este es el régimen por el que suspira AD. Así cobran importancia las palabras del ministro de Orden Público y del propio primer ministro Antonis Samara, líder de Nueva Democracia, de que no habrá elecciones anticipadas, el gabinete y el parlamento continuarán su funcionamiento normal y la justicia se encargará del resto.
 
 
El caso está en manos del sistema judicial- dijo Samara para alzarse sobre las voces que claman ahora por la Constitución en cuanto a que un diputado no pierde su condición si no existe una sentencia judicial previa.
 
 
 
Pocas veces en la historia de la República Helena se ha dado el caso de que la democracia triunfe, pero desde finales de los 80 del pasado siglo viene haciéndolo, aunque con muchas dificultades.
 







 




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