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lunes, 23 de abril de 2012

Francia: los problemas crecen

La ciudad del Sena



Por Mirta Balea


Hay dos imágenes emblemáticas de Paris: la torre Eiffel y ... Nicolás Sarkozy haciendo footing. Esta vez ha ralentizado el ritmo al haber alcanzado tan solo un segundo puesto en la preselección para la presidencia de Francia, con un final de campeonato el próximo 6 de mayo, sin sorpresas, porque los sondeos apuntan a que el juego lo ganará el socialista Francois Hollande.




De ser así, serán malas noticias para el presidente y buenas para la socialdemocracia en Europa, en estos últimos tiempos de capa caída, con un último varapalo el pasado 22 de noviembre en España al ganar el Partido Popular  al Partido Socialista Obrero Español con amplia mayoría. Lo curioso es que el discurso que sirvió al vencedor español podría haberlo escrito Hollande, que tiene que cautivar también a una Francia desengañada y necesitada de cambios, sin dejar a un lado su vocación europeísta.




Se trata de la baza contra Bruselas y sus disposiciones, que no gustan a nadie y por eso da resultado, incluso a Sarkozy, que hasta ahora se había abstenido de discrepar, pero que se ha mostrado también osado retando en especial a su socia en la gobernanza del Club de los 27, la canciller alemana Angela Merkel.




El candidato del Partido Socialista Francés (PSF), que obtuvo un 28,6% de los votos este domingo y podría llegar al 54% en la segunda vuelta, deberá enfrascarse en las próximas dos semanas en un debate dialéctico sin piedad en el que su oponente intentará con ahínco hacerle caer en un error para ganar.




El Partido de Sarkozy, Unión por un Movimiento Popular (UMP), consiguió en esta liza un 27,1% y se ha vaticinado que en la próxima no sobrepasará un 48% por lo que parece seguro que se quedará con la miel en los labios en su ambición de repetir mandato.




El margen de momento NO resulta tan abismal como se esperaba, o, al menos, como manifestaban los corresponsales españoles en Paris hasta el mismo sábado. Esta es la razón de que el entorno del presidente pareciera encajar con elegancia, y un cierto optimismo, la derrota. Que haya sido el primer jefe de Estado en Francia que perdiera en la misma primera vuelta, como han resaltados algunos medios de comunicación, nada significa. A veces las ventajas pueden dar un vuelco como no se espera, así que la prudencia resulta aconsejable en un sistema en el que las alianzas son permitidas y a veces hacen mucho daño al cuerpo electoral.




Nadie puede olvidar que Sarkozy es un animal político de muchos recursos y pocos escrúpulos, que ha dejado ver en más de una ocasión su perfil de matón de barrio, por lo que tiene las dotes de crecerse ante la adversidad y  hará lo posible por granjearse los votos de la extrema derecha, sin espantar al centro, porque los necesita a ambos para ganar.




La extrema derecha, encarnada en el Frente Nacional, de Marine Le Pen, ha sido la gran vedette de la carrera, contra todo pronóstico. Los comicios con una participación muy alta, del 80%, le han otorgado un 17.90% de votos, que le ha servido para colocarse como tercera fuerza política de la nación y le confiere un cierto poder de decisión en la contienda. Se ha sabido, sin embargo, que solo un 40% de sus seguidores estaría dispuesto a decantarse por Sarkozy en una segunda vuelta.




Hollande


El bloque de la izquierda, formado por los simpatizantes de Hollande y los del comunista Jean Luc Mélenchon, con un 11.1%, y Eva Joly, de los Verdes, con un 2,3%, entre otros candidatos, parece más dispuesto al trasvase de votos. El primero, cuya caída ha estado condicionada por el voto útil para el líder del PSF, ha dicho que se siente orgulloso de ser "la única nueva formación política que haya emergido con éxito en estas elecciones". Palabras a citar en el futuro si queremos explicar la esencia del refrán de "a mal tiempo buenca cara".




En el ecuador de la carrera por el Elíseo, se puede echar la vista atrás y recordar que nadie daba un céntimo por el candidato socialista, porque el favorito, hasta hace solo unos meses, era Dominique Strauss-Kahn, expresidente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Su capacidad de gestión al frente del organismo es lo que confería enjundia a su candidatura, pero las cosas vinieron de mal en peor y ahora está imputado en un proceso de prostitución en Francia.




Al PSF no le quedó otra que echar mano de Hollande, un hombre que ha seguido una línea inteligente de confrontación con Sarkozy y ha mejorado esa imagen de maestro de escuela, gafas incluídas, con la que casi ni podía. Con habilidad ha logrado que estas elecciones se vean como un referendo contra el poder vigente, como había ocurrido antes en España con José Luis Rodríguez Zapatero.




Europa hacía cábalas con la posibilidad de un Strauss-Kahn, presidente de Francia, con todo el bagaje político y de experiencia en las finanzas, aunque se sabía ya de otros escándalos similares, ocultos a las miradas de los no iniciados. La primera caída fue en Nueva York con una beldad negra en la habitación de su hotel, de oficio camarera, a la que intentó forzar, y que estuvo dispuesta a abrir la Caja de Pandora. Luego vino la imputación del 26 de marzo pasado por la trama de prostitución.




Europa espera, pero no como aquel famoso encabezamiento de una agencia de noticias de Hanoi espera, cuando aguardaba ser bombardeada por las fuerzas norteamericanas durante la guerra librada en los años 60-70 del pasado siglo en Vietnam. Europa espera para ver, si como se ha dicho,  habrá un cambio de ciclo político en Francia, un país con una deuda de 1,7 billones de euros, que Hollande se propone combatir con la retención del 75% de las rentas mayores de los 100.000 euros anuales.




Tampoco es que se estire mucho en el intento, porque el equilibrio presupuestario se propone alcanzarlo en 2017 y tras haber perdido el país la Triple A en la calificación de la deuda, debería darse algo de prisa.




Estas propuestas han entusiasmado mucho al personal, porque también ha dicho que plantara cara al actual pacto fiscal de la UE, cuyo nivel de amordazamiento es tal que ha plagado de recortes y reformas a los países afiliados al euro. Las cifras y las protestas que se han sucedido en Grecia, España y Portugal han probado que los más vulnerables dentro de esas sociedades llevan todo el peso de las medidas de Bruselas. Son acciones ideadas por el Bundesbank que, como se ha venido comprobando, impiden también a la clase media, la que crea riqueza y empleo, alcanzar un crecimiento económico.




La disputa prevista del socialista francés con Europa tiene buenos propósitos, pero otra cosa es que cumpla lo prometido. El presidente español Mariano Rajoy ha venido haciendo en estos cuatro meses lo contrario de lo que propugnara en su programa para ganar las elecciones y por muy justificadas que puedan parecer la medidas que ha ido adoptando, la gente de a pie no las traga, porque son tantas las alzas de precios y tan bajos los salarios, que casi habría que plantearse no trabajar.




Hollande es presidente del PSF desde 1997, época en que ganó las legislativas, pero aparcó sus aspiraciones en 2007 para dejar a su pareja, Ségolène Royal, pelear por el Eliseo. Sarkozy la derrotó con el 53,1% de los votos, frente a un 46,9% obtenido por ésta. Puede que ahora vuelvan a gobernar los socialistas después de una hibernación de 17 años.




A Sarkozy le han bajado la nota los barrios marginales o banlieus, habitados por los ciudadanos más pobres, como ocurre en todas partes, entre ellos los que han llegado desde las zonas en conflicto o que ya estaban desde los años 60 del siglo XX, cuando se puso fin al sistema colonial, en el que participaba Francia. Muchos de aquellos, como los de ahora, quisieron ir a la metrópoli en busca de oportunidades, dejando atrás un universo convulso. Estamos hablando, no solo de recién llegados, sino de generaciones de seres nacidos franceses.




El presidente parece haber chocado palmas con la Le Pen en su programa contra la emigración, siendo él de origen húngaro, pero en castellano hay un refrán que reza: no hay peor cuña que la del mismo palo. La realidad es que la consigna de reducir a la mitad el número de inmigrantes legales al año asusta en los arrabales, donde algunos aspiran a traer a sus familiares. Hollande les ha ofrecido empleos y mejores condiciones para estudiar. ¡Toma ya! Así resulta el toma y daca en unas elecciones.




Una medida de este cariz forma parte del ideario del Frente Nacional, pero a la hija de Jean-Marie LePen, quien en 2002 disputó en la segunda vuelta con el finalmente elegido Jacques Chiraq, no le gusta para nada Sarkozy, ni, tampoco, a la mayoría de sus seguidores. En parte, la culpa la tendrá ese pasado húngaro, que no queda bien para que le apoye la gente de un partido, además de xenófobo, racista.




Parece hasta normal, que llegados a la desilusión y la desesperación, la gente se crea a pie juntillas todo lo que prometen los políticos en campaña. Ignorarían entre otras cosas que se dice lo que haga falta para ganar y que la evolución de los ciclos económicos puede llegar a actuar sobre los Gobiernos como un tsunami y hacerles perder el timón del barco.




Si agregamos a esto que el nuevo presidente, sea quien sea, tendrá que continuar metido en el maizal que tapa las tierra de Europa en los últimos tiempos, como le ocurría al rubito aquel de Un guardián entre el centeno, habrá que recordar a  Julio César cuando iba de conquistador: Alea jacta est (la suerte está echada).


Enlazar con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2012/01/espana-sarkozy-recibe-el-toison-de-oro.html
http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2012/03/francia-golpe-la-convivencia.html

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