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domingo, 22 de abril de 2012

Argentina : las luces y las sombras (I)

C.F. en el anuncio de la confiscación de Repsol-YPF
Por Mirta Balea

La política se ha mostrado tradicionalmente como un fénómeno de instigación, relacionado con el modo que tenemos de influir en el comportamiento de otros, y, en este camino, las formas para alcanzar el objetivo se pueden observar con claridad: la fuerza para imponer las tésis, el control social, en el que la fascinación que ejerce un líder juega un papel primordial, y la manipulación, que incluye, de ser posible, a los medios de comunicación.




Claro que la manipulación oculta el rostro, porque ¿cómo se sentirían los manipulados si tuvieran conciencia de que están siendolo? Nadie acepta de buena gana resultar objeto de una deliberada creación de predisposición a recibir ciertos mensajes y aceptarlos como válidos, en contra a veces de un razonamiento que se haya hecho a priori.




El Movimiento Nacional Justicialista, creado por Juan Domingo Perón en Argentina a mediados de 1940, devenido Partido Peronista y ahora Partido Justicialista, se adaptó desde un principio al modelo de comunicación directa entre el líder y la masa. Desarrollar esa horizontalidad, cayó en las manos de su esposa Eva Duarte, Evita, como cariñosamente la recuerdan hasta los argentinos que ni la conocieron.




Lo que se presentaba como un difuso movimiento humanitario y de justicia social, generó resquemores, miedo e indignación entre los militares, la Iglesia y la clase media, que lo habían aceptado en principio. El peronismo fue proscrito entre 1955-1973. Sus planes de vivienda, inversiones en salud, educación, la instauración de períodos de vacaciones y descanso y la estatalización de los servicios públicos, habían colmado la paciencia de estas clases, pero ayudaron a Peron a que el destino de la población gravitara a su alrededor.




En 1955, punto final de su gobierno, sobrevino un golpe de Estado. Perón había colmado la paciencia de esas fuerzas al molestar a la Iglesia catolica con medidas como una ley de divorcio, la separación del Estado con el culto y el permiso para los prostíbulos, rompiendo una sociedad existente con anterioridad. Argentina y el Vaticano habían firmado un pacto secreto para la emigración de oficiales nazis.




La Santa Alianza, el servicio de espionaje vaticano, en la actualidad fusionado con el contraespionaje del Soladitium Pianum, entonces separados y conocido como la Entidad, utilizó como mensajero entre Roma y Buenos Aires a Gino Monti de Valsassina, un noble italiano de origen croata, capturado por los ingleses en 1945 y trasladado al campo especial, a donde iban a dar todos los que tuviesen algo que aportar a los aliados de la II Guerra Mundial sobre el régimen de Hitler. Este nazi había escapado y obtenido refugio en la iglesia de San Girolamo.




San Girolamo era el centro principal de evasión de criminales alemanes y croatas hacia terceros países. Muchos de ellos fueron a parar a Sudamérica, principalmente, a Argentina, Bolivia y Brasil a través del llamado Pasillo Vaticano. Otros destinos fueron también España, Portugal, Marruecos, Austria e Italia. Recuerdo que nada de esto habría sido posible sin la colaboración de los gobiernos respectivos.




Monti entró en 1947 en Argentina como apátrida, con un certificado extendido por el Vaticano, y Perón lo envió después a España para reclutar a alemanes con conocimientos técnicos. Desde San Girolamo se organizaron las huidas, en especial a Argentina, de criminales nazis tan destacados como el médico psicopata Josef Mengele; Klaus Barbie, el carnicero de Lyon;  Ante Pavelic, el dictador crota; el general de las SS Hans Fischböck o el famoso Adolf Eichmann.




Este último fue el ejecutor de la Solución Final, ideada por los nazis para borrar a los judíos de la faz de la tierra, y se ha hecho famoso por el secuestro espectacular de que fue objeto en Buenos Aires por el MOSSAD, el servicio secreto de Israel, y su juicio público en Jerusalén.




Perón nunca se identificó con ideales de progresía o de la izquierda centrista, en realidad estaba mucho más cerca de las ideas anticomunistas de Pío XII. Su Movimiento acogía, y sigue haciéndolo, muchas tendencias ideológicas, que han entrado en conflicto con el correr del tiempo. Para que la actual presidenta argentina Cristina Fernández llegara al poder tuvo que existir  en el justicialismo un grupo interno conocido como La Cámpora con sus adeptos abriéndole el paso hacia la Casa Rosada.




Máximo Kirschner, el mayor de los dos vástagos de la pareja presidencialista, ha liderado La Cámpora desde la muerte de su padre y se ocupa tambien de gestionar el patrimonio familiar. La presidenta declaró en 2010 que alcanzaba los 12.890.000 euros. Cuando su marido había llegado a la jefatura de Estado en 2003 no llegaba a los 2 millones.




En la simbología del peronismo, se apela constantemente a la tradición nacional y popular para una retroalimentación y para mantener el banderín de una reformulación del socialismo y el anarquismo con nuevos mitos, pero dentro del justicialismo no todos están de acuerdo.




La mandataria había estado codo con codo con su fallecido marido para ajustar al Partido a las necesidades personales y de liderazgo del matrimonio. Ambos, como lo hizo Perón en su momento, han entendido como prioritario el apoyo popular para darle legitimidad a sus acciones.




Tal vez por esta razón, tan pronto C.F. comunicó en conferencia de prensa su decisión de confiscar las acciones de Repsol en YPF, en un retorno de esta última a la esfera pública, el secretario general de Izquierda Unida en España, Cayo Lara, lanzó su grito de batalla contra la explotación de los recursos petrolíferos argentinos por una compañía extranjera y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)rechazó en el Parlamento europeo de Estrasburgo la decisión mayoritaria de cortar los privilegios arancelarios de Argentina dentro de la Unión Europea, entre otras represalias económicas.




Una prebenda de la que gozan también otros países de MERCOSUR, la agrupación de naciones sudamericanas apegadas al izquierdismo más radical, reflotado en este siglo, y que se ha hecho fuerte comercialmente para disputar puestos a Estados Unidos,  para estas filas, el Coco del cuento.




La negativa del PSOE a respaldar un acuerdo de la Eurocámara como parte del apoyo internacional al Gobierno español entró en contradicción con la posición de su secretario general  Alfredo Pérez Rubalcaba, quien había dado su aval a la posición oficial de restringir algunos productos argentinos de importación, dentro de una balanza comercial favorable a Buenos Aires. Siendo el grupo opositor mayoritario en las Cortes, un doble rasero ha quedado en evidencia.

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