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viernes, 27 de abril de 2012

ETA: interpretaciones para un programa





Por Mirta Balea


Cierta ambigüedad en el queremos dejarlo y ustedes no nos lo ponen fácil, colocada cerca del final esperado de ETA, funciona aceptablemente como climax, pero si se trata de complicar el asunto, las tramas paralelas nos dicen mucho más: los presos de la banda están hartos y la disciplina puede quebrarse en cualquier momento, así que el Gobierno del Partido Popular (PP) ha desplegado la alfombra roja con un plan de reinserción individual que levanta ampollas entre las víctimas y en las filas de los radicales.




La nueva estrategia del PP para derrotar a la banda terrorista vasca, expuesta hace apenas 24 horas por el Ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, consiste básicamente en promover la reinserción de los presos por terrorismo, sean del GRAPO gallego como de la yihad islámica o el crimen organizado, pero, en especial, etarras, que son la mayoría en un número de 500, dentro del Programa de Reinserción para Presos por Delitos de Terrorismo.




Para un adicto al climax, la ambigüedad se filtra por el punto de vista. La izquierda radical vasca (abertzale) lo ha descalificado con sospechosa rapidez, como lo han hecho también las asociaciones de víctimas, pero por razones opuestas. Y en este punto habría que criticar al Gobierno por no haber puesto antes la medida en conocimiento de estas últimas, no por obligación sino por ética adherida a las circunstancias especiales.




El plan se asemeja mucho al presentado en la pasada legislatura por el entonces vicepresidente y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ahora secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), llamado la via Nanclares. Digo que se parecen porque los puntos son los mismos, la diferencia radica en que en el actual se reparten en dos etapas para posibilitar el acercamiento a las cárceles vascas y los beneficios penitenciarios.




Se puede ver más allá de un gesto de incomodidad, la ira y la angustia de las víctimas, el tobogán emocional de reminiscencias enfrentándose ahora a las autoridades del PP, que había mostrado siempre comprensión ante sus problemas y que ahora sienten que les ha abandonado. Representantes de Instituciones Penitenciarias y de Apoyo a las Víctimas de Terrorismo se reunen hoy con todas estas asociaciones para intentar explicarles las medidas y la estrategia subyacente.




El Gobierno tiene derecho de ensayar esta vía porque el ethos de la justicia española descansa en la premisa de la segunda oportunidad, sin importar el delito que se haya cometido. El Código Penal y la ley penitenciaria así lo contemplan, por ende. El lunes próximo se enviará el texto a los partidos políticos, pero Rubalcaba ha dado ya su apoyo.




La acción gubernamental tiene lugar seis meses después de que la banda anunciara el cese de su actividad, para luego mostrar síntomas de nerviosismo cuando vio estancarse el proceso tras las promesas, que le fueron dadas por el anterior gabinete socialista y representantes del Partido Nacionalista Vasco (PNV), en un pacto de susurros al que intentaron arrastrar al PP, sin lograrlo, entonces en la oposición.




Parece que el Gobierno de Mariano Rajoy se hubiera dejado presionar para lanzar con premura un Programa de Reinserción ante las acusaciones de ETA de inmovilismo con una vía Nanclares en dique seco. La iniciativa se torna borrosa y desdibujada ante dos circunstancias que ponen en entredicho los anuncios de cese de la violencia de ETA.



Noticias llegadas de Francia apuntan a que el aparato logístico-militar se encuentra activo. Ha tenido lugar un incremento del robo de vehículos, en especial despues que el PP ganara las elecciones en noviembre pasado. El otro asunto es la advertencia de Europol sobre una reorganización de la banda.



La agrupación de las Fuerzas de Seguridad de los países de la Unión Europea ha sacado un informe en el que afirma que ETA sigue reclutando nuevos miembros y recabando información sobre probables objetivos y recuerda a las autoridades españolas, ruborizándolas quizás, que la experiencia de otros altos al fuego previos han llevado a la vuelta de la actividad terrorista. La banda ni entrega las armas ni se disuelve.




Fernández-Díaz con las víctimas del terrorismo
Algunas personas dentro y fuera de España consideran a ETA una organización independentista. La UE y Estados Unidos no, porque la declararon banda terroristas desde hace tiempo y de momento no se plantean bajarla de la lista. Al principio parecía un grupo que luchaba contra la dictadura de Francisco Franco, a pesar de que desde siempre ha planteado lo de la soberanía de Euskal Herría (País Vasco, Navarra y el sur de Francia).



Franco gobernó con puño de hierro desde 1936 hasta su fallecimiento en 1975. Dejó tras sí una historia de arrestos arbitrarios, juicios amañados, torturas y asesinatos. Las fuerzas con vocación democrática lograron recomponer los pedazos rotos del país con una solución de consenso, que a pesar de los intentos de ponerle fin, ha permitido a los españoles construir la democacia y orillar la división ideológica que los enfrenta por el pasado desgarrador de una Guerra Civil, en lo que se conoce como las dos Españas.




Cuando el dictador veía próximo sus días de mandato, promovió a la presidencia del Consejo de Ministros a su oficial de enlace con la CIA y arquitecto de los servicios secretos, Luis Carrero Blanco, cuya brutalidad en el acoso a los enemigos del régimen le había granjeado el odio de la población. ETA colocó en su coche una bomba minuciosamente preparada y lo hizo volar por los aires. A partir de entonces, todos tuvieron conciencia de que resultaba un peligro para la seguridad del Estado español por venir.



ETA ha sumado desde entonces 800 muertos en atentados colectivos y personales y la vuelta a las andadas es cuestión de tiempo, como temen las víctimas. La banda tiene siempre un menú de trampas y agujeros y sobre ella revolotea una sensación de amenaza como si algo terrible fuera a ocurrir de pronto.




El plan presentado por Fernández-Díaz no ha dejado abierta la puerta de la negociación política, porque hasta ahora el PP lo que exige es la disolución incondicional de la banda Que esté en la clandestinidad, aunque no haya habido atentados en seis meses o más, no desactiva la amenaza potencial. Tampoco habrá amnistía ni impunidad para la violencia, pero en cambio, si los presos deciden acogerse al Programa se ensanchará el abismo entre el centro y sus presos, lo que con el tiempo quebrará la disciplina.



Angeles Pedraza, presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), la mayor de todas, ha señalado que "duele lograr un final del terrorismo a cualquier precio que hacer justicia" y ha incluso advertido, en la desconfianza que le despierta el plan del Ejecutivo, que se pueda estar ante "una amnistía encubierta".



El plan rompe con lo que reprochaban los etarras al Gobierno: el inmovilismo y elimina además obstáculos. El arrepentido podrá acogerse a la medida expresándolo claramente y, de manera solemne y pública, tendrá que romper con la banda, lo que implica renunciar a la violencia. En una segunda etapa, pedirá perdón a las víctimas y ayudará a reparar el daño ocasionado, en lo que se incluiría la colaboración con la justicia para resolver al menos 314 casos pendientes.



La primera parte del plan incluye el acercamiento a las prisiones vascas y la segunda a la de los beneficios penitenciarios. Pero si el plan no avanzara, se volvería a la casilla de salida, es decir, de nuevo serían dispersados. Para coadyuvar al éxito final, se crearán aulas de "convivencia", según dijo el ministro Fernández-Díaz.



ETA ha perseguido la amnistía conjunta para sus presos y no está interesada en la inserción individual, porque esto les haría perder un arma de presión sobre el Gobierno y sobre la misma sociedad vasca. La disidencia aumentó en los últimos tiempos con la vía Nanclares hasta que se estancó en octubre pasada por las promesas que les hiciera la cúpula terrorista. La nueva coyuntura podría convertirse en una vuelta de tuerca.



En la reunión de hoy con las víctimas, el Gobierno ha deseado permitirles descargar su ira por lo que perciben como una traición del PP a sus posturas tradicionales. A las asociaciones les resulta molesta cualquier modificación de unos consensos estables hasta ahora por una política de trato de favor a pistoleros encarcelados.




La política a veces apesta, quien lo duda, pero la cuestión radica en sopesar si perdiendo algo se puede conseguir algo mejor y esto solo lo sabe el Ejecutivo. Si los pasos se reducen de momento al Programa, que en la práctica no es en modo alguno una concesión a ETA y no se arriesgan los pantalones en la nueva estrategia, podría dar el resultado que persigue de quitar el anclaje a los iracundos.


Enlazar con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2011/09/eta-rendicion-o-disolucion-pactada.html

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