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jueves, 12 de enero de 2012

Mel Gibson: a propósito del divorcio más caro de Hollywood.




 Por Mirta Balea

No solo la carne es débil, sino también el espíritu. Sobre todo si haciendo dieta te ponen delante un pastel de chocolate. Algunos detractores, consideran que esto fue lo que le ocurrió al actor, director y productor australiano-estadounidense Mel Gibson, cuando tras pasar más de un cuarto de siglo casado y aportar al mundo siete hijos, se topó con Oksana Grigorieva, una rusa explosiva y muy joven.

Sus fans prefieren en cambio pensar que Grigorieva no tuvo nada que ver con la propuesta de divorcio que en su día le hizo a Gibson su esposa Robyn Moore, una enfermera con la que contrajo matrimonio en 1980. Ella logró que los jueces de California dividieran a partes iguales los bienes conyugales, calculados en mil millones de dólares.

La carrera de Gibson ha ido cuesta abajo desde el 2006, año en que fue detenido en la costa norteamericana del Pacífico por conducir ebrio y lanzar comentarios anti-semitas y sexuales. Después de disculpó, pero, aún así, lo condenaron a tres años de libertad condicional, rehabilitación y 1.300 dólares.

Los que defienden el modo de ser del polémico actor y director de origen neoyorquino, aunque criado en Australia, dicen que es auténtico, lo que traducido se refiere a alguien que cree que hay que ser fiel a sí mismo y no autocensusarse. El célebre Mad Max, de la serie de películas australianas de los años 80, combatía desde entonces su adicción al alcohol, que superó cuando Hollywood le contrató para otra saga, Arma letal.

Su regreso a Estados Unidos, que abandonó por voluntad de su padre Hutton Gibson, debió suponer un cambio importante en sus espartanas costumbres, formadas en el seno de una familia profundamente católica, en el sentido más tradicional. Esa es la razón de que, en 2004, condenara la financiación estatal de las investigaciones sobre células madre y al año siguiente emitiera una declaración contra la eutanasia por el caso de Terri Schiavo.

Theresa Marie Schiavo, de Pennsylvania, captó el interés del actor, quien, durante un programa radial, aludió a la muerte de la mujer como "un asesinato con sanción estatal". Estando, como está, convencido de que Dios dicta su camino, omitió en su sacro-santo concepto de la vida, que Terri había sufrido un infarto cardíaco y, mientras esperaba el auxilio médico, fue víctima de una fuerte perdida de oxígeno y cayó en un estado de coma, del que salió finalmente, sin recuperar la conciencia ni mostrar signo alguno de función cortical mayor.

La muerte de Schiavo abrió el debate, siempre acalorado, sobre la eutanasia, la bioética, la tutela legal y otros temas similares. Una orden judicial había obligado a los médicos a desconectarla del aparato que la mantenía con vida.

Gibson es consecuente tanto, con su parte positiva como con la negativa. Healing The Children asegura que ha dado millones para ayudar a los niños necesitados del mundo y se dice que, durante el rodaje de Apocalypto, dirigida por él, donó dinero para construir casas para los pobres de las junglas mexicanas.

Cuando a los 35 años se convirtió en Arma Letal en taquilla y logró controlar su adicción al alcohol, una entrevista publicada en el diario español El País le colocó de nuevo en la picota pública por unas declaraciones homófobas. Explícitamente dijo que "el culo solo le servía para cagar".

El actor y director sabía quien era y lo que tenía que hacer y, lo más importante, cómo hacerlo. Se había hecho una composición de lugar sobre la vida y, aunque sus ideas no diferían de las de su padre, ahora parecía estar más seguro de ellas. Podía haber evitado esas declaraciones, pero le gustaba la idea de provocar.

La Asociación de Gays y Lesbianas contra la Difamación (GLAAD) saltó al ruedo para ponerlo en su sitio. Falló únicamente en que Gibson no se retractó. Así que la revista enfilada a ese sector social, Advocate, le proclamó el mariquita del año, lo que incrementó las iras del actor, que reiteró sus ideas sobre la homosexualidad y dijo que se "disculparía cuando el infierno se hiele".

MG quiso enterrar el hacha de guerra durante el rodaje de Conspiración, junto a Julia Roberts, invitó al plató a una representación de gays y lesbianas.

Cambió de registro con su primera comedia romántica ¿De qué hablan las mujeres? y rodó Cuando éramos soldados, dejando aparcado sus ganas de convertirse en Director.

The Washington Post lo catalogó en algún momento como un Republicano. Se llegó a decir que podrían presentarlo como presidente en las primarias del partido. Puede que toda esa leyenda urbana viniera de la revista Playboy, que en julio de 1995, publicó una entrevista en la que llamó "oportunista de bajo nivel" al demócrata presidente Bill Clinton. Argumentó que el mandatario y otros políticos habían recibido becas Rhodes, parte de un engaño para elevar a sus estudiosos y crear un "nuevo orden mundial".

El comentario tenía tanta enjundia como el del presidente Hugo Chávez hace pocas semanas al acusar a Estados Unidos de estar detrás del cáncer, que padecen varios mandatarios y políticos de América Latina, incluido él mismo.

En cambio, en 2006, criticó, al igual que otros artistas e intelectuales de Estados Unidos, al presidente republicano George Bush  por la guerra en Irak. Resulta difícil por esto encasillarlo en una preferencia política o ideológica, a falta de pronunciamientos concretos de su parte, aunque sí se le puede considerar un creyente católico a ultranza, de los que están convencidos que lo único necesario para que triunfe el Mal es que los buenos se abstengan de hacer algo.

Si la máxima no sucumbe al extremismo, casi la podemos adoptar todos. Porque la cuestión no radica en el mensaje, sino en cómo lo integra el individuo. La explicación mitológica de nuestro pasado se ha visto superada por la ciencia y los conocimientos al día de hoy. No puede decirse que Gibson esté del lado de los angeles, una forma norteamericana de para aceptar que alguien se halla por encima de los demás.
Fue nombrado, en 1995, Oficial de la Orden de Australia (honorario), en reconocimiento por su "servicio a la industria australiana de cine", un mérito muy local. Diez años antes, resultó proclamado el Hombre Vivo Más Sexy por la revista People, el primero en ser nominado en ese estatuto. La revista Time intentó algo similar en 2004, cuando lo escogió, junto a Michael Moore, como Hombre del Año.

Gibson, junto a su "Cristo", Jim Caviezel.
Su ola de popularidad se enmarca entre 1980-1990, cuando resultaba ser una de las estrellas mejor pagadas del cine. Como Director, tampoco le ha ido mal. Su ambicioso proyecto de narrar la historia del guerrero escoces William Wallace, en Braveheart, papel que protagonizó también, le catapultó en esa nueva fase de su vida profesional.

El argumentó le costó un nuevo desencuentro con Glaad, que cuestionó algunas escenas como cuando el amante del afeminado rey Eduardo II fue lanzado por una ventana. Los gays y lesbianas salieron a la calle con pancartas en las que se decía No Heart.

Su película más polémica con diferencia entre las que dirigido es La Pasión de Cristo, que resultó ser la más rentable y en la que tuvo ayuda para ésto de los sectores religiosos católicos. Con 127 minutos de duración, un presupuesto de 30 millones de dólares y una recaudación de casi 612 millones de dólares, recrea los últimos acontecimientos de la vida de Jesús, el Nazareno. Se rodó en latín, hebreo y arameo con subtitulos y ganó 17 premios y fue nominada a tres Oscars.

La Pasión de Cristo puede considerarse como una misión espiritual de Mel Gibson. "Hay señales. Señales de gracia, así se llaman. Son tan claras como una luz de un semáforo. ¡Bing! Quiero decir, simplemente te agarran y sabes que tienes que escuchar y seguirlas", declaró al The New Yorker.  Luego, en un pase privado, al que asistieron representantes del clero, dijo que el Espíritu Santo estaba haciendo la película  y que él solo "dirigía el tráfico".

Poco antes había confesado su pérdida o abandono de la fé y que las heridas de Cristo habían sanado las suyas. Las señales no parecían tan claras para el protagonista, Jim Caviezel, quien tuvo severos percances durante el rodaje, como dislocarse un hombro , hipotermia, le cayó un rayo y otras menudencias de ese tipo.

El inefable Hutton, padre de Mel, llegó a declarar que el Holocausto era un cuento chino y, además, lo argumentó, con pruebas tan enjundiosas como las esgrimidas por su hijo a propósito del "nuevo orden mundial", promovido por las becas Rhodes, o la creencia de Chávez de que el cáncer en América Latina lo reparte Estados Unidos a discreción entre los políticos de izquierda.

Hay que suponer que MG aprobó las palabras de su padre, porque luego declaró que su progenitor lo había inspirado e inculcado la fe y que "nunca" le había mentido. No hay más que ver la película para notar un explícito mensaje anti-semita. El Diablo, interpretado por Rosalinda Calentano, aparece muchas veces entre los judíos, un estereotipo propio de las antípodas del cristianismo y que aún hoy procura adeptos.

La escena más polémica es cuando Pilatos se lava las manos ante un grupo de judíos  y estos hacen lo que se llama la maldición de sangre, proclamando que la de Cristo caiga sobre ellos, algo que ha servido a los anti-semitas durante siglos para culparlos de la muerte de Jesús. Hay que decir que el Vaticano festejó las bondades del filme y hasta instó a los creyentes a no perdérselo.

Tuvieron lugar incidentes desagradables como en una iglesia en Colorado, donde se proclamó que a Cristo lo habían matado los judíos. Gibson, entretanto, se forró con su película, colocándose como el director que más dinero hbía obtenido de su genio en la historia de Hollywood.

Gibson se arriesgó mucho con una película como La Pasión..., por la que no apostaba nadie en Hollywood, y con otra, no menos controvertida, como Apocalypto, desgarrando la cultura maya, cuyos diálogos se hicieron en esta lengua pre-colombina, que aún se habla en regiones mejicanas. Hay que decir que los escritores en la esfera de los mitos mejicanos y peruanos son pocos, aunque resulta de interés real la historia medieval americana, que gravita en Méjico y Perú y sus imperios dorados, sus exclusivos ejemplos de civilización.

MG se había centrado en algo que los estudios más recientes sobre la cultura maya no parecen discutir: los sacrificios humanos. Ha evadido, sin embargo, referirse a lo que el cura Bartolomé de las Casas describió tan magistralmente, el asalto a las Américas por parte del conquistador español. Las horribles crueldades a que fueron sometidos los nativos por los que tenían hambre de oro y practicaron el desahucio de los templos en la conquista de un hemisferio aislado y contribuyeron al desencuentro de dos mundos.

Al director de Apocalypto le pareció mejor exponer los sacrificios rituales y lo hizo de manera magistral, hay que reconocerlo. Después de protagonizar y/o dirigir unas 50 películas, Mel Gibson se halla entre las personalidades más influyentes de Hollywood, a la que aún queda mucho por decir.

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