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sábado, 15 de marzo de 2014

Israel: los judíos haredi pasaran el servicio militar y trabajaran

Haredim en protesta por la ley.




Por Mirta Balea

La ley sobre igualdad en la prestación del servicio militar ha sido aprobada por el parlamento israelí o Knesset, sanciones incluidas para los rebeldes,  con lo que cientos de miles de judíos haredi o jaredi comenzaran en los próximos tres años a integrarse a la vida laboral y al servicio militar y nacional.

Este paso ha resultado un elemento de conflicto en el debate nacional sobre la condición democrática del Estado judío.

Parece difícil conducir una administración equitativa en la que una comunidad étnica, como los haredim, disfrute de unos privilegios de los que carece el resto de los ciudadanos. 

La ley impulsada por Yair Lapid, ministro de Finanzas y cabeza de la formación Yesh Atid ( que forma parte de la coalición de gobierno con el Likud, del primer ministro Benjamín Netanyahu) y Naftali Bennett, líder del Hogar Judío, ha venido a cubrir el vacío dejado por la derogación en 2012 de la Ley sobre excención del servicio militar. 

El pasado año y a contrarreloj, Netanyahu pudo alcanzar una coalición con cinco partidos para gobernar, que van del centro a la extrema derecha, como es el caso del Habait Hayhudi, consiguiendo con esto un total de 68 de los 120 escaños del Knesset. 

Las dos representaciones parlamentarias de los haredim, cuyo nombre puede traducirse como los piadosos o los temerosos de Dios, consideran que la jornada de aprobación de la norma ha resultado ser " un día negro".

El judaísmo, al no tener una autoridad centralizada como es el caso de los cristianos católicos con su Papa, permite el desarrollo de cierto número de corrientes con una interpretación variada de los principios religiosos comunes.


A los judíos haredi se les identifica como ultraortodoxos. Se diferencian por su vestimenta, siempre negra, por las patillas largas (como señal de piedad), la barba larga y descuidada. Observan escrupulosamente los 613 mandamientos o mitzvot contenidos en la Tora o Pentateuco, fundamento escrito del judaísmo y, con más amplitud, de la Biblia en su conjunto.

La comunidad haredim no ha llegado a aceptar del todo que Israel sea un Estado democrático. Casi nunca utilizan el hebreo (la lengua sagrada) para comunicarse sino el yiddish o yidis, lengua vernácula de los ashkenazim, nacida hacia el año mil en los valles del Rhin y el Mosela, mezcla de hebreo, alemán medio-alto y arameo.

La Declaración de Independencia de Israel reconoce la igualdad plena de todos sus ciudadanos dentro de un sistema democrático. Establece también que esta igualdad de derechos estará garantizada para todos sus habitantes a despecho de sus creencias religiosas, políticas, de su sexo o raza y, sobre todo, propugna mantener el derecho a un hogar nacional y la continuidad de la Ley del Retorno.

Y aquí podemos observar la importancia de que todas las leyes civiles y económicas se apliquen por igual al conjunto de ciudadanos. Es comprensible que una nación integrada por minorías afiliadas de diferentes religiones (árabes, drusos, cristianos) tengan derechos y necesidades que precisan ser reconocidos.

Al principio, los líderes de esta comunidad en el Knesset, las organizaciones Shas y Judaísmo Unido en la Tora, mostraron cierta disposición al compromiso, siempre que se hiciera una excepción con los estudiantes de las yeshivas (donde se estudia el Talmud), que estuvieran plenamente dedicados al estudio.

Lo que acabó de impedir cualquier acuerdo de conciliación sobre la espinosa medida que afecta valores muy queridos del pueblo judío y conllevará una reorganización radical para que "los piadosos" puedan integrarse a la sociedad secular con el cumplimiento de obligaciones civiles y militares, ha sido sin dudas el esfuerzo desplegado por el grupo de Lapid para introducir en la norma las sanciones.

Una yeshiva de los haredi

Los haredim viven al margen de la sociedad que les rodea, sea judía o no, por tradición milenaria. Tienen vocación monástica, estudian y escriben para la posteridad y cumplen lo que enseña el Talmud.

Este es un libro compuesto por la Mishnah (la jurisdicción rabínica escrita por Judá Hanassi hacia finales del siglo II y que constituye su núcleo) y la Gemara (un comentario rabínico sobre la Mishnah) y resulta la forma escrita de la Tora oral.

"No deben admirarse los paisajes, las hermosas plantas o los árboles encantadores cuando se está estudiando". Los haredi consideran estas enseñanzas como la vía para poder descifrar el futuro a través del pasado, la síntesis a través del análisis y el esbozo a través de la exégesis.


Durante milenios, los judíos, sin Templo y sin Ciudad Santa, vivieron la oscuridad. Los haredi sustituyeron el sacrificio del éxodo por las alabanzas y la ofrenda. Cuando fue creado el Estado de Israel, en 1948, muchos regresaron, pero otros permanecieron en la diáspora, a la espera del Mesías.

Por su desconfianza innata en las costumbres e ideología de la modernidad occidental, viven en sus propios barrios, bajo la dirección de rabinos vistos como los únicos en posesión de la verdad. Son el grupo judío más importante entre los reticentes a aceptar el sionismo.

Hay haredim en América del Norte y Europa. En Israel tienen sus propias ciudades, sus partidos políticos, sus comercios y sus escuelas y el periódico Hamodia.

El sionismo constituye un movimiento político internacional, que desde sus inicios, propugnó el restablecimiento de una patria para los judíos en la Tierra de Israel o Eretz Israel y ha sido en buena medida el promotor y responsable de la fundación del moderno Estado judío.

Quedó instituído por el periodista austro-húngaro Theodor Herzl a fines del siglo XIX, aunque sus origenes son más antiguos como movimiento político laico, una tendencia más del nacionalismo, en general, solo que ellos le llaman "de la diáspora". En principio, se veía a sí mismo, como un movimiento de liberación nacional.

El objetivo de un sionista es fomentar la migración judía hacia la Tierra Prometida y la libre determinación del pueblo judío

Cartel en Jerusalen contra Obama

Los términos de la norma aprobada por el Knesset sobre el servicio militar obligatorio y la integración a la fuerza de trabajo nacional estipula un período transicional de tres años durante los cuales quedarán alistados los haredim hasta alcanzar los 5,200 en 2017. La introducción de sanciones podría comprometer alcanzar las cuotas previstas cada año.

El gobierno es consciente que resultaría difícil llevar a la cárcel a miles de estudiantes de la yeshiva, pero lo que sí podría ocurrir es una dolorosa e innecesaria fractura social.

Los haredim podrían compararse a los protestantes en el mundo cristiano, en cuanto a que asignan un lugar preferente en la práctica religiosa al sentimiento y la emoción de la fe, no al dogma y el ritual. 

La Organización No Gubernamental, Hiddush, liderada por un rabino reformista y que aboga por la separación de la religión y el Estado, cree que las sanciones carecen de pragmatismo político.

Lo que vemos, ha dicho la ONG en un comunicado, es el clásico ejemplo de las autoridades ignorando a la sociedad y colocando la supervivencia de una coalición por encima del bien del país. 

El propio Lapid, impulsor de la Ley, ha dejado la imposición de las sanciones para el 2017 para hacerlas coincidir con las próximas elecciones como reclamo. La prensa israelí ha sugerido que la ley es producto del cambalache político más que de la intención de repartir las cargas del servicio militar.

Lo evidente es que sus efectos han venido en la forma de una división dentro del espectro político del Knesset, donde hay partidos como el de Lapid, pero también árabes, preocupados porque sus jóvenes puedan verse pronto en una situación similar.

Netanyahu ha ido de la mano con su ministro de Finanzas en este camino para mantener al Yesh Atid vinculado a la coalición de gobierno. Este partido había caído en los comicios del 2013 de 19 diputados a 13, como el Likud, que se ha quedado solo con 20 escaños, el número más bajo de un partido gobernante en Israel.

El primer ministro no desea ver a Lapid del otro lado de la bancada, rehabilitado como oposición, y por esto no le ha importado que los haredim pasen de la mera liturgia a portar armas en defensa del Estado o para adquirir preparación militar o formar parte de la fuerza de trabajo nacional.

Los haredim, como cualquier otro grupo social afectado por decisiones gubernamentales, se manifiestan y protestan, de momento a la entrada de Jerusalem, este miércoles, pero lo hacen de manera tan pacífica y cuasi silenciosa que apenas ocupan titulares en la prensa.

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