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martes, 13 de diciembre de 2011

Unión Europea: refundación y mercados

Por Mirta Balea


La cresta de la crisis ha estado a punto de llevárselos por delante por falta de reacción o tal vez de liderazgo y todavía siguen sin estar del todo a salvo. Han hecho varias pausas en estos meses, la última el pasado día 9, para meditar y retomar las riendas del camino trazado hace más de tres décadas.

La cumbre de la Unión Europea (UE) no ha resultado tan decisiva como algunos pretendían porque los acuerdos no han concretado el punto más importante para los mercados: la colocación de una red de seguridad bajo los países de la zona más débiles en el ámbito fiscal. La hoja de ruta diseñada requerirá todavía tiempo y un gran desarrollo.

El Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) fijó, en 1997, la prohibición de incurrir en un déficit anual superior a un 3% del Producto Interno Bruto (PIB) y que el endeudamiento total de las Administraciones no superase el 60 % del mismo índice. Suficientes para mantener sanos los pasivos estatales.

Desde 1998, solamente Finlandia, Luxemburgo y Estonia han cumplido los términos del PEC. Los 14 países restantes - que asumieron la moneda única-, incluidos Francia y Alemania, han mostrado una perniciosa tendencia al endeudamiento público, que se ha visto contenida por el alarido de la crisis.

La cumbre de la UE el último viernes ha introducido un control estricto de las cuentas públicas, acompañado de sanciones casi automáticas, pero ninguna de las medidas propuestas parece indicar una solución a los desequilibrios presupuestarios.

Esta refundación europea en el tema fiscal supondrá que los estados dispuestos a cooperar (seguro, unos 23, y con pronóstico reservado, tres) deberán crear un mercado interno, una supervisión financiera común y un centro financiero, además de una política social y fiscal armonizada.

David Cameron
Los bancos centrales europeos extenderán unos 200.000 millones de euros al Fondo Monetario Internacional (FMI) para préstamos a Italia y España; se ha adelantado la entrada en funciones del Fondo de Rescate Permanente para que, durante unos meses, marche a la par con el Fondo de Rescate Temporal, aprobado el pasado año para ayudar a Grecia y más tarde a Irlanda y Portugal. Se dispondrá en conjunto de unos 750.000 mil millones de euros.

En este punto la pregunta es ¿de dónde saldrá el dinero si hasta ahora los países involucrados solo han desembolsado un 8% del total? Hablamos en términos rotundos de más de 900.000 mil millones de euros.

Lo índices bursátiles, la rentabilidad del euro y la deuda han empeorado porque los mercados parecen haber interpretado mal (o, tal vez, bien) el mensaje de la Cumbre, que ha elaborado una difusa amalgama de agentes como los fondos temporal y permanente, el FMI, los chinos, a los que se ha perdido formalmente ayuda para la compra de deuda, y un papel muy limitado del Banco Central Europeo (BCE) y no ha dicho ni mu sobre términos concretos para ayudar a los países con problemas fiscales.

Debido a que el Bundesbank, a través de su vocera, la canciller Angela Merkel, ha impuesto el veto al BCE como prestamista de último recurso, el cambio en la disciplina fiscal para evitar una nueva crisis de la deuda en Europa, no ha resultado de momento la reforma que esperaban los mercados.

La agencia calificadora Moody's, como hiciera dos días antes de la Cumbre su similar Standard & Poors al colocar bajo su lupa a 15 de los 17 países de la eurozona, ha advertido que hará también una revisión de la nota a la solvencia europea en los próximos meses.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha reflejado un mes más que el crecimiento en las principales economías del mundo sigue siendo débil, según indicadores como pedidos industriales y cotizaciones bursátiles, entre otros. Brasil, Rusia, India, China, Europa y Estados Unidos tendrán una expansión más lenta en los próximos seis meses

A los mercados financieros les interesa únicamente cómo van a financiarse lo países amenazados por el impago, mientras se pone en marcha la unión fiscal, porque alguien tiene que pagar.

Mekel y Sarkozy
Los acuerdos de los que se ha desprendido con un veto y estrepitosamente el Reino Unido, satisfacen a Francia porque despoja de atribuciones a las instituciones de la UE y le van bien a los alemanes porque se ha dado prioridad a la disciplina, con raíces en el Bundesbank, en las cuentas públicas; se ha colocado dentro de las Constituciones nacionales un compromiso de equilibrio presupuestario y se han previsto sanciones como nuevas reglas del juego.

Alemania y Francia hicieron causa común frente al Reino Unido en aceptar las garantías en la regulación de las transacciones financieras de la City de Londres, que suponen un 10% del PIB. La ministra francesa de Presupuesto, Valerie Pécresse, dijo que otorgar a los británicos lo que pedían habría derivado en el privilegio de “bloquear” las decisiones de la eurozona a la que no está adscrita la gran isla.

Tampoco vamos a desmayarnos por el portazo británico porque no es ni mucho menos el primero. En 1955, el islote optó por quedar fuera de la llamada Comunidad Económica Europea, una actitud que le llevó dos décadas superar hasta la realización en 1973 de un referendo mediante el cual el Gobierno conservador de entonces golpeó la puerta de Bruselas para entrar.

Durante el gobierno de Margaret Thatcher, fueron rechazados, uno tras otro, los proyectos de integración de la Comunidad Europea y el sucesor, John Major, tuvo que lidiar durante su mandato con el euroescepticismo de sus colegas del Partido Conservador. Se negó por esto a firmar la Carta Social Europea de 1989, que luego, sin embargo, suscribió el laborista Tony Blair.

Este último tuvo que seguir en la brecha trazada, de amor y desamor, en las relaciones del Reino Unido con la UE al salir ocho años después del Acuerdo de Schengen, puesto en vigor en 1995 y ahora limitado, encaminado a derribar las fronteras internas en la Europa de los 27. Fue Blair quien desestimó la incorporación al euro de la Isla para mantener la capacidad de emitir su propia moneda: la libra.

La pérdida de influencia británica en la UE supone que no estará en el salón de la toma de decisiones en el futuro. En una turbulenta comparecencia el lunes del primer ministro David Cameron ante el parlamento de Londres, se le recriminó asociar los intereses del país con los de la City, la industria financiera de seguros, bancos y finanzas, que emplea a dos millones de personas de forma directa e indirecta.

Un 60% de los británicos, según las encuestas, apoyan la decisión de Cameron, pero aún no se han analizado apropiadamente las consecuencias de este paso. La City es una parte tan importante como influyente de la economía británica y ningún Gobierno podría, como se pretende con los recientes acuerdos en la UE, regular su funcionamiento identificándolo con el interés nacional.

Gran Bretaña representa un 36% de la industria mayorista de la banca de la UE y el 61% de las exportaciones netas de servicios financieros internacionales, así que aislar a su centro financiero de las decisiones económicas en Europa no parece una idea que vaya en la dirección correcta.

Moody's ha señalado que ni siquiera las economías más sólidas: Holanda, Austria, Finlandia, Francia y Alemania están a salvo de una bajada en la calificación. Aunque se haya alcanzado un acuerdo unánime para un plan de choque a corto plazo con la intención de revitalizar la economía europea, ninguna de las iniciativas puede estabilizar las condiciones en los mercados de crédito. Ha faltado en esta última cumbre, y todos los analistas coinciden en señalarlo, un apoyo claro y concreto a los países con un débil medio fiscal.

Enlace con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com/2011/12/union-europea-en-busca-del-arca-perdida.html

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