Datos personales

viernes, 19 de agosto de 2011

Reino Unido: la hora de los "bobbies"

Edificios quemados durante los disturbios

Por Mirta Balea

Incendios, saqueos, disturbios, bandas de delincuentes, policías, una enormidad de daños morales, materiales y físicos para un grito de victoria contra la autoridad de políticos y policías corruptos, de parlamentarios defraudadores y contra la caída libre de los gastos sociales para salvar a los bancos, causantes de la actual crisis económica.

El Gobierno ha tenido que pelear esta vez en la arena del coliseo empuñando una espada corta frente a un adversario guiado por el odio, que ha afinado los sentidos durante meses y ha decidido utilizar la violencia más extrema y despiadada, convirtiendo la educación formal en mero artificio para volcarse en la derivada de los malos ejemplos de nuestra sociedad avanzada.

Para bien o para mal era una guerra avisada, digan lo que digan las autoridades británicas, tan dispuestas ahora a recortar libertades por los disturbios iniciados el 6 de agosto en Londres y pronto contagiados a otras ciudades. Hay que reconocer que se mezclo marginalidad y racismo con pillaje puro y duro de bandas organizadas mediante la Red para saquear joyerías, tiendas de electrodomésticos y de calzado deportivo.

La realidad a la que se enfrenta la sociedad actual nada tiene de poética y la violencia de algunos descontentos por cómo marcha la economía y que siguen sin comprender por qué se han recortado derechos y el bienestar de que gozaban ha llevado consigo una respuesta extrema contra las reglas de buena vecindad establecidas y por las que creíamos habernos alejado de las cavernas.

El sistema consumista y burocrático británico ha buscado durante mucho tiempo medios de control y predicción para cubrir sus necesidades de regulación y jerarquía. Así han crecido los robos, los asesinatos y hasta la abstención electoral. El desorden mental que implica seguir adelante tal y como van las cosas, reduce la conciencia individual a una angustia social inducida, de ahí las drogas, la bebida, los antidepresivos, que disparan las cifras de ventas del alivio temporal.

Scotland Yard podría asumir nuevas responsabilidades tras la caótica situación vivida hace dos semanas, entre las que figuraría la posibilidad de imponer toques de queda en áreas específicas o para menores de 16 años.  Las consecuencias de esta acción con toda probabilidad serán las arbitrariedades policiales. Es la puesta en marcha de un Estado "freudiano", que cree que la tarea de la civilización es reprimir e inmovilizar las pasiones sin preocuparse de indagar el origen del descontento.

El primer ministro David Cameron defendió este miércoles el "mensaje de dureza" que han transmitido los tribunales de justicia al imponer condenas muy severas a los implicados en los disturbios con lo que dejó clara su posición ante las críticas por la desproporción entre castigo y delito.

Casi 1.300 individuos han comparecido ante los tribunales tras los disturbios, en los que murieron cinco personas. Ha destacado el caso de dos jóvenes de 21 y 22 años condenados  a cuatro años de privación de libertad por utilizar Facebook para incitar a los disturbios. Ellos han atizado el debate sobre la seguridad jurídica de los procesados en el sistema de justicia rápida impuesto por el Gobierno.

El hecho de que miles de jóvenes acudieran al llamado de individuos con una sed ferviente de destrucción nos retrotrae -¿quien lo duda?- a la horda, la célula más primitiva de la sociedad humana, como en un estado de hipnótica regresión. Esto es así, porque en cada uno de nosotros vive el hombre primitivo y este puede recuperarse en un momento de crisis, como en una mutación de Jekill a Hyde.

David Cameron


Tom Brake, del partido Liberal Demócrata de Nick Clegg, que forma Gobierno de consenso con los conservadores de Cameron, dijo que "las sentencias deberían tener como objetivo restaurar la justicia" sin convertirse en una represalia.

Los tories piensan que la prioridad está en dejar claro que el delito tiene consecuencias, pero Brake y otros sopesan que las penas serían menores si no estuviesen relacionadas directamente con los disturbios. Roger Smith, portavoz de la onegé Justice, asegura que con sentencias tan desproporcionadas la justicia tendrá que afrontar en el futuro haber generado alarma social con un listón de dureza judicial que resulta "insostenible".

Con alrededor de 2.800 detenidos, se juzga hasta a niños de 11 o 14 años, teniendo en cuenta que un gran porcentaje de ese número son menores de 15 años.

La primera rebelión contra Cameron y sus recortes hasta de 81 mil millones de libras en el presupuesto del país, vino a finales del 2010 cuando los estudiantes se echaron a la calle para protestar por el aumento de las tasas universitarias. Luego tuvo lugar, el 30 de junio, la huelga general de los funcionarios contra la reformas de los salarios y las pensiones.

La última asonada iniciada en la capital británica este mes y que infestó a Birminghan, Liverpool, Manchester y Nottingham mostró que los pasillos de la concordia, pavimentados con cristal para reflejar la luz natural de las claraboyas, se convirtieron en una bola de cemento armado lanzada por los que aún se tenían en pie para vengar a quienes se habían derrumbado vencidos por el cansancio.

Lo paradójico ha resultado la manera simplista de Cameron de observar los acontecimientos intentando culpar a otros por la "falta de responsabilidad" de los jóvenes que piensan que "el mundo les debe algo y tienen más derechos que responsabilidades".

Intentamos siempre etiquetar las situaciones críticas de las que tenemos noticia, sabemos que la justicia va a remolque de los acontecimientos y creemos que tales extremos solo afectan a sociedades desestructuradas, pero lo ocurrido en Reino Unido durante unos días estalló sin más, cuando 200 vecinos protestaban ante la comisaría de Tottenham por la muerte de uno de los suyos, Mark Duggan, padre de cuatro hijos.

Todo cambió de repente con la muerte de Duggan a manos de la policía y todos comprendieron que la respuesta no saciaría su sed de justicia, así que lo que salió de Tottenham era un irrefrenable, deforme y mortífero ente que avanzó reptando por toda la ciudad para hacer el mayor daño posible. Los años de convivencia terminaron sin respuesta a las preguntas.

Las imágenes trasmitidas en todo el mundo resultaban deprimentes y algunos supieron sacar provecho de la ira asaltando tiendas, quemando coches y casas en un remedo de lo ocurrido hace 30 años en el mismo Tottenham y Brixton, barrios del norte y sur de la City, o de otros hechos mas recientes: las revueltas en Paris del 2005, que la prensa británica criticó poniendo de ejemplo a su sociedad como inmune a tal frenesí.

La convivencia se construyó como un crisol racial y étnico a partir de la descolonización en los años 60 del pasado siglo. Reino Unido absorbió a todos, pero no de la misma manera. Quienes carecían de preparación fueron relegados al olvido, colocados en lugares sin relevancia si querían ganarse la vida. Esos afro-caribeños en su mayoría, llamados "hoodies", aparecían en las imágenes de los saqueos enfundados en sudaderas con capucha.

Los "bobbies" preparados

Se proyectó en esos días una imagen bien diferente de la lanzada por Marcuse en su libro El hombre unidimensional, sobre una población satisfecha y feliz, previo a que tuvieran lugar las revoluciones, que dieron paso a la descolonización del pasado siglo.


Scotland Yard - que desde el escándalo de las escuchas telefónicas abierto por el caso del magnate de la prensa Rupert Murdoch, no presenta su mejor imagen-, ha acusado al Gobierno de pasividad ante los acontecimientos para justificar esa parálisis aparente a la hora de enfrentar en un principio a los manifestantes para no deteriorar la imagen de los "bobbies". Cameron, con una educación elitista de Eton, se ha permitido acusar a los padres de la falta de responsbilidad sobre sus hijos, porque nada resulta más gratificante que cargar a otros los errores que cometemos todos.

Una madre trabajadora, con tres bocas que alimentar, viuda, reclamaba ante las cámaras de la BBC que sus hijos y ella no habían participado en las revueltas y, sin embargo, el Estado la había privado de los subsidios y del piso de alquiler reducido en que vivía. ¿A dónde voy ahora?, se preguntaba la mujer.

La sociedad se abre al enfrentamiento cuando tiene que sufrir una realidad que la supera y por que piensa de corazón que las cosas podrán cambiar si hay una protesta masiva. Muchos informes revelan que el primer motivo de baja laboral es el estrés o síntomas relacionados. Casi dos tercios de los programas de asistencia por desempleo tienen esta causa.

Nada más llegar a Downing Street, el Gobierno del consenso impuso un ambicioso plan de recortes y como primer paso redujo medio millón de empleos en el sector público, lo que provocó la huelga general de junio pasado porque quedarían afectadas también las pensiones.

La burocracia podría encajar las mermas, pero el asunto cambió cuando se habló de privatizar los servicios como sanidad y educación. El arco parlamentario no supo digerirlo, un grupo porque afectaría a las clases más desfavorecidas y otro, por la pérdica de poder que supone para políticos, sindicatos, patronal y otros lobbies.

La policía se empleó a fondo con porras, balas de goma o cañones de agua durante la represión de los saqueadores y vándalos de esta última asonada popular, mientras grupos de londinenses salían a la calle con igual propósito armados de escobas, como había ocurrido cuando los bombardeos nazis en 1940 sobre la ciudad. Había que barrer el estropicio.

Londres, de las mayores mezclas culturales del mundo, se ha enfrentado a una pesadilla y ha sabido despertar. Las calles huelen aún a humo, pero la herida sigue sin sanar en una ciudad en que un desempleado debe vivir con un subsidio de 50 euros al mes, junto a una familia con amplios recursos económicos. Los contrastes suelen ser letales y los "bobbies" no podrán eliminarlos por mucho poder de represión que se les de.

El olor de las cosas que no se pueden tener, del lujo que no te puedes permitir, parece estar presente en la esencia de lo saqueado: zapatillas deportivas, joyas, vestidos. Los recortes sociales no son la respuesta absoluta al problema; lo que asusta es que quienes se embarcan en una aventura gigantesca de manera tan impulsiva nada tienen que perder. Esto impulsa a otros a reaccionar de igual manera, aprovisionándose, por ejemplo, de bates de beisbol para impedir que asalten su tienda.

Los pequeños locales de los barrios, los más afectados por los disturbios, no tienen seguros para pagar sus pérdidas como los grandes centros, que se vieron igualmente afectados.
Scotland Yard desplegó 16.000 agentes durante las revueltas, pero el descabezamiento que sufre tras las renuncias de sus principales mandos por las escuchas para los periódicos de Murdoch y los sobornos recibidos por esto, se producen a menos de un año de la Trigésima cita Olimpica Mundial en la capital británica, que pondría a prueba hasta al más avesado sistema de seguridad en cualquier país.

Los barrios más afectados como Tottenham, Clapham, Ealing y Hackney parecen haber vuelto a la normalidad. La pregunta es: ¿Por cuanto tiempo? Debería ser una incógnita en una sociedad "rota" y "enferma" como ha diagnosticado Cameron.

artículos relacionados : http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com/2011/07/news-of-world-y-las-arenas-movedizas-de.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario