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martes, 30 de agosto de 2011

Libia: guerra y paz.



Por Mirta Balea


Seis meses son muchos meses para quien pelea en una guerra. Pasado ese tiempo, con los rebeldes triunfantes en Trípoli, nadie sabe de momento quién será el emperador de las fronteras seguras, de la construcción y reconstrucción en una Libia devastada por las partes en conflicto.

Con la entrada la pasada semana de los rebeldes en la capital y sus fuerzas dispuestas a tomar Sirte, ciudad natal de Muamar el Gadafi y, al parecer, su último bastión, la guerra parece tocar a su fin, aunque el Consejo Nacional de Transición (CNT) ha alertado al mundo sobre la crisis humanitaria cernida sobre la población y la necesidad de que no cese la ayuda militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hasta apresar al dictador.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) autorizó en marzo último el uso de la fuerza para proteger a la población del poder militar del dictador. De los 15 países miembros del Consejo de Seguridad, 10 aprobaron la moción y cinco votaron en contra o se abstuvieron. Entre estos últimos, los no permanentes, Brasil, India y Alemania, y entre los permanentes, se opusieron Rusia y China.

La resolución posibilitó la imposición de una zona de exclusión aérea, que incluía ataques, pero vetaba la entrada de fuerzas extranjeras a Libia para dejar a los nacionales luchar por sí mismos contra el dictador. Algunas voces, como las de representantes de Venezuela y de Cuba, se han alzado para considerarlo una "injerencia en los asuntos internos del país", un concepto defendido con vehemencia por la mayoría de dictadores, incluído Gadafi en su momento.

Trípoli, con un millón 690 mil habitantes es la principal ciudad del país, y no solo porque sea la capital y allí estén el Gobierno central y la Administración del Estado, sino porque lo era para toda Africa desde los romanos. Julio César se apoderó del territorio en el 146 a. de C., cuando cayó con todo su poderío sobre Cartago y se abrogó las posiciones fenicias en el continente llamado negro.

Bañada por el Mediterráneo, cuenta con el principal puerto marítimo y es centro comercial y fabril del país, pero además, es moderna, llena de contrastes; pequeñas calles compiten con amplias avenidas bordeadas de palmeras; se pueden visitar muchos sitios, como las ruinas romanas, el arco de Marco Aurelio y el castillo rojo, construido artesanalmente de ladrillo rojo. Hasta hace muy poco podías toparte con una imagen del Gran Dictador a cada paso. Los inmensos edificios destacan sobre un mar de casuchas, que, si sigues su sinuosidad, te llevan directo a la costa.

En esta batalla, en la que la OTAN ha debido reforzar la acción rebelde porque el régimen utilizó todo su poderío militar contra su pueblo, Gadafi ha perdido mucho más que su orgullo convertido en imagen, ahora desgastada y sin valor, pero un detalle que hacía más creíble la mentira sobre un pueblo en realidad rico en petróleo, con una población pobre.

Gadafi alteró el nombre del país, izó una nueva bandera y sustituyó la Constitución; destruyó el ejército profesional e instauró milicias fanáticas, de ahí la necesidad del apoyo de la OTAN, algo que no resultó necesario en Túnez y Egipto, que cayeron antes y donde las élites militares tomaron las riendas de la transición.


La ONU ha llamado al orden al CNT, tan necesitado en estos momentos de un mayor reconocimiento internacional y de dinero,  y a "todos los que ostenten posiciones de autoridad" para que se ponga fin a las ejecuciones sumarísimas, en esta parte decisiva del conflicto, casi a las puertas de un proceso de reconstrucción nacional.

El Grupo de Contacto para Libia ha tomado la decisión de reunirse el día primero de septiembre en Paris para acelerar los planes de ayuda financiera cuando la población libia sale a la calle en busca de comida y combustible y sufre un desabastecimiento de agua en la capital, provocado por el tirano en su retirada, al cortar el suministro de un tramo de la red de acueductos llamada el Gran Rio Artificial, que lleva el líquido vital desde los fósiles del desierto a las ciudades costeras desde 1982.

El Grupo de Contacto reune a representantes de miembros de la OTAN, de la Unión Europea (UE) y la Liga Arabe, junto a  otros estados.

El presidente francés Nicolás Sarkozy y el primer ministro británico David Cameron podrían viajar a Libia, pero nunca antes de la reunión del jueves en Paris. Una información oficial del gobierno de El Elíseo dio a conocer el encuentro la pasada semana con el primer ministro del CNT, Mahmud Yibril.

La ONU, según se ha conocido extraoficialmente, planea realizar elecciones en 9 meses. Un equipo encabezado por Ian Martin, ex-director de Amnistía Internacional, ha recomendado el desplazamiento también de 200 observadores militares y 190 policías para asesorar a las fuerzas libias en este cometido. Pero antes, habrá que hacerse con Sirte y capturar al tirano.

Lo que la gente hace con el poder es lo que los vuelve buenos o malos y el deseo de venganza siempre acompaña a los vencidos, por eso se han encontrado cadáveres con balazos en la nuca, al estilo ejecución, y con las extremidades y manos desfiguradas por las aberrantes torturas. Al propio tiempo, en menor medida, también cuerpos de soldados gadafistas con tiros en la sien y maniatados en medio de una rotonda.

A Gadafi le quedan aún algunos ases en la manga en forma de dinero y oro para comprar voluntades, lo que ha permitido a su esposa y a dos de sus hijos cruzar en las últimas 24 horas la frontera rumbo a Argelia, según ha confirmado un vocero del ministerio de Asuntos Exteriores del vecino árabe. El CNT ha protestado por ese asilo a viva voz.

Tripoli

El ministro de Información del gobierno provisional, Mohamed Shamman, advirtió al mundo que quien dé asilo al dictador, a su familia o a sus acólitos será considerado enemigo del pueblo libio. Una advertencia que le resbala a países como Nicaragua y Venezuela o a la propia Argelia decantados desde el principio por el bando de Gadafi.


A los rebeldes no les ha importado repartir golpes a los detenidos, sobre todo a los mercenarios contratados por el dictador y conducidos a improvisados cuarteles en Trípoli. En Agadez, en el norte de Níger, frontera sahariana de Libia, un grupo de jóvenes contratados por el régimen ha decidido súbitamente no traspasar el límite y quedarse en casa.


Los integrantes de la fuerza combatiente contra el sátrapa vienen de hogares pobres, que han puesto en el orden del día para derrocarlo la máxima de que puedes recibir todo el entrenamiento del mundo, pero el valor no se enseña. Son, en su mayoría, jóvenes incultos, que han vivido airados, con la sensación constante de ser engañados, creyendo que siempre les toca pagar demasiado en un trapicheo eterno, y se la tenían jurada al hombre que dirigió Libia durante 42 años como si fuese una propiedad personal.

Si te encuentras en la oscuridad, solo puedes esperar acostumbrarte a ella y la dictadura bajo la que han nacido y crecido al menos dos generaciones de libios no resulta la mejor escuela para que se entiendan apropiadamente los derechos humanos, más importantes que cualquier confuso sentimiento de justicia y resarcimiento, porque la justicia retributiva hay que buscarla en los tribunales.

A Gadafi, con un proceso abierto en el Tribunal Internacional de La Haya, poco le importará que se conozca la muerte ominosa de 130 civiles y 50 rebeldes detenidos en un cuartel improvisado antes de la retirada de sus tropas, o la de 80 personas, entre ellas un niño, en un hospital abandonado, junto al que fuera su búnker en Bab el Azizi, porque el tirano tiene ya una retahila de crímenes y malversaciones sobre los que deberá rendir cuentas.

Los rebeldes dieron hoy un ultimatum a las fuerzas gadafistas en Sirte, mientras negocian con los clanes, que hasta ahora han apoyado al dictador. Resultan conversaciones difíciles, porque Gadafi basó su poder en someterlos y funcionó mientras la población aceptó el estado de cosas. Lo que resulta indudable es que el balance de poder lo decidirán los líderes tribales, en un desenlace diferencial respecto a Túnez y Egipto.

El primero de los 150 clanes del país en apoyar a las tropas rebeldes fue Warfalia, a la que pertenece una sexta parte de la población y cuya postura contribuyó a la deserción en masa de los diferentes ministros y socios del dictador, acto que ha terminado por inclinar la balanza en su contra.

Gadafi creyó en un principio que le serían fieles hasta la muerte, pero en la batalla por Trípoli, la semana pasada, muchos clanes decidieron cambiar de bando. Sus jefes piensan en formar parte de la era pos-yamahiriya por lo que no quieren equivocarse a la hora de tomar posiciones y hacerlo a tiempo resulta vital.

Los fieles al dictador siguen combatiendo en algunas áreas del oeste y en Sirte, en la antigüedad una de las ciudades por la que pasaban las caravanas venidas desde Africa central y una de las terminales del Gran Rio Artificial en la actualidad. Si las negociaciones no llevan a buen puerto en esa ciudad del Golfo homónimo se dirimirá la situación por las armas, en una escaramuza que podría durar diez días.


Rebeldes en Sirte


Los insurgentes han pedido a la OTAN que mantenga la presión sobre las tropas leales al dictador en Sirte, con una población de 120 mil habitantes. Para su ofensiva cuentan con los aviones de la alianza militar, que han destruido en 24 horas en esa ciudad 11 vehículos y un blindado. Entretanto, desde Roma se asegura que Gadafi y sus hijos están escondidos en Bani Walid, al sur de la capital.

El CNT, cabeza visible de los rebeldes, tiene también una complicada composición que despierta dudas en Occidente sobre su capacidad para enfrentar la tarea de dirigir Libia, en lo que se ambiciona resulte un proceso para la democracia. Dos de sus principales dirigentes políticos formaron parte del régimen en algún momento, un tercero fue al exilio en 1973 y regresó con la asonada de febrero pasado y el cuarto es un abogado al que todos miran como un hombre que juega a dos bandas.

Desde el inicio del conflicto libio, con su epicentro en Bengasi, la Organización para la Unidad Africana (OUA) ha liderado una campaña internacional para evitar el reconocimiento del CNT y en cambio ofrecer legitimidad a las acciones del dictador, abogando siempre por que se le dieran oportunidades de reivindicarse. Con la entrada rebelde en Trípoli, ha dicho ayer que solo los reconocerá si se comprometen a formar parte de un gobierno representativo de "todos los libios" y advirtió que la ofensiva sobre Sirte "solo prolongará el sufrimiento".

Entre los países africanos que han reconocido al CNT  se encuentran Nigeria y Níger.

La Liga Arabe ha tenido una postura radicalmente diferente al haber reconocido la representatividad rebelde desde el 12 de marzo último, con los únicos votos en contra de Siria y Argelia entre una mayoría de 22 países.

La UE, impulsada por Francia y Reino Unido, involucrados profundamente en el conflicto como parte de las fuerzas in situ de la OTAN, ha reconocido a los rebeldes, en tanto que allende el Atlántico, el primero en hacerlo en América Latina fue Panamá, seguida de Colombia; México se opuso a la intervención pero no a las sanciones contra el régimen, decretados por la ONU, y Brasil a las dos cosas. Ambos son miembros no permanentes del Consejo de Seguridad.

Venezuela y Nicaragua se han perfilados como posibles destinos de un eventual exilio del dictador si llega a producirse y los rebeldes no le encuentran antes. Le será poco menos que imposible evadir los férreos controles de las nuevas autoridades, aunque Trípoli cuenta con un laberinto de túneles, con sistema climatizado y habitaciones, que discurren por debajo de las numerosas casas de la familia Gadafi y que son además óptimos para las emboscadas y difíciles de controlar.

Los rebeldes se han negado a negociar con el dictador, que a través de su vocero Ibrahim Musa, mediante llamada a la agencia AP, ha puesto en la mesa la propuesta de dialogar sobre un gobierno de transición con su hijo Sadi como cabeza de sus representantes.

Cuando la captura rebelde de Trípoli era un hecho consumado, el embajador venezolano en la ONU, Jorge Valero, pidió "un alto al fuego" y "negociaciones de paz", en un paso coincidente con la oferta de Gadafi mediante Musa. Lo cierto, sin embargo, es que la guerra ha sido llevada a cabo con prudencia y ha tenido un perfil bajo. De lo que se trataba era de poner en la buena vía a los rebeldes, a falta de poder controlarlos.

Los ofrecimientos de diálogo, tanto del dictador como de sus amigos fuera del país, no podían ocultar el hallazgo de 50 cuerpos carbonizados en una cárcel improvisada de una base militar bajo la dirección del hijo de Gadafi, Hamis, quien murió hace una semana, según informaron oficialmente fuentes de los alzados en armas contra el régimen.

La capacidad diplomática de la cúspide del CNT ha contribuido en gran medida al apoyo internacional a las fuerzas rebeldes y a sembrar la necesidad de una ayuda financiera para comenzar la reconstrucción calculada a priori en unos 1.400 millones de euros. El primer ministro Yibril, un economista formado en Egipto y Estados Unidos, realiza una gira internacional para obtener fondos con urgencia.

"Primero debemos hacer frente a las necesidades básicas y más urgentes tras 6 meses de conflicto y luego empezar a reconstruir el país", ha dicho Shamia, promotor de la apertura económica de Libia cuando estuvo al frente del Consejo de Desarrollo entre 2007-2011. Su prestigio internacional parece garantizarle un papel importante en la transición.

En esta marcha incipiente de la victoria rebelde, quedan aún paredes escarpadas y precipicios abiertos a la laguna Estigia, a los lados del camino hacia el futuro por desbrozar todavía.

Enlaces recomendados: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com/2011/08/egipto-moubarak-debera-saldar-cuentas.html
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http://plumasendiaspora.blogspot.com/2011/03/una-batalla-desigual-en-las-dunas.html,
http://plumasendiaspora.blogspot.com/2011/04/la-batalla-por-libia.html

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