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sábado, 6 de agosto de 2011

EGIPTO: Moubarak deberá saldar cuentas

Tras la jaula.


Por Mirta Balea

Hosni Moubarak ha comenzado a ser juzgado en El Cairo como asesino de masas. Sus compatriotas pueden haber percibido un antes y un después del régimen cuando llegó a la sala del tribunal en camilla -para una primera vista- y  entró en una jaula al más puro estilo Aníbal Lécter sin máscara.

Resulta una práctica habitual en Egipto colocar a los reos de procesos penales en una jaula. Si bien hablamos aquí de un hombre que alcanzó altas cuotas de poder y cuya imagen de enfermo y desvalido ha dado la vuelta al mundo. Cualquier demócrata sentiría que se trata más de una revancha de las instancias políticas provisionales del país para acallar los gritos de la calle, que de un juicio justo.

El proceso a Moubarak va encaminado a dar respuesta a las protestas iniciadas el 25 de enero pasado contra su régimen corrupto y dictatorial y que parecieron aplacarse el 13 de abril con su detención y encarcelamiento, un día después que sufriera una crisis cardíaca cuando era interrogado por la Policía. Eso levantó los rumores de que podría librarse de una comparecencia ante la justicia, pero los que están al mando saben lo que se juegan.

Las manifestaciones han venido implosionando desde abril hasta el pasado día primero de agosto cuando el Ejército y la Policía arremetieron contra los jóvenes, que exigían menos levedad en la acometida de las reformas necesarias y la aceleración de los juicios a los responsables de las muertes de miles de personas durante las asonadas en varias ciudades.

Tahir es una plaza con muchas bocacalles, algunas de las cuales se abren a las zonas más modernas de El Cairo, pero los perseguidos encontraron refugio en una mezquita cercana. Los familiares de las víctimas de las revueltas decidieron mantener la acampada y se han negado a desplazarse.

Con el traje blanco de prisionero, Moubarak compareció ante el juez Ahmed Refaat y entró en la jaula, donde le esperaban otros acusados: sus dos hijos, Alaa y Gamal; uno de sus principales colaboradores, el ex-ministro del Interior Habib el Adly; y en la celda contigua seis asesores de su régimen. Su amigo y empresario, Husein Salem, con ciudadanía española y bajo arresto domiciliario en España, será juzgado en ausencia.

Salem habría regalado cinco lujosas viviendas y otras propiedades a la familia Moubarak valoradas en cuatro millones y medio de euros (unos seis millones de dólares), a cambio de que le cedieran dos terrenos en Sharm el Sheij, una zona de pescadores a la que el derrocado presidente pretendía convertir en destino turístico internacional.

El ex-presidente habría consentido también que el ex-ministro del Petróleo, Sameh Fahmi, vendiera gas a Israel en el 70% menos de su valor real de mercado, a través de compañías de Salem.

El informe de la comisión oficial para investigar la represión durante las revueltas concluyó que hubo 846 muertos a manos de las fuerzas de seguridad, que atropellaron, gasearon y dispararon a la cabeza de los manifestantes. Siempre hay fanáticos, que se ensucian las manos de sangre inocente por lo que llaman su causa o su deber.

Partidarios y detractores
Este tanis dierum (fin de los días) de un régimen con 30 años de duración parece un escenario inacabado. No son todos los que están ni están todos los que son los hombres del presidente, hay más, disgregados por el país, ocupando incluso puestos en el gobierno provisional y el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, escudados tras la nueva nomenclatura.


Moubarak negó los cargos, como era de esperar, y lo hizo "categóricamente" ante Refaat, que forma parte de los tantos que hace apenas seis meses le tenían como su jefe. La primera vista, que tuvo lugar el 3 de agosto en la Academia de Policia, en el barrio de Tagamo James, en el este de El Cairo, dejó claro que el reo no quiere ser juzgado junto al resto. Así que el abogado de la familia, Farid el Dib, logró que el juicio contra los otros continuara al día siguiente y el de su defendido se aplazara hasta el 15 de agosto.


Centenares de egipcios siguieron la primera parte del proceso desde una pantalla plana en la pared del edificio de la Academia de Policía.  Pero antes habían tenido lugar choques entre partidarios y detractores de Moubarak con lapidaciones, como si pretendieran condenarse mutuamente a una muerte bíblica, con el resultado de al menos 50 heridos, hasta que las fuerzas del orden lograron crear un cordón para impedir más encontronazos.

 
La prensa española llama a Moubarak "el último faraón" y como tal parece haberse conducido al permitir a la policía emplear munición real contra los manifestantes y atropellarlos con sus vehículos.

El Dib, quizás buscando dilatar el proceso, se propone llamar a los 1.600 testigos de la acusación y al que fuera ministro de Defensa, Husein Tantawi, quien se halla al frente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.

Tantawi habría pactado con Moubarak, antes del 25 de enero, una incierta transición después que este ofreciera a la población elecciones, no presentarse como candidato, y reformar la Constitución, como ha hecho también el rey de Marruecos, Mohamed VI, para calmar a sus indignados, solo que al egipcio el tiro le salió por la culata.

Tras la caída del rais el 11 de febrero, el Gobierno provisional y la Junta Militar debían velar por la satisfacción de las demandas de los manifestantes so pena que la situación tomara un rumbo imprevisible. El presidente había dejado mucho antes en manos de Tantawi el control del país, el 28 de enero, y esta es la razón de que El Dib lo haya llamado como testigo en el proceso seguido contra la familia Moubarak.

De manera que si vemos en conjunto la situación, el Gobierno se ha convertido, con el apoyo de los estamentos militares, en el árbitro y tutor de un proceso en el que aún no se vislumbra claramente de qué lado se inclina la balanza. En medio de una tregua ciudadana, con el mantenimiento de una acampada reducida en Tahir, la Junta Militar y el régimen interino decidieron el 21 de julio convocar elecciones antes de que finalice el año, aprovechando el juramento del nuevo Ejecutivo.


La coordinación quedará a cargo de un Comité Supremo Electoral, presidido por el jefe del Tribunal de Apelaciones de El Cairo, Abdel Moez Ahmed, en funciones a partir del 18 de septiembre. El general Mamduh Shahin, miembro de la Junta Militar, dijo que los comicios a la Asamblea del Pueblo o Cámara baja y a la Shura o Cámara alta se realizarán al unísono.

Ejército y Policía contra los acampados
Los jueces velarán por la sacrosanta legalidad del proceso sin admitir injerencia del exterior con supervisores internacionales. La mitad de escaños vendrán de listas cerradas de partidos y el resto de candidatos individuales elegidos en listas abiertas. Para muchos una fórmula para favorecer el voto en función de intereses familiares o de amigos y no de una tendencia política.


Desde Occidente se observa con preocupación la eventual llegada al poder de los Hermanos Musulmanes, el mayor grupo de la oposición, antes vetado por Moubarak, de carácter islamista y de gran arraigo social. Han nombrado al cristiano copto Rafiq Habib como vice-presidente de su partido político La libertad y la justicia, cuya inscripción ya fue refrendada para poder estar presentes en las elecciones.

 
Los Hermanos Musulmanes  han permanecido en un discreto segundo plano durante las batallas libradas en las calles y se han sumado a las exigencias democráticas de los manifestantes.


Un importante oponente del grupo islámico sería Naquib Sawiris, el hombre más rico de Egipto, que ha fundado un partido liberal, de tendencia cristiana, y que podría ser el heredero del Partido Nacional Democrático, de Moubarak, en horas bajas en estos momentos.


Sawiris podría constituir una opción para Occidente a fin de dar impulso a las políticas de privatización y liberalización de la economía, con reducciones de impuestos y de subvenciones sociales. En los últimos sondeos, previos a las elecciones, un 15% de la población apoyaría a los Hermanos Musulmanes y un 10%, a los herederos de Moubarak. El resto permanece a la espera.


La oposición en Egipto tiene visos de heterogeneidad, frente a los jóvenes coordinados, que sitiaron las calles de las principales ciudades del país, con exigencias claras de cambios por un modelo de sociedad más cercano a Turquía que a Irán. Ellos se han venido enfrentando a las fuerzas del orden en más de una ocasión. Organizaciones de Derechos Humanos han denunciado el uso excesivo de la fuerza por los agentes anti-disturbios al intentar abrir las vías bloqueadas por los manifestantes.


El país se encuentra dividido entre quienes defienden el cambío aún por venir y los que se aferran al sistema inmutable de los últimos 30 años. Egipto ha estado y sigue estando gobernado por militares desde la creación de la República Arabe en 1952, tras el golpe de estado contra el rey Faruk, perpetrado por un grupo de uniformados, liderados por Gamal Abdel Nasser, elegido presidente con posterioridad.

Esa es la razón de que  circulen muchos chistes a costa de la historia nacional.  Se dice que Moubarak llega al infierno y es recibido por sus antecesores, Nasser y Anuar el Sadat, quienes le preguntan cómo ha sido su final. "¿Te asesinó una bala o te envenenaron?", a lo que el recién llegado responde: "Me mató Facebook", en alusión a la movilización masiva en enero, que dio al traste con su régimen, convocada mediante esa red social.

Desde su constitución como República no han escaseado las conspiraciones y desquites de la mano de la corrupción en las sucesivas transiciones de poder. Nasser murió oficialmente de un infarto, pero familiares y amigos aseguran que fue envenenado por El Sadat para ocupar su lugar. Once años después, este último resultó asesinado durante un desfile militar por un soldado islamista radical. Pero la rumorología indica que Moubarak estuvo detrás del magnicidio.



La plaza Tahir

El juicio a Moubarak se encadena a los procesos públicos a miembros del anterior régimen, a la remodelación del Ejecutivo, a la jubilación forzosa de 669 oficiales de policía como las más destacadas concesiones a la voz de la calle, además de la convocatoria de los comicios. Los manifestantes siguen siendo una amenaza porque no están conformes con la lentitud de los cambios tras más de medio año de protestas.

El Gobierno provisional y la Junta Militar quieren sentar un precedente en el mundo árabe al enjuiciar a Moubarak, aunque ya existe uno, Sadam Hussein, colgado en Bagdad en diciembre del 2006, tras su captura en un zulu de su ciudad natal, Tikrit, y un juicio sumarísimo a expensas de las autoridades norteamericanas de ocupación. Y esto último es, quizás, el único detalle que diferencia a un proceso del otro.

Tras la primavera árabe, iniciada en Egipto y Túnez, los dictadores no las tienen todas consigo y en muchos casos resisten, sumiendo en un baño de sangre a sus pueblos para no abandonar el poder porque saben lo que les espera. En ese caso se hallan Muamar el Gadafi, en Libia, y Bashir al Asad, en Siria. El tunecidno, Zine el Abidine Ben Alí, tuvo la precaución de fugarse a tiempo a Arabia Saudita, así que sus detractores tendrán que esperar para verlo comparecer ante un juez.

No resulta gratuito el respaldo público de la Cuba de los hermanos Castro a los dictadores de Libia y Siria en tribunas internacionales, como recientemente se vio en Bruselas, condenando a la OTAN y a las potencias occidentales por respaldar las aspiraciones de quienes están siendo masacrados. Y es que si ves las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo.

Entre los acampados en Tahir, hay muchos que temen una deriva a golpe de Estado de la revolución iniciada el 25 de enero. Faltan pasos esenciales en la reforma de la Constitución, aprobada en referendo el pasado 21 de marzo con el 77% de los votos, y aunque el juicio contra Moubarak desea dar la imagen de ruptura con el antiguo régimen, la comparecencia de Tantawi podría despertar a fantasmas nada convenientes al afán de distanciamiento de la la cúpula militar.

Carece de relevancia, en el plano práctico, lo que ocurra con Moubarak, un árbol caido, a fin de cuentas, y que podría incluso no llegar a la próxima vista o al final del proceso, si el tribunal conviniera en aplicarle a él y a su ex-ministro del Interior la pena capital.


Quienquiera que salga de las elecciones para asumir el control del país, no solo tendrá que barrer la corrupción imperante sino enfrentarse a un invierno económico y a la cada vez más creciente presión islamista contra los coptos, que ha dado lugar a numerosos choques entre ambas comunidades.

A medio año de la caida del régimen, la economía egipcia enfrenta la ausencia de inversiones extranjeras, una drástica caída de los ingresos por turismo (un 80%), un aumento del déficit público (calculado en un 11% del Producto Interno Bruto) y un deterioro del bienestar social a consecuencia del aumento de la pobreza y la inflación. Esto preocupa a la Junta Militar, encargada de pilotar la transición, consciente que el nivel de calificación crediticia del Estado está en números rojos.

Durante su fallida tentativa por mantener el poder, Moubarak subió un 15% los míseros sueldos de los funcionarios públicos y las pensiones y aumentó el presupuesto de los alimentos subvencionados. El mismo que había impuesto en 1990 una liberalización económica y vendía al país como una de las economías más estables,  incluso en plena crisis mundial,  con un crecimiento de un 4,7% y un 5% en los últimos dos años, nunca logró estrechar ni en una milésima la brecha entre ricos y pobres, debido a la corrupción en su régimen.

Los males endémicos han galopado sin control desde el inicio de las protestas por la falta de seguridad intrínseca en esos movimientos y las huelgas. El crecimiento bajó de un 5% a un 2,6% y la tasa de paro alcanza un 12% de la población económicamente activa, de éste casi el 80% son jóvenes menores de 35 años. La deuda, interna y externa, se come el 90% del Producto Interno Bruto y la inflación ha subido de un 12% a un 18%.

El Gobierno provisional ha preparado un plan de desarrollo de 38 mil millones de dólares en las partidas de sanidad, vivienda, educación y transportes. Para ello ha girado su mirada al financiamiento exterior. El Fondo Monetario Internacional podría desembolsar entre 10 a 12 mil millones de dólares y el Banco Mundial, unos 4,500 millones de dólares. Estados Unidos condonará mil millones de dólares de la deuda egipcia de 3,6 mil millones de dólares para facilitar un dinero adicional a los proyectos de infraestructura y fomento del empleo juvenil.


La cumbre del G-8 en mayo pasado se mostró dispuesta a facilitarle a Egipto 28.200 millones de euros hasta el 2013, según qué proyecto se financie con ese dinero.


El colofón para un país que ha tenido tres únicos presidentes en su historia republicana se traduce en que  Nasser situó al país con voz propia en el exterior y movilizó a los árabes en una revolución panarabista con tintes de progreso; El Sadat perdió la vida por firmar la paz con Israel, algo que ni por asomo se le hubiera ocurrido a su antecesor; y Moubarak forjó a plomo una dictadura cuando en principio sus prioridades eran mantener una línea centrista respecto a los anteriores presidentes, recuperar el Sinaí, lo que logró un año después, y restablecer el equilibrio árabe.


Nadó siempre entre dos aguas, pero estas se volvieron albañales con el tiempo. Su inmovilismo corrompió todo el sistema y forzó la mano dura, condenó a la población a sueldos míseros y a la pobreza, mientras él se hacía rico, y esto lo precipitó al vacío cuando la marea humana lo absorbió con fuerza arrolladora,  que resulta todavía hoy incontenible.

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