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viernes, 6 de enero de 2017

CONTINUA EL NOVELON ENTRE RUSIA Y ESTADOS UNIDOS






Por Mirta Balea

La elección de Donald Trump como próximo presidente de Estados Unidos podría modificar las alianzas de Estados Unidos a nivel mundial con un previsible acercamiento a Rusia a partir de que ocupe su puesto el próximo día 20.

Un plan del estratega Henry Kissinger preve que podría tener lugar una normalización de las relaciones entre los dos países y un levantamiento de las sanciones a Rusia. Lo más importante del contenido del documento radica en los párrafos en que habla de "admitir que algunos países fronterizos están en el área de influencia de Moscú" y en "reconocer que Crimea es rusa".

Kissinger ejerció como secretario de Estado en los gobiernos de Richard Nixon y Gerald Ford entre los años 1969-1977 y fue consejero de Seguridad Nacional de este último. Es de estos personajes en la esfera internacional que tienen gran influencia en la política y no solo de Estados Unidos porque no hay que olvidar que forma parte del muy influyente grupo de presión internacional Bildenberg.

Obtuvo el premio Nobel de la Paz en 1973 con el argumento de que logró un alto al fuego en Vietnam después de hacerse cargo de gestionar la guerra y ponerle fin. Ha sido y es el artífice de la estrategia de distensión, en su momento con la Unión Soviética y China, y ahora con Rusia.

Su figura se ha visto oscurecida por sus vínculos en los años 70 con las dictaduras del cono sur americano y la llamada operación Condor, encaminada a "limpiar" de disidentes a Argentina y Chile. Grupos pro-derechos humanos instan a que se le retire el premio Nobel y que le procesen por complicidad en crímenes de guerra.

Incluir lo de un reconocimiento de Crimea como rusa -aunque no se piense en hacerlo a bombo y platillo- sería difícil de digerir por la Unión Europea y en particular por el gobierno de Ucrania. Reconocer la autoridad política de Moscú sobre algunos de los territorios aledaños, otrora satélites de la Unión Soviética y ahora repúblicas independientes, sería como minimo un retroceso a la guerra fría si no sentarse en un polvorín a la espera de que explote.
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Al felicitar a Trump por su victoria, el presidente ruso Vladimir Putin dio muestras de querer avanzar por el camino del acercamiento y de las buenas relaciones bilaterales con Estados Unidos y evitar cualquier crisis, como la provocada en las dos últimas semanas de diciembre por el presidente Barack Obama.

El mandatario tomó varias medidas entre las que figuró la expulsión de 35 diplomáticos rusos y el cierre de dos edificios de la embajada y dos consulados, entre otras, tomando como base las divulgadas intrusiones de Moscú en la campaña presidencial norteamericana. La Casa Blanca había venido advirtiendo desde mucho antes del hackeo a que los rusos sometían al país.

Los analistas preven que esta situación se verá incrementada en los próximos 15 años y no solo por parte de Rusia, sino de China, que ya ha hecho incursiones de este tipo en Estados Unidos. Todo el asunto podría resultar mucho más preocupante si afecta a la información financiera y económica norteamericana.

El alejamiento de un enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia sería bienvenido por la comunidad internacional teniendo en cuenta que son las dos grandes potenciales nucleares mundiales. De producirse un conflicto en un área en la que tengan influencia, metería al mundo en tensiones, que todos creían superadas con el presunto fin de la guerra fría. Si los dos grandes poderes se entienden, cualquier problema tendría pocas posibilidades de prosperar.

El año 2016 ha sido de distanciamiento y las recientes acciones de Obama han inflamado la hoguera, en especial después del comunicado conjunto del FBI y la Agencia de Seguridad Nacional haciendo públicos los detalles de las técnicas y tácticas del presunto hackeo informátco del gobierno ruso.

Los congresistas republicanos no se han alineado con las sospechas de la Inteligencia, que informó a Obama de lo ocurrido, y creen que deberían aportarse más pruebas de los ciberataques y no circunscribir las sospechas a un mero informe corporativo de cómo pudieron llevarse a cabo.

Portavoces rusos reaccionaron airadamente a las medidas de la Casa Blanca considerándolas ruinosas para las relaciones bilaterales, incluido el ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Levrov. En cambio Putin, contra todo pronóstico, decidió no sumarse al carro de las sanciones y ha decidido esperar a la entrada de Trump en la Casa Blanca.

Putin llegó incluso a invitar a niños estadounidenses a presenciar una fiesta navideña en el Kremlin, con toda probabilidad para contrarrestar las informaciones divulgadas por varios medios de prensa norteamericanos de que como contramedida había ordenado el cierre de la escuela anglo-norteamericana en Moscú, lo que resultó ser falso.

Rusia se ha anotado un tanto en la escena internacional en las últimas horas al lograr el unánime apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU a una propuesta de paz para Siria.

El documento de la ONU llama a las partes a dar garantías para un acceso de la ayuda humanitaria a toda Siria y avala el cese del fuego, vigente desde el pasado 30 de diciembre, entre el régimen de Bashir el-Assad y las facciones opositoras en armas desde hace cinco años.

Esto no supone, como se ha encargado de hacer notar Putin, que se suspendan las acciones anti-terroristas contra el Estado Islámico y el Frente al-Nusra, ambos fuera del acuerdo de alto al fuego, cuyos garantes son Rusia, Turquía e Irán y ahora la ONU. 

Trump ha dicho públicamente que admira el nervio mostrado por Putin al postergar el tema y no irritar aún más la situación creada por Obama hasta la llegada a la Casa Blanca del presidente electo. Ahora solo queda esperar si bajo la nueva Administración republicana las relaciones mejoran tal y como todos esperan.

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