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miércoles, 2 de marzo de 2016

España en busca de un presidente para gobernar




Por Mirta Balea

El candidato socialista a presidir el gobierno de España, Pedro Sanchez, salió a perder en su primer escarceo para la investidura, admitió que ni de lejos cuenta con los apoyos necesarios y apeló, una y otra vez, a la conciencia de los parlamentarios, poniendo el acento en que los votantes no desean nuevas elecciones y si se dan sería un fracaso político de todos los líderes políticos.

Su discurso este martes ante las Cámaras pareció vacuo a algunos, decepcionante a la bancada de la izquierda e independentistas y carente de futuro para la derecha representada por el Partido Popular, que ha gobernado el país en los últimos cuatro años, y está siendo sometido en estos últimos meses a un escrutinio inédito por los casos de corrupción que crecen como setas a su alrededor.

Sanchez salió a dar la batalla consciente de que un pacto firmado hace unos días con el centro-derecha de Ciudadanos resultaría un escollo infranqueable para alcanzar alguno con las agrupaciones de izquierda como Podemos, Compromis, En Comu Podem e Izquierda Unida.

El acuerdo contiene unas 200 medidas de gobierno, que el candidato leyó minuciosamente, lo que en vez de ayudarle con toda probabilidad amplió el desfavor de quienes deberán votar hoy. Dividir el debate, dejando toda una noche de por medio, no parece una medida muy sensata.

Sanchez se ocupó en decir, una y otra vez durante su comparecencia, que todas estas medidas podrían ponerse en marcha "la próxima semana", dando por sentado de que había posibilidades para el sí en la investidura. De nada le valió el debate interruptus, porque los periodistas supieron de antemano el resultado por boca de los líderes parlamentarios en unas mini-conferencia de prensa en las que la mayoría dejó claro su NO a la investidura cuando toque votar al concluir la jornada este día.

Iñigo Errejón, segundo del partido Podemos, colgó en su twitter -en medio de la sesión de investidura- que lo que decía Sánchez era vago y carecía de propuestas. Hay que decir que no es cierto. Hubo demasiadas propuestas, las 200 del acuerdo con Ciudadanos, algunas asumibles por los grupos de Pablo Iglesias, si consultamos los programas electorales, y hasta por el PP, según admitió después su portavoz Rafael Hernando.

El candidato socialista no pareció tan interesado en convencer a Podemos y otros grupos de que le dieran su voto. En el parlamento más plural que se conoce en la democracia española, elaboró una fórmula dirigida mas bien a su electorado y a los militantes de base del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Abundó en las materias sociales contenidas en el pacto, como la recuperación de las prestaciones y ciertas modificaciones a la ley laboral aprobada por el Partido Popular (PP). (PP). Su discurso podía confundirse con el que podría lanzar de convocarse nuevas elecciones.

El PSOE se ha dejado la piel en estos días en entrevistas con la prensa para llevar al electorado la idea de que si la otra izquierda (entiéndase Podemos e Izquierda Unida) no responde positivamente a la investidura de su candidato, el gobierno en funciones de Mariano Rajoy continuará y al final habrá nuevas elecciones, algo que casi nadie quiere o al menos es lo que no se cansan de repetir algunos líderes.

Habremos fallado en nuestro cometido, observó Sánchez, al poner el dedo en la llaga de que las medidas pactadas con Ciudadano son asumibles por la izquierda y no resulta lógico que le niegue el placet en la investidura.

Los independentistas que apoyan a Podemos y accedieron a ir en su lista y otros como Ezquerra Republicana per Cataluña o Democracia y Libertad, e incluso el Partido Nacionalista Vasco, no ven interesante el proyecto.

La negativa de Podemos obedece, por un lado a que el PSOE pactara con Ciudadanos, pero en mayor medida a que su propuesta de referendo para Cataluña no figure como opción para el nuevo gobierno. PSOE propone una reforma de la Constitución para convertir al país en una federación, congruente, por ejemplo, con el ideario de Izquierda Unida. Un referendo, según la tésis del grupo de Pablo Iglesias, dejaría a la díscola Cataluña la posibilidad de decidir una escisión de España por si sola dejando al resto de ciudadanos al margen, sin voz ni voto. Tres fuerzas se oponen frontalmente a tal posibilidad: PSOE, PP y Ciudadanos.

El referendo es incluso una de las condiciones sine qua non de Podemos y demás firmas. Hasta ahora ha bloqueado un posible acuerdo con el PSOE, hasta que el acuerdo de ésta formación con Ciudadanos empezó a ser la bandera a esgrimir.

Para Podemos no se presenta como un paso fácil eliminar el referendo de sus exigencias al nuevo gobierno porque tendría que enfrentarse a la pérdida de apoyo de las facciones independentistas. Este requisito era básico para que accedieran a formar parte de la lista y les ha proporcionado la mayoría de los 69 diputados de que dispone. El desgaste que han supuestos los breves intentos de reunirse para pactar ha supuesto para esta formación la posibilidad de perder 9 diputados de convocarse nuevas elecciones, según una encuesta del mes de febrero.

A pesar del encaje que un sistema federal tiene en el programa de Izquierda Unida, esta formación ha dicho que votará NO a Sánchez. Con dos diputados, tampoco es que hiciera inclinar sustancialmente la balanza. Su negativa obedece más a que estuvo a punto en las últimas elecciones, del 20 de diciembre, quedarse sin representación parlamentaria y ahora se ha dado la mano con Podemos para no transitar en solitario por los pasillos del Congreso.

IU dio la impresión de que alcanzaría en solitario un acuerdo con Sánchez, pero se malogró cuando quiso actuar de mediador con Podemos, se fue con ellos a la mesa negociadora y rompió el juego, junto con esa formación, al hacerse público el acuerdo con Ciudadanos. Parecería prematuro descartar que vuelva a la casilla de salida y reinicie las reuniones con los socialistas.

La mayoría de las personas, que, en los bares seguía el discurso, decían que Sanchez había logrado afirmar su liderazgo en el PSOE, pero cabe también la posibilidad de que se haya desgastado en el intento de ser presidente de España. De convocarse nuevas elecciones, nadie apuesta porque repita en la candidatura del partido y esto es a lo que más teme Sanchez. Una prueba de su inquietud fue que en su primera rueda de prensa tras las elecciones -cuando al panorama se perfilaba difícil para cualquier investidura- dejó claro que concurriría de nuevo como candidato en unas elecciones anticipadas.

Si comparamos el discurso de investidura con el que ofreció a su camaradas ante la Asamblea Federal del PSOE en enero último, encontraremos que ayer mostró más capacidad de comunicación, liberado al parecer de sus dudas, porque los militantes votaron este fin de semana a favor del acuerdo con Ciudadano y  sobre todo porque los "barones" no se dedicaron a sabotearlo.

Dijo algo que es de pura sensatez, tanto si el gobierno es puramente de derecha como si es de izquierda, los números no dan, a no ser que se incluya a los secesionistas, algo que podemos no descartaría si se le hubiera dado el mandato de formar gobierno, pero que no está en la agenda socialista. Este hecho es en lo que el PP fundamenta que tras el fracaso de investidura de Sánchez, podría sentarse con el PSOE para alcanzar "una gran coalición", como reiteró el portavoz Hernando, nada más terminar la comparecencia del candidato ante las Cortes.

La idea lleva implícita, desde el primer momento que la lanzó Ciudadanos, no el PP, que Rajoy continuaría al frente del gobierno, lo que es inaceptable para el PSOE, que incluso lo ha dejado por escrito. 

El PSOE, que ha gobernado una gran parte de los años de este país en democracia, es un partido con un buen y mal pasado, pero el PP ahora mismo, por sensatez política, debería pasar a la oposición y dejar que pasen los cuatro años de las legislatura para que pueda presentar algún tipo de regeneración interna a cuenta de toda la corrupción que le invade.

Rajoy está empeñado siempre en hablar de su "legitimidad" porque alcanzó mayoría de votos en las elecciones y dispone de más escaños que el PSOE, pero de lo que nunca habla es de que dejó pasar su oportunidad de formar gobierno cuando se lo encomendó el rey. Por otro lado, al moverse el país en un régimen parlamentario, tampoco parece insalvable este hecho, porque no resulta una mayoría absoluta. Las reglas de juego dicen entonces que hay que buscar apoyos, algo que el PP difícilmente encontrará, después de pasar el rodillo en la pasada legislatura y prescindir del diálogo con las fuerzas parlamentarias a la hora de pasar leyes importantísimas como la de educación o la llamada "mordaza".

Rajoy tendrá que asumir en algún momento que con tener mayoría no se resuelve el problema de ingobernabilidad de España. Una mayoría sin apoyos a la larga es una minoría insolvente.

Podemos se ha venido quejando estos días de que el PSOE cerrara antes el acuerdo con Ciudadanos, cuando estaban aún dialogando con ellos. El rey otorgó a Sánchez el placet para formar gobierno el pasado dos de febrero e Iglesias pretendió darle un golpe de mano adelantando acontecimientos.

Antes de que los socialistas hablaran de que habían aceptado la propuesta del jefe de estado, Iglesias convocó una rueda de prensa a la que trajo un programa de gobierno de la formación, con 93 páginas, en las que aparecía como vice-presidente supremo, que controlaría centros neurálgicos del estado, incluida la designación de jueces y otros cargos institucionales, y al menos cuatro ministerios, tres de ellos poderes fácticos de una nación. Con esto pensó que Sánchez no tendría que gastar neuronas en designar él, como candidato, la gente que debía ocupar los cargos y todo lo que habría que hacer en suma en la nueva legislatura.

Esto sentó muy mal a los socialistas y su portavoz Antonio Hernando le recordó con tono pausado y tranquilo, que Sánchez era el candidato a jefe de gobierno y que no había a reconocer tales recomendaciones. Podemos, lo disfrace como lo disfrace, haabía dejado claro ante los ciudadanos al dar este paso - en el que incluso se atrevió a decir que Sánchez no podría ser presidente sin ellos- que lo único que les mueve es disponer de poder suficiente para cambiarlo todo.

Entrar en la Cámara con 69 diputados, les ha hecho venirse arriba y están convencidos que en nuevas elecciones desbancarían al PSOE como segunda fuerza política en el país.


Quizás el ideólogo Errejón se precipitó al decir que Sánchez no traía propuestas, porque en el ADN de Podemos está creer que las de ellos son las únicas válidas y capaces de sacar al país de la crisis, que ha golpeado y mucho a España.

Si algún defecto tuvo el discurso de Sánchez no fueron las propuestas dentro del acuerdo con Ciudadanos, sino que en su primera intervención para proponer su investidura, agotara todo espacio para entenderlas. Se sabe que en tales casos suele ser mejor quedarse cortos para tener ocasión, cuando los líderes impongan sus vetos, replicar con más munición.

Con los peores resultados electorales del PSOE en los casi 40 de democracia en España, Sánchez no renunció, como había hecho su predecesor, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando sufrió una reducción de diputados en las elecciones del 2012. El candidato socialista, colocado por su propio partido en la tesitura de quedar eliminado, ha sabido saltar el bache y le ha dado la vuelta a la tortilla, creciéndose ante las dificultades,  lo que habrá que reconocer. Le siguen faltando hoy 46 votos para la mayoría. Nadie piensa que la balanza se incline a su favor.

Sería paradójico que Podemos facilitara a Rajoy el escenario de que ya no dispone y esta es la carta que ha jugado el PSOE, por eso los barones han apoyado sin fisuras al líder en esta ocasión. Este se ha presentado como alguien que ha logrado un acuerdo -que puede satisfacer en gran medida a la izquierda- desde el centro político, donde ha venido ubicándose en estos días.

La carrera por la investidura tendrá dos tiempos: hoy ( por mayoría) y el viernes (por mayoría simple). Sanchez se ha mostrado como un político con oficio y convencional, al que se ha visto que le falta aún la talla de estadista, pero eso podría conseguirlo con el tiempo, no es un escollo sine qua non para elegirlo. A la salida de las Cortes dijo que había hecho el discurso que quería hacer.

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