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jueves, 10 de marzo de 2016

DE LAS LUCHAS INTERNAS DE LOS PARTIDOS COMO FORMA DE FORMAR GOBIERNO.



Por Mirta Balea

Cuando sigue corriendo el reloj hasta la fecha límite del 2 de mayo para un pacto por la investidura de un nuevo gobierno en España, los medios de comunicación comienzan a airear las discrepancias en el seno de Podemos y apuntan a una batalla ideológica entre sus dos cabezas visibles: el secretario general Pablo Iglesias y su segundo al mando, Iñigo Errejón.

El secretario de organización de la formación, Sergio Pascual, ha negado que tal debate ideológico esté teniendo lugar, aunque hubo de admitir la preocupante dimisión en cascada de miembros de Podemos en Madrid en lo que va de semana y problemas en Galicia, Cataluña, País Vasco.

La fractura tiene mucho que ver con las decisiones de gran calado, que, un partido de apenas tres años de constituido, ha debido tomar y tomará aún en los próximos dos meses respecto a la investidura de un nuevo gobierno en España.

Las alternativas que se le presenta a la formación política emergente pueden reducirse a dos elementos entre los que deberá escoger. Si acepta jugar a la política, como se ha hecho siempre, y participar en las instituciones o dinamitar cualquier posibilidad de acuerdo con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que intenta la investidura para su candidato Pedro Sánchez, y con esto provocar la convocatoria de elecciones anticipadas.

Unos tuits ayer de Iglesias, Errejón y otros líderes del partido estuvieron muy cargados de tono en el objetivo de culpabilizar al PSOE por la publicidad recibida por la fractura interna. Una opinión interesada en la misma dirección la dio esta misma mañana, a la entrada del Congreso, la vicepresidenta de la Cámara Baja y militante del Partido Popular (PP), Celia Villalobos.

Podemos tuvo una gran crisis hace casi un año, muy sonada, cuando uno de sus fundadores, Juan Carlos Monedero, decidió renunciar a la directiva por diferencias con Iglesias. En entrevistas posteriores le ha acusado de "soberbia intelectual". Parece difícil que alguien crea que no hay fracturas en un partido con "dos almas", como él mismo lo ha calificado.

La dimisión del numero tres de Podemos en Madrid ha puesto al descubierto ciertos asuntos. Emilio Delgado habla de falta de democracia interna. En Galicia, hay una gestora nombrada por la dirección nacional, denunciada por el líder local de la formación, Breogan Riboó, como un intento de ahogar las críticas por la gestión de Iglesias. El gallego echa de menos una organización más participativa.

En Cataluña, más de lo mismo. Su sector más crítico quiere independizarse del centro y crear un partido propio y en País Vasco han debido renovar su dirección para aplacar las críticas.


Las diferencias y el deterioro de la imagen aparecen en documentos secretos que ahora se están conociendo. Hay uno en que se critica el "agotamiento del discurso" y el "endiosamiento" y "arrogancia" del líder. En sus apariciones públicas, escoltado por los suyos, da a veces la sensación de ser inaccesible.



Hay un sector anticapitalista en Podemos, que ayer sacó un comunicado en el que evaluó como políticamente estéril seguir emplazando al PSOE para la formación de un gobierno fuerte por el "cambio".

El grupo, cuyas cabezas visibles serían el eurodiputado Miguel Urban y la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, solo ve dos salidas, gran coalición de izquierda o elecciones anticipadas. En cualquier caso, llama a estar preparados para organizar la respuesta y crear las mejores condiciones para afrontar ambas posibilidades.

Monedero intercambió opiniones con varios periodistas en los pasillos del Congreso para echar leña sobre la fogata en la que se quema el PSOE por su supuesta culpa en lo que vienen sacando a relucir los medios de comunicación.


El portavoz de la organización Antonio Hernando lo negó rotundamente y reiteró el respeto por los problemas que internamente aquejen a cualquier partido. Sanchez volvió a tender la mano a un pacto transversal de gobierno en el que estarían también fuerzas independientes.

El grupo anticapitalista de Podemos tiene un claro talante trotskista y ve a los posibilistas del acuerdo como revisionistas de las posiciones políticas de la organización, nacida al calor de las protestas populares de hace unos cuatro años en el centro de Madrid. Una imitación clara de la llamada primavera árabe, que no impidió al PP obtener mayoría absoluta en 2011.


El PP ha presentado también fisuras en sus filas desde que el ex-presidente de Murcia, Alberto Garre, dijera a la prensa que el secretario general Mariano Rajoy, presidente del gobierno en funciones, debería irse o echarse a un lado para que se pueda lograr una investidura.

Hay muestras evidentes de que no todo el personal del PP va ciegamente tras su líder, empeñado en repetir legislatura, aunque no cuente con apoyos, y que de ningún modo desea coronar a Sanchez. Parece más un empeño personal, que un ímpetu hacia lo que sería mejor para su formación política.

Hasta que habló el murciano, cerraba filas alrededor de su líder, pero hoy las cosas no brillan con tanta nitidez. A las críticas de Garre se han sumado otros militantes a pesar del cúmulo de voces de ministros y de la propia vicepresideta Soraya Saenz de Santamaría que se les han echado encima para tapar el cráter, diciendo que si alguien genera consenso es Rajoy.

PSOE y Ciudadanos, que habían pactado un acuerdo para la investidura de Sánchez, a quien le resultó imposible encestar en dos vueltas, están por la labor de ampliarlo e incluir a las fuerzas que lo deseen, pero al parecer Podemos encabeza la resistencia por la izquierda y PP por la derecha. Este documento podría clasificarse, con sus 240 puntos, como una conciliación centrista y liberal.

Podemos pide dialogar únicamente con PSOE, sin Ciudadanos, al que está empeñado en ignorar como fuerza política. PP desea sentarse por separado con estas formaciones, que ya dijeron irán juntas con su acuerdo a cualquier negociación, y veta radicalmente a Podemos.


Una mesa negociadora convocada por Podemos, en la que habrían podido estar también PSOE, En Común Podem, Compromis e Izquierda Unida zozobró antes de sentarse los participantes. Los socialistas no comparecieron porque se había excluido a Ciudadanos e Izquierda Unida decidió no participar si los socialistas no lo hacían porque a su juicio no habría nada que discutir.

En esta mesa fallida de la izquierda, hubo al menos una voz discrepante, la del portavoz de Compromis, Joan Baldovi, quien acepta la presencia de Ciudadanos porque lo importante-dice- es dialogar.


Los líderes políticos españoles, elegidos para un nuevo mandato, solo han intercambiado hasta el momento cartas, invitándose mutuamente a negociar, pero dejando claras las líneas rojas.


Como elemento adicional y perturbador a todo lo que está ocurriendo alrededor de los intentos de investidura de un nuevo gobierno, la Unión Europea envió ayer un memorando dando un tirón de orejas por los desequilibrios macroeconómicos, el nivel altísimo de paro y de deuda pública y exigiendo una nueva vuelta de tuerca en la reforma laboral y los ajustes realizados durante la pasada legislatura.

Bruselas considera a las Comunidades Autónomas como el principal foco del desvío del déficit y cree que no se está haciendo nada para evitarlo. La comisión es consciente de que el gobierno está en funciones y no puede tomar grandes decisiones en política económica, pero habla de que se utilicen las "herramientas aprobadas" en la pasada legislatura.

Incide en aplicar de manera rigurosa la ley de estabilidad presupuestaria, para regular el gasto regional. La carta europea supone un nuevo aviso, una nueva forma de aumentar la presión sobre España para que afronte sus compromisos porque las cuentas no cuadran y sin nuevas medidas volverá a incumplirse el déficit.


Dos meses y dos investiduras después, los líderes políticos siguen dando el cante, siguen sin avanzar, no hay reuniones y se culpan unos a otros por el inmovilismo.

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