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lunes, 19 de mayo de 2014

¿Será Modi la salvación de India y el enterrador del imperio Gandhi como dicen?



Modi y el presidente del BJ Rajnah Singh



Por Mirta Balea

La victoria electoral del Partido Baratija Janata (BJ) y de su candidato Narendra Modi responde a un problema acuciante para la mayoría de la población en India: el hartazgo que provoca la corrupción sostenida por el Partido del Congreso (PC), que les ha gobernado 54 de los 67 años de independencia del colonialismo británico.

El PC ha recibido un golpe brutal tras sus últimos diez años de gobierno porque puede perder incluso el liderazgo en la oposición parlamentaria si no consigue al menos un 10% de los asientos de la Cámara.

A la matriarca de la familia, Sonia Gandhi, presidenta del PC, no le ha gustado que culpen a su hijo Rahul, tercera generación del clan, por la debacle y ha intentado diluir el fracaso como error colectivo. 

Lo que le ocurre al PC es que, desde la misma época en que gobernó Rajiv Gandhi, ha habido una ausencia de fuerte liderazgo, que ningún nombramiento a dedo puede solventar.

En nada ayuda tampoco tener como referentes a dos importantes y legendarias figuras. Uno de los fundadores del partido y luchador por la libertad contra el imperio británico, Jawarhalal Nehru, y su hija, Indira Gandhi.

Han hecho mella también en estos resultados la corrupción rampante en todo el país, junto a que la economía ha dado un frenazo en los dos últimos años. Y hablamos de una de las consideradas potencias emergentes del mundo, dentro del grupo de élite conocido como BRIC, en el que se integran también  Brasil, Rusia y China.

Tras la muerte primero de Indira y después de su hijo Rajiv, esposo de Sonia, no se ha encontrado a nadie verdaderamente capaz de encabezar lo que Nehru y el Mahatma (Alma Grande) Gandhi soñaron para el subcontinente: la prosperidad para todos los indios, unidos e indivisibles. Porque este tipo de talento no se da por ósmosis.

Gandhi, Nehru e Indira son figuras que ejercen una enorme influencia en el imaginario público y cada político resulta tamizado a través de ellas, por lo que la pérdida de liderazgo no puede sorprender a nadie. Podría decirse que el PC ya no es lo que era.

Hubo dos cosas que me impresionaron como periodista cuando llegue en 1987 para cumplir con mi puesto de corresponsal en Nueva Delhi. Mi primera participación en un debate parlamentario me enseñó cómo la lengua del colonialismo, el inglés, servía como vehículo de comunicación en un territorio que a escala en el hemiciclo me parecía una Torre de Babel.

Lo otro fue la burocracia, heredada del colonialismo, incluso su versión corrupta. En India, se pagan sobornos para abrir una empresa o cualquier tipo de negocio, para eludir impuestos, para sacarse el carné de conducir o el pasaporte o comprar un título universitario u obtener el que ya tienes por derecho. Para el organismo Transparencia Internacional, se encuentra entre los 100 países más corruptos del mundo.

Ocurre que Modi nació tras la independencia y este año han habido 100 millones de nuevos votantes. La gente está convencida que este nacionalista y profundo hinduísta terminará con ese estado de cosas; que la economía mejorará y la corrupción saldrá de una vez por todas de sus vidas.

Modi, que gobernó Gujarat desde el 2001, estado que se pone como ejemplo de bienestar y de buena administración por algunos, realizó en sus oficinas del BJ en ese territorio la primera reunión este domingo para discutir la composición y la calidad del nuevo gabinete. 

En estas elecciones hay que destacar que ni siquiera el PC había logrado gobernar solo en el último cuarto de siglo. Modi tiene la mayoría absoluta de 283 escaños, aunque podría controlar con algunos partidos afines hasta 336 diputados, y no puede decirse que la participación no le confiera ese derecho porque ha resultado la más alta con el 63%, con cinco maratónicas sesiones de urnas abiertas.

La comunidad internacional y defensores de los derechos humanos le han considerado hasta el momento culpable de los brutales choques entre hindúes y musulmanes en 2005 en Gujarat con un saldo de más de mil muertos. Ahora lo han reivindicado, tanto los norteamericanos, como los ingleses y otros, además de la Unión Europea, que lo han felicitado por su elección con verdadera devoción.

"Felicitamos a Narendra Modi y al BJ por la mayoría de escaños en las elecciones. Una vez formado el Gobierno, esperamos trabajar juntos con el primer ministro y su gabinete para avanzar en nuestra relación bilateral basada en valores democráticos compartidos", ha sido el mensaje del secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, que no deja de tener su miga de advertencia.

Estados Unidos tiene un importante interés en India como contrapeso de China en la región y como importante socio comercial, comprador de armas y próximo a instalar plantas nucleares para producir energía eléctrica, o al menos, así era con el PC. 

Si tomamos los antecedentes sobre esa perspectiva de la Casa Blanca habrá que recordar las palabras de Jaswant Singh, ex ministro de Finanzas y de Relaciones Exteriores en gobiernos del BJ, cuando dijo que nadie puede abrazar a India con fines estratégicos, sino solo estrecharla con amor, pero nunca debe verse arrastrada a complacer los planes de otros países.

Las palabras datan de 2008, cuando aconsejó al primer ministro por el PC, Manmohan Singh, que no se dejara "cercar por los planes de Estados Unidos" y cuando expresó su rechazo a "la posibilidad de formar parte de los intereses de Washington en la zona para frenar el avance de China", que había denunciado ya un acuerdo nuclear entre ambas partes.

Los rivales y vecinos de India han tenido también gestos de acercamiento al líder del nuevo gobierno. China y Pakistán le han felicitado, en especial porque Modi ha dicho que continuará la política del primer ministro Atal Behari Vajpayee, del BJ, quien gobernó entre 1998-2004, e inició las conversaciones de paz con el gobierno de Islamabad.

La tensión con Paquistán viene, no tanto de las relaciones interestales porque este país nada teme del BJ, sino del trato que reciben los musulmanes dentro de India y es aquí donde surge la duda sobre hasta donde el hinduísmo profundo de la organización y en especial de su candidato electo puede influir en la gestión gubernamental.

Modi se ha presentado en la campaña como un líder fuerte, capaz de tomar decisiones y de administrar el país, nacionalista y profundamente hinduísta y cuando recalco esto no puedo dejar de pensar que enlas regiones del centro, donde el BJ ha sido tradicionalmente fuerte,  en contra de lo que dictaban las leyes que datan de la época de Nehru, se sigue practicando el sathi, sin consecuencias.

Esta es una costumbre hinduísta de que la viuda debe quemarse con el cadáver de su marido. En mi época de corresponsal, tuve conocimiento de hechos como éste y las autoridades locales, del BJ, nunca lo vieron como un acto de injusticia o de violación de los derechos humanos.

Para nadie es un secreto en India que muchos partidarios y miembros de ese partido exhiben una política extremista en cuanto a las tesis del hinduísmo , que en el plano institucional, hace guiños constantes a los radicales.

En su campaña, Modi evitó mencionar la religión y, en cambio, varios intelectuales y artistas muy conocidos hicieron campaña en su contra, incluso al extremo de publicar una carta abierta en el diario londinense The Guardian, calificándolo sin ambages de practicar la exclusión y no comulgar con el concepto democrático de proteger por igual a todos los indios.

Gujarat, donde gobernó, nunca propició el entendimiento entre la mayoría hinduísta y la minoría musulmana y estos "disidentes" de la "modimanía" creen que hará otro tanto en el país.

En India, la regionalización forma parte del quehacer político y puede afirmarse sin equivocación que el único partido que cumple realmente los requisitos para considerarse nacional es el PC, a pesar de sus muchas grietas. El único, además, con verdadera vocación occidental y ánimo de dejar atrás viejas rencillas y tabúes religiosos.

La lucha abierta de la sociedad contra la corrupción, después de décadas de silencio, comenzó hace tres años cuando la gente salió a la calle, entre otras razones, por un caso de cohecho de 28 mil millones de dólares en concesiones de licencias telefónicas.

Quizás al felicitar a India, los Estados Unidos de Barack Obama han tenido en cuenta que en Asia - con la mitad de la población del planeta- se hallan los grandes motores del crecimiento económico global, a pesar de los muchos conflictos que también la habitan.

La Casa Blanca no ha reducido su estrategia a un solo sector o país, sino que tiene una presencia activa multidimensional con prioridades calibradas. Washington ha respaldado a India para la transferencia de tecnología susceptible de uso militar y para la adquisición de 126 cazas norteamericanos, europeos o rusos.

Hay que comprender que la industria armamentista norteamericana y de otros países ha logrado esquivar la crisis por los clientes asiáticos.

India tiene entre 60 y 70 armas nucleares, misiles de medio alcance, un programa espacial, un Ejército de 1,3 millones de efectivos y un gasto militar anual de unos 30 mil millones de dólares, lo que supone un 2% del total mundial.


La realidad en India es, sin embargo, mucho mas que ser una economía emergente y una potencia en el área. En este territorio, conviven la pobreza más extrema con las grandes fortunas como la de los Tatta.

A Indira no le tembló el corazón al permitir que su programado heredero Sajiv, que luego murió en un accidente y hubo de ser sustituido por Rajiv, desplazara cada noche, por los poblados de chabolas, los bulldozers que acababan con esa suerte de "hogar de los pobres" porque ofrecían una vista deplorable para los inquilinos de los grandes hoteles aledaños.

El crecimiento se genera solo en los centros urbanos, pero la mayoría de la población vive en aldeas. El Gobierno en Nueva Delhi, sea del color que sea, se ve siempre abocado a luchar por alimentar a más de mil millones de personas.

La Revolución Verde intentó palear esto hace 40 años sin lograrlo. Los desafíos en el orden nutricional siguen siendo sistemáticos y arraigados; la agricultura, en la que trabaja la mitad de la población, representa solo un 15% de la economía.

Sigue sin invertirse en tecnología agrícola porque los fondos son desviados a programas como tecnología de la información, servicios financieros y construcción. Entretanto, el indio corriente, vive con dos dólares al día, según el Financial Times.

Veremos cómo resolverá Modi estas fragilidades económicas, sociales y religiosas en su nuevo cargo de primer ministro de una nación que podría pasar por subdesarrollada si nos atenemos a los cánones aceptados. Son centenares de millones los ciudadanos analfabetos e indigentes. La condición de pobreza extrema es inherente a la tercera parte de su población, a pesar de su titulo de potencia emergente, miembro del G-20.

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