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domingo, 11 de mayo de 2014

Los separatistas del este de Ucrania desoyen a Putin




Por Mirta Balea

Vladimir Putin ha dado un volantazo de sensibilidad. El presidente ruso afirma haber retirado sus tropas de la frontera con Ucrania y pide a los rebeldes del este que suspendan el referendo separatista de hoy para con esto "facilitar el diálogo con el gobierno de Kiev".

Una vez abierta la caja de los truenos resulta difícil cerrarla, al menos de la forma hermética en que estaba antes, y los pro rusos de Donetsk y Lugansk siguen adelante con su referendo en el que hay una sola pregunta:

¿Apoya la proclamación de la soberanía independiente para la República Popular de Donetsk?

El proceso está repleto de incertidumbre si tenemos en cuenta que los separatistas solo controlan doce ciudades en Donetsk y  la capital de Lugansk y carecen de acceso al registro de votantes ucranianos. 

A esto hay que sumar la ofensiva militar anti terrorista del gobierno en funciones en Kiev para recuperar el control del sureste del país.

El presidente en funciones Alexander Turchinov ha dicho que "los estados civilizados no hablan con criminales armados" y que, con independencia del resultado del referendo, proseguirá en la búsqueda de una pacificación de la zona y su control para el gobierno central.

La Unión Europea (UE) se ha mostrado poco menos que letárgica a la hora de poner coto a las ambiciones expansionistas de Putin tras la anexión de Crimea, el despliegue de tropas en la frontera y los desórdenes en el este de Ucrania, acontecimientos sucedidos desde el pasado febrero.

Un experto militar ha recordado que los 80 mil soldados rusos desplegados entre Crimea y la frontera oriental de Ucrania constituyen un aviso para países como Moldavia, que tiene la región separatista y pro rusa de Transnistria, que carece de una garantía de seguridad.

El sorprendente giro de Putin responde a temas tácticos. Pretende atraer a Ucrania a la esfera de influencia de la Federación Rusa propiciando la creación de un estado federado, lo que ha estado machaconamente reclamando a Kiev, y desmarcar a Alemania de la línea seguida por Estados Unidos, que reclama pasos más largos y atronadores para parar a Rusia.

Hace casi un mes, los activistas pro rusos, entrenados y apoyados logísticamente, según admiten fuentes de Bruselas, por elementos afiliados al GRU (principal directorio de inteligencia ruso), han venido ocupando edificios gubernamentales y comisarías de policía. El epicentro del movimiento se halla en Sloviansk, a unos 150 kilómetros en el norte de Donetsk.

El ejército ucraniano rodea Sloviansk, pero la amenaza es tan solo un amago porque no ha sido capaz de hacerse con el control de las regiones bajo la comandancia pro rusa.

Lo más relevante  en el plano militar de las actuaciones europeas ha sido el despliegue de tropas de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) en los países sujetos a amenazas por Moscú a petición de Polonia.

La UE -según fuentes de la OTAN- invierte muy poco en defensa, apenas un 20% del presupuesto actual. Pocos países del continente sobrepasan un 2% de su PIB en defensa, el porcentaje recomendado para ser creíbles en lo militar.

La OTAN aseguró hace apenas una semana que Rusia disponía de 40 mil militares en la frontera con Ucrania. Esta organización y Estados Unidos han puesto en duda el anuncio de Putin y alegan que no hay constancia de que haya tenido lugar un repliegue de fuerzas como dice.

Si las palabras de Putin, el pasado miércoles, parecían introducir una nota de tranquilidad en la crisis, al día siguiente tuvo lugar un duro revés cuando el Kremlin anunció que Rusia probaría su capacidad de combate en maniobras "planeadas desde noviembre pasado" antes de la crisis.

El ministro de Defensa precisó que en los ejercicios estarían presentes todas las fuerzas armadas rusas, incluido el contingente nuclear.

Putin ha venido tejiendo una red geopolítica en lo militar, económico y diplomático en los países antes dependientes de la Unión Soviética, para articular lo que podría conocerse como la Unión Euroasiática, basado en una previa Unión Aduanera de Rusia, Bielorrusia y Kazajistán, a la que debería haberse sumado, si no fuera por la crisis, Ucrania.

Esto sin dejar de prestar ayuda y apoyo a comunidades rusas afines con Moscú. 

Berlin, a pesar de estas últimas noticias nada tranquilizadoras, ha querido aferrarse a lo dicho el miércoles por Putin. En un comunicado del ministerio de Asuntos Exteriores alemán, ha aplaudido "el tono constructivo" y constatado su importancia en un "momento decisivo" en el que todavía ve posibilidades a la vía diplomática.

El control en el este de Ucrania parece perdido, al menos si no entran en el juego elementos externos. El gobierno de Kiev, con el apoyo de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y de líderes occidentales, ha rechazado cualquier diálogo que suponga "un alto al fuego" por parte de sus unidades anti terroristas.

El aparente cambio de tercio de Moscú, que tanto revuelo ha despertado en Europa, viene a la sazón de que el Putin recibiera al presidente de la OSCE, Didier Burkhalter, a cuya iniciativa se debe lo del aplazamiento del referendo y considerar las venideras elecciones del día 25 como un "paso en la dirección correcta", según las propias palabras del mandatario ruso.

Estados Unidos ha ido más allá que la OSCE y ha pedido a Moscú que utilice su influencia para que los activistas pro rusos entreguen las armas y abandonen los edificios ocupados. El líder de la auto proclamada República de Donetsk, Denis Pushilin, ha rechazado el diálogo y la suspensión del referendo y ha dicho que no dejará las armas.

Analistas militares norteamericanos consultados han dejado entrever que Estados Unidos podría estar interesado en obligar a Rusia a intervenir militarmente en Ucrania oriental, donde el separatismo, la anexión o la partición no cuentan con una mayoría, y forzar así la intervención de la OTAN, dado que Ucrania no es un país miembro y es la razón que subyace en que no se hayan desplegado tropas en la frontera con Rusia.

Putin quiere evitarlo, por supuesto, porque una cosa es vocear desde fuera y otra hacerlo dentro. Una implicación militar nunca ha estado entre sus ideas de subvertir la situación en Ucrania porque sabe que la cohesión de la OTAN sería muy peligrosa y conoce que la canciller alemana Angela Merkel ha estado todo este tiempo intentado conjurar ese peligro por el bien de ambas partes.

A los alemanes, el gas ruso les resuelve un 35% de la demanda interna y resulta clave para las estrategias domésticas de reconversión, el llamado Energiewende, con lo que reduciría el uso de carbón y se despediría de las nucleares.

El ideario político de Merkel se aparta así de manera drástica de lo que quiere Estados Unidos y algunos países como Polonia y los estados bálticos.

Para Alemania tampoco es fácil ceder al lado radical de Occidente porque su crecimiento resulta aún precario, a juzgar por las cifras del primer trimestre de este año, y podría caer en una recesión económica, según han señalado diarios especializados.

La división interna sobre la actitud a asumir frente a la crisis de Ucrania se viene perfilando con claridad. De un lado los duros, favorables a una escalada de las sanciones y la ejecución de medidas militares y, de otro lado, la patronal industrial preocupada por el negocio de seis mil 200 empresas presentes en Rusia y la suerte de los 20 mil millones de euros invertidos con estas.

Putin se encontrará cara a cara el próximo mes con los líderes occidentales en las celebraciones del 70 aniversario del desembarco de Normandía, en Francia. El gobierno de Francois Hollande no ha podido obviar invitarlo por razones históricas y allí estará, según ha anunciado un vocero del Kremlin.

La popularidad del presidente ruso, en su propio país, había bajado en 2012 al 69%. De repente, con el estallido de la crisis, la anexión de Crimea y los movimientos militares en la frontera, las últimas encuestas indican que goza del 83% de simpatías, solo por ésto.

El presidente ruso se ha anotado en los últimos años al menos tres grandes éxitos para sus intereses expansionistas. En la guerra de Georgia, consiguió la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, ahora bajo la tutela de la Federación; logró impedir la intervención militar norteamericana en la guerra civil siria, moviendo también el ajedrez europeo; y se anexionó Crimea.

Las encuestas reflejan que los rusos han visto estas acciones como un alza merecida en el liderazgo mundial de Rusia y no tienen a menos aceptar la anexión de zonas aledañas a la Federación, en territorios antes soviéticos.

Putin ha utilizado varios factores a su favor. Que la UE no es una unión como pretende hacer ver, carece de liderazgo y atraviesa una profunda crisis económica y que Estados Unidos está muy lejos del este del continente y el presidente norteamericano Barack Obama ha resultado ser un líder ambiguo y dubitativo a la hora de asumir decisiones extremas.


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