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sábado, 10 de agosto de 2013

Estados Unidos, Obama y Snowden





Por Mirta Balea


El presidente Barack Obama se empeña cada día más en convencer a los americanos que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en sus siglas en inglés) ha vigilado a la gente solo lo justo para protegerlos y prevenir nuevos ataques terroristas.

Antes no se tenían noticias de tal espionaje a los ciudadanos con la colaboración de diversas fuentes, pero todo ha cambiado desde que el pasado junio un técnico de la NSA, Edward Snowden, decidiera rasgar el velo del silencio.

Snowden no solo puso al descubierto las actividades contra la población de la NSA, sino que lo hizo también con el espionaje fuera de Estados Unidos, en países amigos como Alemania y Reino Unido, por dar solo dos ejemplos, cuyos gobiernos se hicieron de la vista gorda ante este grado de vigilancia personal como ha logrado saberse después, aunque todos lo nieguen.

Obama anunció este viernes que realizará reformas para la legalización de los procedimientos en torno al espionaje de la NSA en los últimos años y dará a conocer las veces que esto ha evitado la comisión de un acto terrorista.

Al parecer una de estas informaciones condujo a Estados Unidos a cerrar la pasada semana casi dos docenas de embajadas, incluida la de Yemen, desde donde se había conocido que grupos de Al Qaeda, vinculados a Pakistán, maquinaban algunos atentados.

La organización terrorista islamista radical, con tentáculos en todo el mundo, que llevó a cabo los atentados del 11 de septiembre del 2001 en Nueva York, no tiene la misma capacidad militar de entonces, pero si, posibilidades de actuar contra empresarios norteamericanos e irrumpir, de manera desestabilizadora, en determinados países.

Obama no parece tener un alma zelota, es decir, como la de aquella secta judía que luchaba contra Roma, pero resulta evidente, al menos para mí, que no admite grises en su mundo blanco y negro del bien y el mal, como le ha venido ocurriendo a otros presidentes norteamericanos.

La clandestinidad con que ha tenido lugar la vigilancia ciudadana de la NSA sugiere que ha intentado evitar la confrontación directa con el público, evadiendo de paso cualquier crítica o sugerencia porque no le resultaría relevante. Su labor, en suma, se asemeja a una máscara concebida por un artista y su manera de ver al hombre, prescindiendo de las facciones humanas reales.


Obama ha prometido trabajar con los legisladores de la nación para proponer una voz adversa, que podría ser un abogado, para marcar el terreno privado de los derechos, lo que han venido pasando por alto los sucesivos gobiernos desde el nacimiento del Acta Patriótica por los atentados del 11-S.


Ha sido el artículo 215 de ese Acta lo que ha permitido la obtención de grabaciones telefónicas de millones de americanos. El presidente cree que podría lograr una fórmula menos invasiva antes de finales de año y ha pronunciado para esto la frase mágica: "No es suficiente que yo confíe en este programa como presidente. El pueblo norteamericano necesita también tener esa confianza".




Muy rápidos han estado los asesores de Obama para minimizar daños en lo que la prensa identifica como el escándalo Snowden, que hizo caer en picada la popularidad de la Administración norteamericana en las encuestas durante este primer tramo de  su segundo mandato.

Este segundo mandato ha sufrido complicaciones no solo derivadas del soplo del ex-técnico de la NSA, sino que tiene otros flancos abiertos con la oposición republicana, que echó por tierra la ley sobre control de armas, y su zigzagueante política en Oriente Medio, donde tan pronto ningunea a Israel como le reconoce principal aliado en el área o lo de apoyar al ejército popular sirio para darle después la espalda en cuanto a recibir una ayuda efectiva para ganar la partida de dos años frente a Bashir el-Assad.

Al margen del vocerío republicano, el presidente parece dispuesto a defender ante los legisladores las dos otras leyes en las que está comprometido: la de cuidados médicos y la de inmigración.

El resultado del escándalo Snowden tiene algunas referencias anecdóticas como el "pataleo" del presidente de Bolivia, Evo Morales, a quien Reino Unido y España impidieron hacer una escala, que finalmente tuvo lugar en Viena, cuando venía de Moscú y existía la clara posibilidad de que transportara al ex-técnico a su solicitado exilio en Cuba, Nicaragua o Venezuela.


Le acompañaron en sus quejas lo comparsas latinoamericanos habituales en una reunión de apoyo y de forzar explicaciones a los gobiernos de Madrid y Londres por tamaña ofensa a un jefe de estado.


El asunto de desvelar la arrogancia con que la NSA ha espiado a millones de personas ha afectado también a las relaciones de Rusia y Estados Unidos, que nunca han funcionado del todo bien, a pesar de la caída del Muro.


Obama canceló una cumbre, a realizarse en septiembre, cuando supo que el presidente Vladimir Putin había concedido asilo temporal por un año a Snowden, rompiendo así el nudo gordiano de su prolongada estancia dentro del aeropuerto de Sheremetievo.






Esta acción ha echado por tierra también los esfuerzos desplegados por la Casa Blanca en el último año para lograr con Rusia acuerdos en temas globales a pesar de sus señaladas diferencias. A Jay Leno, en su programa de The Tonight Show, Obama le confesó estar decepcionado con Putin. ¿Y quien no, digo yo? ¡Vaya novedad!

Aquí tampoco podemos juzgar la muestra solo por un botón. Hay otros asuntos que empañan las relaciones ruso-norteamericanas. En un lado de la lona, se encuentra el escaso progreso en obtener un acuerdo perdurable en el espinoso tema del control de armas y misiles de largo alcance, y en el resto de rincones figuran el mejoramiento del intercambio comercial y obligar a los rusos a respetar los derechos humanos.

La ONG Reporteros sin Fronteras tiene a Putin en una lista de 39 "depredadores" de la libertad de prensa en el mundo, según dio a conocer hace apenas dos días.

Si bien el presidente norteamericano, como no puede ser de otra manera, se niega a considerar a Snowden un patriota, al contrario que muchos de sus conciudadanos, su soplo en junio a los diarios The Guardian (británico) y The Washington Post( estadounidense) ha provocado que la NSA distribuyera un sumario de su programa de operaciones este viernes y que, junto a otras agencias de inteligencia, esté dispuesta a abrir una página web para mejorar su comunicación con el público, algo impensable hace apenas tres meses.

De lo que si no habló Obama es de divulgar las opiniones de la Corte FISA sobre las acciones de la NSA y los secretos sobre un cuerpo de leyes secretas, lejanas al conocimiento del público y a un adecuado examen del Congreso, que se traen entremanos las agencias de inteligencia al margen de la buena voluntad de hacer actos de contrición.

Lo que nos hace diferentes - ha dicho el presidente- no es simplemente nuestra capacidad de asegurar protección a la nación, sino la forma en que se hace, con un proceso de debate abierto y democrático.

Sin las revelaciones de Snowden está claro que ese debate sobre el espionaje de la NSA a los ciudadanos no habría tenido lugar. Recuerdo que el año pasado la agencia se negó a dar explicaciones a un senador sobre sus actividades porque violaría "la privacidad sobre la información recogida". La "privacidad", sin embargo, se había violado una y otra vez en varios años por esta agencia.

Antes de las revelaciones de Snowden, durante una audiencia del Congreso en marzo, el director de la NSA, James Clapper,  negó que su agencia entrara en el juego sucio de recopilar información personal de millones de ciudadanos. Luego se vio obligado a desdecirse.

Aquella de marzo habría sido una buena oportunidad para iniciar el debate abierto y democrático a que se refiere Obama. Una de mis fuentes en Estados Unidos me ha confirmado que el programa PRISMA, de la NSA, sobre el que informó Snowden, tenía un más amplio espectro antes de sus revelaciones que ahora.

Lo que veo desprenderse de todo esto es que (1)el debate abierto y democrático no tendría lugar sin el whistlerblower  de Snowden, (2) que las agencias de inteligencia, entre éstas la más importante y poderosa NSA, nunca tuvieron entre sus planes abrirlo, (3) que cualquier justificación oficial sobre prevenir actos terroristas se queda sin argumentos ante la violación del derecho a la privacidad de los ciudadanos y (4) que sin las revelaciones del pasado junio nadie habría planteado cambios a leyes que violan ese derecho desde hace al menos diez años en Estados Unidos.

Puede que Snowden no sea un patriota, pero desde luego es un grano en el culo de la Administración norteamericana. La gente ha visto bien sus acciones y algunos hasta le aplauden.

Ver: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2013/06/estados-unidos-el-caso-edward-snowden.html





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