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lunes, 8 de octubre de 2012

Religion: nuevas evidencias sobre la vida de Jesús (Primera Parte)

 




El papiro de King  con la famosa frase
Por Mirta Balea




Las investigaciones sobre la desposada perdida de Jesús han vuelto a cobrar actualidad con la aparición de varias páginas del Evangelio de María Magdalena (apócrifo), adquirido en 1896 en El Cairo por Carl Reinhardt, quien lo donó al Museo Egipcio de Berlín. La académica de Harvard, Karen King -que tradujo y estudió rigurosamente el papiro en 2006- ha dado a conocer el texto en el que se dice que el Salvador fue un hombre casado.





King presentó en septiembre pasado ante el Congreso Internacional de Estudios Coptos, en Roma, un fragmento, que incluye en copto ( el lenguaje de los antiguos cristianos, junto al arameo) la frase “Jesús les dijo: mi esposa". El texto confirma lo que algunos de los primeros cristianos creían: que Jesús había estado casado, según la experta, profesora en Historia Eclesiástica en la Harvard Divinity School.





Hurgar en las raíces del cristianismo, viajar hasta sus orígenes, ocasiona problemas a quien lo hace, porque te obliga a ir de lo particular de la religión al ecumenismo, através de las formas y el fondo, y desvelar la continuidad interrumpida entre un pasado mítico y un presente en el que las fisuras son cada vez mayores. Se puede encontrar en el camino mucha ficción, instrumentalización de los creyentes y un poder culpable de todo esto.





De ahí que muchos eruditos consideren que una de las grandes distorsiones sobre la figura de Jesus en la historia sagrada haya sido mostrarlo como célibe. Mucho antes de que existiera el cristianismo, el hieros gamous o matrimonio sagrado resultaba una práctica común en las creencias en Oriente Próximo y, en su forma primitiva, el cristianismo lo incluyó en sus principios.





El estado matrimonial era la norma en el judaísmo. Un hombre sin esposa no era de fiar. Los evangelios describen a un Jesús judío, carismático, maestro, sanador y profeta, héroe antisistema, compasivo con pobres y oprimidos y justiciero. El que en siglos posteriores se ha presentado en la doctrina es un amo, un juez celestrial, hijo de Dios, Señor del universo, segunda persona en la Santísima Trinidad, el Unigénito, y, tras el Concilio de Nicea (año 325), "uno solo con el Padre, para después subir a los cielos y ser objeto de adoración en domingo.





Los fragmentos dados a conocer por King del Evangelio de María Magdalena se refieren a la presentación de su consorte a sus discípulos ante la duda de éstos de si debía ser aceptada en la comunidad y contiene la respuesta del Dómine: Ella puede ser también mi discípula.





El cuarto y último de los evangelios canónicos,escrito en el año 100 y que, siglos después, se atribuyó a un tal Juan, contiene el episodio de las Bodas de Canaá, en el que unos novios "anónimos" se casan. Jesús es llamado "específicamente" a asistir, sin que hubiese iniciado aún su ministerio, pues resulta que su primer milagro tiene lugar en esos esponsales al convertir el agua en vino. Su madre, María, que como quien no quiere la cosa está también presente, sin justificación aparente, le ordena que atienda con más vino a los invitados como si se tratara de una anfitriona. Luego un mayordomo le dice al esposo: "pero tú has reservado el buen vino hasta ahora".





Los evangelios, que reciben también el nombre de sinópticos, palabra que significa ver la cosas con el mismo ojo, algo muy lejos de la realidad en este caso porque nada hay más contradictorio que esos textos, no refieren en parte alguna que Jesús abogara por el celibato y, si seguimos la línea de la tradición judía, resulta más que probable que de no haber estado casado al inicio de su ministerio habría dejado algún rastro o el hecho mismo habría armado revuelo. Y si, como se acepta, era un rabino, la ley misnaica de los judíos es clara al respecto: un hombre solitario no puede ser Maestro.





El modo en que María Magdalena figura en los evangelios canónicos como mínimo debería despertar dudas en los creyentes. Se la identifica con nombre propio y no se la relaciona con otro varón, sea hermano o esposo, aunque, y, en contra de la creencia popular, tampoco se la llama prostituta.





La muerte de mil cátaros a manos de los cruzados, en complicidad con el rey de Francia y el Papa, primer caso de genocidio en Europa, no se debió precisamente por que proclamaran la virtud o virginidad de ésta sino porque la veían como la amante de Jesús. Ella es, según Lucas, la que está ante el Salvador en la crucifixión con "la otra María", la que ha ungido su cuerpo antes en Betania al prepararlo para el sacrificio y la que luego halla el sepulcro vacío.





A modo de aclaración, los cátaros o albigenses eran nombres genéricos para diversas sectas que carecían de un cuerpo doctrinal y teológico, al contrario que la Iglesia, a la que no reconocían y consideraban corrupta. Tenían líderes propios y, aunque con principios comunes, divergían en los detalles. Suscribían, sin embargo, la doctrina de la reencarnación y reconocían el principio femenino de la religión.  Los perfectos de las congregaciones eran de ambos sexos.





Fueron gnósticos como muchos otros herejes que les precedieron, pues para todos ellos la gnósis o conocimiento derivaba directamente de Dios y excluía a sacerdotes y obispos y a la Iglesia misma, era como si pudieran alcanzarlo siendo puros de corazón y lo veían como una luz sublime incorpórea. Sus ritos y doctrinas -puesto que no dejaron documentos- se han conocido por mensajes enviados a sus enemigos y, en particular, por las actas de la Inquisición, creada para combatirlos.

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