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domingo, 28 de octubre de 2012

España: ¿una economía en transición?

Los presidente de la Comisión Europea, Manuel Durao Barroso
y del Consejo Europeo, van Rompuy.




Por Mirta Balea


La mentira es un arma de primer orden, de ahí que se crearan los servicios de inteligencia y espionaje por los estados. La profución de enredos y falacias resulta imperdonable cuando las practican los políticos, aunque hay que matizar que el ser humano es mentiroso por naturaleza. Los "cuentatrolas" como le llaman en España, proliferan en todos los sectores, y los "cazaembusteros" aseguran que no hay todavía un método probadamente eficaz para saber cuando alguien miente ni siquiera el polígrafo.




En el grupo de mentirosos están los que enferman del llamado síndrome de Pinocho, consistente en no saber hablar sin incluir una "trola" en el discurso, y los que se escudan en la "mentira piadosa" para ocultar todo lo que se ha hecho mal o escamotear los datos de un problema cuando concierne a todos.




Por la eurozona, además de los mentirosos habituales, se ha desarrollado un palpable populismo divisorio, en especial dentro de los más castigados por la crisis, por organizaciones en muchos casos auténticamente nazis como la Nueva Grecia. La labor de éstas sociedades e incluso de gobiernos ultraderechistas como el húngaro de Victor Orban conduce siempre a la fragmentación, nunca a la unidad.




Los líderes anti-sistemas, ante la crisis que golpea al mundo y muy en especial a los países integrados en la Unión Europea (UE), surgen como setas a cada paso para humillar al euro y sobre todo los esfuerzos mancomunados de integración de años anteriores. Y aunque muchos expertos en leyes consideran que la institucionalidad deliberativa es un rasgo de la democracia, tales dirigentes pretenden que la voluntad u opinión del pueblo esté por encima de la Constitución y de otras leyes y se vuele en pedazos el resultado en cualquier elección si éste no se aviene a sus criterios.




Pese a aplicar en los últimos meses duros ajustes de gastos y reformas sin precedentes en la historia reciente de España, la economía nacional sufre su segunda recesión en tres años con una tasa de desempleo de un 25 por ciento y numerosas dudas sobre la capacidad del país de cumplir con la consolidación fiscal exigida por la UE.




El gobierno del Partido Popular (PP), al llegar al poder en noviembre del 2011, se encontró con una situación económica y financiera de pura quiebra, el país se hallaba en la bancarrota y Bruselas lo ignoraba porque las cifras exigidas al anterior Ejecutivo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y enviadas por éste resultaron ser falsas. Se habían inflado intentando escamotear a la población y a la opinión pública europea la verdadera gravedad del problemas a que se enfrentaba la nación.




Los populares ganaron las elecciones, algo que se sabía desde hacía meses, aunque no si lo haría con mayoría absoluta, lo que ocurrió. Uno no puede dejar de preguntarse si en vez de ser presidente Maríano Rajoy, lo fuera el actual lider del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ¿de qué manera habría lidiado éste con el desaguisado de su predecesor, José Luis Rodríguez Zapatero, sin dejar con el trasero al aire a uno de los suyos.




Y otra pregunta pertinente sería ¿de qué manera habría resuelto el problema con Bruselas, que pisaba los talones a la mentira del déficit y exigía duras reformas económicas y recortes para obligar a España a pagar a esos entes etéreos, que nadie conoce ni ve en carteleras de cine, que se conocen como mercados?




Los países más solventes de Europa, Holanda, Alemania y Finlandia, se han negado a aceptar el fondo de ayuda a los bancos si éste no forma parte de la deuda soberana de España, a pesar de los resultados de la cumbre de junio último, de cuyos acuerdos se desentendieron en una carta a Buselas. En la última gran reunión la pasada semana, y a pesar de que la Comisión Europea exigía el cumplimiento de lo pactado, se ha visto ganar a la tésis de la canciller Angela Merkel, vocera del Bundesbank, de recargar la deuda soberana con la recapitalización financiera.



Está claro que estos tres países no resultan las únicas voces, pero pueden dictar los términos y los más vulnerables a la crisis no parecen estar dispuestos a continuar sometiéndose a una vara centralizada de disciplina. La unificación alemana, por ejemplo, la pagaron todos los europeos con unos tipos de interés muy elevados y una política de fortalecimiento del euro, que necesariamente no beneficiaba a todos, pero se asumió por el conjunto en su momento en bien de la unidad.




Cuando el mundo cambia, los humanos se sienten desorientados, como perdidos, y esto es una tendencia general en toda nuestra historia. Somos presa de la desesperanza y del temor a la aniquilación, que, en circunstancias extremas, puede llevar a la violencia. En fecha próxima, Madrid debería soportar, si los calendarios se cumplen, hasta 80 manifestaciones y varias jornadas de paro en el transporte hasta llegar a la huelga general el 14 de noviembre.




La mayoría serán de mineros, agricultores y otros indignados de los más remotos rincones españoles, que han decidido hacer de la capital su paño de lágrimas porque en esta radican las instituciones y los medios de comunicación de mayor calado. Nadie reconoce que todo es un movimiento coordinado, que se hallaba en calma perpetua cuando durante la presidencia de Zapatero se pasó en menos de tres años de 2 a 4 millones de parados y la educación no se cuestionaba, aunque la cifra de los principales organismos internacionales con voz en la materia, apuntaban a España como el peor sistema educativo de toda la UE.




La actual ruta de recapitalización de los bancos españoles ha dejado al desnudo hasta donde los países serán solidarios entre sí. Los de la triple A en las agencias de calificación no quieren cumplir con lo acordado en junio y han dado la vuelta atrás al reloj en cuanto a que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) recapitalice directamente a los bancos una vez se establezca una autoridad supervisora y quieren cargar a las economías con el pecado original de la crisis.









La UE debería comportarse con más realismo sobre los recortes que viene exigiendo y sobre todo por el calendario impuesto a países como España y Portugal, teniendo en cuenta lo que vemos diariamente en nuestro televisores: los europeos saliendo a la calle contra las reformas. ¿Que gobierno puede superar eso?



El test de estrés practicado por Bruselas a la banca española muestra que podrá financiarse con menos del dinero del que necesitaron hace apenas unos años los bancos estadounidenses, británicos y alemanes. Dos de los bancos españoles figuran entre los mejores del mundo, uno de ellos el Santander. El resultado de la prueba a que se sometió el 90% de los activos bancarios da que solo se necesitarán 59.300 millones de ayuda, la mitad de lo que la UE había previsto.




La ayuda a la banca de Zapatero, poco antes de la debacle del PSOE en las urnas, colocó el déficit en un 9,4%, en lugar del deseado 8,.96%, reportado tranquilamente como alcanzable.




Rajoy no tiene intenciones de pedir un rescate, como reclaman en Bruselas y en el Banco Central Europeo si se le exigen nuevos deberes. Todo lo que había que firmar se firmó en julio, según fuentes del Ejecutivo, y el presidente no está por la labor de aceptar nuevos condicionamientos. España no puede permitírselo, cuando pretenden también hacerle pagar al estado la deuda de la banca.




Los Presupuestos Generales del Estado para el 2013, aprobados recientemente en el Congreso de los Diputados, gracias a la mayoría absoluta de que dispone el PP, apuntan a un recorte de los gastos más que a subidas de impuestos. Esto, sumado a la agenda de reformas, que el ministro de Economía, Luis de Guindos, viene vendiendo en la esfera internacional, son las fichas de que dispone el Ejecutivo español para el próximo período. El resto depende de UE, que si como dice cree que el euro es irreversible tendrá que salir de su impas.




Una hipotética salida de España del euro, para hacernos una idea, y de Italia y Portugal a renglón seguido supondría a las 42 principales economías mundiales pérdidas por valor de 17,2 billones de euros hacia el 2020. Si se suma Grecia, serían 2,4 billones de euros.




El presidente francés Francois Hollande se ha erigido en mediador  de los intereses de los países antes mencionados e insiste en que Europa siga protegiendo los intereses comunes de sus socios y aumente la integración y la solidaridad para lo que ha acuñado una frase: integración solidaria. Cree que Alemania debe rendirse ante la necesidad de mutualización de la deuda -los eurobonos- y de un fondo de redención de deuda para seguir avanzando.




Los sindicatos españoles, apoyados por la izquierda política, han convocado la huelga general, el octavo paro desde la llegada al poder del PP, para hacerla coincidir con acciones similares en países a los que quizás los ciudadanos no desearían parecerse: Portugal, Grecia, Chipre y Malta.




 El 17 de este mes, en Mérida, el Sindicato de Estudiantes protagonizó un violento episodio cuando unos 50 individuos asaltaron el colegio de los Salesianos, golpearon a los profesores e hicieron pintadas al grito de "¿dónde están los curas, que los vamos a quemar?".




Las marchas y convocatorias en el país han tenido por distintivo pancartas del corte de "viva la clase obrera", retratos de Lenin y del Ché y banderas republicanas, todo muy del gusto de la ultraizquierda española. Uno solo se pregunta si tuvieran un líder ¿a dónde iría el país?.




El periódico Financial Times, en su edición alemana del pasado día 18, puso el dedo en la llaga de los nacionalismos independentistas, como es el caso de Cataluña en España,  y recordó que "solo superando el nacionalismo ha llegado Europa a ser segura y solo una comunidad amplia puede ayudar a resolver problemas a los que el Estado no puede enfrentarse por sí mismo".




Convencer a la UE y a los mercados de que España es de fiar resulta difícil si sumanos que han habido 2,200 protestas desde la llegada de Rajoy al palacio de La Moncloa, sobre todo porque hay un evidente contraste de un después y un antes, cuando no se decía ni mú. La crisis no es algo que haya venido con el PP,  comenzó en 2008, aunque se sentían temblores sísmicos durante la primera legislatura de Zapatero, cuando este presidente hacía caso omiso de ellos por la vía de no presentar un programa económico para sufrirla con menos riesgos. No le preocupaba mucho porque no había encontrado las cuentas en números rojos.




Al margen de esta situación, la imagen positiva de España no depende solo del conjunto de sus habitantes, también de los políticos, obligados a tejerla con sus accciones y demostrando que la crisis,  prendida a la yugular de la gente, debe ser resuelta tanto por las naciones como por toda Europa. En estos momentos, lo que debería salir reforzado es el sentido común.


Enlazar con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2012/10/espana-el-fmi-cambia-de-posicion.html



1 comentario:

  1. Te felicito amiga. Mucho sentido común en tu enfoque. Panorama y análisis bien concebidos. MAS

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