Datos personales

viernes, 31 de agosto de 2012

Los Vaticanleaks




Por Mirta Balea




El Vaticano parece una perfección equivocadamente deshonrada, un sendero mágico de cuento de hadas, un paisaje digno de servir para la ilustración de un libro. A medida que se avanza en su historia, el paisaje riela y se difumina por una barrera de ramas y troncos retorcidos como cuerdas.




La religión que lo justifica y los creyentes que lo sostienen y deberían haberse levantado hace tiempo y enviado un viento, que rugiera por el bosque retorcido, no mueven ni una rama del árbol de San Pedro y el hogar de los papas del cristianismo sigue simulando estar ordenado en su excelencia, con sus obras de arte y su riqueza, sentado sobre espíritus afines. Es como una matriarca de tragedia griega.



La fuga de papeles secretos, extraídos de los propios archivos del pontífice, que ha venido teniendo lugar desde febrero de este año, ha sido como el goteo de un grifo y ha desvelado corrupción en las jerarquías católicas y hasta un complot para asesinar al mismísimo Benedicto XVI.




La "garganta profunda" de esta trama, el mayordomo personal de Joseph Ratzinger, Paolo Gabriele, está desde mayo bajo custodia. El tiempo transcurrido entre la filtración y el arresto del que la prensa italiana llama El Cuervo ha servido para exponer a la luz pública un nuevo giro de esa historia fermentada durante siglos: la lucha inextinguible de los cardenales por llevar la tiara, que, en lenguaje mundano, se traduce como la lucha por el poder.




La gran corona ciñe la cabeza de un anciano de 85 años a quien se le vaticinó solo una afeitada más cuando fue elegido en el 2005. L'Osservatore Romano le ha llamado "el pastor rodeado de lobos" y él mismo, cuando logró hacerse con la corona,  clamó que la iglesia era "una viña devastada por jabalíes".




De cumplirse el objetivo del complot dentro de la Curia, Benedicto XVI NO resultaría ser el primer Papa al que le sobrevendría la muerte de una manera nada natural, aun cuando oficiamente el Vaticano jamás haya admitido este supuesto. Tal posibilidad ha trascendido como un desinfectante documental y la prensa ya le ha puesto nombre: los Vaticanleaks.





Gabriele ha sido una de las personas laicas más cercanas al Papa y que residía en sus aposentos como parte de lo que se identifica como la familia pontificia. Con anterioridad había servido -se dice que con lealtad- a Juan Pablo II. Esta vez parece haber pisado el cable rojo y derribado a su paso todo un teatro de cartón piedra, en el que, como en el caso de los sacerdotes pederastas que aún se proyecta como un tsunami sobre la iglesia católica, han prevalecido los mudos a la Harpo Marx.







Gabriele junto a Benedicto XVI





Algunos dirían que este mayordomo cincuentón tiene el aspecto byroniano a lo rústico, con una media sonrisa de dentadura muy blanca y regular; otros, que podría pasar por el intérprete de un matón en un filme de mafiosos, del tipo que tanto atrae a algunas mujeres.




Desde el 2006, había estado encargado de vestir al Papa, de servirle el desayuno y administrarle sus medicinas. Ahora que el juez Piero Bonet ha ordenado su procesamiento, se enfrentará, junto a un supuesto cómplice, a cargos de robo de correspondencia a un jefe de Estado, un equivalente a atentar contra la seguridad de éste. El segundo en esta ecuación es el informático programador Claudio Sciarpelletti, empleado en la Secretaría de Estado de la Santa Sede, el dicasterio más antiguo, predio del Cardenal Tarcisio Bertone, que dirige las políticas y la diplomacia del pequeño Estado y de la Santa Sede.





Ratzinger habría contado con él y con otros 76 cardenales para salir elegido Papa con dos tercios de las papeletas del cónclave de 115 electores tras cuatro votaciones. La trayectoria, del que desde hacía 24 años había llevado el dicasterio de la Doctrina de la FE y había sido un estrecho y leal colaborador, aunque angustiado, de Juan Pablo II, garantizaba la continuidad de la política de Karol Woytila. Nadie puede olvidar que la línea conservadora es la más arraigada entre los purpurados.





 En las cartas y documentos secretos difundidos por la prensa italiana, Bertone aparece, sin embargo, como un hombre ambicioso y todopoderoso, cada vez más alejado de Benedicto XVI, y que hace y deshace a su antojo.





El Papa ha sido siempre inflexible en cuanto a los cánones de la fe y partidario de barrer  la suciedad dentro de la Iglesia de Roma. Ha mostrado su rechazo a lo que llama dictadura del relativismo,  a las ideas comunistas, a las liberales, al libertinaje, al individualismo radical, al ateismo y a la vaguedad en el misticismo religioso.





Una retahila política que no solo le ha agenciado amigos, sino, también, enemigos. Para algunos vaticanólogos, Gabriele no sería más que una cabeza de turco de una conspiración de mayor escala, aún por desvelar. A nadie parecería extraño que apareciera muerto en su celda, antes de que se le realizara el juicio.





Un escándalo de similares proporciones habría ocurrido en fecha tan temprana como 2008, cuando el periodista italiano Gianlugi Nuzzi obtuvo unos 4 mil documentos sobre las finanzas vaticanas y el tinglado montado por el Instituto de Obras Religiosas o IOR, de corruptelas, componendas con la mafia y dinero destinado a causas humanitarias que nunca se realizaron. El Banco, que justifica su existencia por la necesidad de administrar los activos destinados a obras religiosas o de beneficencia, se ha visto envuelto en constantes escándalos y misterios sin resolver desde su fundación en 1942 por el papa Pío XII .





El libro de Nuzzi, Vaticano S.A., desveló nombres importantes dentro de la Curia implicados en asociaciones fantasmas contra la leucemia o ayuda a los niños pobres, que no eran más que una tapadera especulativa de operaciones financieras, respladadas por prelados cuyo objetivo era fundar un nuevo partido de centro en Italia, al estilo de la otrora Democracia Cristiana.





Cardenal Tarcisio Bertone



La "garganta profunda" entonces era nada menos que monseñor Renato Dardozzi, una de las figuras más relevantes de la Iglesia Católica y que había gestionado las finanzas de la Santa Sede desde 1974 hasta su muerte a finales de 1990. En esta última etapa, su actividad había estado ligada a Juan Pablo II, que tenía conocimientos e intento tapar en diversas ocasiones las irregularidades del IOR.





Lo que ocurrió después fue un lavado de cara, un aparente movimiento telúrico en la basílica de San Pedro, que provocó el relevo al frente del IOR, de Angelo Caloia. Este había relevado a su vez, en 1989, a otros personaje polémico, el cardenal Paul Casimir Marcinkus, quien tuvo que dimitir para evitar el descrédito de la Santa Sede, tocada ya por el escándalo del banco Ambrosiano.





Otra secuela fue el compromiso del Vatricano con la Unión Europea, firmado en 2010, de acatar las normas del blanqueo de dinero en vigor y la eliminación del cargo de prelado en el equipo de gobernanza del IOR, único intermediario entre laicos y cardenales. Una orden dada personalmente por Bertone.





A Caloia lo sustituyó al mando de la caja fuerte del Pontífice, el número úno del banco español Santander Consumer en Italia, Ettore Giotti Tedeschi, cercano al Opus Dei. El nuevo presidente del Consejo de Superintendencia del IOR, tiene un amplio curriculo de fidelidad y alianza con Bertone, a quien Nuzzi señala en su libro como el promotor de las decisiones más significativas de Benedicto XVI.





En la época de las filtraciones este año, el IOR anunció la destitución de Tedeschi por irregularidades en su gestión. La explicación oficial achacaba al economista “no haber desarrollado funciones de primera importancia para su cargo”.




La Banca del Vaticano está siendo sometida desde el pasado mes de septiembre a una investigación judicial por supuesta violación de las normas contra el blanqueo de capitales, algo contra lo que se había comprometido en el acuerdo con la UE.. Además de al presidente del Banco Vaticano, la fiscalía investiga al director general Paolo Cipriani.





En cuanto a que en el Vaticano pueda conspirarse para eliminar al propio Papa o a cualquier otro personaje, que resultara molesto, hay que recordar el largo catálogo en esa dirección y que es de manejo público. Juan Pablo II, durante su pontificado, tuvo que rehabilitar la reputación de la Santa Sede en al menos tres muertes misteriosas.





La de Albino Luciani, el papa que duró 33 días, o la de Michel Sindona, de la Banca Privada Italiana, envenenado en la cárcel con cianuro en una taza de té, y el homicidio nunca aclarado de Roberto Calvi, del Banco Ambrosiano, colgado del puente de los Frailes Negros, en Londres.





Ratzinger se enfrenta a algo más peliagudo que el análisis exigido sobre el tema Galileo por Juan Pablo II para liberarlo del anatema secular de traidor a la iglesia o la entrada en vigor de un Nuevo Derecho Canónigo en el que quedó abrogada la norma por la que los masones resultaban excomulgados, todo esto muy a su propio pesar como Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la FE, el cargo que ocupaba entonces.





Al llegar al trono de San Pedro, Benedicto XVI se dió a la tarea de depurar con discreción los cargos que controlaban las finanzas vaticanas en la era de Karol Woytila. Fue el momento en que el periódico italiano Milano Finanza calificó la operación de "Ratzi-banker", porque tuvo como resultado el ascenso a ese poder de religiosos y laicos afines al nuevo Papa.





La Iglesia de Roma, desde hace algunos años, ha entrado en una crisis de valores tras haberse organizado durante siglos alrededor de la infalibilidad del Papa, de la confianza interpesonal de fieles y sacerdotes y la solidez de la propia institución religiosa. Prescindiendo de términos sobrenaturales como salvación y condena, el mal que destilan los muros de la basílica de San Pedro se ha vuelto poroso y resulta difícil de identificar, sobre todo para aquellos creyentes que son capaces de creer en la virginidad de María.





Desconocemos si estos monseñores, que pasan por santurrones, como venía ocurriendo con los curas pedeerastas hasta que fueron descubiertos, se hacen y crecen por condicionantes sociales. Es una disyuntiva que seguirá tercamente presentánsole al papa Benedicto XVI con cada nueva controversia sobre la débil moral de los aparentemente inocuos pastores de su iglesia.

Enlazar con: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2011/09/vaticano-pecados-y-secretos.html
http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com.es/2011/08/el-papa-benedicto-xvi-la-suprema-voz.html

2 comentarios:

  1. Maravilloso texto informativo Mirta,
    aunque no sea actual tu entrada a los acontecimientos de gran índole que se nos viene encima me gustaría hacerle una pregunta:
    Usted cree con las especulaciones adyacientes a las famosas profecías, veremos antes de que el Papa renuncie oficialmente su asesinato o la tentativa de este? porque parece puro producto especulativo e inesperado pero usted cree que es por voluntad propia o es un asunto que alberga más y solo nos dejan conocer como siempre las noticias edulcoradas y examinadas cuidadosamente para que no trascienda nada ?

    Mª Luisa

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todo estado, y el Vaticano lo es, edulcora sus informaciones. ¿Por qué debemos pensar que no miente o que dice solo parte de la verdad? En la época actual, a mi juicio, resulta difícil matar a un papa e irse de rositas, pero nada puede descartarse en las turbulentas aguas en las que se mueve la Iglesia de Dios.

      Eliminar