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domingo, 2 de septiembre de 2012

Cuba: un novio para Glenda



Por Carlos Cabrera




La reciente fuga -que no deserción porque ni era militar en activo ni viajaba en misión oficial- de una hija de un vicepresidente cubano ha desatado el revuelo habitual en medios de comunicación del sur de la Florida y del exilio cubano. Pero sobre todo ha servido para ha confirmar que la mentira y la simulación son señas de identidad cubanas, aunque nos pese.
Escenario 1 (en lógica castrista): Glenda Murillo Díaz, 24 años, graduada de Licenciatura en Psicología, aún desconocemos su vínculo laboral en la isla, si es que lo tenía; obtiene el Permiso de Salida para un curso de especialización en México que -como todo sabemos- tiene fronteras con Cambodia y Togo.
Y papá rompió a llorar
Escenario 2 (en lógica migratoria norteamericana): Glenda Murillo Díaz, cubana, 24 años, graduada de Licenciatura en Psicología por la Universidad de La Habana y asistiendo en México a un curso de especialización, viaja hasta Laredo, Texas, se presenta ante las autoridades migratorias norteamericanas y recibe un “Parole”, que le permite entrar y vivir en Estados Unidos de América, el principal enemigo de su padre y compañeros del Buró Político. Poco después, llega a Tampa, a casa de unos tíos, donde coincidentemente está de visita uno de sus abuelos; se hace las típicas fotos de algunos recién llegados a la democracia y las cuelga en Facebook. 
Escenario 3 (en lógica de los medios de comunicación en democracia): El Nuevo Herald da la noticia, que es ampliamente reproducida por otros medios de comunicación, incluso europeos; pero mezcla información y delira con valoraciones sobre el daño que podría causar al régimen, que en realidad es cero. Lo sazona todo con el detalle del padre rompiendo en llanto, al conocer que su hija se ha escapado a Tampa, no duda en calificarlo de zar económico y llega incluso a presentarlo como un sucesor de Raúl Castro: otra errata, pues ya sabemos que Murillo es un funcionario, los zares son los dos de este medio siglo, sin sucesores a la vista.
Escenario 4 (en lógica cubana de mentiras y simulación): Glenda Murillo Díaz, 24 años graduada de Licenciatura en Psicología en la Universidad de La Habana, tiene una tía que atiende el teléfono y aclara que su sobrina ha huido por amor, “no por razones políticas”. ¡Qué familia!, a lo mejor hasta la propia tía está en Tampa por amor, nada que ver con la política. Y que un abuelo de la protagonista, de visita en Tampa, por poco sufre un infarto al abrir la puerta y ver a un equipo de Univisión 23 preguntándole por su nieta. Un periodista marca el número de teléfono móvil de Glenda en La Habana y contesta un señor que dice ser su esposo. La tía precisa que ella vendió el móvil antes de irse de Cuba. 
Escenarios del sainete migratorio
Pero pongamos esos escenarios en lógica simple:
Escenario 1: Glenda Murillo Díaz, 24 años, graduada de Licenciatura en Psicología, preparó su fuga de Cuba aprovechando los mecanismos a su alcance, por lo que eligió México. No tengo pruebas de si recibió ayuda directa de su padre en su plan, que no sería reprobable, pero está claro que quien autorizó el viaje tuvo en cuenta el peso específico y temporal de su apellido paterno. ¿Para qué quiere alguien vender y, por tanto, perder su número de móvil en La Habana, si va a regresar en cuanto termine su especialización mexicana?
Escenario 2: Una ciudadana cubana, al margen de que sea hija de zar o de capataz general, acude a un control fronterizo norteamericano que se atiene al cumplimiento de la ley con la variante “pies secos”.
Escenario 3 (en lógica parcial de cubaneo):
-¡Chica, pero tú viste eso!, estos periodistas son malísimos, es que ni respetan nuestra intimidad, estuve a punto de llamar al 911 porque si vieras lo malito que se puso tu abuelito cuando abrió la puerta y se encontró con la prensa ahí.
-Ay, mi tía, Cuba tendrá muchos defectos, pero los periodistas no se aparecen así en casa de nadie. (No, Glenda, de los sustos se encargan las Brigada de Respuesta Rápida).
–Bueno, no te preocupes, nos inventamos algo y ya se calmará la cosa en unos días y en cuanto a tu padre, tú no te preocupes que no será el primero ni el último; ahora lo importante es que tú estés tranquila y que no te pongas a hablar mierda de aquello, que es lo que la prensa quiere y que encuentres un trabajo para que te ganes tus dólares… (Lo raro es que el abuelo no falleciera súbitamente al ver a su nieta allí. ¿O es que ya estaba al tanto del viaje a Tampa por amor? O sea, le inquietan los periodistas que hacen su trabajo, no la nieta a la que nadie parecía esperar).
Escenario 4: La fuga de Glenda Murillo Díaz no tiene mayor importancia para la dictadura cubana porque ni siquiera la supuesta estampida de Alina Fernández Revuelta, hija de Fidel Castro, la tuvo, como lo demostraron enviándole a su hija “Mumín”, nieta del Dictador, para que viviera con ella en el exilio.
Cabalgando sobre la mentira
Hasta ahora las deserciones que más han golpeado al régimen son las de Manuel de Beúnza y Rafael del Pino junto al gesto heroico de Orestes Lorenzo Pérez de rescatar a su mujer e hijos con una avioneta con la que aterrizó en una carretera de Matanzas. El resto las han sobrellevado con serenidad.
Pero lo terrible es que la sociedad cubana, independientemente de la latitud geopolítica en que nos movamos, está signada por la mentira y la simulación. En inicio, por la propia lógica tiránica de suplantar la realidad con consignas y entusiasmo; pero también con la complicidad de los que como Glenda Murillo y su tía evitan decir -sin algarabía- que han venido a Estados Unidos porque quiere vivir en libertad, que habría sido lo más lógico y lo menos complicado. Así, a partir de ahora, tendrán que vivir -al menos un tiempo- cabalgando sobre sus propias mentiras.
Respecto a su padre, quizá haya llorado con sinceridad, si es que ha llorado. Pero tampoco hay que preocuparse demasiado por su suerte. ¿Cuántos favoritos y hasta probables relevos de los Castro hemos visto en este medio siglo? Aquí los dejo una pequeña muestra: José Llanusa Gobel, Humberto Pérez González, Marcelo Fernández Font, Emilio Aragonés Navarro, Luis Orlando Domínguez, Carlos Aldana Escalante, José Abrantes Fernández, Arnaldo Ochoa Sánchez, Carlos Lage Dávila, Felipe Pérez Roque, Hassan Pérez Casabona, Marcos Portal León, Randy Alonso Falcón y Abel Prieto Jiménez.
En definitiva, revolución es no mentir jamás y cambiar todo lo que deba ser cambiado, menos a Fidel y Raúl Castro.
En cuanto a Glenda, bienvenida a bordo, paisana. No puedo menos que desearte lo mejor, incluido un novio de verdad, que te quiera, te cuide y te lleve al mall más próximo a casa de tu tía-portavoz y te regale un iPhone 5 con el que puedas mandar, de vez en cuando, un escueto SMS: “Papá, te quiero”.
Será gratificante, aunque él nunca te responda… por ahora.

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