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sábado, 15 de octubre de 2011

Las calaveras de cristal y el fin del mundo



Por Mirta Balea

Hay una corriente de pensamiento que considera los mitos y las prácticas religiosas de la América pre-colombina como unidad independiente del devenir en el resto del mundo, se concibe así el continente como un elemento aislado, en tanto que otros especialistas las ven como importadas por su parecido  con hábitos de Asia y otras regiones. Este último grupo tiene en cuenta el temprano interés de la gente por explorar los espacios marinos en busca de nuevas tierras ricas en minerales y piedras preciosas o simples plantas curativas.

Hablamos de una interacción física y no de que el pensamiento humano, como plantea la llamada ciencia noética,, tenga la capacidad de modificar la materia con la introducción de cambios desde la distancia a todos los niveles, incluido el subatómico.


El Instituto de Ciencias Noéticas de California o el laboratorio de Investigaciones de Anomalías en Ingeniería, de la Universidad de Princeton, afirman haberlo demostrado, pero me temo que aquí nos referiremos al legado de las culturas mesoamericanas para no meternos en las afirmaciones basadas en la noesis de que el dolor y el miedo unieron al mundo cuando cayeron en Nueva York las torres gemelas  como en una coalescencia de millones de mentes.

Todas las grandes civilizaciones pre-colombinas como la maya en mesoamérica, la peruana en sudamérica y la azteca en Méjico se desarrollaron dentro de la llamada época cristiana. Cuando tuvieron lugar las conquistas españolas, la sociedad mejicana se hallaba todavía en la Edad de Piedra y los metales se utilizaban únicamente con propósitos ornamentales o religiosos.

Esto ocurría también entre los budistas de la India, China y Japón y los antiguos galos. Todos ellos acumulaban los metales y las piedras preciosas y confeccionaban adornos para simbolizar influencia o mérito religioso.

La demanda creció en varios confines de la tierra en cuanto a oro, plata, piedras preciosas, jade, obsidiana y hubo hombres dispuestos a echarse al mar para conseguirlos provocando la interacción cultural. En la India, como en mesoamérica, se creía que el oro era una emanación de los dioses y simbolizaba fuego, luz e inmortalidad. Los egipcios lo consideraban la carne de los dioses, así que no hay que subestimar el empeño humano por conseguir más.


De la civilización maya proceden una mayoría de 13 calaveras de cristal repartidas por el mundo y no por efecto de aquella primera oleada de exploradores, sino por otra más tardía a principios del siglo XX.


El conocimiento es una herramienta y como toda herramienta su impacto está en manos de su usuario. Así que estos cráneos no solo resultan objeto de interés de los historiadores y antropólogos, sino de astrólogos,  de los que creen en el más allá y de ufólogos convencidos de que fuimos visitados por otras civilizaciones.


Quienes afirman que fueron confeccionadas por civilizaciones superiores a la nuestra, consideran a la vez que carecemos de capacidad para interpretar el mensaje que contienen. La más famosa de ellas, la Calavera Destino o Skull Doom, parece haber sido la primera y el resto son copias. Su modelo fue una mujer, al decir de expertos del British Museum o Museo Británico.

F. A. Mitchell-Hedges
La aceptación generalizada de una idea no es prueba de su validez. Ahí tenemos las miles de reproducciónes cristianas de Moisés con cuernos por un error en la traducción del libro del Exodo. El texto hebreo original decía que tenía un rostro del que emanaban rayos de luz y se tradujo oficialmente por la Iglesia Católica al latin desde la Biblia como que poseía una cabeza con cuernos.


La Calavera Destino fue encontrada por el aventurero F.A. Mitchell-Hedges en un asentamiento maya en lo que sería entonces la Honduras británica, hoy Belice, a principios del siglo pasado.

Se trata de cuarzo tallado en forma de cráneo humano, con cinco kilos de peso y 22 centímetros de diámetro y en cuya autenticidad se ha venido trabajando en los últimos 50 años con diversos resultados. Todo porque el carbono 14 no ha servido para la datación.

El laboratorio de Hewlett Packard en California, en 1970, examinó el objeto y confirmó  a la familia  Mitchell-Hedges que fue tallado en pura roca cristalina, sin utilizar herramientas metálicas, y el proceso de elaboración duró generación tras generación entre 150-300 años y en todo ese tiempo la estuvieron puliendo con arena.


Todo indica que fue trabajaba contra el eje natural del cristal, contrario a como lo habría realizado un escultor moderno en prevención de que se rompiera el cuarzo y a quien ni siquiera se le habría ocurrido utilizar el laser porque correría el mismo riesgo. Los mayas se atrevieron  y ni esta calavera ni las demás resultaron quebradas. Tanto a los prismas de la base como a las lentes pulidas a mano de los ojos se les dió un brillo intenso sin preocuparse de su consistencia y es que ahora sabemos que su dureza, en la escala de Mohs, es de siete entre diez.

El British Museum posee otra calavera que a pesar de las discrepancias de varios expertos ha datado entre el 1.300 y 1.400 de nuestra era en la zona azteca. Otras dos, pueden verse en el Museo Mankind, en Londres, y en el de Trocadero, en Paris, ambas encontradas por soldados en México en 1890 y talladas también en cuarzo. Una tercera, más pequeña y que podría haber servido para un cetro, se halla en el Museo del Hombre, en Paris.

Se tiene noticias de otra hallada en Guatemala en 1906, en manos de un coleccionista privado, y que estaría realizada en cuarzo ahumado y el cráneo presentaría una forma puntiaguda y una mandíbula prominente, más simiesca que humana.

La diferencia es que la Calavera Destino, considerada la primera, tiene la mandíbula articulada, un rasgo ausente en el resto de las conocidas, porque se dice que hay otras encontradas en Méjico repartidas por el mundo hasta un número total de trece. Los devotos aseguran que si se unen será para salvar de la Condenación a la humanidad, pero solo si no se cometen errores como sería ejecutar ese encuentro en un momento en que se podría desviar el eje de la Tierra.

La Calavera Destino estuvo en manos de Anna Mitchell-Hedges ( hija del aventurero que la descubrió) hasta su muerte en 2007. La legó a un amigo, Bill Homann, un hombre emprendedor que abrió una web y un entramado de eventos para vincular el objeto al fin de los días que, según una interpretación muy difundida, se habría fijado por los mayas para el 21 de diciembre del 2012.

El calendario de referencia se elaboró por una civilización muy avanzada entre el 250-900 de nuestra era. El imperio maya se extendía por lo que son hoy una mayoría de estados del sur de Méjico, Guatemala, Belice, El Salvador y parte de Honduras.

Los mayas contemplaban el tiempo con espiritualidad, como una cadena de acontecimientos, y acompañaban sus calendarios con usos prácticos relacionados con la sociedad y el trabajo. Uno de estos, el que ha dado lugar a esta creencia apocalíptica, fue alargado con posterioridad a su concepción inicial hasta abarcar 5126 años y ahí se paró. Al sacar las cuentas la fecha que apareció fue el 21 de diciembre del 2012.

Se han hecho muchas películas sobre las calaveras y su poder ancestral, como la más reciente de Indiana Jones en la que al unirse todos los cráneos de cristal resulta que van a parar a otra dimensión, ya que, según el guionista, son seres ultradimensionales, y se convierten en una sola entidad. Otros filmes se han dedicado al fin de los días, uno de ellos relacionado con este supuesto vaticinio maya y que, fíjate que imaginación, se tituló 2012.

El error de muchos fanáticos es confundir metáfora con realidad, como ocurre a quienes interpretan los libros sagrados al pie de la letra. La ciencia suele demostrar las falsedades o al menos hace que tales concepciones resulten explicadas de forma menos metafísica. Hace poco quedó demostrado que el universo tridimensional, tiene diez dimensiones no tres, que interactuan como cuerdas vibrantes tal si escucháramos la música de un violín.

Y es que todo lo que vemos o experimentamos está vinculado a una de esas dimensiones que la poderosa fuerza de gravedad ha ampliado en estructuras más complejas.

Podemos también atenernos a lo que piensan algunos escritores como Arthur C. Clarke, de que  toda tecnología, suficientemente avanzada, es indistinguible de la magia. Una expresión, la más popular, de sus conocidas "leyes" de su obra de ciencia-ficción en la que se conoce Odisea en el Espacio porque Stanley Kubrik utilizó el argumento para su obra homónima. El dueño de la idea fue contratado como guionista y con los años añadió a su curriculo la actividad de comentar los desplazamientos de los cohetes Apolo al espacio sideral.

Se puede enlazar con http://projectcamelot.org/crystal_skull.html

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