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viernes, 16 de septiembre de 2011

Vaticano: pecados y secretos

Por Mirta Balea


El Vaticano ha prometido cumplir la ley y llevar ante la justicia a los curas pederastas, pero no todos se lo creen, porque abrir esa puerta puede llevar a una habitación de techo bajo con un jergón y una cadena para la cintura y la cárcel para sus pregoneros y el descrédito para la Iglesia de Dios no resultarían aspiraciones pertinentes.

El papa Benedicto XVI reiteró que el peso de la ley recaerá sobre los culpables durante su visita pastoral a España el pasado mes. Hay gente que recuerda, sin embargo, que la Iglesia de Roma, tan pronto recibió reconocimiento estatal del emperador Constantino en el siglo IV, se transformó de perseguida en perseguidora.

Hay una asociación estadounidense de víctimas de sacerdotes pedófilos, bajo las siglas de SNAP, que ha dado el paso de presentar ante la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya una demanda judicial contra el papa y otros jerarcas de la Iglesia católica por “crímenes de lesa humanidad”.

Una asociación, según lo estipulado en las normas del CPI, no puede presentar una demanda sino, en todo caso, un informe. La oficina del fiscal, desde que empezó a funcionar en 2002, ha recibido más de 8.000.

En todo caso, la SNAP no ha tenido en cuenta esta limitación porque considera que es competencia del CPI que la jerarquía vaticana, incluido el papa, haya tolerado y hecho posible el camuflaje sistemático y extenso de violaciones y crímenes sexuales contra niños en todo el mundo.

A Joseph Ratzinger, papa Benedicto XVI, se le hace directamente responsable de los hechos, junto a tres cardenales, entre ellos el estadounidense William Levada, que lo sucedió en el puesto de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la FE (CDF), para muchos el Santo Oficio moderno.


Los otros serían el secretario de Estado y segundo en importancia en la Santa Sede, Tarcisio Bertone, y su predecesor en el cargo, Angelo Sodano, ambos italianos.

La membrecía de SNAP integra a hombres y mujeres de Alemania, Estados Unidos, Holanda y Bélgica, los países más afectados por los escándalos de pedofilia de la curia romana, además de Irlanda, cuyo gobierno se ha rebelado contra la actitud displicentes de la Santa Sede.

La espada de Damocles pendía sobre el domo del Vaticano desde la visita a Londres. hace un año, de Benedicto XVI. Los científicos británicos Richard Dawkins y Christopher Hitchens pretendieron usar el momento para que se juzgara a Ratzinger por dar prioridad a la reputación de la institución sobre el bienestar de las víctimas.

Dawkins declaró al Sunday Times que, cuando los sacerdotes fueron descubiertos con los pantalones bajados, el papa intentó tapar el escándalo. En algunos casos se llegó a pagar a las víctimas para que no hablaran, se las indemnizó o se trasladó a los clérigos a otras regiones del planeta en el más absoluto secreto.

El cardenal Bertone
El Vaticano difundió una guía “no oficial” sobre la forma de proceder antes estos delitos o “pecados” sin ver el patrón que la sitúa como una práctica habitual. Solo se proyectaba una promesa y una voluntad de mejorar sobre la marcha. Lo que aún no se ha derogado es el Sacramentorum Santitatis Tutela (SST), es decir, la Defensa de la Santidad del Sacramento, tanto como que todos tienen que callarse en aras del prestigio de la Iglesia.

La SST lleva la firma de Juan Pablo II, pero fue desarrollada e impulsada por Ratzinger, en su condición de prefecto de la CDF, con ayuda de su cuestionado secretario Bertone.

Durante los seis años de papado de Ratzinger, Bertone ha figurado como el promotor de las decisiones más importantes del Vaticano. Le nombraron camarlengo en 1995, con Juan Pablo II, cargo que simultanea con el de secretario de Estado. Solo se conoce un antecedente similar, el del cardenal Jean Marie Villot en 1978, encargado por cierto de atestiguar sobre los fallecimientos de los papas Pablo VI y Juan Pablo I.

Cuando Pablo VI murió el 6 de agosto de 1978 , resultó elegido patriarca de la Iglesia romana Albino Luciani, Juan Pablo I, un hombre de estricto rigor moral. Había tenido roces en el pasado con los banqueros de la Santa Sede envueltos en negocios turbios y se proponía hacer limpieza, como reveló a Villot el día antes de aparecer muerto en sus habitaciones el 18 de septiembre de 1978.

Le sucedió en la silla de Pedro, Karol Woytila, el papa Juan Pablo II, quien recuperó de inmediato la línea de Pablo VI y mantieuvo y defendió a los jerarcas financieros en sus puestos.

La norma enviada a los obispos en 2001 por Juan Pablo II, mediante una carta secreta subtitulada De delicis Gravioribus ( sobre los delitos más graves) , ordenaba a las diócesis a informar a la CDF de las investigaciones sobre las acusaciones de abuso sexual de sus clérigos, fijando un tiempo de prescripción del delito y reafirmando la obligación de mantener el secreto sobre el tema so pena de "excomunión fulminante e irrevocable".

La inmunidad de la que han disfrutado hasta hace muy poco los curas pedófilos no proviene únicamente de esta carta secreta, sino que se remonta a 1922 con la instrucción Crimen Sollecitationes, del pontificado de Pio XI, y reiterada en 1962 por Juan XXIII.

Las cosas para el Vaticano, en lo que va de Milenio, han ido de mal a peor. Los escándalos se han venido sucediendo sin salvoconducto a pesar del control de daños ejercido por el CDF y el papado. Las víctimas no se han sentido en la obligación de callar por la Santa Madre Iglesia.

Benedicto XVI echó balones fuera en una de sus jugadas maestras (no olvidemos que es un teólogo eminente, además de papa) y pidió perdón a las víctimas en Londres cuando observaba cómo el entramado del secreto se venía abajo. En aquel momento, mantenía todavía el castigo dentro de los muros altísimos de las iglesias, pero la idea fue rectificada después, reiterando durante su visita a Madrid que el Vaticano facilitaría la acción de la justicia.

El promotor de justicia de la CDF, Charles J. Scicluna, encargado de los sacerdotes pecadores contra el sexto mandamiento del decálogo (no cometerás actos impuros), ha tenido que admitir la existencia de al menos tres mil casos documentados por el Vaticano en los últimos 50 años. Antes nadie denunciaba por pudor personal o respeto a la Iglesia y la prensa no se ocupaba del tema tan exhaustivamente como lo hace ahora.

Enlaces: http://lasnoticiasdemirta.blogspot.com/2011/08/el-papa-benedicto-xvi-la-suprema-voz.html
http://plumasendiaspora.blogspot.com/2010/09/un-papa-en-la-perfida-albion.html

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