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jueves, 21 de mayo de 2015

¿Era Cuba un país atrasado antes de 1959?

Cuba fue el primero país de Latinoamérica en tener televisión (foto de Internet)


Por Roberto Jesús Quiñones

 En su afán por reescribir la historia, el régimen en Cuba ha minimizado éxitos indiscutibles de la primera mitad del siglo XX y se ha apropiado de ideas y proyectos surgidos en aquel período.
Pese al bombardeo incesante de los medios de comunicación controlados por el gobierno, cada vez más los ojos de los ciudadanos se vuelven hacia aquella república pues nada provoca tanta suspicacia como la reiteración del mismo discurso.
Algunos de los temas preferidos por los oficialistas para denigrar a gobiernos anteriores a 1959, se refieren a la educación y la cultura. ¿Era Cuba un país atrasado en esos aspectos?
La educación
Un suceso desconocido para muchos es el curso de verano impartido en el año 1900 por la Universidad de Harvard a 1700 maestros cubanos.Esto fue algo que revolucionó el magisterio en Cuba y sus efectos resultaron ser inmediatos. 

Cuando el curso tuvo lugar, Cuba presentaba una tasa demográfica de 1 572 797 habitantes, con sólo 312 aulas y 34 579 alumnos, según cifras de 1889. Un año después de lo de Harvard, habían 3 313 aulas y 172 273 alumnos.
A partir de ese momento, el sistema educacional en Cuba fue en ascenso. 

A las escuelas públicas se unió un moderno sistema de escuelas privadas y cuando Fidel Castro se hizo con el poder en 1959, Cuba se situaba los países con mayores índices de alfabetización y nivel educacional en el continente y el mundo, al extremo de contar con Institutos de Segunda Enseñanza en todas las ciudades importantes del país y con tres universidades para una población que apenas rebasaba los cinco millones de habitantes.

La cultura
Algo que asombra de Cuba es la cantidad de científicos, artistas e intelectuales de prestigio que ha aportado al acervo de la humanidad. Si la historia colonial fue un exponente de ello. La tendencia eclosionó entre 1902 y 1959.

Si nos constreñimos a las artes plásticas, bastaría mencionar los nombres de Armando Menocal, Leopoldo Romañach, Marcelo Pogolotti, Carlos Enríquez, Fidelio Ponce, Amelia Peláez, Rita Longa, René Portocarrero, Víctor Manuel, Eduardo Abela, Mariano Rodríguez, Servando Cabrera, Mateo Torriente y Wilfredo Lam, entre otros muchos con una obra consolidada antes de 1959.

Mencionar a los escritores y músicos de primera línea haría muy extensa la lista. Sólo diré que en ambas manifestaciones las resonancias cubanas en el continente, e incluso mundiales, eran de primera magnitud.

La vida teatral era sumamente activa y no sólo La Habana recibía la visita de importantes artistas internacionales sino muchas ciudades del interior del país. Si hoy se comparan las cifras de teatros que funcionaban antes de 1959 con la del período posterior la diferencia resultará abismal y demostrará cuánto daño ha hecho a la diversificación de la cultura el control del Estado.

 Cuba fue, también, el primer país de América Latina en implantar la televisión y La Habana la capital que más cines tenía con relación a su población.

La ensayista y poetisa Uva de Aragón en su texto titulado “El papel del intelectual en la República de Cuba”, asegura que en el período republicano se crearon con apoyo oficial y notorios esfuerzos individuales la Biblioteca Nacional (1901), la Academia de la Historia de Cuba (1910) -que el actual gobierno cerró para reabrirla recientemente-,la Academia Nacional de Artes y Letras (1910),el Museo Nacional (1913),la Academia Cubana correspondiente a la Academia de la Lengua Española(1922), la Academia de Ciencias (1928) y la de Educación (1936),la Junta Nacional de Arqueología (1937), la Sociedad Geográfica de Cuba y la de Derecho Internacional y se publicaron al menos quinientas cincuenta y ocho revistas de mayor o menor duración. Ni hablar del número de diarios. Baste decir que Cienfuegos, una ciudad pequeña, llegó a contar en una misma época con once.

La iniciativa privada creó el Ateneo (1902), la Sociedad de Conferencias (1911), la Universidad Popular (1914), la Sociedad del Folklore Cubano (1924), la Sociedad Pro Arte Musical (1918), la Institución Hispánica de la Cultura (1936), la Alianza Cubana por un Mundo Libre contra el Fascismo (1941), la Sociedad de Estudios Africanos (1943), el Instituto Cultural Cubano-Soviético (1945) y la Sociedad Cubana de Filosofía (1948).

Pero lo más importante fue el clima en el que se desarrollaron esos intelectuales, que podían exponer sus puntos de vista sin censuras ni exclusiones. No en balde la autora del texto citado afirmó: “Los creadores cubanos fueron fieles a las normas estéticas que cada uno se fijó. No sacrificaron la calidad de sus obras ante ninguna otra exigencia y prefirieron siempre la ‘indiferencia oficial’ a un patrocinio estatal que pusiera bridas a la libertad creadora”.

Este texto ha sido publicado previamente por Cubanet.

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