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viernes, 18 de abril de 2014

Historia de las relaciones de Fidel Castro con MaoZedong.







Por Tania Diaz Castro


Si en algo Fidel Castro es consecuente, es con Mao Zedong. Desde el principio de su revolución, el dictador caribeño miró de reojo al viejo colega asiático. Han transcurrido 55 años de dictadura y en Cuba la figura de Mao permanece olvidada.

A Mao no le gustó que Cuba estableciera relaciones con Checoslovaquia y la URSS mucho antes de hacerlo con su República Popular China, reconocida por fin por el gobierno cubano el 24 de septiembre de 1960; tampoco que el agente soviético Aleksandr I. Alexeiev, bajo la cobertura de corresponsal de la agencia de noticias TASS, llegara primero a La Habana, en diciembre de 1959, y no los chinos, agrupados en el famoso centro de espionaje de Beijing, Servicio de Inteligencia de la RPCH, conocido por su siglas en español SIC.

No le gustó a Mao que, en 1963, Fidel Castro permaneciera dos meses en Moscú y no hiciera un honorable salto a Beijing.

Lo que ocurría entre Mao y Fidel no se comprendía. Se trataba de dos líderes que abrazaban la misma ideología, que reprimían con mano cruel a los disidentes y opositores, que guardaban en las cárceles a miles de presos políticos y que habían fusilado a cientos de sus enemigos. Hasta octubre de 1960, ya se habían fusilado en Cuba mil 330 personas opuestas al régimen. Aún así, Mao seguía mirando de reojo a Fidel Castro.

En plena vigencia de la Revolución Cultural China, cuyo comienzo fue en 1966 y su final y fracaso, diez años después con la muerte de Mao, Fidel Castro condena, en clara alusión a China, el sectarismo y el faccionalismo del comunismo internacional.

En marzo de 1965, la enemistad entre estos dos hombres se hace más notable y en una reunión de partidos marxistas en Moscú, encabezada por Raúl Castro, Mao no asiste y condena dicho encuentro. Cuatro días despues, Fidel Castro ataca de forma agresiva la línea política de China, ordena recoger todas las obras de Mao Zedong de bibliotecas y librerías y prohibe la entrada de publicaciones chinas.

El 2 de enero de 1966, Fidel Castro acusa al gobierno chino de injerencia en los asuntos internos de Cuba, de defraudar la buena fe de los cubanos y critica duramente que no haya cumplido con el envío de arroz a la isla debido a la posición prosoviética del régimen castrista. A partir de ese momento se agravan las tensiones y ninguno de los dos gobiernos hace nada por limar asperezas.

En un discurso del 13 de marzo de 1966, Fidel Castro califica a Mao de "monarca absoluto". Se supo entre los periodistas oficialistas de aquellos años que el famoso traductor chino Xu Yilin tomó un avión como bola por tronera asustado al escuchar cómo el gobernante cubano ofendía tanto a su amado líder. (Yilin se había pasado siete años en La Habana, según él, "los mejores de su vida", traduciendo las obras de Mao al español por orden de Fidel Castro con una buena paga en divisas extranjeras).

Otra anécdota de aquellos tiempos fue el encarcelamiento del muy conocido profesor habanero de chino y japonés Carlos Carrero -varios años después exiliado en Miami, donde falleció-, acusado injustamente de espiar a favor de los chinos solo porque impartía clases de español a los hijos de los diplomáticos de la nación asiática.

Si alguien había salió perdiendo del conflicto Fidel-Mao fueron los cubanos que gozaban de un crédito  concedido por China  de 70 millones de dólares, más la compra de un millón de toneladas de azúcar.

Desde que Fidel Castro se peleara con Mao no se vieron más sombrillas para la lluvia en las tiendas, ni carreteles de hilo y agujas para coser, ni muebles tallados en tiendas especializadas.

A partir de 1966 y hasta 1984, los chinos y Castro se pelearon a muerte y como consecuencia los cubanos se vieron obligado a adquirir a precios excesivos productos electrodomésticos obsoletos de China, rotos al poco tiempo de uso. El cubano de a pie pagó así los platos rotos de aquellas broncas porque los chinos ni olvidan ni perdonan.

Quienes todavía se preguntan qué ocurría en el fondo, nunca llegaron a saber que los espías más adiestrados del gobierno chino pusieron zancadillas a la penetración castrista en Africa y jamás accedieron a colaborar con Fidel Castro.

Luego vinieron cosas peores, que alteraron el sueño del dirigente cubano: "El sueño chino" da un giro hacia el capitalismo a través de sus reformas de mercado libre y China empieza a crecer.

 Hoy hay miles de empresarios chinos millonarios, Beijing se parece cada vez más a Nueva York, tiene el centro comercial más grande del mundo y restaurantes que ofrecen en Nochevieja un plato de sopa de gallina con raíz de ginseng con cientos de años de antigüedad por 30 mil dólares. 


Seguramente a Fidel Castro -si es que aún se entera de algo- no debe haberle gustado que, hace apenas dos meses, Xi Jinping y John Kerry acordaran actualizar las relaciones entre China y Estados Unidos y fortalecer e impulsar más el desarrollo de los lazos bilaterales a través de la "confianza mutua y la cooperación" entra ambos países.

Como dijera Carlos Alberto Montaner: El comunismo es el modo más largo para llegar del capitalismo al capitalismo.


(Este trabajo fue publicado previamente en Cubanet.org.)

1 comentario:

  1. Me gustó tu análisis, hay cosas que mencionaste que no sabía o no recordaba, justo hoy hablando con otro amigo historiador nos plantea vamos si se habían conocido personalmente ambos líderes. Sugerencia, deberías editar el color de la letra pues no se ve, tuve que copiar y pegar el artículo en otro documento para leerlo.
    Saludos

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