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lunes, 25 de febrero de 2013

Venezuela: sin salida del chavismo

 
Por Mirta Balea


El gobierno venezolano sigue sin atenerse al desenlace natural de la enfermedad del presidente Hugo Chávez, sumido en un halo de inmortalidad, aunque nada aporte su figura en las actuales condiciones, como ocurría con la momia de Lenin, en la Plaza Roja, de Moscú.



El vicepresidente Nicolás Maduro, designado en persona para sustituirlo, sigue siendo el intermediario de “sus decisiones”. Chavez sigue sin prestar juramento del cargo desde el pasado 10 de enero.


 
Pocas veces una muerte ha sido tan esperada por los medios de comunicación. El misterio alrededor de su estado de salud y su tramiento en Cuba, de donde regresó la pasada semana tras 70 días en la isla para someterse a una tercerca intervención del cáncer pélvico que le aqueja, ha sido muy del gusto de los más emblemáticos representantes del socialismo del siglo XXI en América Latina, en particular para Raúl Castro, en su particular papel de anfitrión de los partes médicos.





Chávez ha conseguido una de sus metas: crear una simbiosis con Cuba dentro de una nueva confraternidad latinoamericana y ha impulsado la candidatura de Raúl Castro, quien finalmente fue elegido presidente de la CELAC. En reciprocidad por sus esfuerzos para dar al régimen de La Habana la credibilidad inmerecida para cualquier dictadura, le sirvió de intermediario en la minicrisis suscitada en la lucha por el poder dentro del Partido Socialista de Venezuela.


 
Durante la estancia del presidente venezolano en La Habana, Castro recibió a Maduro y al presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, e intentó poner la casa en orden, ante la imposibilidad de que Chávez lo hiciera por sí mismo. En aquellos días, los médicos cubanos intentaban darle unos meses más de vida, en medio de las oraciones de familiares y fieles colaboradores, acompañadas de los llantos del propio paciente,  que no necesitaba plañideras y se encomendaba al Dios católico y a todos los santos del panteón yoruba porque no se creía que la parca llegaría de un momento a otro.




Consciente de que ha llegado su hora, tanto daba estar en La Habana como en Caracas, así que regresó a su país con nocturnidad, hospedándose en un hospital de cinco estrellas. Su gesto de presentarse a un tercer mandato, cuando los médicos le habían desahuciado ya, cuando sus expectativas de vida eran nulas, muestra el supremo interés de su vida: que el socialismo siga su programa con su partido en el poder.



Que utilice intermediarios para dirigir el gobierno no es más que una manera de cerrar los márgenes a cualquier intervención de la Organización de Estados Americanos, ante la preocupacion de mandatarios como los de Brasil, Chile y México.



La conflictividad social ha subido en su ausencia como el mercurio de un termómetro, con intervenciones armadas en hospitales para evitar las protestas por el mal estado de la sanidad pública y sus centros asistenciales; con concentraciones en las que la población le exige las viviendas prometidas durante los corrimientos de tierra de diciembre del 2010. Entonces se había paseado como gallo en gallinero entre los damnificados y juraba y perjuraba que la pérdida de casas sería resuelta.



Los economistas auguran que este año la inflación podría estar por encima de un 30% y tendría lugar un estancamiento del Producto Interno Bruto. La plataforma opositora Mesa de la Unidad Nacional (MUN) ha instado a la población a salir a la calle a protestar por las medidas adoptadas por Maduro, en ausencia de Chávez, en las que figura la devaluación del bolívar y afectarían a las actividades productivas y los precios de bienes y servicios.



Maduro ha comparecido una y otra vez ante las cámaras de la televisión pública para decir que Chávez está al mando “enérgico y con mucha vitalidad y ánimo”, pero nadie lo cree porque en su hospital militar de élite en Caracas respira a través de una cánula traqueal. Esto no le ha impedido afirmar a su segundo que ha sostenido un despacho de cinco horas y media con el presidente.





Hasta los militares han comprendido que ha llegado el momento de dejar a un lado la demagogia y dar paso a la verdadera dirección del país, poderoso y rico en petróleo, con una moneda devaluada y una oposición debilitada después de que Chávez resultara reelegido una vez más después de 14 años en el poder.





Si bien no hay que tomarlo como una rebelión o una actitud en contra el oficialismo chavista, los militares han exigido a Maduro una información fidedigna del estado de salud del presidente y en todo caso que renuncie de una vez a su papel de intermediario si como dice Chavez está animoso y fuerte.





El presidente venezolano, militar retirado, encabeza una "revolución" socialista basada casi completamente en su enorme popularidad y carisma. Poco antes de partir hacia Cuba a someterse a una nueva intervención, instó a los venezolanos a elegir como líder a Maduro si él no pudiera seguir al mando y se convocaran nuevas elecciones.



El vicepresidente, a quien Chávez ha calificado como un "revolucionario a carta cabal", representa el sueño socialista de que un trabajador llegue al poder. Apenas con el título de bachillerato, fue conductor de los autobuses de Caracas, luego sindicalista y por último político de primera línea en la nación caribeña.



Mira a donde va Nicolás, de autobusero (a vicepresidente). Nicolás era conductor de autobús en el Metro y cómo se burla de él la burguesía por eso”, sostuvo en una ocasión el presidente.  Su segundo ha sido parte de la Asamblea Nacional Constituyente, que redactó una nueva Constitución, fue diputado y jefe legislativo hasta el 2005, cuando resultó nombrado ministro de Asuntos Exteriores.



La relación de Chávez con Maduro se remonta a 1992 cuando, junto a su compañera sentimental Cilia Flores, salió a las calles a pedir la libertad del militar retirado, que había ido a prisión por la intentona golpista contra Carlos Andrés Pérez. Un caso así le ocurrió a él mismo en 2002 cuando el empresario Pedro Carmona Estanga protagonizó una asonada sin éxito.




El gobierno ha intentado insuflar ánimo en la población con la distribución por todo el país de 3.300 toneladas de comestibles para paliar la escasez de productos básicos de consumo. La ausencia del mandatario, sin embargo, sigue provocando inseguridad jurídica, que es polo que han protestado los militares, aunque no sean los únicos.


 
La otra esfera opositora, aglutinada en las plataformas Junta Patriótica y Venezuela Soberana, así como la central sindical FADES y el movimiento estudiantil 13 de marzo, han convocado concentraciones con tres exigencias: defensa de la soberanía contra la injerencia cubana, rechazo del régimen de Maduro y cambio del sistema electoral para que los representantes puedan ser elegidos libremente.



La oposición ha perdido espacios de poder e influencia y ha permitido a Chavez manipular la ley y las instituciones para favorecer los intereses del Partido Socialista de Venezuela. Su muerte no lo debilitará, no lo hará caer como algunos piensan. Cuando estaba a tan solo un escalón de ser un moribundo, ganó de nuevo las elecciones sin que los votantes tuvieran en cuenta la galopante inflación, la escasez y la ineficaz gestión gubernamental durante los últimos años, lo que viene a sumarse la delincuencia, la mayor de América Latina, a la que contribuyen las fuerzas paramilitares bolivarianas creadas por él propio presidente para proteger el socialismo a palo limpio.
 
 
 
La manera de gobernar de Chávez, autoritaria, intolerante, de mano abierta hacia sus amigos, tanto del hemisferio como locales, ha dado paso a una nueva élite política. Estos años ha sobornado con cheques paliativos de la miseria en la que sigue sumida la mayoría de la población, porque eso no ha cambiado durante su régimen. En América Latina, le ha servido para comprar voluntades como se ha visto en la CELAC. La debilidad de una oposición fragmentada en plataformas, la desaparición de los partidos y la atomización del propio sistema, actúan también en favor del "chavismo".
 

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