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miércoles, 2 de mayo de 2012

España: descubren molécula relacionada con el SIDA

Por Mirta Balea




¿Saben que en el mundo hay 34 millones de personas infestadas por el virus VIH y que en 2010 murieron por su causa 1,8 millones? Yo no. Lo supe cuando investigaba para este trabajo y el corazón repicó como una campana al vuelo. Uno odia las enfermedades y ellas nos detestan en justa reciprocidad, como en una plaga bíblica.





Hay planes de campaña en muchos países para investigar o al menos frenar el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida o SIDA, que se adquiere -y valga la redundancia- por el VIH. Pero el terreno en que entran los científicos cuando estudian esta plaga está apenas cartografiado.




La revista internacional PLoS Biology, en su último número, ha descrito por primera vez  el papel clave de los gangliócidos -moléculas de la membrana del VIH- en la penetración en las células responsables de activar una respuesta inmunitaria -las células déntriticas- y diseminarla por el cuerpo. Parece más importante aún el descubrimiento, si sabemos que el virus invade el sistema inmunológico de una persona en cuestión de días, destruyendo sus defensas sin impedimento alguno.




El SIDA empezó siendo una epidemia en el siglo XX para convertirse en pandemia. Al día de hoy, resulta una carga sobre los ya sobrecargados hombros de los sistemas asistenciales de salud en diversos países.  Si bien solo una de cada 10 personas infectadas sabe que lo está, una de cada 100 en el mundo lo tiene.




El alto costo de la ayuda  hospitalaria y de los medicamentos requerida por cada paciente, así como el impacto social de una enfermedad altamente contagiosa, para la que apenas hay información ni educación, ha modificado las conductas y hábitos en la sociedad contemporánea.




Han habido importantes avances sobre el daño inmunológico que causa, sus formas clínicas y su evolución, en especial en aspectos relacionados con la prevención y el tratamiento. En cuanto a este último, los médicos se enfrentan a las infecciones oportunistas, causa habitual de la muerte de los pacientes. Algunas de las más conocidas son el sarcoma de Kaposi (un cáncer particularmente virulento que ataca la piel,  los pulmones e intestinos), el de los ganglios linfáticos, la tuberculosis, dentro de una importante lista de dolencias.




El epicentro del SIDA, por decirlo de algún modo, se encuentra en el Africa sudsahariana, la región del mundo con el mayor número de personas infestadas, unos 22,9 millones. En Johannesburgo, Sudáfrica, y en Lagos, Nigeria, se ha hecho endémica, por lo que resulta difícil encontrar a alguien que no tenga un conocido o un familiar con esta enfermedad.




La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha calculado que desde 1995 las políticas de prevención en países en desarrollo han evitado el contagio a 2,5 millones de personas por la extensión de los antirretrovirales, a pesar incluso de personalidades como el papa Benedicto XVI que ha hecho campaña, en especial en sus dos viajes a Africa en 2009, en contra del uso de los profilácticos.




En el II Sínodo de Obispos para Africa, realizado en Benin el 19 de noviembre del 2011, el Sumo Pontífice de los católicos calificó al SIDA como un "problema ético" y dijo, en contra de las opiniones de médicos, científicos, la OMS y otras instituciones importantes, que los preservativos "aumentan el problema". Su receta, que reniega de otras alternativas, es la siguiente: abstinencia sexual, rechazo de la promiscuidad y fidelidad en el matrimonio.




Africa sudsahariana no es la única marcada en rojo en el mapa de la pandemia, lo están también India y China, aunque no lleguen a tan altos índices, y alguno países de Europa del este y Rusia. En estos últimos casos, el centro del problema está en el intercambio de jeringuillas por la drogodependencia.




La investigación llevada a cabo por científicos españoles del Instituto de Investigación Científica (CSIC) y del Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa, publicado en la revista de referencia, ha descubierto la puerta de entrada del virus para propagarse por el organismo.




Las células dentríticas circulan por todo el cuerpo para capturar microbios, los fragmentan y los llevan al centro de control inmunitario para que los glóbulos blancos los exterminen, pero estas células son incapaces de dividir el microbio en el paciente de SIDA y el VIH se queda dentro, sin degradarse, y las culpables son unas moléculas en la superficie del virus llamadas gangliócidos.





La prensa española ha llamado a estas moléculas el caballo de Troya del VIH poque realizan una tarea solapada, silenciosa, sin que suenen las alarmas a tiempo, no solo impiden a las células dentríticas eliminar el virus, sino que posibilitan su transporte directo al sistema inmunológico del individuo.





Esta nueva vía de investigación constituye una esperanza en la larga batalla por ganar la partida a la pandemia. Los descubridores de las moléculas creen que a la vuelta de 15 a 20 años podría avanzarse lo suficiente como para encontrar la cura de este enfermedad con fármacos bloqueantes de los gangliócidos en su infame tarea de propagación del VIH.





La experiencia demuestra que las drogas recreativas y el alcohol contribuyen a las conductas de riesgo. La gente bajo sus efectos se olvida de tomar precauciones, lo que junto al menor uso del preservativo, ha disparado los casos de sífilis y gonococia desde el año 2000 en España. Esta es una línea, sin embargo, presente en la mayoría de los países, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).




Ese organismo ha reportado un incremento de los índices en las cuatro enfermedades venéreas más frecuentes: sífilis, gonococia, clamidia y tricomona. En la actualidad, hay casi 450 millones de casos anuales diagnosticados, sin contar los de SIDA. Las citadas tienen un origen bacteriano y pueden tratarse con antibióticos, la segunda, solo con retrovirales, que hibernan el mal pero no lo curan.





Cuando aparecieron los cócteles antivirales (una terapia con tres fármacos de alta eficacia) comenzó a observarse una modificación de la percepción de la enfermedad, que pasó a ser una dolencia crónica, bajó en el plano subjetivo la necesidad de medidas de protección, básicamente los profilácticos. Estos siguen siendo el mejor modo de prevenir el contagio, desde que el VIH saltara a la palestra en la década de los 80 del pasado siglo.





Las terapias antirretrovirales mejoran la calidad de vida, pero  los pacientes están condenados a seguir tomándolos toda la vida. Que el virus no se cure  y siga replicándose en el organismo, está directamente relacionado con la escasez de mecanismos para atajar la infección, lo que nos habla de la importancia del descubrimiento de los científicos españoles sobre los gangliócidos.





La investigación ha traído consigo la solicitud de una patente europea, depositada en diciembre de 2011, a cargo de los laboratorios Esteve, IrsiCaixa -impulsado por La Caixa y la Consejeria de Salud de la Generalitat de Cataluña- y de Icrea. Sacar al mercado un bloqueante de la actividad de la molécula descubierta resultará un proceso costoso, con una necesaria fase preclínica compleja, cuya práctica prematura se ha llevado a cabo desde hace unos cuatro meses en animales con un inmunogen.




En el SIDA no hay grupos de riesgo, sino prácticas de riesgo. En España, hay pocas muertes por la enfermedad, pero hay que mejorar el sistema de prevención para detectar el mal mucho antes de que alcance una fase avanzada, que haga imposible mantenerlo a raya. De momento, esta prevención se basa esencialmente en evitar la propagación del virus.



Habría que ampliar esta prevención, sin embargo, a una mejor educación sexual de los jóvenes, consensuada entre padres y profesores y la sociedad y los medios de comunicación en general, y no solo para informar del SIDA, tendrán que asumirse también los escenarios cambiantes como las actitudes sociales y la propia realidad del VIH y lograr que los centros sanitarios resulten más asequibles a los enfermos.

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