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sábado, 23 de julio de 2011

GRECIA. la Cenicienta del euro

Unión Europea


Por Mirta Balea


Grecia viene haciendo peligrar la estabilidad de la Unión Monetaria Europea desde hace más de un año. Los líderes de la eurozona se han obligado a tirarle dos salvavidas en forma de rescate financiero, el último de los cuales, aprobado hace dos días, ha debido consensuarse porque uno de los elementos del plan supone una re-estructuración de la deuda de ese país al incluir en las ayudas a la banca y a los inversores privados.


Los jefes de Gobierno, reunidos en Bruselas el jueves último, acordaron un segundo rescate de la economía griega hasta 2014 por 160,000 millones de euros, con la implicación del sector privado hasta unos 50,000  millones de euros. Los líderes europeos y el Banco Central Europeo (BCE) eran renuentes hasta ahora a incluir a los particulares en las ayudas, que en el caso de Grecia han tenido un primer paquete en mayo del pasado año por 110,000 millones.

En cuanto los rescates se ampliaron a otros países en apuros (Irlanda y  Portugal), la canciller alemana Angela Merkel comenzó a barajar la posibilidad de incluir una tasa bancaria para ampliar la contribución al Fondo, sin que el resto de sus socios y el BCE modificaran sus objeciones. Su propuesta contaba con el apoyo de la banca alemana, que estaría dispuesta a ir mucho más allá.

Con el primer rescate se estimó que para el 2012, Grecia podría financiarse sin recurrir a la eurozona. La crisis estalló cuando el ministro de Economía, Evangelos Venizelos, impuso un nuevo plan de ajuste del gasto de 28.000 millones de euros y privatizaciones por 50,000 millones de euros, ante el fracaso de las medidas de ahorro aprobadas el 17 de junio con el primer rescate.

El anuncio de los ajustes provocó una imparable ola de manifestaciones en Atenas y otras ciudades griegas y nuevas jornadas de huelga. La población no ha dejado de protestar en la Plaza Syntagma de la capital, en tanto tenía lugar una estampida de los ministros de Economía de la Unión Europea para desentenderse de la realidad y mantener en vilo a los mercados respecto a un nuevo plan de ayudas.

Grecia ha sido incapaz de asumir los compromisos de la deuda y su situación, con el tiempo, se ha hecho insostenible. Hablamos de un país al que la Comisión Europea (CE) llamó la atención por primera vez en diciembre del 2009 tras una descalificación de las agencias Standard & Poor's y Fitch, que la bolsa de Atenas cayera un 6% y se disparase la prima de riesgo respecto al bono alemán.

Apenas un mes después, la CE acusó al Estado griego de cometer irregularidades en el envío de datos fiscales a Bruselas. El 14 de febrero del 2010 el The New York Times advirtió que el fraude era de miles de millones de euros de deuda.

La UE elevó el déficit griego de 12,7% a 13,6%, lo que provocó la solicitud de ayuda de Atenas a Bruselas el 22 de abril del 2010 para hacer frente al vencimiento de 8,500 millones en intereses de la deuda. Los países de la eurozona acordaron en mayo aprobar un préstamo de hasta 110,000 millones de euros para el período 2010-2012, que incluía un plan de recortes aprobado por el parlamento griego días después para que estuviera en condiciones de financiarse para esa última fecha.

Los riesgos de impago de Grecia siguieron creciendo hasta que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las agencias calificadores hicieron sonar las alarmas en los cuarteles de Bruselas. Esto colocó una nota de urgencia en la aprobación de un nuevo rescate de cara a los inversores ante la inminente quiebra de un miembro de la eurozona, lo que hubiera desatado una ola de desconfianza e incertidumbre en los mercados sobre el futuro de la moneda única.

Merkel se había negado en dos ocasiones a reunirse con sus colegas para hablar del problema griego, hasta que realizó el pasado miércoles una mini-cumbre en Berlin con el presidente francés Nicolas Sarkozy, a la que a última hora de la noche se unió el presidente del BCE, Jean-Marie Trichet, para establecer una línea común a presentar al día siguiente en la cumbre del Eurogrupo.

La falta de acuerdos para un nuevo rescate y la situación cada vez peor en la que se hallaba Grecia ampliaron la desconfianza a otros países del euro como Italia y España. La prima de riesgo española llegó a marcar un máximo histórico de 379 puntos y el bono se disparó a un 6,4%.

Italia acometió serios ajustes económicos por 79,000 millones, que sonaron a "calderilla" en los oídos de los mercados, observadores preocupados de la tormenta financiera tan feroz desatada por los incumplimientos griegos. Expertos y otros augures de la tragedia veían ya servida la tan indeseada re-estructuración de la deuda.

El pacto alcanzado en Bruselas, a falta de conocer la letra pequeña, parece haber calmado a los mercados.  Todo indica que se ha logrado flexibilizar las posibilidades del fondo de rescate para que pueda prestar dinero al Tesoro griego y recomprar su deuda,  proponer una tasa bancaria para financiar este segundo paquete de ayudas y reducir los interes en el caso del primer paquete, en lo que se presenta como una clara renegocición de la deuda.

En esta voluntad política para evitar que la crisis griega lleve a la bancarrota el proyecto europeo de moneda única, se han logrado armonizar soluciones irreconciliables como recortar el endeudamiento griego de 350,000 millones de euros (157% del PIB) con la inclusión de la banca  y los inversores privados en la solución con un aporte de 50,000 millones de euros e intentar hacerlo con el visto bueno de las agencias de calificación para que no parezca un impago.

Trichet dijo al término de la cumbre que resultaría improbable que la participación del sector privado en el rescate pudiera considerarse un impago controlado, pero nadie tiene la absoluta seguridad de que se haya logrado persuadirlas de que no se lo tomen como una quiebra controlada.

El presidente español José Luis Rodriguez Zapatero afirmó que el 90% de los tenedores de deuda griega habían aceptado participar de alguna manera en las ayudas. De lo que se trata es que de los 50,000 millones de euros que aportará la banca, 12,600 millones resulten una quita dentro de un programa de recompra de bonos con posibilidades de ir aún más lejos del 2014 al 2019 con otros 56,000 millones.

Como hasta ahora, los líderes europeos y el BCE se oponían a una re-estructuración de la deuda soberana de un país del euro y al final se ha visto que han debido transigir con Grecia, el documento final de la cumbre argumenta que es un caso único dentro del Eurogrupo.

Los socios habían esperado hasta que el agujero se tornara demasiado profundo y salpicara a España e Italia. Dos han sido las decisiones básicas: mejorar las condiciones de préstamos para Atenas y modificar el fondo de rescate actual.

El prestamo bajará de un 4,2% de interés a un 3,5%, con una ampliación de la devolución, fijada primero en siete años y ampliada hasta un máximo de 30 años, con un eventual período de gracia de 10 años más. En cuanto al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, se ha ampliado la posibilidad de que pueda comprar bonos de los estados miembros, una labor hasta ahora competencia del BCE, para aligerar la presión en los días de pánico bursátil, cada vez mas frecuentes.

El análisis sobre las decisiones adoptadas en Bruselas ha sido positivo, pero a nadie se le escapa que resultan una manera de ganar tiempo. La génesis del problema radica en la necesidad de que Grecia se transforme en una economía competitiva y cambie su estructura económica. Hasta el momento se ha comportado como el hijo de padre rico, que nada ingresa pero gasta mucho, y así parece imposible que pueda permanecer en la disciplina del euro.

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